Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

this widget by www.AllBlogTools.com

martes, agosto 28, 2012

Capítulo 21: Alice.

Green and blue
El ambiente en la habitación es tan quieto y calmado. Blanco, hay blanco por doquier. Las paredes, blancas, el piso, blanco, las cortinas, blancas; solo mi pijama de hospital es de color azul. Karla y Cori se han ido hace unos minutos, los han llamado porque tienen que hacerles unos últimos exámenes y finalmente podrán dejar el hospital. Si mal no recuerdo, dijeron que habían pasado al menos dos semanas desde que estoy acá, pero, en coma la noción del tiempo es realmente nula. A mis sentidos les parece que solo han sido unas cuantas horas desde que sucedió el incidente con Liam, sin embargo ya transcurrió un lapso de tiempo considerable desde que perdí la conciencia y luego desperté en este hospital. Lo primero que pensé fue “es un techo extraño…ajeno y desconocido” No es lo mismo despertarme en mi casa, tranquilo, sin las costillas rotas y sin una sonda en el pene a despertarme en un hospital después de haber estado en coma por dos semanas. Por suerte la enfermera vino hace unos segundos a quitarme la dichosa sonda, ya me sentía incomodo pensando que tenia una manguera que iba desde mi uretra hasta mi vejiga.
Aun pienso detenidamente lo que Cori y Karla me han dicho respecto a su relación con Liam. No me cabe preguntarme a mi mismo el por qué no me lo habían dicho, pues sé que las razones son las mismas que tuve yo para ocultárselos también. Aun así siento que estamos haciendo algo mal, hay muchas cosas que aun no les he contado y hay muchas que ellos deben decirme, en ese aspecto se siente extraño que mi vida—Cori y Karla—tengan una parte que desconozco y mas aun que mi mundo no sepa que existe una parte de mi que aún tengo oculta.
Si no me equivoco, parece que aun no les he contado a ellos nada respecto a Tránsito. Karla lo sabe, porque ella tuvo la oportunidad de conocerla cuando vivíamos en Nueva York, pero Cori es ajeno a ella y más aun a Kathy. Ambos desconocen lo que sucedió alguna vez con Lucy, y Karla por su parte desconoce lo que está sucediendo con Cori y conmigo. No quiero dañar a nadie guardándome mas cosas de las que debo, pero también tengo miedo de que crean que no confió lo suficiente en ellos como para decírselos. Sigo teniendo ese miedo, pero ahora es distinto, ese miedo no es miedo de saber que es lo que ellos pensarán, no, ahora que tengo en claro que pase lo que pase siempre estaremos juntos y superaremos los obstáculos el único miedo que vive en mi es el hecho de poder dañarme una vez más a mi mismo al recordar cosas que he tratado de olvidar. Lastimosamente, el ser humano no vive con el propósito de olvidar, si no de recordar para bien o para mal sus acciones como muestra de que se esta vivo.
Esto me recuerda vagamente a Alice, una chica que bajo esta misma percepción del mundo ahora me hace darme cuenta que posiblemente recordar tenga su lado positivo, aun si lo que recordamos es algo que nos lastima.
Hace unos años, cuando recién nos mudamos a las afueras de la ciudad de Longmont, conocí a una chica. Su nombre era Alice. Tenía el cabello rubio y unos ojos azules parecidos a los míos. Era de tez blanca y pálida, delgada y un poco mas baja que mi. Su padre era amigo de mis padres, trabajaban juntos en un proyecto que llevaban acabo en Alemania. En esa ocasión, Alice acompañaba a su padre y se hospedaban en nuestra casa debido a los viajes que el trabajo de su trabajo siempre requería. Mi papá insistió en que ellos se quedaran con nosotros, fue por eso que tuve la oportunidad de conocerles. Ella siempre fue bastante reservada pero curiosamente hubo una vez, tan solo una vez, que Alice se mostró al mundo tal cual era.
Estábamos en diciembre, a pleno invierno, con la nieve cubriendo cada rincón de Longmont. Alice dormía en la habitación que está junto a la mía y yo, despierto como suelo hacerlo hasta tarde por la costumbre de pensar y reflexionar acerca de muchas cosas, miraba por la ventana los copos de nieve caer. Era todo silencio, sin nada ni nadie que interrumpiera mis vagos pensamientos acerca del mundo. Pero esa noche, en medio del silencio, escuche a alguien desahogar algo que siempre había estado oprimiéndole el pecho.
Ese día temprano, los chicos habían ido temprano a visitarme, se suponía que se quedarían a dormir en mi casa, pero les resulto un poco incomodo con Alice. Decían que no sabrían que decirle cuando la vieran porque ella simplemente se limitaba a dar respuestas cortas como un simple "si" o "no" a cada pregunta. Lo más que hablaba era cuando pedía permiso para algo o cuando hablaba con su padre. Era demasiado reservada.
Odry—como se llamaba su padre—la incitaba a que intentara hablar con alguien, a que interactuara con las personas, a que hiciera amigos, pero ella simplemente no lo hacia.
Tendrá sus razones—pensaba para mi mismo cada vez que la veía sentada junto a la ventana de la sala, mirando al exterior.
Aquélla ocasión, si mal no recuerdo, los adultos tuvieron que salir a una reunión en la ciudad, así que Alice y yo nos quedamos solos en casa. En un principio ella insistió en ir con su padre, pero él le dijo que no podría, que esa vez no le seria posible que lo acompañara. Ella pasó buena parte de la mañana sentada en el sofá sin hacer absolutamente nada, simplemente estaba ahí, mirando al vacío, mientras yo la observaba desde la cocina, pensativo, preguntándome que era lo que cruzaba por su mente. Esa actitud tan cerrada y hermética me recordaba vagamente a mí. A ese yo que una vez existió y que poco a poco me envolvió en esa burbuja que me impedía ver el mundo con unos ojos capaces de observar más allá de lo que los sentidos permitían. Sin embargo, de ese yo, aun quedan vestigios que difícilmente desaparecerán, no lo sé...
No sé que fue lo que esa vez me impulsó a intentar entablar conversación con Alice, pero en un momento de iniciativa me anime a intentar hablar con ella, cosa de lo que ahora no me arrepiento. Las personas escondemos muchas cosas, pero hay algunas que seguramente siempre deberían de quedarse ahí, guardadas en lo mas recóndito de nuestra conciencia hasta perderse en el olvido y así dar por sentado de que nunca han estado ahí, lastimosamente nuestra conciencia nos impide hacer eso, no se por qué, pero siempre ha sido así, recordándonos lo que mas nos duele sin remordimiento alguno.
—Alice...—musité esa vez, ofreciéndole una taza de chocolate con malvaviscos.—¿Quieres un poco?
Ella me miró a los ojos por un largo rato antes de tomar la taza. Pude notar que su mirada era simple, vacía y sin emoción alguna. Sus ojos azules parecían estar apagados. Pude, al solo encontrarme con su mirada, comprobar que ella y yo no éramos nada diferentes. Era alguien que se sentía aislado del mundo, que sentía que no encajaba en ningún lugar pero que a la vez se sentía obligadamente parte de todo, en donde posiblemente la única escapatoria que ella tenía era el amor de su padre así como lo que yo tengo es a Karla y Cori.
—Gracias—musito ella tomando la taza y regresando su mirada a la nada.
Dio un sorbo.
No podía quedarme simplemente ahí como tonto parado, esperando a que ella dijera algo. Si había tomado la iniciativa de hablarle, entonces iba a hacerlo. No tenía mucho que perder, lo único que tenía era esa sensación de que Alice se sentía sola. Creo que en ese momento lo único que pensé fue "No permitiré que nadie mas sienta lo que yo sentí ni sienta dolor o soledad como yo la sentí" Ese sentimiento a que alguien se pudiese sumir en un mundo lleno de vacío como en el que yo estuve me daba miedo, me entristecía y sentía la necesidad de impedir que alguien pasara llanto y dolor pudiendo ser evitado.
No lo permitiría, no si podía detenerlo.
—Entonces... ¿Viajas mucho con tu padre?—pregunté, intentando sacar un tema de conversación.
—Si—contestó ella secamente sin inmutarse ni animarse a decir más palabra que esa.
—Ya veo—musite.
Le di un sorbo a mi chocolate y suspire. Miré hacia la ventana, intentando descubrir que era lo que Alice observaba tanto, pero no pude dar con nada que llamase mi atención.
—¿Ellos son tus amigos?—preguntó ella. Sorbió un poco de su chocolate y aguardo nuevamente en silencio.
Fue extraño. Me tomo por sorpresa el hecho de que tomara iniciativa en hablar e indagar sobre algo, o más especifico sobre mis amigos. Desde que había llegado jamás había hablado conmigo si no era porque le preguntase algo. Siempre limitándose a contestar lo que le pedían y nada más, pero esa vez fue diferente.
—¿Te refieres a Karla y Cori?
—Desconozco sus nombres. Hablo del chico y la chica que vinieron a visitarte hace poco.
—¡Ah! Ellos. Si, son mis amigos—le digo esbozando una sonrisa, como siempre cada vez que me preguntan quienes son Karla y Cori.
—Parecen ser muy unidos a ti—advierte ella, en la misma calma y con un gesto inmutable. Su mirada no se despegaba de la ventana.
—Lo son.
—No deberías confiar mucho en la gente—me dice, mirándome de reojo.
—¿No debería?
—Las personas siempre te decepcionan.
—Creo que concluyes demasiado rápido para decir eso—le digo tomando un poco mas de chocolate—Las personas también pueden sorprenderte.
Ella puso su chocolate en la mesa, se puso de pie y se acercó a la ventana. Veía detenidamente algo, algo que yo no podía notar y que intentaba darme cuenta de que era, pero parecía que solo ella podía verlo.
—¿Tanto confías en ellos?—inquiere.
—Lo suficiente—le contesto—Lo suficiente como para confiarles mi vida.
—Que me alegra—advierte ella mirándome.
Alice, en su seriedad y en su actitud tan inmutable, sonrió. Por primera vez la pude ver sonreír desde que la había conocido. No es que llevara mucho tiempo conviviendo con ella, apenas un par de semanas, pero fue agradable ver como ella podía demostrar un gesto de felicidad con una sonrisa.
—¿Tu tienes a alguien en quien confiar?—le pregunto con curiosidad.
Ella asiente y vuelve a tomar asiento. Coge nuevamente la taza con chocolate y vuelve a sorber otro trago.
—Creo que si—advierte.
—Es bueno tener a alguien—le digo tratando de no perder el hilo de la conversación—Siempre necesitaras de alguien que le de color a tu vida.
—O de alguien que te la haga gris...—musita con tono apagado.
Otra vez esa imagen tan fría y mustia. Me daba la sensación de que ella reprimía muchas cosas. Podía sentirlo, lo sabia, percibía esa emoción tan asfixiante que alguna vez sentí, esa necesidad de desahogar algo pero que por miedo a dañar la misma sanidad nuestra no la sacamos a flote...y mas aun por miedo a que los demás se alejen de ti porque no estaban preparados para algo que nunca debieron escuchar.
—Se hace gris solo si tu permites que se haga gris—le dije, mientras mordía un malvavisco.
—No Sasha, tu vida puede tornarse incluso negra sin que lo quieras.
Sasha. Así que ha podido llamarme por mi nombre. Era una buena señal. Jamás lo había hecho antes, y en cierta medida, me alegraba un poco que lo hiciera.
—Tendría que haber sido algo realmente malo para que eso sucediera—le comento.
—Todo depende de si en ese momento eso es bueno o malo.
Niego con mi cabeza. Simplemente no podía aceptar eso. Esa idea de Alice tenía un punto débil y era que si así fuese, entonces no existiría el arrepentimiento. Si algo tenía por sentado a mis catorce años era eso, saber cuando debía de retractarme de algo que estaba mal y de cuando debía cambiar eso malo por algo bueno.
—Imposible—le digo seguro de mi mismo—de ser así entonces no existiría el arrepentimiento.
—No existe—dice con tono seco—nunca ha existido.
—Y entonces, ¿que es lo que sienten las personas cuando se retractan de lo que hacen?
—Miedo
—¿Miedo?
—Si, miedo de los demás. Si existiera el arrepentimiento entonces sería antes de cometer el acto. Eso es arrepentimiento.
—Eso es raciocinio—le digo retirando las tazas vacías y llevándolas al lavabo.
Alice me acompaña a la cocina y sigue hablando conmigo. Parece que finalmente ha decidido salir de su ensimismada conciencia.
—Si, posiblemente—me dice no tan convencida de mi afirmación—Pero también es miedo.
—¿Y que diferencia hay entonces entre el miedo que te lleva a no hacerlo y el miedo después de haberlo hecho y tratar de pedir perdón?
—Simple, en un principio solo fue un pensamiento estúpido. Luego, una vez se hace, es estupidez en estado puro—manifiesta secamente—por eso digo que el arrepentimiento no existe, si no mas bien un estado de estupidez que va de leve a enfermizo.
Interesante. Fue realmente interesante la manera en la que Alice pudo reflexionar al respecto. Paso de ser una chica callada a alguien que tenia un mundo de ideas que necesitaba materializar.
—¿Y que hay de los que no se arrepienten?—inquiero con curiosidad.
—Bueno, si ya dije que el arrepentimiento no existe, entonces con mas razón no tendrán de qué arrepentirse. Solo serán estúpidos, y nada más.
—Entonces soy un estúpido en algunas cosas—le digo sin tratar de retractarme—no me arrepiento en lo mas mínimo de haber conocido a Karla o a Cori...ni de haberte conocido.
—Has entendido todo mal—me dice negando con su cabeza—el arrepentimiento, a mi manera de verlo, no existe cuando el hecho es algo malo, es entonces cuando solo es estupidez. Podríamos decir que es un tipo de arrepentimiento estúpido. Sin embargo, si es bueno, entonces estará en tu criterio decidir si te arrepientes de algo o no, todo depende de tu condición apática, que se yo, la gente es tonta, de ahí en adelante, si no eres apático, entonces es simple felicidad y nada más.
—Comprendo...o eso creo. Pero en ese caso, creo que he sido estúpido muchas veces—le digo riendo—hay tantas cosas de la que creo que me arrepiento. Pero si el arrepentimiento no existe, entonces puedo decir que mi nivel de estupidez es medio.
—¿A sí?—inquiere con curiosidad—¿Como que cosas te hacen estúpido?
—Como causarles muchas preocupaciones a mis amigos.
—Pues eso no está mal ni es estúpido, al contario, no es nada de lo que puedas arrepentirte, pues si tus amigos se preocupan es porque te estiman, y si siguen aun contigo a pesar de las preocupaciones entonces puedes dar por sentado de que te aman.
—Ya veo.—le digo sorprendido por tal conclusión—¿Tu tienes algo de lo que te arrepientas? o bueno, mas bien... ¿Algo por lo qué sentirte como estúpida?
—Si, tengo muchas estupideces sobre mi conciencia.
—¿A si? ¿Como qué?
Alice aguarda unos segundos en silencio. La manera en la que ella mira el mundo me sorprende y va un poco mas allá de lo que había podido ver hasta esos momentos, aun así, eso que mira mas allá de lo que los demás pueden ver es algo difuso, sin un enfoque bien definido. Pero, no deja de sorprenderme.
—Como el hecho...de haber perdonado a mi padre por haberme violado—me dice sin mucha convicción.
Fue hasta entonces, hasta ese momento que comprendí porque Alice era tan cerrada a todo y a todos. Aquella aseveración cayó sobre mí como mil toneladas de plomo aplastando mi pecho y oprimiéndolo.
—Tiene que ser una...broma.
—No lo es Sasha.
—Pero Odry...él...
—¿Odry? No me refiero a él. Él no es mi padre biológico. Él es mi padre adoptivo, y si no fuese por él, seguramente yo estaría metida en algún orfanato. A él le debo tanto, mas sin embargo él nunca me ha pedido nada a cambio. La calidez y el amor que nuca tuve de mi verdadero padre la he encontrado en Odry y es por eso que me aferro a él, porque temo volver a sentirme sola.
—Lo siento Alice, no debí preguntar, en serio, lo siento, yo...
Ella niega con su cabeza. Su mirada pegada a la mesa delata esa tristeza inminente que se siente cuando recordamos algo que no queríamos, algo que nos carcome por dentro hasta dañar nuestro exterior.
—No es algo por lo que debas disculparte, además, fui yo quien te lo mencionó.
—Entonces es algo por lo que tú no debes de arrepentirte. Él perdón va mas allá del simple hecho de dejar atrás lo sucedido, si no de buscar la paz interior aun si el daño fue enorme. Te redimes a ti mismo cuando lo haces y le das al mundo más de lo que te pide, siendo así mejor que muchos.
—Es por eso que soy estúpida, Sasha, porque ahora me doy cuenta de cuan grave fue el daño, y de haberlo sabido antes entonces no lo hubiese perdonado.
—¿Te agobia el hecho de haberlo perdonado?
—Repudio cada letra de la frase "te perdono" Repudio el día y la hora en la que se lo dije.
—¿Te arrepientes?
—El arrepentimiento no existe—musita ella.
—¿Crees que fue una estupidez?—le pregunto con un nudo en la garganta de tan solo imaginar lo que Alice pudo haber sentido alguna vez. Es simplemente atroz.
—A mis ocho años desconocía que era una estupidez o no. Y hasta ahora, me lo he preguntado cada día sin saber una respuesta. Es fácil cuando lo vez en alguien más, pero examinar tu conciencia es difícil, es prácticamente suicidio, es mas difícil que probar que aun existen personas buenas en este mundo.
—Entonces tu teoría ahí no tiene cabida, Alice. Piénsalo. Hasta este momento, el arrepentimiento siempre existió, solo que te negaste a verlo. El arrepentimiento existirá ya sea por odio o por bondad.
—Entonces no me arrepiento de haberlo hecho—advierte con una voz tan tensa que pude jurar en ese instante que lloraría.
—Los seres humanos somos extraños—le digo encogiéndome de hombros—Y aun así, somos tan predecibles. ¿Crees en el perdón?
—No lo sé.
—¿No lo sabes o te niegas simplemente a saberlo?
—Creo que solo tengo...miedo.
—Entonces no es tu padre quien necesita ahora el perdón, Alice. ¿Lo odias?
—No—me dice, comenzando a sollozar—no puedo, jamás pude. Por más que lo intenté luego, no pude.
—Si lo piensas, te darás cuenta entonces que lo perdonaste y lo que sientes no es remordimiento de haberlo hecho, si no miedo de ti misma.
—¿Miedo? Así que siempre fue eso.
—¿Sabes por qué?
—No lo sé.
—Porque a la única persona que necesitas perdonar ahora por haberla atormentado por algo que se soluciono hace tiempo...es a ti.
Ese día, fue un día como pocos en el que pude ver a alguien como yo, venirse abajo. A alguien que todo el tiempo estuvo temeroso de un mundo cruel que sería capaz de todo con tal de verte destruido. Alice y yo, en el fondo, no éramos ni somos tan distintos, siempre tuvimos el miedo frente a nosotros, un paso justo delante del nuestro atormentando nuestra conciencia con algo a lo que denominamos culpa, pero que nunca fue mas que un vacío de felicidad que necesitaba ser llenado. Alice hasta el día de hoy, vive con Odry, su padre adoptivo, y desde ese día, al menos conmigo, Alice cambió. De vez en cuando hablo con ella por teléfono, y siempre tenemos charlas bastante reflexivas acerca de muchas cosas. Puedo decir a ciencia cierta que ella es una de las pocas personas que tiene tantas cosas buenas para decirle al mundo y que deberíamos escuchar y puedo asegurar más aun, que su corazón es tan cálido, no como el de una persona, si no, como el de un verdadero ser humano.
Mi padre y mi madre han regresado finalmente. ¡André! ¡André viene con ellos! ¡Dios! ¿¡Pero como es posible!? Así que era de esto de lo que ellos hablaban. André simplemente se para en la puerta y me mira con cara de preocupación. Puedo notar en su gesto que está a punto de llorar. Se acerca despacio hacia donde mi y me mira por unos segundos tratando de contener unas lagrimas que están a punto de asomar de esos ojos ya vidriosos.
—¡Me preocupas demasiado, torpe!—me dice abrazándome ya sin poder retenerse.
—André...pero ¿Que haces aquí?
—Vine a verte ¿Que acaso no es obvio?—me refunfuña mientras examina mi rostro—¿En serio, ya estas bien? ¿Te duele algo?—inquiere preocupado.
—Dile eso a mis costillas—le digo riendo lo mas suave posible para que no me duela—están algo fracturadas.
—Me alegra en serio que ya hayas despertado—me dice esbozando una sonrisa—no pude estar tranquilo una vez me dieron la mala noticia. Se suponía que vendría un día después de que te ingresaron en el hospital, pero la universidad no me lo permitía. En serio Sasha, me tenías preocupado.
—Venga, que estoy bien. No te preocupes tanto.
—¿¡Qué no me preocupe!?—exclama él—Estamos hablando de ti, fuiste tú quien paso un mal rato ¿y aun así me dices que no me preocupe? Es que tengo que ver por mi mismo a ese pedazo de mierda que te hizo esto para estrujarle la cara.
Me limito a sonreírle. Me alegra en serio ver a André. Ya tenia un buen rato de no verle y pues el hecho de que esté acá me anima bastante. Siempre le he estimado mucho, y así como yo podría dar mi vida por él, sé que el sería capaz hasta de lo imposible por mi.
Karla y Cori han aparecido nuevamente. Ya llevan sus ropas normales puestas. Parece que han terminado de examinarlos. Karla al ver a André, corre como demente y se abalanza sobre él. Siempre se han llevado bastante bien y teniendo en cuenta que ya tienen un buen tiempo de que no se miran, su reacción era más que previsible.
—¡André! ¡Finalmente estás aquí!—le dice Karla emocionada, abrazándolo.
Él también parece bastante contento de volver a verla. Parecen dos niños. Es gracioso y tierno a la vez.
—¿Quién es él?—me pregunta Cori sentándose a mi lado.
—André.
—¿André?
—Si. André, una parte importante de mi vida.

