Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
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domingo, octubre 28, 2012

Capítulo 29: Luciérnagas.

 
Faucet over green
Hemos sido los últimos, como siempre, en quedarnos en el instituto. Ya la tarde ronda alrededor de las cinco y no tardará mucho es oscurecer. Karla le ha dicho a Nixon que no le espere y lo mismo le he dicho yo a Kathy. Parece que hoy caminaremos juntos, con Karla, de regreso a nuestras casas, y seguramente… el camino será mas largo que de costumbre.
Antes de salir del salón reviso que todo esté en mi mochila. Mis libros, mis cuadernos, mi diario. Parece que no olvido nada. Siempre cargo mi diario cuando vengo al instituto, nunca se sabe cuando habrá algo importante que anotar.
Cerramos el salón y pasamos por donde Kiwi dejando las llaves. Él amablemente nos ofrece un café y nos pregunta si queremos hacerle compañía. Parece que mira una película en blanco y negro, de esas hechas hace mucho tiempo donde los efectos son bastante predecibles, pero decidimos mejor retirarnos y nos despedimos de él.
¿Qué voy a decirle a Karla ahora? ¿Qué excusa tendré que forzarme a construir para tratar de que esto no pase a peor? No podré. Simplemente me veo imposibilitado de hacerlo por el simple hecho de que es de Karla de quien estoy hablando. Ya me siento lo suficientemente mal por haberle mentido todo este tiempo respecto a lo que sucede entre Cori y yo, y más mal aun por ocultarle lo de la leucemia de nuestro amigo. Me preocupa Cori, realmente no he tenido paz ni un segundo desde que supe lo que padecía, y es seguramente eso lo que Cori trataba de evitarme al ocultarme lo que le pasaba, pero también me preocupa Karla, me preocupa el hecho de que pueda creer que la estamos dejando de lado o que si esto empeoran-cosa que no quiero que suceda-todo se venga abajo antes de haber podido tan siquiera prepararnos con ella. Tengo miedo. Tantas veces ha cruzado por mi cabeza la idea de que le suceda a Cori justamente lo que le sucedió a Emily, y es entonces cuando pienso que soy muy injusto al guardarme para mi mismo lo que está pasando, siento que soy egoísta y que estoy reteniendo a Cori para mi, cuando Karla al igual que yo también tiene el mismo derecho de pasar tiempo con él.
Salimos del instituto con el mismo silencio de hace un rato en el salón. Mi mejilla arde un poco y tengo al menos dos dedos marcados en ella. Me lo merecía, y posiblemente me merezca más por ser un completo idiota todo este tiempo. No puedo creer que haya accedido con Cori a guardarle esto como secreto. Ahora me siento un tonto avergonzado con Karla, como un niño que ha robado un dulce de una tienda, como un vil traidor. Y no es porque Karla me lo haya dicho. No. Mas allá de la bofetada no ha habido palabra alguna entre nosotros, pero es posible que ese silencio tan pesado que está latente ahora es lo que me susurra en mi conciencia que soy todo eso y seguramente más.
-Perdón-susurro con una voz casi imperceptible.
No sé que más decir, no puedo ni tan siquiera pensar con claridad en estos momentos como para poder decir otra cosa más que pedir disculpas. Se las debo, a Karla le debo miles y millones de disculpas por hacer lo que hice, e incluso debería de disculparme por Cori que también tiene parte en esto. Aunque en el caso de él…seguramente las disculpas en estos momentos sean lo de menos.
Karla sigue en silencio. No me responde, ni tan siquiera voltea a verme. Ella simplemente se limita a caminar a mi lado, callada, por esta calle tan solitaria que está pintada de naranjas y amarillos por el otoño. El asfalto negro es casi imperceptible pues las hojas lo cubren por doquier, pero al paso que vamos la noche no tardará en hacer al negro presente. El viento, frío como es costumbre de este mes, sopla y revuelve las hojas caídas y nuestros cabellos. Puedo sentir como el aroma de Karla llega hasta mis fosas nasales inundándolas; es un olor bastante agradable, dulzón, como a cerezas. Es tan agradable…como el de Cori.
Puedo sentir el hombro de Karla rozar levemente el mío. Ella es un poco más baja que mí, unos cuantos centímetros tal vez, lo suficiente para que podamos recostar nuestras cabezas en el hombro del otro. El silencio me está comenzando a abrumar.
-Karla…-susurro nuevamente, armándome de valor y levantando mi rostro para intentar mirarla a los ojos. Ella camina cabizbaja y en silencio, sin responderme.
