En paralelo a las ruidosas batallas sobre mercaderes legales y “piratas” sin patente de corso que atañen a la música, el cine y las series, las tensiones involucran un nicho cultural carente de audio: la literatura. En ese contexto, el ePub aparece como un formato de código abierto para la descarga de textos a “máquinas de lectura”. Opinan sus impulsores locales.
Por Javier Aguirre
Corren tiempos difíciles para la democratización de la cultura que se le atribuye a Internet. Entre arrestos de jerarcas como Kim “Dotcom” Schmitz (el de Megaupload), vengativos derramamientos de links de descarga de discografías completas por parte de Anonymous, apagones indignados y tweets beligerantes, una (presunta) gran pulseada se dirime en la arena parlamentaria norteamericana a favor y en contra de la Ley SOPA, que enfrenta a lobbistas de las transnacionales más malvadas y abusivas (discográficas, estudios cinematográficos, automotrices) con lobbistas de las transnacionales más copadas (redes sociales, ¿buscadores?). Todo ante las miradas de millares de artistas-creadores que temen por sus derechos inalienables (o que, en otros casos, apelan a que se los alienen), y millones de degustadores de cultura que temen por sus hábitos de consumo. En paralelo a esas ruidosas batallas sobre mercaderes legales y “piratas” sin patente de corso –que atañen básicamente a la música, el cine y las series de TV–, los alcances y las tensiones de las transformaciones tecnológicas involucran un nicho cultural más silencioso, o en todo caso, carente de audio: el de la literatura.
Así como el MP3 devino en detonador de la guerra sin cuartel –pero con mucho lobby– de la industria musical contra la mal llamada “piratería” digital, uno de sus equivalentes en la conversión del libro de papel y tinta en libro electrónico podría ser el ePub, un formato de código abierto y adaptable para la descarga de textos a diversas “máquinas de lectura” (computadoras, e-readers, tablets, Kindle, iPad, Papyre y siguen –y seguirán– las firmas de soportes digitales para lectores, creados por las multinacionales copadas... o no tanto). Claro, la difusión online de textos tiene más historia que el ePub. Ahí están los formatos anteriores, como el Mobi, o los más terrenales .txt y .pdf. Pero su grado de “apertura”, que delimita su contenido pero no su soporte de lectura, y que por ser de libre uso no supone la sumisión a los monopolios y puede ser utilizado por las editoriales sin pagar, ha redundado en ventajas que lo hacen gozar de buena prensa, o al menos, haberle generado menos recelo que el que afrontó el MP3 cuando irrumpió hace década y media (y que, dicho sea de paso, ha significado desde entonces una facturación millonaria en conceptos de patente para este desarrollo del Instituto Fraunhofer).
“La música es un género y una industria más acostumbrada a los cambios de soporte”, le sugiere al NO Sebastián Morfes, responsable de Determinado Rumor, editorial online argentina dedicada a la publicación de libros de poesía en formato ePub. “Los cambios técnicos seguramente sumarán nuevos autores, usuarios que harán sus propias ediciones, recopilaciones y selecciones de texto; aunque al mismo tiempo, creo indispensable el respaldo de construcciones colectivas como las editoriales”, reflexiona Morfes, cuyo proyecto parece emular el plan original de Radiohead para In Rainbows, ya que propone la descarga de los títulos mediante un aporte “a voluntad”. Por el momento, no obstante, la ecuación de la editorial indica que, por cada 100 descargas, se registra sólo una donación.
“Hoy en día consigo más libros en formato electrónico que en el soporte papel; algunos por agotados, otros por imposibles de encontrar o porque no los importan, y algunos inaccesibles, para mí, por el precio”, revela Cecilia Eraso, autora de Pistas, una de las obras disponibles mediante Determinado Rumor, quien además considera que “las leyes antipiratería sólo tienen sentido para quienes ven en la literatura o en la música un negocio”. Por su parte, Lucas “Funes” Oliveira, responsable de Editorial Funesiana, asegura: “Este es un gran momento para nosotros”. Y postula que el formato de publicación de un título es un derecho del lector: “La editorial tiene el poder que les han dado sus lectores, y a ellos se debe el trabajo de mejorar la propuesta. Si un lector quiere un libro en .pdf, o en ePub, va siendo hora de que nos adaptemos a su pedido, porque con su exigencia nos está diciendo que efectivamente quiere leer los libros que estamos publicando”, explica.
El rol del lector en el establecimiento de nuevas reglas de juego editoriales también es destacado por Morfes: “Hacemos un trabajo que contribuye a que más lectores se acerquen a leer literatura escrita por contemporáneos”, explica el único editor, diseñador e ilustrador de Determinado Rumor. Y se posiciona en el conflicto global actual: “No somos neutrales en cuanto a cuestiones como la Ley SOPA. Además de oponernos, somos parte de una cultura que defiende la solidaridad y la valoración de los saberes, como la poesía, por ejemplo. Hay que prepararse para analizar y pensar cómo será la edición en este campo actualizado y, claro, para defender los textos o el funcionamiento editorial que creemos más justo”.
“Las editoriales vieron lo que les pasó a las discográficas y buscan que la transformación les resulte lo menos violenta posible”, observa, por su parte, Mariano Blatt, autor del libro de poemas No existís, publicado en ePub, y a su vez co-director del sello Blatt & Ríos, que ya edita títulos en formato electrónico. “Hace años que el debate sobre nuevas tecnologías de lectura está estancado en cuestiones como que se extraña ‘el ruido de las hojas al pasar’ o ‘el olor a libro’. Con las oportunidades interesantísimas que se están proponiendo en los niveles de la distribución y el acceso, discutir qué va a pasar con el ‘olor a libro’ me lleva a sospechar que alguien quiere desviar lo central de la discusión”, desconfía.
Fuente: Diario Página 12
Comentario personal:
La tecnología ha llegado para quedarse y eso no pasa desapercibido a nadie. Lo gracioso - y discutido una y otra y otra vez hasta cansarse - es que, los modelos de negocio de las editoriales ven con desconfianza el cambio y en lugar de lanzarse a la aventura, deciden quedarse dónde están. ¿El resultado? Las demandas de los lectores de libros y de precios bajos no pueden ser satisfechas y el lector busca todo lo que puede en otros horizontes.
El problema aquí es la codicia, te lanzan un libro a 30 dólares solo porque está nuevo y de moda (y porqué saben qué por ser de moda se venderá), cuando un clásico te lo venden a 10 dólares.
¡Por supuesto que pueden poner los libros a un precio accesible!, pero no lo hacen porque esperan ganar - o mejor dicho, joderse al consumidor, porque en mis investigaciones he visto que los escritores (que sin ellos no serían nada), se llevan, la mayoría de las veces, la peor parte del pastel, cuando la editorial se lo lleva casi todo. Y en verdad, trato de entender la distribución y todo eso, pero por la manera en qué se mueven (como hace poco leí un artículo) sacaban una y otra ediciones de Crepúsculo y no hacían la misma publicidad a otros autores, que si bien buenos, se quedaban en el olvido -.
¿La respuesta? Todo va a terminar cuando le paguen bien a los creadores de las obras - y a quiénes le deben todo - y cuando traten mejor a los lectores con disponibilidad de títulos a nivel internacional, tecnología y precios.
O sea, un ideal imposible, por lo menos, hasta dentro de unos años. Lamento ser tan categórica (creo que es porque tengo sueño)
¡Cuídense mucho!
Firma,
1 comentario:
No lo lamentes, llevas razón.
Un beso
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