Jueves 26 de Agosto de 2010
(10:18 PM)
Son, seguramente, cada uno de nuestros recuerdos, un arma de doble filo capaz de cortar hasta el ultimo hilo de conciencia, hundiéndonos y haciéndonos sentir lo más miserable del mundo. Es seguramente el arrepentimiento un acto de cobardía ante nuestras acciones.
Aún así, son nuestros recuerdos lo único que nos permite volver a sentir esa felicidad que alguna vez vivimos y es el arrepentimiento lo que nos hace reflexionar de cuan cerca de ser buenas personas estamos.
Perdonar no es de fuertes ni de los que miran los hechos pasar de lejos, mucho menos de los que olvidan; perdonar es dar otro paso mas al frente y rescribir una huella, una huella que alguna vez fue mal dibujada en nuestra vida y que luego bajo nuestra sanidad la rescribimos llenos de una paz sin límites.
Sasha
PD: André está aquí.
Ending:









Autor: Luis F. López Silva
Todos los derechos reservados ©

miércoles, agosto 22, 2012

Capítulo 20: Yo, ellos…mi conciencia.


reflex after rain
Puedo ver a mi madre quedarse parada en la puerta, como estupefacta por lo que mira dando paso inmediatamente a la emoción que no se molesta en retener y corre a abrazarme diciendo mi nombre. Mi padre, que venía justo tras de ella, con la misma reacción se apresura hacia nosotros y abraza tanto a mi madre como a mi. Puedo escucharlos llorar y puedo notar a mi papá tratando de hacerse el fuerte, mientras que mi madre no retiene nada para si misma y repite una infinidad de veces que está feliz por que finalmente estoy de vuelta.
Mi madre me abraza, acaricia mi rostro, mi cabello y examina mis ojos con una minuciosidad que solo ella posee. Besa mi frente y vuelve a abrazarme, sin detener el llanto, sin detener la inminente felicidad que puedo palpar en cada gesto que me demuestra. Papá por su parte, como siempre y en esa actitud tan inmutable se limita a abrazarme, pero tras esa simple muestra de preocupación se oculta un sinfín de emociones que posiblemente muy pocos noten, pero para mi, son más que notorias. Puedo sentir su cuerpo temblar en cada sollozo y decir con bastante seguridad, que al igual que mamá, él está feliz porque haya despertado. Mi padre siempre fue un ser humano serio y de pocas palabras, pero tras esa actitud de persona dura se esconde un hombre que protege lo que ama y ama lo que realmente es importante. Es por eso, que dentro de su simplicidad en cuanto a la demostración de sus sentimientos se debe tener una habilidad nata para poder interpretar cada gesto, porque dentro de lo poco que demuestra hay infinitos significados. Aun así, curiosamente, es más débil que cualquiera de nosotros, cuando se desmorona, no queda parte de él en pie.
—Finalmente—solloza mi madre—has despertado.
—Bienvenido, hijo—dice mi padre con voz quebradiza—Estoy feliz que estés de vuelta.
Mi padre, sin poder contenerse más, suelta sus lagrimas, dejándolas caer sobre mi rostro. Están tibias Como lo dije, un hombre fuerte, que ama lo que tiene.
—Yo…
—Estaba tan preocupada—advierte mamá sin parar de llorar—No sabia que hacer, no sabía si estarías bien.
—Mamá…
—Esto es…un milagro—murmura mi padre tratando de mantener la compostura aunque no lo está logrando—estás aquí…con nosotros.
—Lo siento—susurro.
No sé que más decir. De mi boca sale simplemente un “Lo siento” que no sé por qué razón siento que tengo la necesidad de decírselos. Los he preocupado, les he hecho pasar un mal rato, y hacerlos entristecer siempre ha sido lo último que he querido. Posiblemente esa sea la razón por la cual me disculpo o posiblemente sea porque trato de excusar mi debilidad con simples palabras. Soy todo un problema, lo sé, y sé que ellos lo saben, sé que Karla y Cori lo saben, pero me cuesta decidir si soy yo a quien se le dificulta aceptarlo de una buena vez o es a ellos quienes por miedo a dañarme no me lo dicen.
—¿De qué estas hablando?—dice mi madre enjugándose las lagrimas—Solo mírate, ¡has despertado! ¡Esto no puede ser mejor! No tienes idea…de cuan preocupados estábamos.
—Perdón por haberles causado problemas, mamá, papá, no era mi intención.
—Ya deja de disculparte de una buena vez—me reta Karla—¡Deja a tu madre y a tu padre disfrutar su felicidad! ¿Qué acaso no lo notas? No ha causado ningún problema, simplemente solucionaste uno y mira, por un pelo te salvaste y nos salvaste.
—Tengo que llamar a tus tíos—advierte mamá—todos están preocupados por ti.
—Cierto—reafirma papá—han estado llamando cada cinco minutos estas dos semanas, incluso Tránsito ha estado al pendiente.
—¿Tránsito? Se refieren a… ¿Tránsito? ¿Nuestra Tránsito?
—Si, corazón—me dice mamá, acariciándome el rostro—nuestra Tránsito. Vendrá en una semana acá. Cuando se enteró de lo sucedido no dudó en venir a ayudar a cuidar de ti. Ya sabes como es ella. Trabajará nuevamente con nosotros.
—Es terca como tu tía Bianca—comenta mi padre—no se por qué carajos insiste en pagar su propio vuelo cuando le hemos dicho un centenar de veces que se venga a vivir con nosotros acá.
—Perdonen mi ignorancia pero, ¿Quién es Tránsito?—inquiere Cori con curiosidad.
—Una buena amiga—advierte mi madre—Bueno, es como familia. Tránsito es un amor, pásate seguido por casa luego de esto y esa mujer te dará de comer tanto hasta que revientes como un globo.
—¿Vendrá Kathy?—inquiere Karla
No puedo creerlo. Después de tanto tiempo la volveré a ver, y posiblemente vea a Kathy también. Sonrío para mi mismo, pues esto me hace feliz.
—No lo sé—advierte papá—olvidé preguntarle eso. Han sucedido tantas cosas que lo pasé por alto. Igual, por si acaso, prepararemos dos habitaciones en casa.
—Robin, no lo olvides, ya es hora—le dice mi mamá a mi papá—llegaremos tarde.
—¿Tarde?—inquiero
—Si cariño, tenemos que ir a hacer algo importante. Será una sorpresa. ¿Puedes quedarte unas horas solo?
—Estoy con Karla y Cori—les digo esbozando una leve sonrisa—no estoy solo.
—Lo sé, corazón, lo sé—dice mi madre dirigiéndoles una mirada de complicidad a los chicos—Bueno, hijos míos, paridos por otra y engendrados por otro, les encargo a Alexander. Ya saben ustedes la situación.
Karla y Cori asienten y yo quedo prácticamente en las nubes. ¿De qué estarán hablando? Me siento como un tonto, pero me alegra saber que mi madre les tiene esta confianza a ellos, al igual que mi padre. Les confiarían lo mas importante a ellos…posiblemente eso explique porque son tan permisivos con ellos cuando se trata de mi. Sasha tiene permiso para hacer cualquier cosa con Karla y Cori. Si, es curioso, pero es la verdad, cuando de Cori o Karla se trata, mis padres los tratan a ellos como a sus hijos. Así que prácticamente nos podemos considerar hermanos. Tengo a los mejores hermanos del mundo.
—Bueno, cariño, tenemos que ir a hacer algo, regresaremos pronto—dice mi madre besando mi frente—En serio, estoy tan feliz como no tienes idea. Eres lo mejor que nos ha pasado en el mundo.
Mi padre me abraza y puedo escuchar como me murmura al oído que me ama provocando que me sonroje. Es extraño, pero reconfortante escucharlo. Las pocas veces que me demuestran afecto realmente hacen del momento algo especial. Sé que si pudiesen me dirían que me aman a cada segundo, pero tengo que comprender o mas bien he tenido que aceptar por la fuerza que su trabajo los mantiene lejos y que gracias a ese trabajo sostienen una familia—nosotros—que trata de estar junta pero que por mas que lo intenta solo se mantiene distanciada. No avanza, ni para lejos ni para cerca, simplemente se mantiene ahí, estancada en un punto lejano, lejos de una unidad que busco y que no encuentro. Estamos cada quien por su lado, ellos lejos y yo, yo ni siquiera se donde me encuentro.
Finalmente se han ido, y solo hemos quedado Karla, Cori y Yo…y una ardilla que desde hace un rato he notado que tras la ventana, cruza de una rama a otra en un árbol de flores rosadas. Miro el reloj y puedo notar que el tiempo ha pasado volando. Cuando mis padres vinieron apenas eran las tres de la tarde y ahora ya faltan unos pocos minutos para que sean las seis. Creo que estar en coma te descontrola el reloj biológico…o prácticamente te atonta.
Karla y Cori, por su parte, se han limitado a sentarse junto a mí, a ver el tiempo pasar. Los observo detenidamente, examino cada facción de sus rostros, cada gesto, cada movimiento, cada mirada…todo. Gravaré en mi mente a la mayor perfección posible su esencia porque lo quiera o no, tengo realmente miedo de que algún día, cuando alguno falte—cosa que no puedo concebir—llegue a olvidar como fueron las partes que han conformado mi mundo. Y ahora, ahora el miedo es más que evidente, luego de lo sucedido, no pienso pasar por alto ni el más mínimo detalle en cuanto a ellos se refiera.
—Por cierto, Sasha—menciona Cori, sacándome de mis profundos pensamientos. Se pone de pie y va nuevamente por la caja sobre la mesa—Traje algo hace unos días que seguro necesitarías cuando despertaras. Nos permitieron salir del hospital por unos días, pero como es rutina, según ellos, teníamos que regresar a nuevos exámenes, así que aproveche a pasar por tu casa y traer esto.
—No sé que tanto desean comprobar—se queja Karla—ya les dijimos que estábamos bien, pero dicen que es necesario que permanezcamos unos días mas acá. Bueno, por Cori tendrán razón, aun lleva unas cuantas gasas en su abdomen por las heridas.
—¡Bah! No es tan grave. El doctor dijo que cicatrices me quedaran bien pocas. Espero me quede una linda.
—¿Para que quieras una cicatriz?—le digo riendo.
—Se verá genial—me advierte él acercándose—Las chicas adoran ver una cicatriz en un chico. Es como una prueba de que hiciste algo peligroso y de que eres un hombre que toma riesgos.
—Así que… ¿a las chicas les gusta?—le digo con tono irónico—Que….interesante.
Cori capta rápidamente qué intento decirle, pero se lo toma muy a pecho y se disculpa.
—Espera, no, ¡carajo! ¡Lo siento! No me refería a eso.
—Eres un puto sin remedio—le dice Karla soltando una carcajada. Me contagia rápidamente con su risa pero soy silenciado por mi propio dolor en mis costillas.
—El amor de tu vida se enfadaría si escuchara eso que has dicho—le digo, siguiendo el juego.
—¿¡Qué!? ¡Maldición! ¡El amor de mi vida creo que comprenderá que solo lo dije por fanfarronear!
—El amor de tu vida creo que lo va a comprender. Y creo que deberías saber que al amor de tu vida le gusta bromear.
Cori simplemente se queda perplejo y se sonroja.
—¿Alguien puede decirme de quien estamos hablando?—inquiere Karla, curiosa.
—De Mica, la señora de la peluquería que casi viola a Cori hace un tiempo—le digo entre pequeñas risas, tratando de no hacer mucho esfuerzo para que no me duela mi abdomen—¿Lo recuerdas?
Karla ríe, imaginando rápidamente el recuerdo tan gracioso. Fue tan interesante ver como actuaba la Mica y mas interesante aun ver a Cori controlarse a si mismo, estando a punto de perder la calma y la cordura por tal acoso. Fue simplemente chistoso.
—Si—advierte ella entre risas—lo recuerdo.
—Eso deberíamos de olvidarlo—refunfuña Cori—Ten esto, antes de que me arrepienta y lo lea.
Él extiende su mano y me pasa un cuaderno de pasta dura color marrón. Mi diario. El baúl de papel que contiene cada parte importante de mi vida desde que comencé a escribirlo. En un principio recuerdo haber estado renuente a plasmar mi vida en él, pensaba que era una total y rotunda perdida de tiempo, pero ahora me doy cuenta que se ha convertido en una extensión más de mi, en una caja de recuerdos, pensamientos y vivencias que trato de atesorar a toda costa. Todo, absolutamente todo lo que está escrito ahí es importante y seguramente por ello es que escribo cada cosa especial en él sin falta alguna. Al final de cuentas, el señor Donovan tenía razón; escribir el diario…fue una buena idea desde un principio.
Observo detenidamente el cuaderno de páginas amarillentas. No puedo creer que haya escrito tanto en él, está casi a la mitad y apenas vamos por agosto. Todavía faltan 3 meses más y unas cuantas semanas para que el instituto termine. No quiero realmente salir de Longmont Sunset, es un buen lugar, además, luego de eso viene la universidad y muchos se irán lejos y no los veré por un largo tiempo. Incluso Karla o Cori tendrán que decidirse por algo y posiblemente también tengan que alejarse. Simplemente tengo…miedo.
—No lo hemos leído—me dice Cori con una sonrisa—así que puedes estar tranquilo.
Levanto mi rostro y los miro a ambos fijamente. Sonrío—No estoy preocupado por eso Cori. Si lo leyesen, no me importaría, enserio. Aquí no hay nada escrito que ustedes no sepan, al final, es mi vida, mi mundo, mi percepción de la realidad lo que escribo en estas paginas y ustedes son quienes conforman cada parte…