No puedo descifrar si está molesta o preocupada. Y en caso de estar molesta, no se si lo esta conmigo, con Cori, o con ambos. Preferiría que conmigo, pues, desde un principio debí haberle comentado al respecto. Incluso lo que le sucedió a Cori con su padre la vez que lo golpeo aun no se lo he dicho a ella. Esto me recuerda a la única vez que Karla y yo peleamos, fue hace mucho pero mucho tiempo. Mi abuela aún vivía y ella y yo tan solo éramos unos niños y lo resolvimos sin saber como. Ahora es distinto y esto no es un juego de niños
-Lo siento-advierte Karla aun cabizbaja-. Realmente…lo siento.
Vuelvo a verla con sorpresa por su reacción. No esperaba realmente que me respondiera, pero me alivia un poco el que lo haya hecho.
-No Karla, soy yo quien debo decir que lo siente. No debí haberte ocultado esto. No sé… No sé ni por qué demonios lo hice.
-¿Cori te lo pidió, cierto?-musita mirándome a los ojos.
Me quedo callado y mi silencio le da la respuesta que necesita. La verdad es que responderle simplemente haría que toda la culpa la cargara Cori a sus espaldas, cuando sé que tengo parte en esto.
-¿Cómo te has dado cuenta?-pregunto, desviando mi mirada hacia mi costado.
Esa duda ha venido dando vueltas en mi cabeza desde lo que sucedió en el salón. Nadie más a parte de Cori, Casey y yo sabemos lo que sucede. Sin contar a los padres de Cori que desconozco si ya se lo comentaron a mis padres o a los de Karla. Pero de haber sido así hace tiempos que me hubiese enterado de ello o Karla hubiese sabido al respecto.
-Lo supe el día del cumpleaños de Cori-advierte con tono seco-.
-¿Casey…te lo ha dicho?
Karla niega con su cabeza y suspira aun cabizbaja. Pero si no ha sido Casey… ¿Entonces quién? No había nadie más con nosotros en esos momentos.
-Lo supe porque los escuche a ambos hablando en la habitación de Nixon-me dice ella con total calma-.
Así que fue así como ella se enteró de esto. No sé como ha logrado mantenerlo para si misma todo este tiempo. Yo por mi parte, no se lo he comentado a nadie más porque Cori ha estado ahí para recordarme latentemente que no lo haga, pero siempre había estado al borde de mencionárselo a Karla. En cambio ella, ella ha estado sola con ese peso tan doloroso sin poder compartirlo con nadie. Esto solo me hace sentir peor.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-No lo sé. Simplemente no lo sé-me dice ella. El tono de su voz es bastante suave-. Tenía miedo, supongo. Miedo a enterarme de más.
-Supongo que estábamos iguales-le comento con una sonrisa que lejos de expresar felicidad simplemente advierte de un alivio temporal por darme cuenta de que no era el único que me sentía de esa manera-. Cori tampoco quiso contarme al respecto, y lo hizo porque yo lo forcé a hacerlo.
-Tú hiciste lo que debías, Sasha. Yo, por mi parte, preferí esperar y quedarme a un lado hasta que se llegara el momento de saber lo que debía de saber al respecto.
Niego con mi cabeza rechazando de esa manera las palabras de Karla. Ella estuvo al margen de todo porque Cori quiso mantenerla al margen, y es posible de que quien haya estado haciendo lo correcto desde un principio fue ella, no yo. No abandono el hecho de que como amigos que somos, como la familia que formamos, debemos de preocuparnos los unos por los otros, así nos cueste saber de los asuntos de los demás por la fuerza, pero también debemos de saber que para todo se llega su momento, y de no haber forzado a Cori que me dijera respecto a lo que le sucedía posiblemente le hubiese causado menos problemas a él y menos problemas a Karla.
Sin embargo…teníamos que saberlo.
-Tú no hiciste nada mal, Karla. Creo que ni Cori ni yo hemos hecho nada mal ahora que lo pienso. Al final, las cosas suceden por una razón y lejos de una razón cualquiera hicimos lo que hicimos porque en alguna medida era lo correcto.
-Dejarles la carga solo a ustedes dos no era lo correcto-advierte ella con aires de culpabilidad-. ¿En qué clase de amiga me convierte eso? Supongo que en alguien cruel.
-Te equivocas. Tú cargas con el mismo peso que yo, y con el mismo que carga Cori. La única diferencia es que tú lo cargabas en silencio, bajo tu propia iniciativa, mientras que yo lo cargaba a expensas del silencio que me hizo prometer Cori. Es por eso que te admiro, sabes. Es por eso que los admiro a ambos, a Cori y a ti. Son tan capaces de todo, de hacer lo que se proponen, de lograr cumplir sus metas a costa de todo pero sin llegar a perjudicar a nadie. Mientras que yo para hacer cualquier cosa siempre necesito de ustedes, y supongo que poco me detengo a pensar en lo que pueda dañarles.