Mi voz es interrumpida de un solo tajo por un pensamiento fugaz. Posiblemente, en estas paginas, si haya algo que ninguno sabe, algo que he estado guardando para mi mismo, algo que por temor les he ocultad a Karla y a Cori. ¿Temor de qué? ¿De que sepan de que alguna vez pude haber llegado a ser una bestia? ¿Qué pude convertirme en algo tan cruel como Liam? ¿Qué si el miedo a cargar en mi conciencia con el dolor de alguien fue lo único que me hizo ayudar a Benny en aquella ocasión? Si, creo que si, es miedo rotundo a encontrar las respuestas a esas interrogantes, y mas miedo aun de que quienes tengan esas respuestas sean Cori o Karla. Trato de convencerme cada día que lo que hice por Benny lo hice porque era lo correcto y no por miedo, mas aun hasta este momento no estoy muy seguro del por qué lo hice. Sin embargo, estoy tratando de no perder el hilo de la razón por lo qué ha pasado. No puedo creer que Benny haya podido hacer esto, que haya podido traicionarme... Simplemente no lo comprendo, y es por eso que trato en la mayor manera posible de alejar la simple idea de mi cabeza de poder arrepentirme de haberlo ayudado en aquella ocasión.
—¿Sucede algo?—inquiere Karla.
—No lo sé—musito un poco pensativo—pero creo que tengo mucho para decirles.
—No eres el único, Sasha—advierte Cori—Nosotros también tenemos demasiadas cosas que deberías de saber. Sin embargo…no estoy muy seguro de si sea correcto por el bien de todos, ¡no!, mejor dicho, por el bien mio y de Karla, decírtelas—aclara firmemente.
—¿A que te refieres?—pregunto un poco temeroso de saber el significado de esas palabras.
—Lo ultimo que queremos es alejarnos de ti, o que nos distanciemos los unos de los otros. Lo que Cori quiere decir es que si después por esto te alejas de nosotros…simplemente nos vendríamos abajo.
—También tengo miedo, Karla, y tampoco quiero que ustedes se alejen de mí. No pienso permitirlo. Pero de cualquier manera, considero necesario decirles unas cuantas cosas, respecto a Liam, que no saben.
—Te equivocas Sasha—musita Cori—eres tú quien tiene que saber más cosas de las que crees que conoces.
Un silencio agobiante invade el ambiente. No sé que hacer o que decir, ni tan siquiera se por donde empezar. Tengo tanto para contarles y creo que como ellos, tengo tanto para escuchar…
Miedo. Siento simplemente miedo de continuar con esto.
—Hace unos años—habla finalmente Karla—cuando nos mudamos a Longmont, al igual que tú, vivimos un tiempo en la ciudad. Éramos tan solo unos niños que pretendían comportarse como adultos. Nos conocimos con Cori en la escuela a la que asistíamos. Fuimos compañeros de clase desde que me mudé acá y sorprendentemente éramos prácticamente vecinos. Él vivía a unas cuantas casas de la mía. Liam vivía en unos apartamentos frente a nosotros. Si mal no recuerdo, vivía con su hermana.
—Él también era compañero de clases nuestro y un buen amigo—continúa Cori—Éramos inseparables. Siempre tenía algo nuevo que mostrarnos o decirnos. Él era el chico con el que todos querían pasar y divertirse.
—¿Tienes alguna idea de cómo fue que Liam formó su grupo?—me pregunta Karla.
Niego con mi cabeza, absorto en mis propios pensamientos. Así que es de esta manera de cómo Karla y Cori conocían a Liam. Pero, un segundo, esto no explica mucho. ¿Por qué querría hacerles daño?
—En un principio solo éramos tres—continua ella—Liam, Cori y yo, que poco a poco nos fuimos convirtiendo en cinco, luego diez, y fue así como logramos conformar algo que Liam llamó “una jauría” Él siempre decía que éramos superiores a cualquier chico de la ciudad, que nunca habría nadie igual a nosotros. Pero no era cierto, muy en el fondo sabíamos que a Liam se le estaban escapando las cosas de las manos.
—Eso pudimos comprobarlo el día en que Liam le dio una golpiza a un chico en la plaza—comenta Cori—Se suponía simplemente hablarían pero de un segundo al otro todo fue violento. Desconocemos hasta este momento qué problemas tendrían ambos pero fue eso exactamente lo que dio paso a que Liam perdiera el control. Tuvimos que separarlos entre varios y por como iba la pelea, si continuaban, Liam lo mataría. Fue algo que decidimos pasar por alto con Karla y pensar que solo había sido un momento de estupidez. Lastimosamente no se detuvo. Luego comenzó a movilizar a los chicos para que robaran en las tiendas de las gasolineras, en el supermercado, a personas en la calle. Todo era tan impecable que pocas veces se daban cuenta cuando algo había sido hurtado. Las cosas empeoraron cuando comenzó a amenazar a chicos de nuestra propia escuela. Fue ahí cuando decidimos con Karla que lo mejor era o hablar con Liam al respecto o alejarnos. Ya nadie confiaba en nosotros por el simple hecho de ser amigos de él.
—¡Pero ustedes no hacían nada malo!—les digo tratando de aligerarles la culpa—Era Liam, no ustedes.
—Ese no es el punto, Sasha—manifiesta Cori—Nunca lastimamos a nadie, pero tampoco hicimos algo por defender a quien lastimaban, todo tal vez por miedo, no lo sé, simplemente no lo hicimos. ¿Eso no es suficiente culpa para ti?
Así que ellos también están en la misma posición que yo. Culpa. Palabra cargada de un sinfín de emociones que se estrellan contra la conciencia sin remordimiento alguno. Posiblemente arrepentirse de lo sucedido baste, pero perdonarse así mismo por ello casi nunca termina siendo suficiente.
—Unos meses después de que todos los chicos de la ciudad supiesen quien era Liam, o más bien que tuviesen miedo de él, tuvimos que mudarnos hacia las afueras de Longmont—dice Karla mirando hacia la ventana—Primero la familia de Cori, por cuestiones familiares, luego nosotros a causa de la salud de mi padre. Ya sabes que a él no le sienta bien vivir en lugares muy ajetreados.
—Luego de eso, nos transfirieron al Instituto Longmont Sunset—musita Cori—Se suponía que hasta ese punto nosotros ya habíamos cortado todo vínculo con Liam, o al menos eso creímos, pero unos meses después llegaste tú.
—¿Yo?
—Fuiste a parar justo en el mismo punto en el que Karla y yo estuvimos, y conociste a Liam. En cuanto a Benny…
—El día en el que Benny casi muere golpeado por Liam…
—Casi lo mata—le interrumpo a Karla—Espera, ¿Tú como sabes eso?
—Ese día nosotros estuvimos ahí—murmura ella con una voz bastante sutil—Liam nos llamó, dijo que por el bien de nuestra amistad detendría todo, que esa noche sucedería algo que nos haría cambiar de parecer con respecto a lo que él hacia, pero no fue así. Lo único que él quería era hacernos saber que con o sin nosotros el jamás se detendría.
—Nos limitamos a ver lo que sucedía desde un salón de clases en el segundo piso. ¿Sabes por qué estaban encendidos los reflectores del campo ese día?—inquiere Cori—Se suponía que era la señal que debíamos darle a él de que estábamos ahí. Pero…lo que sucedió no era lo que esperábamos. Vimos claramente como Liam golpeó a Benny y lo tiró al suelo, y nos quedamos ahí, inmóviles, como estúpidos sin hacer absolutamente nada. Ni siquiera se nos cruzó por la mente movernos a detener todo eso. Luego saliste tú a ayudar al chico, fue entonces cuando Karla me habló de ti y de que desconocía el hecho de que tú te juntaras con Liam.
—Fue miedo, Cori, no tienen nada del por qué culparse.
—No, Sasha, si tenemos—manifiesta Karla— Luego de que te fuiste con Benny, Cori y yo fuimos donde Liam e impusimos limites con él. Se suponía que todo acabaría ahí, pero no fue así. Quienes hablaron con los padres de Benny sobre el hecho de denunciar a Liam fuimos nosotros, y ellos accedieron. Supimos que Liam fue a una correccional para menores y luego de que salió nos buscó porque sabía que por culpa nuestra había sido llevado a la correccional. Nos amenazó y nos dijo que lo pagaríamos muy caro por nuestra estupidez.
—Cuando supo que éramos tus amigos las cosas empeoraron—continúa Cori—Ya las amenazas no iban solo contra nosotros, sino también contra ti. Tratamos lo mejor que pudimos de alejarlo, sabíamos que iría por ti tanto por venganza contra nosotros como por vengarse de ti por lo que le hiciste esa noche. Si tan solo hubiésemos detenido a Liam desde un principio, nada de esto hubiese sucedido.
Entonces era esto. Eran estos los motivos por los cuales Liam también había lastimado a Cori y a Karla. Aun así, sus motivos no tienen fundamento. Ellos solo trataron de escapar de algo que era dañino, y Liam simplemente no quería permitírselos.
—No tienes culpa en esto Sasha—advierte Karla—tu hiciste lo correcto esa vez con Benny, ya sea por miedo o porque era lo correcto, aun así, le ayudaste, mas sin embargo, nosotros, nosotros no hicimos nada cuando pudimos y luego, cuando lo intentamos, fue demasiado tarde.
—Cúlpanos lo que quieras, dinos lo que quieras, lo aceptaremos—musita Cori mirándome a los ojos. Puedo notar que están vidriosos, como si fuese a llorar.
—Saben—les digo con una voz que suena casi como un susurro—todo este tiempo me había sentido culpable por haberles ocultado lo de Liam…pero me doy cuenta que no era exactamente culpa lo que sentía, si no miedo, miedo a exponerlos a una parte de mi que pasase lo que pasase siempre sería débil. Eso tal vez explique por qué ustedes también sienten lo mismo, pero deben darse cuenta que no los culpo de nada, si no, mas bien, les estoy agradecido por lo que hacen por mi…
El silencio en la habitación se torna palpable y lo único que puedo escuchar entre este vacío tan cambiante son mis pensamientos que se arremolinan unos con otros. Los comprendo, puedo decir ahora con toda seguridad que comprendo a Cori y a Karla, comprendo como se sintieron todo este tiempo, agobiados y temerosos de que yo pensara que ellos no eran lo que parecían. Estaban como yo, indecisos de si mismos sobre lo que eran y lo que no eran. Pero ahora me doy cuenta que desde un principio todo estuvo claro y que no hubo nada por qué culparse. Hacemos lo correcto sin pensarlo dos veces, ya sea por miedo o porque nuestra conciencia nos impulsa a hacerlo, pero al final, termina siendo lo correcto. Debemos de considerar que dudar de nosotros mismos una vez simplemente nos hace evaluarnos, examinar nuestra propia conciencia de lo que somos capaces de hacer y de nuestros limites, y termina siendo como un espejo que refleja nuestras debilidades y nuestras fortalezas. Pero, dudar mas de una vez, simplemente provoca que nuestra percepción acerca de nosotros mismos se debilite y confiemos cada vez menos en nuestro criterio de lo correcto o lo incorrecto. Por eso agradezco a Cori y a Karla, porque ellos, a pesar de que dudé de mi mismo mas de una vez, siempre estuvieron ahí, para ser el reflejo de ese espejo, mostrándome de la manera mas plena y sutil lo que soy, quien soy y cuan importante soy para ellos, es por eso que trato hasta lo imposible, por ser para ellos, eso que siempre necesitaron, porque lo vea como lo vea, ellos son todo lo que necesito y siempre trataré de compensarles el amor desmesurado que ellos me demuestran.
—…y tienen que saber—continuo finalmente—que la única culpa con la que nosotros cargamos es haber creído que siempre fuimos culpables de un error que desde un principio, no nos correspondía cargar. Esto solo me demuestra cuan importante soy para ustedes chicos y todo lo que tengo me hace feliz, por eso amo lo que tengo…y todo lo que tengo son ustedes.
Karla comienza a sollozar, Cori sin ocultarlo le comienza a rodar lágrimas por el rostro y yo sin poder detenerme, comienzo a llorar. ¿Qué es lo que siento? ¿Tristeza? ¿Remordimiento? No, es felicidad. Es felicidad que no puedo retener, y que sé que ellos tampoco pueden retener porque estamos juntos, porque todo finalmente pasó y porque nos quitamos un peso de encima.
Jueves 26 de Agosto de 2010
Amigo confidente, hoy aprendí que en ningún momento tuve razón para culparme por algo que no me correspondía, pero para ello necesité darme cuenta que jamás hice algo incorrecto, simplemente creí haberlo hecho. Pude darme cuenta de que Cori y Karla, al igual que yo, tuvieron miedo en algún momento, pero también he podido comprender que con miedo o no, protegemos lo que mas amamos.
Sin embargo, también pude comprender que las personas cambian. Benny. ¿Por qué Benny? Aun desconozco sus razones del por qué hizo lo que hizo, por eso soy incapaz de juzgarlo por mi cuenta. Dentro de mi propia conciencia reconozco que soy débil en ese punto, porque soy incapaz de culpar de mala persona a alguien por sus acciones si ese alguien no me da razones para pensar que es malo. Es, seguramente, esa parte de mí la que me hace vulnerable ante el mundo. En cambio Liam…Liam hizo más que suficiente para dar por sentado el hecho de que lo repudie. Lo siento, pero es hasta ahora cuando por primera vez rompo esa regla que establecí para mi mismo de no odiar a nadie en el mundo, simplemente esta vez no puedo, no con lo que sucedió. Alguien me hizo daño; Liam lo hizo, y no me hubiese importado si hubiese sido solo yo, pude haberlo perdonado, pero él lastimó algo, algo que amo con todo mi ser y que va mas lejos del amor que me tengo a mi mismo; Karla y Cori, ellos, solo ellos y nadie más son la parte de mi que nadie debe dañar y que el mundo debe de saber que son la razón de mi existir.
Amo mi vida…pero la amo porque Cori y Karla están ahí.
Sasha
Ending:









Autor: Luis F. López Silva
Todos los derechos reservados ©

domingo, agosto 19, 2012

Reto: Personajes literarios XX, XXI y XXII

Y estamos ya casi a la colita de esto - ¡que no puedo creer que lo haya abandonado por tanto tiempo! -, así que, hoy les dejo 3 de los ítems - para avanzar, porque ya me falta poco - del reto literario que empecé allá en Enero de 2012, ¡que disfruten!

20. Criatura parlante favorita.


DOBBY de la saga Harry Potter, escrita por J K Rowling

Prefiero dejarles algunos vídeos que escribir - será más interactivo y especial:







Y en esta no paraba de llorar: 




Comentario personal: 

Dobby es una de esas criaturas que te ganan el corazón a lo largo de la saga y por eso, cuando ya llegas al libro 7, sientes que algo te sube y te baja en todo el esófago.

21. Personaje amante de la música favorito.


Beth March de la saga Mujercitas, escrita por Louis May Alcott

Beth es tímida y tranquila. Como Meg, intenta complacer a la gente que le rodea, pero se parece más a Jo, porque ninguna de las dos quiere vivir en el mundo tal y como está, con el rol femenino forzado a cumplir con las convenciones sociales. Beth es una buena persona, pero hay una sombra sobre ella que la hace demasiado angelical para sobrevivir. Sólo sus hermanas tendrán la fuerza para seguir en el mundo.


Comentario personal: Beth es una de esas criaturas tan buenas, tan lindas y tan sinceras, que te dan ganas de arroparlas en una cama y cuidar de ellas. Suele ser muy dulce, callada y tímida y se pasa tocando el piano y ayudando a otras personas, es un personaje que me gusta mucho por su candidez - como le llaman -, no puedes evitar quererla... eso es todo.

22. Personaje rebelde favorito.


Alex de la saga Delirium de Lauren Oliver

Comentario personal: Este personaje es realmente único, demuestra una total libertad y se siente prisionero por las reglas en las que vive, asimismo, vive bajo el lema de: "Relajate", pero también es muy responsable, atrevido, dedicado, apasionado, entre otras cosas. Es uno de esos rebeldes que me encantan...

Bueno, hasta aquí llegamos con esto, espero les haya gustado mucho, en la próxima terminaremos y entonces, me pondre a trabajar en el último proyecto que tengo pensado para el blog. 

Espero les guste. 

¡Lindo día, gente hermosa!

domingo, agosto 12, 2012

Capítulo 19: Traición.

Bear nature
No siento…nada. No hay dolor. No hay sufrimiento. No hay…odio. ¿En dónde estoy? La brisa helada sopla constante acariciando mi cuerpo y revolviendo mi cabello. Miro hacia arriba. Las nubes grises pasan lentas en lo alto del cielo. Parecen algodón, matizado por sombras negras y un viento helado que las rodea. Creo que…lloverá. Bajo mi cabeza y miro a mi alrededor. Un enorme valle se extiende frente a mi, cubierto de pasto verde y una que otra roca dispersa, curtida de negro seguramente por el tiempo. A lo lejos, unas cuantas montañas, cubiertas por el mismo verde natural en donde las nubes rozan sus cumbres. Hay flores, flores blancas y amarillas, rojas y purpuras, que crecen en algunas partes y un camino angosto. ¿Qué es este lugar?

La brisa helada vuelve a soplar, moviendo lentamente el pasto y las nubes. Me pongo de pie y me acerco al camino de tierra. Me pregunto a dónde llevará. Miro hacia mi derecha, y no hay más que el extenso valle que se pierde a lo lejos. Miro a mi izquierda y me vuelvo a topar con el mismo paisaje. ¿Hacia donde debo dirigirme?

«Sasha…»

Una voz susurra mi nombre. ¿Quién es? Miro a mí alrededor pero no encuentro a nadie. El viento vuelve a soplar yendo hacia mi derecha. El pasto sucumbe ante la leve brisa y se mueve en dirección del viento. No tengo nada que perder, iré en esa dirección.

Comienzo a caminar por aquel lugar y puedo notar rápidamente que mi cuerpo está mas pesado que de costumbre. Mis manos están un poco adormecidas y una sensación de somnolencia me llena completamente. Bostezo. Miro a mí alrededor y no veo más que pasto verde, flores de colores y uno que otro frondoso árbol en medio del inmenso valle. Las nubes siguen avanzando sin prisa, cambiantes de forma pero con la misma tonalidad gris. Las montañas a lo lejos se miran bastante solitarias, pero al mismo tiempo parecen estar rebozando de una paz inexorable en un silencio que lo único que deja en libertad de romperlo es el vago sonido del viento.

«Sasha…regresa…»

Otra vez escucho mi nombre. Esta vez es una voz diferente. ¿Quién me llama? Sigo avanzando, sin detenerme, mirando a mí alrededor, atento, esperando encontrar a quien me pronuncia mi nombre, pero no veo a nadie. He caminado un buen tramo y puedo ver finalmente el punto en donde este camino termina.

Una puerta.

Me acerco lo suficiente y puedo reconocer inmediatamente esta familiar puerta. Así que es ese mismo sueño. El escenario ha cambiado bastante desde la última vez que soñé con esta puerta. Antes era un paraje oscuro, una nada agobiante y vacía, pero ahora, ahora es este gran paisaje lleno de paz y serenidad.

¿Qué debo hacer exactamente? Digo, es solo un sueño después de todo. No es que pueda pasarme gran cosa haga lo que haga, pero tengo miedo de que esto en algún momento se torne una pesadilla. Observo la puerta con detenida calma, rodeándola y mirándola desde varios ángulos como me es posible pero no encuentro nada especial, absolutamente nada que llame mi atención más que el hecho de que esta puerta aparezca en cada sueño y que en esta ocasión está aquí sostenida por nada en medio de la…nada. Valga la redundancia. Levanto la mirada y me encuentro un pequeño cartel colgando de la perilla de la puerta. Esta vez no está borroso.

Punto sin retorno.

El cartel no tiene escrito nada más que esas palabras. Punto sin retorno.¿Qué significa esto? ¿Es acaso una advertencia?

«Despierta…Sasha…»

Esa voz. Esta vez no es un susurro. Miro a mí alrededor nuevamente y, allá, en un punto un poco lejano, debajo un frondoso árbol que bajo su copa proyecta una gran sombra, yace parada una mujer. Una anciana, con el cabello blanco y corto, delgada y de tez blanca que sonríe sin razón aparente. Ella simplemente sonríe. ¿Quién será?

Avanzo unos cuantos pasos hacia aquella persona, pero mi cuerpo se torna más pesado. Un fuerte dolor de cabeza me aturde y el sonido de unos pitidos comienza a rondar mis oídos. Estoy mareándome. Mi vista se comienza a tornar borrosa y en un esfuerzo más por saber quien es esa persona entrecierro mis ojos y alcanzo a divisar a alguien que me trae recuerdos. No sé si son recuerdos tristes o felices, simplemente es una mezcla de lastima y alegría que termina convirtiéndose en nostalgia cuando las imágenes fugaces de esos recuerdos cruzan por mi cabeza. Mi abuela. ¿Qué esta haciendo…acá?

Todo comienza a desvanecerse.

***

Mis manos están tibias. Puedo sentir como pequeñas gotas tibias resbalan entre mis dedos y los empapan. Puedo escuchar sollozos y a alguien diciendo mí nombre. Puedo sentir que alguien toma mi otra mano y la aprieta suavemente. Otra vez sollozos.

Abro mis ojos lentamente y una luz blanca entra de a poco por mis pupilas. Me encuentro con un cielo raso blanquecino y con un olor bastante peculiar que entra por mis fosas nasales haciéndome recordar vagamente a un hospital. Parece que estoy en uno. ¿Estaré vivo?

Mi cuerpo esta ligeramente adormecido y mi garganta esta algo seca. Me duele la cabeza y el abdomen. Un recuerdo mi mente sin detenerse: Karla, Cori…Benny. ¿¡Se encontraran bien!?

Me levanto bruscamente tosiendo e instantáneamente puedo sentir como un dolor agudo me invade impidiéndome hacer grandes movimientos. Tengo cables pegados al cuerpo y un catéter en mi mano que retiro a jalones sin pensarlo dos veces. Mi muñeca comienza a sangrar pero eso no me detiene.

—¡Karla! ¡Cori!—grito desesperado.

Alguien se abalanza sobre mí recostándome a la fuerza en la camilla nuevamente. Forcejeo intentando zafarme mientras alguien grita que me detenga, pero no puedo. ¡Necesito saber donde están mis amigos!

—¡Cálmate!—exclama una voz—¡Ayuda! ¡Necesito ayuda!—vuelve a gritar.

—¡Suéltame!—grito hasta donde los pulmones me lo permiten—¡Necesito ver a Karla! ¡Necesito ver a Cori!—ladro tirando manotazos.

—¡Mírame, Sasha!—exclama una voz femenina. Es…Karla. ¡Karla esta viva!—Estoy…bien—murmura a mi oído con una voz quebrada que rápidamente se convierte en llanto. Puedo sentir como sus lágrimas comienzan a empapar mis mejillas

Dejo de forcejear y en un impulso que no pienso detener la abrazo lo mas fuerte que puedo. Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos instantáneamente y el llanto no se hace esperar. Comienzo a llorar desesperado porque esto no cambie a ser un simple sueño y sea real. ¡Karla esta viva!

—Perdóname…—digo con la voz entre cortada por mis propios sollozos—perdóname, Karla.

Alguien más se acerca y nos envuelve a ambos de forma delicada y perfecta. Puedo escuchar otros sollozos. No son los mio, no son los de Karla…son los de Cori. ¡Cori también se encuentra vivo!

—¡Eres un tonto!—me dice Cori entre lágrimas—¡Te has tardado demasiado!

Puedo escucharlo llorar mientras nos envuelve entre sus brazos a Karla y a mí. Estamos todos tirados sobre la misma camilla, en un abrazo tan perfecto que deseo que nunca termine. Puedo sentir el calor de sus cuerpos envolviéndome, el olor de su piel, de su cabello, sus manos tan suaves acariciando mi rostro y examinándome con ávida seguridad, como si comprobasen que esto es real. Karla besa mi mejilla y Cori mi frente mientras trato de comprobar que ellos están realmente acá conmigo, que no es una ilusión.

—Lo siento, Cori—murmuro con la voz quebradiza—no fui lo suficiente, no di lo necesario de mí y te lastimaron. Ambos…perdónenme.

—Que tonterías dices—masculla Karla, aun entre sollozos—has regresado—murmura separándose de mi un poco.—Tengo que llamar a la enfermera.—advierte, dando la vuelta apresuradamente hacia la puerta—Solo…mantente vivo.

Karla sale apresurada de aquella blanca habitación y solo quedamos Cori y yo. Él se ha sentado a mi lado, en la camilla en la que me encuentro, tomando mi mano fuertemente mientras besa mis dedos y enjuga sus lágrimas. ¿Qué ha sido exactamente lo que pasó?

—¿Te encuentras…bien?—le pregunto, mirándolo fijamente, mientras examino su rostro.

—Estoy bien, no te preocupes.

—Perdóname…Cori—le susurro, cubriendo mis ojos con mi otro brazo—por favor perdóname. Si tan solo lo hubiese sabido antes, si no me hubiese descuidado, si tan solo hubiese sido un poco más fuerte…

Mis palabras se interrumpen. Siento, entonces, mis labios hacer contacto con algo tibio. Lo reconozco de inmediato. Esta sensación, esta textura tan familiar que provoca que mi corazón se acelere y que me escapa a quitar el aliento. Guimauve. Los besos de Cori siguen sabiendo a Guimauve. Me besa con delicadeza, sin detenerse ni vacilar ni un segundo. Quita mi brazo de mi rostro y continúa con un beso que lejos de ser incomodo, termina siendo lo que necesitaba. Me reconforta y me da la paz que pocas veces logro conseguir, llenándome al mismo tiempo de una felicidad irremplazable que espero y se quede para siempre conmigo.

—Cori, yo…

—Cállate—murmura—Simplemente quiero saber…que estás aquí.

El besa mi frente, mis ojos, mi nariz…mis manos. Se detiene por unos segundos y me mira fijamente sin decir ni una sola palabra. Pone su frente contra la mía y nos quedamos así por unos momentos. Esto parece tan irreal. Cori está…vivo. Siento una mezcla de felicidad y alivio pero a la vez tristeza de saber que pudieron, Karla y él, morir a causa de un cuerpo y mente débil como la mía. Siento que no soy aun suficientemente fuerte para protegerlos.

—Pensé que te perdería—me susurra aun sin despegar sus verdes ojos de los míos. Los ojos de Cori se han tornado vidriosos y puedo notar que comienzan a acumularse lágrimas en ellos. Las pequeñas gotas no tardan en caer sobre mis mejillas; están tibias, al igual que los besos de Cori.—En serio—vuelve a murmurar, esta vez con la voz un poco quebradiza—Tenía miedo de que no despertaras. Te pudiste haber ido para siempre Sasha, y contigo se hubiese ido la poca felicidad que tengo.

—No eras el único, Cori. Yo, al igual que tú o Karla, tenía miedo, no miedo a morir, si no, miedo a perderlos. Eres lo más importante que tengo en mi vida, Karla lo es también, y si hubiese quedado vivo y ustedes hubiesen muerto entonces yo…no me lo habría perdonado.

Él vuelve a besar mi frente, me sonríe y con ese gesto logra como siempre embobarme.—Sabes una cosa—me dice revolviendo mi cabello con su mano—Luego de esto, iremos a comer crepas—comenta con una enorme sonrisa.

Cori se pone de pie y se dirige hasta una pequeña mesa en una esquina de la habitación. Lleva puesta un pijama azul de hospital, como yo y como Karla que viene apareciendo justo ahora seguida de unas enfermeras y un doctor.

El doctor saca apresuradamente su estetoscopio y se dispone a revisarme. El metal del instrumento es extremadamente frío. Las enfermeras revisan mis ojos con una linterna, me toman el pulso, miden mi frecuencia cardiaca y mi presión arterial. Todo con una rapidez impresionante.

—¿Cómo te sientes, Sasha?—pregunta el medico.

—Un poco mareado y mi abdomen, duele. También me cuesta un poco respirar.

—Es normal. Tienes cuatro costillas fracturadas—advierte—y el mareo no debería pasar inadvertido, tienes todo el tórax inmovilizado por vendas y eso te dificulta respirar un poco, por eso tienes ese mareo. Estas vivo de milagro chico.

—¿A sí?—inquiero.

—Has estado en coma—advierte Karla un poco preocupada—por dos semanas.

—Estábamos muy preocupados por ti—continua el doctor, mientras examina mis reflejos—tuviste tres paros cardiacos y por la condición de tus costillas fracturadas era un poco difícil tratarte. Es un poco extraño—advierte sorprendido—pero para haber estado en coma, estás bastante…bien.

—Por favor, sigue mi dedo solo con tus ojos—me ordena la enfermera, haciendo una prueba.

Mueve su dedo de izquierda a derecha y logro seguirlo sin dificultad aunque pronto me mareo.

—Bien, tal parece que tus funciones nerviosas se han restablecido—comenta el satisfecho—mas sin embargo, tendrás que quedarte por algunos días mas en el hospital para observaciones. Llamaré a tus padres y les daré la noticia.

—¿Mis padres?

—¿Qué esperabas, tontito?—me dice Cori desde la mesa, mientras busca algo en una caja que está sobre ella—No esperabas que ellos no se dieran cuenta de esto ¿O si?

—Vinieron el mismo día que despertamos Cori y yo en este hospital—comenta Karla sentándose a mi lado—Robin y Victoria no se han movido de este lugar desde que llegaron, Sasha. Hoy hemos tenido que mandarlos a todos a descansar, no han pegado un ojo.

—Se negaron en un principio—dice Cori—pero mi madre los convenció de que lo hicieran, al menos por hoy. Tu madre estaba bastante mal, y tu papá, bueno, él, si no hubiese sido por tu madre, se hubiese desmoronado al solo verte.

—Llamaré a tus padres—advierte el doctor—regresare en unas horas para ver como sigues. Descansa. Las enfermeras vendrán en unos momentos para sacarte la sonda.

El doctor se retira con las enfermeras y quedamos nuevamente los tres solos. Cierro mis ojos, pero por mas que quiero no puedo volver a dormirme. No después de saber que estoy vivo, de saber que Karla y Cori están aquí, conmigo.

—¿Sonda?—inquiero extrañado, reaccionando un poco tarde ante las palabras del doctor—¿Dijo sonda?

—Tienes un popote que va desde la punta de tu pene hasta quien sabe donde—dice Cori entre pequeñas risas.

—Son unos aguafiestas—refunfuña Karla—No me dejaron ver tu sonda.

Las palabras de Karla solo logran sonrojarme. Carajo. ¡Quería ver mi cosa! ¡No puedo mostrarle así por así mi cosa! Creo.

—Por cierto, Cori. Tú…tú tendrías que haber estado peor que yo—le digo un poco preocupado—Fuiste apuñalado un centenar de veces.