-Si hicieras eso, Sasha, hace tiempos que hubiésemos dejado de ser amigos. Si, haces muchas cosas sin medir las consecuencias, pero todas esas cosas que haces llevan sus buenas razones en si y nunca nos perjudican porque lo haces con las mejores intenciones que nadie podrá tener más que tú. Solo mira lo que sucedió con Liam-me dice haciendo una breve pausa.
El recuerdo de ese suceso no es muy agradable que se diga. La verdad es que no me he atrevido a preguntar que sucedió después de quedar inconsciente porque lo ultimo que recuerdo es haber visto a Cori tirado en el suelo, a Karla atada a unas cadenas que colgaban del techo y luego… un hospital.
-Tú hiciste tanto para lo poco que nosotros hicimos-continúa ella-. Te enfrentaste a ese maldito bastardo sin pensar en lo que podía sucederte, mientras que en mis adentros rezaba porque quien resultara al final dañado fuese yo y no tú o Cori. Pero aun así lo hiciste, y es gracias a ti que estamos aquí ahora.
-Tenía mis motivos para hacerlo.
-Nosotros teníamos los nuestros.
-Es curioso concluir que los motivos parecían ser los mismos-le digo con cierto tono de alivio.
-Si, es curioso. Pero la verdad es que esos motivos no creo que nunca cambien… somos Cori, tú y yo-me dice ella tomándome del brazo-y no habrán motivos mas grandes que esos para movernos de nuestra realidad.
Sonrío. Como me gustaría que Cori estuviese aquí en estos momentos. Darnos cuenta de este tipo de cosas solo nos vuelve mas cercanos de lo que ya somos, y, con seguridad, más felices de lo que estamos.
-No, no habrán motivos más grandes que esos-le digo dedicándole una sonrisa.
Ya son aproximadamente las seis y aun falta un buen tramo para llegar a casa. No quiero hacerlo, no quiero entrar a mi habitación y encontrarme nuevamente con esas cuatro paredes, no en estos momentos en el que mis pensamientos son más inestables que una bomba. Sé que André está ahí, sé que Kathy está en casa, sé qué Tránsito me espera como siempre en el que ahora se ha convertido realmente en un hogar, pero en estos momentos me siento más a gusto con Karla. El ambiente ya ha dejado de ser tenso y me siento realmente en paz con ella. Esta paz… se me hace un tanto familiar.
Ahora que lo pienso, justo por donde vamos, un tanto después de la casa de Cori hay un pequeño estanque. La oscuridad ya es la perfecta y la hora es más que justa para mostrarle algo a Karla.
Al estanque se puede llegar cruzando por el campo de girasoles del señor Hamilton, que ahora se ha convertido en uno de calabazas, pero yo, como siempre ando caminando por el bosque viendo que encuentro, encontré otro camino que me lleva al mismo lugar.
El estanque es todo un espectáculo de luces titilantes cuando oscurece y una orquesta de sonidos que suena impresionante si se escucha con atención. No había tenido la oportunidad de mostrárselo a nadie, pero ahora que vamos justamente por este lugar me han entrado deseos de mostrárselo a Karla. Creo que le encantará.
-¿Quieres ver algo impresionante?-le digo tomándola de la mano y halándola hacia el otro lado de la calle.
Nos cruzamos no sin antes mirar que no viniese ningún auto, aunque a estas horas este lugar es muy solitario.
Están tibias. Las manos de Karla son suaves y tibias al tacto, mas pequeñas que las mías y puedo envolverlas en su totalidad.
-Si se trata de ese pequeño lunar en tu nalga izquierda no es necesario que me lo muestres-advierte Karla.
-¿Lunar…? Espera… ¡¡Tú!!-le exclamo sonrojado-. ¡Eres una bestia salvaje y sin escrúpulos!
Karla suelta una carcajada y se encoje de hombros. Pareciera que disfruta de verme sonrojado. Creo que ya hasta comienza a contagiarme con su risa.
-Yo que culpa tendré-me dice sin dejar de reír-. No sé de qué te quejas, es un lindo lunar… sobre un lindo trasero.
-¿Cómo demonios lo viste?-le inquiero algo avergonzado-. Ni siquiera yo sabía que lo tenía.
-Bueno… un día tu estabas en la ducha, y yo entré sin avisar, y pues como estabas de espaldas pude ver ese… tan atrayente trasero que tienes con tu pequeño pero casi imperceptible lunar en tu nalga izquierda.
-Que vergüenza-le digo soltándola de la mano y mirando hacia el otro costado-.
-¡Baaah!-rezonga-. No es que haya podido ver nada más. Estabas de espaldas, así que no me diste la posibilidad de ver el complemento. Solo debo decir que el que hagas ejercicio te sienta bien.
Me sonrojo por su comentario, pero a ella parece hacerle gracia. A Cori le hubiese dado igual que Karla lo viese desnudo. Igual ya lo vio una vez y considerando eso, ya le habrá perdido la pena. A parte, a él le gusta pasar mas tiempo desnudo que vestido. Según él, si la ropa no existiera, todo fuera más cómodo. Pero a mi me causa un poco de incomodidad el que me vean desnudo, no sé, pero la idea no es muy tentadora.
-¿Y… que vas a mostrarme?-pregunta Karla con curiosidad, yendo tras de mi.
Nos hemos metido al bosque, justo donde se encuentra una hilera de árboles de maple. La he vuelto a tomar de la mano pues este es un lugar un poco difícil de transitar. No quiero que resbale, pues es una cuesta un tanto empinada para bajar y una caída no sería nada linda.
Puedo sentir el pulso de Karla, y también el tono de la fuerza con la que toma mi mano. Nuestras mochilas-que hace poco cambiamos por unas nuevas y que ahora son de una sola hebilla que cruza desde un hombro hasta nuestra cadera-topan en las ramas haciendo ruido y espantando a las aves de vez en cuando. Está ya bastante oscuro pero aun se miran unos metros frente a nosotros.
-Ya verás-le contesto volviendo a verla-.
Y ahí, justo en ese momento, algo me detiene. ¿Qué es? Le sostengo la mirada a Karla unos segundos y nos quedamos mirándonos por un rato a los ojos en silencio; el viento frío vuelve a soplar. Karla tiene una hermosa sonrisa. Siento como si todo a mi alrededor se hubiese detenido y otra vez esa sensación tan familiar que ya he sentido con anterioridad, solo que no logro descifrar con quien. Siento mi nariz ponerse tibia… ¿Qué está sucediendo? Recuerdo que una vez me sucedió esto, el día en el que Karla llegó empapada a mi casa y tuve que secarle la cabeza con una toalla, fue el mismo día en el que comenzó la desagradable experiencia con Liam. Sucedió de esta manera, y nos quedamos de la misma forma; en silencio y simplemente mirándonos.
Sus manos siguen estando tibias.
-¿Sucede algo?-me dice ella finalmente, rompiendo el silencio.
Despierto de mi ensimismada conciencia y sacudo mi cabeza. Vamos Sasha, ¿Qué sucede contigo?
-No, nada-le digo volviéndome hacia el frente.
Seguimos avanzando y finalmente bajamos la cuesta. Unos metros más adelante se divisa el pequeño estanque. Ya faltan diez minutos para las siete. Justo a tiempo. Espero y el frío no haya ahuyentado a los moradores del estanque.
-Ven-le digo, halándola de la mano.
En el estanque hay un pequeño muelle de madera en el cual podremos esperar a que se hagan las siete. Nos sentamos en el borde el muelle, con nuestros pies colgando y mirando hacia el estanque que ya ha comenzado a reflejar la luna. Saco mi móvil y llamo a la casa de Karla.
-¿Le llamas a Cori?-inquiere Karla
-No, espera-. El tono de llamada suena hasta la segunda vez y luego alguien contesta-. ¿Hola? ¿Señora Bonnet?
-¡Oh! Sasha, tesoro. ¿Qué tal?-me dice ella, reconociendo rápidamente mi voz.
-Bien, gracias por preguntar.
-Que me alegra.
-Señora Bonnet, ¿Es posible que Karla llegue un poco tarde ahora? La acompañaré a su casa.
-Bueno, si la cuidarás tú entonces está bien-me contesta ella sin preguntar los motivos del por qué Karla llegará tarde. Como siempre, tratándose de nosotros, tenemos los permisos hechos para poder salir a la hora que deseemos-. Pero si se hace muy tarde mejor que se quede a dormir en tu casa. ¿Si? Que ahora es muy peligroso andar por ahí tan tarde.
-Bien, señora Bonnet. Haremos todo lo posible por terminar lo que estamos haciendo tan temprano como sea posible. Son unas cosas del señor Donovan que las necesita para mañana-le digo mintiendo. No puedo decirle que estamos a mitad del bosque en un estanque a estas horas o si no va a preocuparse.
-Donovan-resopla ella con desdén-siempre con esa mala costumbre de dejar trabajos de un día para otro. Bien, suerte con eso y dile a Karla que la amo.
-Claro. Hasta luego y buenas noches.
-Hasta luego tesoro, buenas noches, saludos a Tránsito.
Y dicho esto, la llamada termina mientras Karla por su parte me mira sorprendida.
-¡Diablos!-exclama ella-. Mi madre es demasiado permisiva tratándose de ti.
-Mi madre no es tan distinta cuando le pides permiso tú si se trata de mi-le digo encogiéndome de hombros-. Ahora le enviaré un mensaje a Kathy diciéndole que llegaré un poco tarde. Así les evito preocupaciones innecesarias.
-¿Tan importante es lo que me tienes que mostrar?-inquiere ella mientras observa a su alrededor.