—No fue muy grave que digamos—dice él sin darle mucha importancia al asunto—la navaja no tocó ningún órgano. Así que simplemente fueron cortadas. Aunque admito que necesite de transfusiones sanguíneas.

—Ya veo—le digo tratando de ocultar mi palpable sensación de culpabilidad por lo que le paso.

—¿Qué tal tú, Karla? Tus pies…tus manos.

—No te preocupes—advierte ella mientras acaricia mi mejilla—sanaron pronto y el dolor de las articulaciones paso en los primeros días.

No puedo. Simplemente no puedo dejar de preocuparme por ellos. Son todo lo que tengo en mi vacía vida que hace posible que pueda ser feliz. Son lo que hacen que mi mundo se mueva, y aun así, soy incapaz de protegerlos. Esa sensación de debilidad, de rabia y de tristeza que siempre creí que hace un tiempo la había abandonado por ellos, por tratar de ser algo en lo que ellos pudieran sostenerse, ahora me doy cuenta, que siempre estuvieron ahí, esperando el momento justo para aflorar en emociones que presionan mi pecho para hacerme sufrir de la peor manera; lastimándolos, hiriéndolos, haciendo que las personas a las que amo sufran. Ahora sé que no fue la soledad mi peor enemigo, si no mas bien ese sentimiento de incapacidad al querer proteger mi mundo, de proteger las piezas que conforman cada parte de mi vida y que amo con cada fibra de mi ser, ese mismo miedo a ser incapaz de protegerlos cuando fuese necesario, fue, lo que desde un principio, traté de evitar y hacer cuanto fuese posible por ser un escudo que detuviera todo lo que tratara de dañarlo. Pero…soy débil.

—Perdóneme—les digo, con lagrimas que han comenzado a rodar por mi rostro sin poder detenerse—yo fui el culpable de que se metiesen en algo tan peligroso. Fue mi culpa, fue solo mi culpa y de nadie más que hubiesen tenido que sufrir de esa manera.

—Respecto a eso, Sasha—musita Cori, un poco serio. Le dirige una mirada a Karla y se acerca, sentándose a mi lado. Ha sacado de la caja que estaba sobre la mesa una fotografía.

Cori, sentado a mi izquierda, y Karla, a mi derecha, se miran fijamente por unos segundos y luego voltean a mirarme. Karla pasa su dedo índice por mi rostro, secando mis lágrimas.

—Sabes una cosa—comienza Cori a hablar—lo peor que nos puede pasar en este mundo y lo digo por Karla y por mi, es que te pase algo. El problema es que a veces tú no te das cuenta. Pero muchas otras veces el mero hecho de protegerte posiblemente traiga consecuencias graves para ti si no sabes que lo hacemos ni como lo hacemos, cosa que no prevenimos en este caso.

—¿A si?—Inquiero con bastante curiosidad.

—Lo que Cori quiere decir—continua Karla—es que hay demasiadas cosas…muchas diría yo, que hemos hecho y que tu no sabes, Sasha. Lo de Liam no es de ahora, es más bien algo que viene sucediendo desde ya hace un buen rato y, lo que sucedió con Benny…

—¡Benny! ¿¡Se encuentra bien!? ¿¡Qué le sucedió!?—exclamo preocupado. Había pasado por alto el estado del chico. Espero y no esté tan lastimado.

—Benny…Benny murió, Sasha—murmura Cori con un semblante bastante decaído.

Tal noticia cae sobre mí como un balde de agua fría con piedras. Dudo por unos segundos pero la mirada de Karla termina de confirmarme todo. Es simplemente…inconcebible. Es tan brutal, tan invasiva, tan áspera la simple idea de poder imaginarme a Benny sin vida. Liam. Al final Liam…logró lo que quería. Mis ojos arden, los deseos incesantes por llorar no tardan en aparecer pero las lágrimas que salen de mis ojos ruedan solas por mi rostro. No tengo ya fuerzas suficientes como para poder gemir y gritar de tristeza, no tengo el suficiente aire para poder maldecir por tal atrocidad. Simplemente…no puedo.

—¿Cuando…fue su funeral?—pregunto, con una voz tan débil que posiblemente las palabras sonaron como un susurro.

—Hace una semana. Exactamente el día en que Liam fue condenado a cadena perpetua por asesinato y atentado contra la vida. Cori y yo…fuimos llamados a testificar.

—¿Conoces a esta chica?—me pregunta Cori, mostrándome la fotografía que hace unos momentos sacó de la caja.

Una chica de tez blanca, cabello rojizo y ojos marrones. Se me hace ligeramente familiar, pero ¿de donde? Se parece un poco a…

—No lo creo—le digo intentando recordarla sin éxito alguno.

—¿Seguro?—inquiere él nuevamente.

Trato de forzar un poco mis recuerdos pero…un segundo. Esta chica es…¡Carajo! ¡Esta chica es la misma del instituto que me ofreció ya hace uno tiempo sexo sin razón aparente! ¡Gaby! ¡Maldición! ¿¡Cómo no pude darme cuenta desde un principio!?

—Es Gaby—les digo a ambos un poco perplejo.

—Exacto—refuta Karla— pero también es la hermana de Benny—advierte ella.

¿Hermana? No sabía que Benny tuviese una hermana. Pero ahora que lo pienso detenidamente, la chica de la fotografía si tiene ese parecido bastante peculiar con él.

—¿Y a esta chica?—vuelve a preguntar Cori, mostrándome el reverso de la fotografía.

¡La chica del antifaz! ¿¡Que carajos hace Cori con una fotografía de la chica con el antifaz que nos dio de comer!? Un segundo…esa boca, esa nariz, ese mentón…es…¡Es la hermana de Benny! ¡Pero que demonios…!

—Insinúas que…

—No lo insinuó—me dice Cori bastante seguro de si mismo—Esta chica con el antifaz es la misma hermana de Benny.

—¡Pero eso es imposible!—exclamo—¿¡La hermana de Benny traicionando a su propio hermano!?

—No es imposible—advierte Karla—Pero tampoco es de la manera en la que lo miras.

—¿A no?

—No—confirma ella—más bien, nunca hubo traición. Liam tenía planeado todo esto desde hace un tiempo Sasha. El día en el que Gaby te citó tras el edificio fue para tenderte una trampa, pero no pudieron porque aun estaba el personal que trabaja ahí. Esperaban a que te quedases hablando con ella y que luego, cuando todo el mundo se fuera…

—Me matarían—murmuro casi sin aliento, tratando de procesar toda aquella información.

—¿Sabes la razón del por qué Benny murió?—inquiere Cori.

Niego con mi cabeza. Realmente no puedo pensar en razón alguna para que la propia hermana de Benny quisiese hacerle daño. No encuentro ni la mas mínima excusa para dañar a un ser humano, mucho menos encontraría una para dañar a mi familia ¿Entonces por qué lo haría Gaby?

—Benny jamás fue una victima en todo el asunto—continúa él—simplemente fue un actor que terminó convirtiéndose en títere para lo que Liam planeaba hacer. Benny colaboraba al igual que su hermana con ese demente para tratar de hacerte daño. Él nuca necesito de ayuda para salir de aquel lugar con vida, él nunca estuvo en verdadero peligro. El único que estuvo en total peligro fuiste tú, Sasha, nadie más.

—¡Pero Benny murió!—exclamo incrédulo—¿¡Como pudo morir si Liam no tenia planes de matarlo!?

—Él murió a causa de que el incendio en la iglesia se salió del control de Liam—advierte Karla—y al final…puede ser lo único que se lograría considerar como un accidente. Por lo demás…dañarte si fue intencional, mientras que Benny fingió un daño que jamás le provocaron.

El sonido de gotas golpeando cl cristal comienza a sonar tenuemente en la habitación. A mi izquierda, dos grandes ventanas me permiten ver hacia el exterior, donde un enorme cielo gris se extiende hasta perderse a lo lejos. Está comenzando a llover.

Esto es demasiado. Me cuesta mucho digerir tanta información. Simplemente no puedo creer que alguien pudiese haber intentado dañar a quien alguna vez le protegió. ¡Es inaudito!

Tal vez la humanidad después de todo si perdió la poca cordura que le quedaba. Tal vez si está al borde de la total perdición…No, no es posible. Aun existen seres humanos sobre este mundo, aún existen seres capaces de razonar con un corazón que hace tangible la belleza de la vida y la razón de existir. Aun existe Cori, aun existe Karla, aun existe Darien, Carol, André…y quiero creer que existen muchas personas más que aun no han olvidado lo que es vivir.

—Esto solo me deja con una interrogante—musito, levantando mi rostro y mirándoles fijamente—y no se si quiero que sea respondida.

—No haremos nada que no quieras, Sasha—me dice Cori, tomando mi mano— pero tampoco haremos algo que pueda dañarte a favor de tus deseos.

Karla toma mi otra mano y la aprieta contra su pecho. Puedo sentir su corazón latiendo fuertemente. Puedo sentir su preocupación tan palpable, su angustia y miedo por lo que pueda decir o hacer. De cualquier manera…necesito saberlo.

—Entonces, díganme—les pido de la manera mas serena posible—¿Qué relación tienen ustedes…con todo esto?

Escucho la voz de mi madre aproximarse por el pasillo. La puerta de la habitación entreabierta se abre de presto y me encuentro con dos rostros bastantes familiares. Mis padres…están aquí.

Continuará.

Ending:









Autor: Luis F. López Silva

Todos los derechos reservados ©

domingo, agosto 05, 2012

Capítulo 18: Yo…Débil.