No creo que encuentre mucho más que árboles en al menos un kilometro a la redonda. Caminamos un buen tramo desde la carretera hasta aquí, pero si continuamos recto, hacia donde apunta el muelle entonces llegaríamos a la casa del señor Hamilton en alguna hora y media.
-Bueno, supongo que lo es-le contesto-. Valdrá la pena, ya verás.
Una vez escrito el mensaje, le doy enviar y así logro que todo esté previsto. Solo espero y Cori no llegue antes que yo, pues estos días se ha estado quedando en casa y supongo que ahora también lo hará.
-Oye Sasha-musita Karla con su vista fija en el estanque. Sus pies los mueve de arriba abajo y sus talones casi rozan el agua-. ¿Crees que Cori mejore?
Su pregunta me toma un tanto desprevenido, pero sus inquietudes vienen a ser similares a las mías. Me lo he preguntado cientos de veces, pero no he obtenido una respuesta clara por parte de mi mismo, pero tampoco me he atrevido a preguntarle a Cori que le han dicho los médicos.
-No lo sé-le digo mientras guardo el móvil en mi bolsillo-. Pero estoy esperando que lo haga.
Ella se queda en silencio, aun mirando hacia el estanque. Suspira y luego levanta su mirada y con sus ojos negro azabache examina los míos con una profunda mirada.
-Tengo miedo, sabes.-musita finalmente luego de un corto silencio-. No quiero que a Cori le suceda lo que le ha sucedido a Emily. No podría soportar perder a alguien más.
-Yo tampoco quiero que eso pase Karla. No he tenido tranquilidad desde que lo sé. Pero aun hay esperanzas de que no pase a más. Cori ya está en tratamiento.
-Te refieres a… ¿Quimioterapia?
-Si. Casey me lo comentó el día en el que regresábamos a casa luego del cumpleaños de Cori.
-Aun no lo entiendo. ¿Por qué Cori trata de mantenerlo en secreto?
La miro con cierto aire de tristeza y me compadezco de su pregunta, la misma pregunta que me hice yo hace unos días pero que ahora creo tener la respuesta. Viendo a Karla y examinándome a mi mismo comprendo los motivos por los cuales Cori lo hizo. Solo de mirarnos a nosotros con esta preocupación, con este nudo tan amargo en la garganta que no nos permite sentirnos a gusto mientras no sepamos que Cori va a estar bien, entonces solo por eso logro comprender que Cori trataba de ahórranos esto.
-Supongo que solo no quería que nos preocupáramos.
-Tarde o temprano íbamos a saberlo-asevera ella. Puedo notar como su voz con cada palabra se hace menos enérgica-. No…no tenía por qué hacerlo.
-Lo sé… eso lo sé-musito pensativo-. Pero no puedo culpar a Cori…
-…Ni mucho menos juzgarle-termina ella mis palabras.
Nos quedamos en silencio por un largo rato, sin saber que decir ni más que mencionar respecto a Cori. Hemos comprendido a perfección lo que sucede, como sucedió y las razones del por qué tuvo que suceder de esa manera. Supongo que en nuestras vidas, golpes como estos solo hacen tambalearnos y dudar, pero al final regresamos al camino en el que estábamos antes, con nuevas expectativas al respecto. Desconozco realmente que podrá suceder, pero desde el fondo de mi alma anhelo que las cosas mejoren porque no podría concebir mi vida sin ninguno de ellos, sin Cori o sin Karla…mucho menos sin ambos.
Finalmente se hacen las siete. Todo está a punto de comenzar.
-Bien-le murmuro a Karla al oído-. ¿Estás lista?
-¿Qué tengo que ver?-me dice ella volteando al instante en el que le murmuro al oído.
Nuestros rostros quedan uno frente al otro, con nuestras narices a escasos centímetros de tocarse entre sí. Otra vez esa misma sensación de antes, esa misma escena que se repite en donde me pierdo en los ojos de Karla y ella en los míos. Puedo notar que los ojos de Karla están vidriosos. No la culpo, lo de Cori…la está afectando tanto como a mí.
Puedo sentí como la respiración de Karla roza mi rostro, puedo sentir tan cerca el olor de su piel, tan cerca el calor que desprende su cuerpo… Finalmente todo comienza.
-Escucha con atención-le murmuro sin dejar de mirarla a los ojos-.
Mi corazón está latiendo fuertemente. ¿Qué está sucediendo?
El sonido de las ranas croar y de los grillos resuena de apoco en el silencio de la oscuridad y en un instante una melodía sin estar sincronizada resuena en nuestros oídos. Se escucha tan perfecta, tan etérea, tan llena de vida y libre que pareciera que la naturaleza monta su espectáculo para nosotros, sus espectadores.