earth
¿Qué está haciendo el acá? Esto es totalmente ilógico. Cori no tiene absolutamente nada que ver en este problema. Pero si él está aquí, eso significa que Karla debe de estar en la misma situación. Esto se está tornando peor. Las personas a las que realmente amo pueden salir lastimadas por algo de lo que no tienen culpa. Liam esta vez se ha pasado de la raya. Me importaba realmente un comino lo que hiciera conmigo, pero se está metiendo donde no debe y con quien no debería. Primero Benny, luego Cori, y si le llega a tocar un pelo a Karla, juro que esta vez lo voy a matar.
—¿Te encuentras bien?—le pregunto a Cori, aunque por como se mira no parece estar nada bien.
—¿Sasha?—inquiere—Pero… ¿Tú que haces aquí?
—Lo siento, en serio, lo siento. Eres tú quien no debería de estar acá. Perdóname Cori, yo…
—¡Voy a matar a ese bastardo!—advierte, haciendo un gran esfuerzo al hablar, tratando de ponerse de pie. Sus manos atadas a su espalda le impiden hacer gran cosa y el cansancio que denota su cuerpo lo hacen esforzarse más de lo que puede—¡Maldición! ¡Mírate, estas todo golpeado!—grita enfadado—Me prometió que no lo haría, que estarías bien.
—Cori, yo…lo siento. Esto no tiene nada que ver contigo y mírate tú, estas peor que yo.
—Yo me encuentro bien—masculla con un tono seco—hay cosas mas importantes que estos simples moretones.
—¿Quién es él?—pregunta Benny con curiosidad.
—Eso debería de preguntarlo yo—dice Cori levantando su rostro y mirando a Benny. Este le sonríe. Cori me mira nuevamente a mi con cara de “¿nos presentas?” cosa a la cual no me demoro.
—¡Ups! Perdón, Cori, él es Benny, un amigo que conocí hace un buen tiempo. Benny, él es Cori, mi mejor amigo, prácticamente mi hermano y…
—Y su cómplice en cada estupidez que hace—me interrumpe él, mirándome.
Niega con su cabeza y me sonríe. Él se dio cuenta. Sabía que estaba a punto de decir que él era la persona a la que más amaba en este mundo, pero simplemente me impidió hacerlo. Cori una vez me dijo que no era necesario que nadie más supiera lo que pasaba entre nosotros, no si yo no lo quería, y que no me forzaría a hacer nada que yo no quisiera. Pero la verdad de las cosas es que realmente ya no me importa lo que los demás puedan pensar, pero posiblemente él tenga razón, y me pueda arrepentir luego de lo que haga. Aun me estoy acostumbrando a esto, pero si hay algo que he podido aceptar plenamente es a Cori, a su amor incondicional e inmenso, sea como sea que me lo demuestre. Tal vez el amor que le tengo a Cori sobrepase cualquier estúpido prejuicio, pero de algo estoy seguro y es que me he tirado a un vacío en donde ahora lo único que puedo encontrarme es a él, con los brazos abiertos y un corazón enorme. ¡Carajo! ¡Me enamoré!
—Bien, es un gusto Cori—saluda Benny—aunque es una lastima que nos conozcamos en estas raras condiciones.
—Lo mismo digo Benny—le comenta él—Pero…¿tú que haces acá?—inquiere extrañado.
—Bueno, supongo que lo mismo que tú o Sasha, Liam me ha invitado a esta hermosa reunión—dice con tono sarcástico.
—No sé que carajos hacen ambos acá—advierte—aquí solo debería de estar Karla o yo.
—¿¡Karla!?—exclamo sorprendido y preocupado a la vez por ella—¿Está bien?
—No…lo sé—murmura el con tono apagado—Yo…simplemente no lo sé.
Un segundo. Esto es extraño. ¿Por qué Cori ha dicho que solo él y Karla debería de estar acá? Y más exactamente ¿Qué tiene que ver ellos en esto?
—Cori—le digo casi en un susurro—¿Me estás…ocultando algo?
—Debemos hablar—me dice el sin mirarme— Y creo que no soy el único que tiene algo para contar.
Suspiro. Él tiene razón. Liam. Jamás les hablé de Liam ni del incidente con Benny, mucho menos de las razones por las cuales nos mudamos en un principio a las afueras de Longmont. No soy el más indicado para pedir explicaciones en estos momentos, ni ellos los mas justos al pedírmelas a mi.
—Supongo—le digo un poco avergonzado—pero creo que primero deberíamos intentar salir de acá ¿No crees?
—Bien, pero de esta no te salvas, Sasha Alexander—me refunfuña.
—¡Mira quien lo dice!—le mascullo enfadado— Tú y Karla tendrán que darme un buen argumento si no quieren que les de su zape en la nuca por tontos.
—Tú tendrás que contarnos una buena historia al respecto—contrataca él—eso si es que no quieres que te muela a golpes por idiota.
—¿¡Idiota yo!? ¡Pero si has sido tu el imbécil que ha metido sus narices en donde no debía!—le reclamo—¡Esto solo me incumbía a mi!
—¡Quieren dejar de pelearse!—ladra Benny enfadado—Parecen niños. No estamos en las mejores condiciones para ponernos a discutir por tonterías como estas. Dejen sus peleas de pareja para otro momento.
—¿Pareja?—decimos ambos al unísono, sonrojados—¿Cómo que pareja?
—Pues si. Es que parecen una pareja peleándose por una estupidez. Aquí ambos son culpables de lo que no se han dicho, así que mejor cierren la boca e intentemos salir de aquí. Luego discuten todo lo que quieran.
—Lo siento—le digo a Benny—Y Cori…realmente lo siento. Esto es algo que debí decirles hace un buen tiempo.
—Yo también lo siento, sabes. Hay demasiadas cosas que debo de contarte…que necesariamente debes de saber.
—Bien, ahora que ambos han recuperado sus cerebros, hay que seguir en lo que estábamos—sugiere Benny.
Se pone de pie y se coloca tras de mi, con sus manos exactamente en la misma posición que antes, intentando desatar el nudo que aprisiona mis manos. Es curioso, pero esta vez las cuerdas aflojan más rápido que la última vez. Seguramente es porque Benny ya había estado intentando desamarrarlas con anterioridad. Puedo sentir sus dedos moviéndose hábilmente sobre mis muñecas. Están tibios al tacto, y se sienten suaves. Las manos de Benny son suaves, pero puedo sentir que las yemas de sus dedos están un tanto ásperas, seguramente por las quemaduras que Liam le ha provocado.
—¡Listo!—exclama Benny victorioso.
Finalmente ha podido desatar las cuerdas y mis manos quedan en…bueno, parcial libertad. Aun hace falta retirar la cinta adhesiva que las une. Me pongo de pie y mis manos salen del espaldar de la silla, pero aun continúan atrapadas tras mi espalda. Ahora puedo moverme con más libertad por todo el lugar. Me acerco a Cori y me agacho a su lado. Puedo notar que esta bastante lastimado, mas de lo que yo creí. Su rostro tiene serios golpes y sus brazos están demasiado heridos. Una cortada en su frente esta sangrando un poco, empapando su cabello y bajando por pequeñas gotas a un lado de su frente hasta llegar a su cuello. El me mira fijamente a los ojos y me observa con detenimiento. Sus ojos verdes se mueven ávidos por mi rostro, en busca de algo. ¿El qué? ¿Qué es lo que observan? Él sonríe, simplemente sonríe sin decir absolutamente ni una palabra y me sigue observando sin inmutarse en lo más mínimo. Provoca que me sonroje. Es este tonto gesto en Cori lo que provoca que sienta esa sensación tan extraña en mi pecho, aquella liviandad en mi cuerpo, ese cosquilleo en mi rostro, todo eso que simplemente logran sacarme los enormes deseos de abrazarlo y murmurarle que lo amo. ¡Maldición! ¡Es un chico!... ¡y lo amo! ¡Carajo!
—Después de esto…—me dice casi en un susurro—te curaré las heridas. Siempre he querido hacerlo, sabes, pero casi siempre soy yo quien resulta ser el que requiere de cuidados y no tú.
—Eres…un tonto—le digo sonrojado.
—Lo sé—me dice entre pequeñas risas—pero…me alegra ser tu tonto.
Si Cori sigue de esta manera, Liam regresará y esta vez si nos matará. Siempre logra dejarme embobado cuando hace este tipo de cosas. Esto de enamorarse realmente puede llegar a tonarse peligroso en momentos como estos. ¡Así no puedo pensar con claridad!
—Me alegro de eso—le digo casi en un susurro, con mi cara roja como un tomate. Benny simplemente nos mira con mucha curiosidad. Seguramente se estará preguntando que tanto es lo que hablamos, pero no sería raro, pues en estos momentos hablar demasiado y actuar poco podría costarnos la vida.—Ahora, ¿Podrías morder esta cinta adhesiva y cortarla con tus dientes?—le digo a Cori acercando mis manos.
—Claro, déjame ver.
Estiro mis brazos hacia atrás, hasta donde mis articulaciones dan lugar e intento que mis manos estorben en lo más mínimo a Cori para que pueda cortar la cinta. Espero y pueda lograrlo y así ya una vez esté libre podré ayudarles y salir de una buena vez de aquí. Puedo sentir los labios de Cori rosar mis muñecas, cosa que me provoca una sensación extraña. No se si alguna vez se los mencione, pero Cori cada que puede—o se le cruza por la cabeza mas bien—tiene la costumbre de tomar mis manos y tocarlas con detenimiento, examinando cada parte de ellas. «Me gustan tus manos…»—me dijo en una ocasión que regresábamos caminando solos del instituto. Ya eran alrededor de las cinco ese día y éramos los últimos en salir, pues nos tocó ser los encargados ese día del papeleo del grupo de estudio. Recuerdo que tomaba mi mano, cosa a lo cual aun me causa un poco de nervios hacerlo. El, sin mirarme y con la vista pegada al suelo mientras caminábamos, dejaba entre ver su rostro sonrojado—«…porque encajan perfectamente con las mías. Y me gusta pensar que será así para siempre».
—¡Hecho!—advierte Cori.
Muerde por última vez la cinta y la hala hacia atrás, quitándola de mis manos. ¡Pero esperen! ¿¡Que demonios…!? ¡No puedo separar mis manos! Están unidas aún por otra cosa. Pero ¿El qué?
—¿Qué sucede?—pregunta Cori.
—¡No puedo separarlas!—le digo haciendo un esfuerzo por despegar las palmas de mis manos.
Puedo sentir la nariz de Cori rosando mis dedos. ¿Qué está haciendo?
—Huele a…adhesivo industrial—advierte—como a adhesivo para tuberías.
—¿Puedes separarlas?—inquiere Benny con preocupación.
Intento nuevamente separarlas pero el adhesivo es tan fuerte que cuando forcejeo para poder liberarlas simplemente logro despegar un poco de piel de mi mano izquierda, cosa que me lastima. Arde.
—Bien, déjalo así—me dice Cori—te lastimaras las manos. Si continúas, se despegara la piel de tus palmas y dedos por culpa del forcejeo con el adhesivo.
—No, debemos salir de acá y si no lo hacemos ahora posiblemente luego no habrá otra oportunidad.
Respiro hondo. Trato de poner mi mente en blanco y me relajo. La habitación está en total silencio, tanto que puedo escuchar mis propios latidos. Es ahora…o nunca.
Halo mis manos hacia los lados con fuerza. Puedo sentir la piel despegándose de mis dedos. ¡Arde! Pero debo de hacerlo. El dolor se vuelve insoportable y la sangre no tarda en comenzar a brotar de las heridas. Un gemido de dolor sale sin previo aviso pero lo ahogo rápidamente sin detenerme. Halo con más fuerza y el dolor se torna mas agudo.
—¡Sasha, detente!—grita Benny—Tus manos…
Hago caso omiso a sus palabras. A las palabras de Cori que me incitan con preocupación que no lo haga y en un segundo de voluntad y fuerzas que no se de donde salen, hago el mayor esfuerzo posible hasta que mis manos quedan totalmente separadas. La piel. La piel de mis manos se ha despegado en algunas partes y ha quedado adherida al pegamento que aun yace sobre mis palmas. Arde y duele, la sangre baja por mis muñecas hasta mis brazos y algunas gotas caen al piso.
Suelto un gemido. Esta vez no pude soportarlo y tengo necesariamente que hacerlo. Aprieto mis manos contra mi camisa, intentando detener el sangrado, empapándose inmediatamente del líquido color rojo. Esto posiblemente deje cicatrices.
Pasos. Puedo escuchar pasos acercarse. ¡Maldición! Este es el peor momento para que alguien más aparezca a jodernos. Me pongo de pie y me acerco a la pared, justo del lado opuesto de la perilla de la puerta. Sea quien sea, esta vez no saldrá de acá con el rostro intacto. Benny se acerca nuevamente apresurado al puesto en el que estaba antes. Cori trata de esconder la cinta adhesiva bajo su cuerpo y vuelve a quedarse inmóvil en el suelo. Todo regresa al silencio abrumador de antes.
La perilla cruje, gira y la puerta se abre con un chirrido que parece nunca acallarse. Respiro hondo, pegado a la pared, esperando el momento justo en que quien sea que vaya a entrar por esa puerta se adentre unos pasos para poder tomarlo por sorpresa. «Espera, Sasha, solo un poco más. Se paciente»
Un chico con chaqueta azul y gorra asoma, entrando unos cuantos pasos a la sucia habitación. Se queda parado unos segundos, mirando perplejo aquella escena tan extraña. Seguramente ya se dio cuenta que falta alguien y ese alguien está a punto de rajarle la mandarina.
—¡Maldición!—ladra el chico. Ya se dio cuenta. Es el momento. Vamos Sasha, tu puedes.
Él se da la media vuelta y sin darle mucho tiempo a reaccionar levanto mis puños y descargo con fuerza brutal un fuerte golpe en su mandíbula, tirándolo al suelo. El gime de dolor pero rápidamente se recupera e intenta ponerse de pie. No debo darle la oportunidad. Me apresuro a tirarme sobre él y sin pensarlo dos veces lo golpeo de manera repetida en el rostro hasta que finalmente queda inconsciente…o eso espero. Ojala y no esté muerto.
Luego de comprobar que no se levantará por un buen rato me dispongo a desatar a Benny. El nudo tras su espalda me da un poco de trabajo pero en poco tiempo logro liberarlo. Ahora Cori. Las cuerdas que atan sus manos están un poco más flojas así que se me es menos dificultoso poder desatarlo.
—¿Puedes levantarte?—le pregunto.
Cori hace un esfuerzo por ponerse de pie. Su cuerpo está seriamente lastimado y dudo que pueda caminar por si solo, así que paso su brazo por sobre mi hombro y le sirvo de apoyo. Le hago señas a Benny y este se apresura cojeando y sigue tras de mi. Sus pies han de dolerle y las heridas de los clavos que los atravesaron seguramente se infectaron. Eso le dificultará moverse con libertad.
—Deberías salir tú primero de acá—me dice Cori—yo estaré bien.
—Deja de decir tonterías—le reclamo—sabes que no puedo hacerlo.
—Pero…
—Te callas o hago que te calles de pensar cosas tan tontas. Déjame por una vez ser quien se preocupe, ¿si? Tú y Karla siempre están cuidándome. Ahora seré yo quien lo haga. Así que mejor te callas y seguirás las ordenes del Mayor Sasha.
Cori me mira perplejo y luego suelta una pequeña risa que seguida de un quejo de dolor me resulta aliviadora—Si, señor—me dice él con una leve sonrisa.
Asomo la cabeza por la puerta con la mayor cautela posible. Nadie. No veo absolutamente a nadie. Hay un enorme pasillo de algunos dos metros de ancho, con paredes grises sin pintar y tuberías en el techo bastante oxidadas. Hay goteras por todos lados y una brisa helada entra por quien sabe donde, recorriendo el ras del suelo. El olor a humedad es bastante penetrante y el silencio demasiado pesado. ¿Hacia donde debo ir?
—Ve por la izquierda—me sugiere Cori—Karla…Karla y yo estábamos en una habitación al fondo del pasillo.
—Bien, iré yo. Tú y Benny intenten salir de este lugar.
—No puedo dejarte solo—me dice Cori.
—Cierto—secunda Benny—no puedes ir solo. Si hay demasiados no podrás tú solo.
—Los siento, chicos, pero ustedes están en menos condiciones que yo para venir conmigo. Intenten salir de acá, una vez fuera, llamen a la policía. Tengan cuidado.
Paso a Benny los brazos de Cori, para que pueda servirle de apoyo. Este negadamente lo hace. Sé que Cori quiere venir, pero su cuerpo lastimado le impedirá hacer mucho. Es mejor que se vayan y busquen ayuda. Ambos necesitan ayuda médica urgente.
Estrecho la mano de Benny y le doy unas palmadas en el hombro, tratando de hacerle saber de que haré todo lo que esté en mis manos para solucionar esto. Él simplemente asiente.
Miro a Cori por unos segundos, y en un impulso indetenible lo abrazo lo más fuerte que puedo, intentando no lastimar demasiado su ya maltratado cuerpo.—Regresa con Karla—me murmura al oído con una voz quebradiza—tienes que regresar vivo o te odiare para siempre Sasha.
Me separo de él y lo miro fijamente a los ojos. No puedo prometerle tal cosa. No se realmente lo que va a suceder y él lo sabe, pero también sabe que tras lo que me dijo haré entonces hasta lo imposible para salir de ese lugar con Karla.
Avanzo unos cuantos metros, les doy un vistazo a ambos por ultimas vez y me hecho a correr por el pasillo. Avanzo casi a zancadas en línea recta, pasando por numerosas puertas, bajando y subiendo escaleras. ¿Qué demonios es este lugar? El olor a humedad no deja de percibirse en ningún rincón y la helada brisa recorre cada vez más penetrante por el pasillo. Espero y Karla esté bien, que se encuentre en mejores condiciones que Cori. No puedo imaginármela toda maltratada, sangrando o gimiendo de dolor. Es que le deshago la cara a golpes a Liam si le hace un rasguño, juro por mi vida que me pagará las de Cori también.
El pasillo parece interminable, pero aún, cuando mis esperanzas por llegar a su final parecen perdidas, finalmente logro divisar a lo lejos una puerta. ¡Al fin! ¡Creí que nunca lo lograría! Corro mas rápido, esperando ver a Karla sana y salva. Llego casi jadeando hasta la puerta. Respiro profundo, recuperando el aire y las fuerzas para lo que sea que tenga que enfrentarme allí dentro. Liam es toda una caja de sorpresas y un monstruo. No puedo permitirme dudar de hacer con él lo que sea que lo vaya a detener de su locura…incluso si eso significa matarlo.
Abro la puerta lentamente. Mi pulso se acelera y mis piernas tiemblan. Trato de controlarme lo más que puedo pero siento que los nervios me traicionarán en cualquier momento. La adrenalina corre por cada centímetro de mi cuerpo, esperando a ser utilizada en algún momento. Vamos, Sasha, hazlo.
Abro de un solo golpe la puerta, asomo la cabeza lentamente y entro con cautela. Nada. No hay absolutamente nada en este lugar más que un foco de luz blanca iluminando el vacío cuarto, una silla en el centro, un crucifijo colgado en la pared y aire. Luego de eso, no hay señales de Karla. ¿En donde diablos está?
Puedo notar que al fondo de la habitación hay otra puerta, pintada de color blanco y con una perilla plateada. Camino con sigilo, atravesando el lugar hasta llegar a posar mis manos en la perilla de la otra puerta. Otra vez, respiro profundo, ordeno mis ideas y un segundo antes de abrirla logro escuchar el retintineo de unas cadenas. Miro a mis espaldas, preocupado porque alguien me hubiese seguido, pero no hay nada ni nadie. Ese sonido…debe de provenir del otro lado de la puerta.
Giro la perilla lentamente. Cruje y la puerta se abre lentamente sin dejar escapar ningún sonido. Entro con sigilo y lo que encuentro del otro lado es sorprendente.
Columnas enormes de granito se alzan en un círculo sosteniendo en su cumbre una enorme cúpula de cristales de colores con imágenes religiosas. A mi izquierda, un enorme crucifijo y la imagen de Jesús crucificado con su corona de espinas vigila imponente el lugar. ¡Una iglesia! Esto realmente termina de darle el tono psicópata a todo este embrollo.
El piso marmolado brilla y refleja tenuemente la luz del exterior. Es de día. Las bancas de madera a mi derecha se enfilan un poco desordenadas y unas cuantas imágenes de yeso que representan diversos santos se encuentran tiradas por el suelo, con partes quebradas. Otra vez el sonido de cadenas.
Avanzo a paso lento, pasando junto a las enormes columnas, parándome sobre uno que otro trozo de yeso roto hasta que llego a estar justo frente a la imagen de Jesús crucificado. Dios. Una representación de Dios hecho hombre que por irracionalidad humana llegó a morir para perdonar los denominados pecados del ser humano. Cargar con un peso tan grande como el de nuestros errores solo me hace pensar que Dios es amor en estado puro y con una compasión enorme que supera cualquier condición…y es el único que por momentos escucha sin reprochar mis problemas. Creo que a veces soy demasiado injusto con él y me pregunto si algún día podré escuchar sus problemas…si es que los tiene.
Otra vez el sonido de cadenas golpeándose entre si. Volteo lentamente mi cuerpo, esperando encontrarme con la bestia de Liam pero lo que mis ojos ven no tiene nombre.
Karla. Ahí está Karla, con sus manos atadas a las cadenas y su cuerpo colgando como péndulo del techo de la iglesia sobre una enorme pila de bancas de madera rotas y con puntas filosas. Su boca esta cubierta por un trapo que le impide hablar y de sus pies, atados, cuelga un enorme bloque de cemento.
—¡Mierda! ¡Karla!—exclamo corriendo a ayudarla.
Esto…esto es…inhumano. A medida que me acerco puedo notar que Karla, al igual que Cori, esta bastante herida. Sus pies, descalzos, muestran señas de tortura y sangran. Pequeñas gotas de sangre caen desde arriba. Sus manos seguramente están igual de heridas. Unos deseos enormes de llorar me invaden. No puedo soportar tal atrocidad. ¡No con Karla! ¡No con ella…! No con una parte de mi vida.
—Sa…sha—masculla ella con dificultad. El trapo que la amordaza le impide articular correctamente las palabras.
—Calma—le digo, buscando una manera de bajarla—Pronto te bajare, lo prometo. ¡Maldición!—grito furioso. Impotente ante tal situación.
Karla comienza a sollozar. Su cuerpo, seguramente adolorido, ha resistido demasiado. Escucharla a ella gemir de dolor solo provoca que sin poder impedirlo, bajen lágrimas por mis mejillas. Mis ojos arden. Ese sentimiento tan vacío, tan lleno de rabia y rencor contra el mundo por haberle hecho esto a ella, a Cori…simplemente quiero descargar mi furia contra algo. Pero el único que debe de pagar aquí es Liam. Voy a matarlo. No me detendré. No esta vez…
A mi derecha logro divisar una escalera. ¡Excelente! La bajaré. Antes de comenzar, me dispongo a quitar las bancas rotas para que así ella no se lastime al bajar, pero justo antes de que de por comienzo mi prioritaria labor algo me interrumpe. Un golpe que hace eco en todo el lugar. La puerta se ha cerrado y alguien entrado.
Cori y Benny. ¡Maldición! ¡Los han atrapado!
—¡Sal de aquí, Sasha!—Grita Cori—¡Vete, Maldición!
Uno de los chicos que los han traido por la fuerza, deja ir un fuerte golpe contra la cara de Cori, mientras que otro golpea fuertemente a Benny que intenta zafarse. Cori gime de dolor y el cuerpo de Benny se desploma inconsciente.
Corro apresurado a ayudar a los chicos pero un poco antes de llegar, recibo una fuerte tacleada por mi costado derecho haciéndome caer bruscamente sobre el frio piso marmolado. Me levanto lo mas rápido que puedo pero antes de que recobre mi equilibrio alguien vuelve a tirarme al suelo de manera violenta. Liam. Ese maldito…
—Miren que cosas—dice el con una voz socarrona—el marica de Sasha ha logrado llegar hasta acá.
—¡Eres un maldito bastardo!—vocifero, poniéndome de pie y embistiéndolo lo mas fuerte que puedo.
Logro tirarlo al suelo y sentado sobre su estomago comienzo a golpearlo lo mas fuerte que puedo. Mis nudillos comienzan a sangrar y puedo sentir como la cara de Liam se deshace entre mis puños. Alguien me toma por los brazos desde atrás y me lanza con bastante fuerza contra una de las columnas de granito.
Un dolor agudo baja por mi espalda, dejándome sin aire y haciéndome jadear. Trato de ponerme de pie, pero las fuerzas me faltan.
—Esto no se quedará así, pedazo de mierda—ladra Liam, levantándose ayudado por uno de sus malnacidos amigos.
Saca de su bolsillo una navaja suiza y tambaleante se dirige hacia donde están los chicos. ¿Qué hará? ¿Qué demonios está pensando?
—Tuve que matarte cuando pude—advierte él con voz áspera.
Cori en un intento desesperado por liberarse golpea con su cabeza la mandíbula del chico que lo apresa, logrando que lo suelte y pudiendo al fin zafarse. Corre hasta donde Liam con las pocas fuerzas que le quedan. ¡Cori no podrá! ¡No en ese estado!
Liam se detiene y espera que Cori se acerque, y cuando lo tiene a unos centímetros de él, levanta su mano y la deja ir con fuerza hacia su estomago. ¡La navaja! ¡Maldición! ¡Le ha apuñalado el estomago a Cori con la navaja! Puedo escuchar el gemido de dolor de Cori seguido de un grito desgarrador. Liam vuelve a sacar la navaja del estomago de él y sin dudarlo le apuñala con rapidez y de manera repetida en su estomago nuevamente hasta cansarse.
Cori cae al suelo, desplomándose como un trapo y sangrando incontroladamente. Karla suelta un grito que es ahogado por el trapo que cubre su boca y empieza a sacudirse, tratando de zafarse de las cadenas pero es imposible. No lo logrará.
—¡Eres una maldita mierda, Liam!—ladro con rabia.
Me levanto de un solo golpe, ayudado por mi incesante deseo de estrujarle la cabeza a Liam. ¡Tengo que hacerlo! ¡Necesito que pague todo esto! ¡Que sufra diez veces más de lo que ha lastimado a mis amigos! Corro hacia donde él pero nuevamente alguien me golpea por un costado y caigo al suelo.
—¡Es que acaso no lo ven!—Les grito a los chicos que acompañan a Liam—¡Esto es una atrocidad!
Ellos simplemente se limitan al silencio. Es definitivo, Liam les lavó el cerebro.
Él se acerca, tambaleándose y con paso vacilante hasta donde estoy yo. Deja ir una fuerte patada en mi rostro, mas fuerte que la última vez, haciéndome gritar de dolor. Puedo escuchar a Karla llorar, tratando de zafarse y bajar a detener esto, pero eso sería imposible.
—Finalmente sabrás de lo que soy capaz—masculla a regañadientes.
Uno de los chicos le pasa un bidón rojo con un olor penetrante a gasolina. ¡No! La única imagen que puede cruzar por mi mente es que Liam piensa quemarme vivo. ¡Maldición!
Algo peor sucede. No piensa quemarme solo a mí. ¡Piensa incendiar todo este lugar!
Comienza regando gasolina por el alrededor hasta empapar todo el piso de ella. Moja las cortinas empolvadas, las bancas de madera, la mesa de madera al pie del crucifijo que sostiene la imagen de Jesús, y, finalmente, las bancas rotas sobre las que yace Karla.
—Detente, Liam—le suplico—debes de detenerte. No cometas una locura. Podemos olvidar esto. Pero simplemente, detente.
—¿Detenerme?—inquiere el con ironía—¿¡Quieres por un demonio que me detenga!?-grita con rabia-Se nota que no me conoces, Sasha. En mi vocabulario la palabra detenerse no tiene un significado.
Liam saca de su bolsillo una caja con fósforos y enciende uno de ellos. Hace señas a sus otros amigos y ellos se acercan y me rodean. Comienzan entre todos a darme patadas con bastante fuerza, haciéndome gemir de dolor. Mi estomago, mi rostro, mis piernas, todo…duele. El aire me falta, mi boca sangra y mis ojos arden.
Voy a morir.
Comienzo a llorar pero solo a lagrimas, sin ningun quejido pues las fuertes patadas me sacan el aliento No sé que mas hacer. Me siento un inútil, un completo idiota que no fue capaz de defender a los seres que más amaba en este mundo. Les fallé. Cori. Karla. Perdónenme. Les he fallado. No fui lo suficientemente fuerte para protegerlos. Lo siento.
Miro por última vez a Cori. Él yace tirado sobre el suelo y un enorme charco de sangre lo rodea. Perdóname, Cori—pienso para mis adentros entre tanto dolor— no fui capaz, no pude llegar a demostrarte todo lo que te amaba, en cambio tú…siempre lo hiciste sin detenerte. Gracias a ti me enamoré…simplemente fui feliz.
Miro a Karla y sin poder contenerme, mis lágrimas siguen rodando. No pude defenderla como me lo prometí a mi mismo, no pude alejarla de todo un mundo lleno de crueldad y por mi incompetencia ahora ella está aquí, sufriendo. Qué no daría por abrazarlos por ultima vez y susurrarles a ambos al oído cuanto los amo, cuan importantes han sido para mi, cuan imprescindibles siempre fueron…
Ya no resisto. Los golpes, puedo sentir cada patada mas fuerte que la anterior. Mi vista se empieza a tornar borrosa y el aire me falta. Puedo notar entre mi debilidad a Liam acercándose hacia donde se encuentra Karla colgando. El fosforo encendido que sostiene entre sus dedos arde en una pequeña llama que está a punto de convertirse en un infierno.
Liam me dirige una última mirada llena de odio y amargura. No se detendrá. Él realmente lo hará.
Mi cuerpo cede ante todo y mis ojos comienzan a entrecerrarse. Ya no siento el dolor de los golpes, pero puedo sentir los movimientos bruscos de las patadas. Voy a morir…voy simplemente a morir.
Una imagen fugaz de mis padres cruza mi mente.
Liam lanza el fosforo. Karla grita y llora sin poder hacer nada.
Escucho un grito y un portazo. Alguien vocifera con voz imponente “alto”.
Todo arde.
El infierno arde en llamas y mi conciencia…se desvanece.

Ending:









Autor: Luis F. López Silva
Todos los derechos reservados ©

Ratings and Recommendations by outbrain