Luego de unos segundos, ambos, Karla y yo, nos percatamos de la situación y posición tan incomoda en la que nos encontramos y sonrojados volteamos hacia el frente, tratando de evitar nuestras miradas.
-Lo siento-susurro disculpándome-. Yo… no sé…es que…
-No te preocupes, está bien…solo…yo… está bien-masculla ella.
Miro de reojo y puedo notar aun bajo la tenue luz de la luna el tono sonrosado de las mejillas de Karla. Mi rostro no debe de estar muy distinto, siento que mi nariz y mis mejillas están tibias.
-Siento lo de la bofetada-me dice Karla-. No sé que me pasó…yo lo siento.
-No, no, está bien. Mira, ya no me duele-le digo volteando a verla.
Karla vuelve a mirarme también y puedo notar ahora que sus ojos han dejado de estar vidriosos.
-¿Puedes escucharlo?-le digo tratando de relajar el ambiente mientras cierro mis ojos-. Cierra tus ojos y escucha atentamente-le sugiero
Levanto mi parpado izquierdo y puedo notar que Karla me ha seguido. Sonrío. Espero y lo disfrute tanto como yo.
El croar de las ranas y el sonido de los grillos se pueden escuchar entre cada respiración, entre cada latido, entre cada pensamiento que cruza nuestros cuerpos y luego…se siente paz. La brisa fría comienza a soplar nuevamente, acariciando nuestros rostros y haciendo el momento aún más perfecto.
-Es…hermoso, Sasha-musita ella-. ¿Cómo has descubierto esto?
-Cuando vives solo tienes muchas facilidades-le digo abriendo mis ojos-. Y una de ellas es salir a dar paseos a la hora que te plazca y adonde te plazca.
-Vaya suerte la tuya-me dice riendo-.
-Bien, ahora abre tus ojos. Aun falta algo más.
-¿A sí?-inquiere mirando hacia el cielo, seguramente observa la luna-. Sabes, me gustaría que Cori estuviese acá.
-Yo también-advierto.
Cori. Si Cori estuviese acá. Me pregunto como le habrá ido con su madre. No me explicó que era lo que iba a hacer, pero supongo que tuvo que ser importante.
-Bien-continúo, mientras saco mi móvil y unos audífonos de mí bolsillo-. Ahora ponte esto y observa con atención.
Le paso un audífono a Karla para que se lo ponga y uno me lo coloco yo en el oído. Una vez listo lo conecto al móvil y busco una canción que haga juego con el instante. Finalmente la encuentro… Secrets.
-¿Lista?-le pregunto, tomando un guijarro que he encontrado tras de mi.
Karla asiente con su cabeza así que me dispongo a continuar.
Toco la pantalla de mi móvil y la canción comienza lentamente a sonar. Pulseo la piedra y luego de unos segundos la tiro contra el estanque haciendo el típico sonido de algo que cae al agua.
Entonces…todo se ilumina.
Miles y miles de luciérnagas se levantan de la maleza que crece en el estanque y revolotean titilando en lucecitas verdes alrededor de nosotros. Es todo un espectáculo que parece sacado de un cuento de hadas en donde las luciérnagas son los actores principales y Karla y yo los actores secundarios. La canción sigue sonando en nuestros oídos y hace perfectamente juego con la escena. Pareciera que son estrellas que rondan a nuestro alrededor, titilantes y llenas de vida.
Vuelvo a ver a Karla y puedo notar su sorpresa dibujada en una enorme sonrisa. Ella vuelve a verme y con esa sonrisa tan hermosa que posee me da a entender que está disfrutando de esto.
Muevo mi mano en busca de otro guijarro para volver a espantar a las luciérnagas y hacer que se eleven, pero en mi afanosa búsqueda me topo con algo más que no es un guijarro. Lo tomo firmemente y descubro finalmente lo que es.
Las manos de Karla.
Instintivamente retiro mis manos de las suyas y me quedo quieto, esperando su reacción. Ella baja su cabeza. Lo ha notado. ¡Diablos!
Trato de no volver a verla. Otra vez mi pecho, esa sensación tan extraña, mi corazón está latiendo demasiado fuerte, tanto que siento que se va a salir de su lugar.
¿Qué estás haciendo Sasha?
Esa voz en mi cabeza que me pregunta sin obtener respuesta. ¿Qué demonios estoy haciendo?
Bajo mi mano otra vez y puedo sentir que la mano de Karla sigue en el mismo lugar. Con cierta timidez poso mis dedos sobre los suyos, pero ella no hace el menor esfuerzo por moverlos.
¿Qué está pasando Sasha?
Otra vez esos pensamientos que no hacen reaccionar a mi cuerpo que se mueve por si solo. Hay algo que me impulsa a hacer esto, hay algo que me impide detenerme. ¿Qué es?
Finalmente puedo coger totalmente de la mano a Karla y ella voltea a verme con una tímida sorpresa y en silencio, una misma sorpresa que yo comparto. No sé que estoy haciendo, no sé por qué está sucediendo esto. Yo…
En un impulso incontrolable apretó su mano y la envuelvo en la mía y nos quedamos mirándonos por un largo rato. Las luciérnagas aún titilan a nuestro alrededor y la música no para de sonar.
¿Esto es nuevo Sasha?
No lo sé. Otra vez una pregunta que soy incapaz de responder. ¿A caso esto ya me había sucedido antes?
Las manos de Karla están tibias. Puedo sentir su nerviosismo, que aunado al mío hace sentirme extrañamente a gusto.
Nos quedamos mirándonos por un largo rato el uno al otro, sin decir nada, sin hacer nada mas que mirarnos mientras la sigo tomando de la mano, mientras nuestros dedos terminan de encajar perfectamente los unos entre los otros.
Sin poder pensar claramente acerco mi rostro lentamente al de Karla. Puedo notar que en su mirada se dibujan las mismas interrogantes que las mías, las mismas dudas, los mismos temores, pero a la vez la misma seguridad que nos impide detener todo esto. A unos escasos centímetros entre nuestros rostros me detengo y por unos segundos observo con total seguridad cada facción del rostro de ella. Sus ojos, su nariz, sus mejillas, sus labios…todo.
Karla…Karla es hermosa.
Siempre estuvo ahí…siempre.
Y mis pensamientos resuenan en mi cabeza que seguidos de los latidos en mi pecho dan paso a un beso delicado. Un beso que me sabe a dulzura y a delicadeza, un beso que me sabe a muchas cosas que me hacen sentirme feliz. Puedo sentir los labios tibios de Karla entre los míos, puedo sentir su respiración que se mezcla con la mía, puedo sentir el olor de su piel, el calor de su rostro…todo es tan perfecto. Esa sensación de ligereza nuevamente, esa paz tan intensa que recorre mi cuerpo y que logra que mi tiempo se detenga en este instante, todo es tan irreal pero tan tangible.
-Karla, yo…-musito separándome de sus labios. Puedo notar en la mirada de Karla su incertidumbre, una incertidumbre que también me invade pero que no me molesta-.
No sé que decir. No puedo ni tan siquiera pensar con claridad. Mi corazón late fuertemente y unos deseos incesantes de abrazarla me invaden pero trato de retenerlos conmigo.
La canción termina, las luciérnagas han dejado de titilar, y el único pensamiento que puedo lograr retener con claridad me hace simplemente sentirme incapaz de pedir una disculpa por lo que acabo de hacer.
¿Qué sientes?...
Lunes 18 de Octubre de 2010
11:30 PM
Pocas veces en mi vida he tenido temor de responderme a mi mismo preguntas, pues sé que en mi silencio las respuestas solo serán para mi. Pero ahora…ahora no sé si sea el momento indicado para responder a la interrogante que seguramente solucionará mis dudas…
¿Qué siento por Karla?
Sasha
P.D: Cori no se ha quedado aquí esta noche.
Ending:







tercera firma frank

Autor: Luis F. López Silva
Todos los derechos reservados ©










































































































































































domingo, octubre 21, 2012

Capítulo 28: Más que fotografías.

blue glasses
Pronto saldrá el sol. No falta mucho para que el crepúsculo de la mañana asome por las montañas. Mientras, yo sigo aquí, en mi habitación, mirando desde la ventana el exterior que yace semidormido. Los pájaros están más callados de lo normal, incluso Ave lo está, y la fría brisa de la mañana comienza a soplar como es costumbre. El mes de octubre ya se impuso en todo su esplendor, y las hojas de los árboles ya están cediendo su paso al invierno. Ahora todo es naranjas y amarillos, que caen hacia el suelo, meciéndose en el viento.
Cori está aquí, recostado en mis piernas, durmiendo. Ya hacen, al menos, 4 días que está durmiendo en mi casa, pero esta vez, es con el consentimiento de sus padres. Duerme tan tranquilamente que pareciera que no existe ningún problema.
Mientras, yo en mis adentros, me estoy viniendo a pedazos.
Hemos estado de esta manera estos últimos días, durmiendo bajo el mismo techo, hablando hasta el amanecer y sin detenernos a pensar en otra cosa que no sea nosotros hasta que alguno de los dos se queda dormido, cosa que el primero en serlo suele ser Cori. Para lo único que nos separamos es para alistarnos e irnos para el instituto. Cori dice que no planea separarse de mí y que cuanto más pueda va a demostrarme lo mucho me ama, más yo le digo que ya hace mucho que me lo ha demostrado, pero él siempre me contradice en ese aspecto, diciéndome que nunca será suficiente.
Una de nuestras tantas pláticas en estas últimas noches fue un tanto graciosa. Cori me comentaba que siendo a penas unos adolescentes, era extraño poder dormir en la misma habitación sin hacer absolutamente nada más que hablar.
—Te amo, y tu me amas—me dijo esa vez mientras estábamos en esta misma posición, yo recostado en la cama y él recostado en mi estomago, mientras ambos mirábamos por la ventana que está junto a mi cama—. Y curiosamente ni uno ni otro ha tenido la leve necesidad de tener sexo entre nosotros mismos.
—Ya te he dicho que no me atrae la idea de que me trastee otro chico.
—Ni a mí—me dijo riendo suavemente—. Esto solo me da a entender que lo más perfecto entre nosotros va mas allá de lo físico, Sasha.
—Eso supongo que está bien.
—¿Lo está?—inquirió con curiosidad, volteando a mirarme a los ojos.
—Bueno, supongo que sí. Amor no es sexo, ni sexo es necesariamente amor. Si voy a amar a alguien no voy a pensar que tengo que acostarme con ese alguien para demostrarle cuanto le quiero. Al menos eso pienso yo. Hay miles de maneras para decirle a alguien cuanto le amas, y supongo que hacer el amor con alguien solo es una de las tantas maneras, que hasta cierto punto, la han retorcido y ha pasado a ser en muchos casos simplemente sexo.
—Ya veo—me dice cori resoplando—. Diablos, eres bastante inteligente.
—Solo son conclusiones un poco tontas Cori.
—De ser tontas Sasha, hace tiempos que hubiera sucedido algo entre nosotros.
—Bueno, supongo que si. Aunque ya me confundí un poco. Entonces, si no ha pasado nada entre nosotros entonces quiere decir… ¿Qué no te amo ni me amas?
—No—advierte él con una sonrisa—Eso solo quiere decir que el amor que nos tenemos está lejos de ser como cualquier amor, más eso no significa que no sea perfecto, porque a mis ojos, esto es lo más perfecto que tengo en mi vida.
Esas palabras resonaron en mi cabeza haciendo un eco que hasta el momento no ha dejado de sonar. En ese instante tuve deseos de llorar, si, pero no de tristeza, sino de felicidad. Recuerdo que Cori me preguntó por qué me había sonrojado. Sentía mi cara tibia y, él, sosteniéndome la mirada con esos ojos verdes y su sonrisa tan prefecta, no me ayudaba en nada a calmarme. Solo me limité a contestarle que no sabía los motivos, pero la verdad de las cosas era que los motivos los conocía, el problema era traducirlos a palabras. Suele sucederme a menudo con Cori. Ese sentimiento tan extraño oprimiendo mi pecho que no puedo explicar, pero que me hace sentir la persona más afortunada en el mundo son de las pocas cosas que no me gusta dejar escapar.
—Sasha…—murmuró luego de haber estado en silencio por unos minutos.
—¿Sí?
—Tú… ¿Algunas vez has pensado en que hagamos…algo?
—¿A qué te refieres?
—Ya sabes, tener…sexo.
Bajé mi mirada en ese instante y pude notar la cara sonrojada de Cori. Él intentaba perder su mirada en la ventana pero sabía que se limitaba simplemente a esperar mi respuesta. Era realmente un momento incomodo, pero ahora que Cori lo mencionaba, a mi también ya me había entrado la curiosidad anteriormente en preguntárselo. No era algo que me hubiese gustado sacar a flote así por así, porque sabía en esos instantes que debía premeditar un sinfín de cosas, como por ejemplo si él lo había pensado con anterioridad.
—No me había puesto jamás a pensar en ello—le digo con un tono de voz que denotaba nerviosismo e incomodidad—. ¿Y tú?
—Tampoco…—murmuró suavemente—.
Y han sido así tantas conversaciones que han transcurrido entre Cori y yo. Hemos respondido tantas preguntas que en algún momento nos planteamos y no habían tenido respuesta, y sé que aun hay muchas cosas más que esclarecer y que no nos atrevemos a decirnos por evitarnos cualquier situación incomoda. Pero me he dado cuenta que seguimos siendo los mismos adolescentes de antes, y creo que seremos así por un largo tiempo más.
—…O más bien—continuó con ese tono de voz bastante suave, cubriendo con su brazo sus ojos—creo que no lo sé.
Otra vez sopla la brisa fría. Cori está despertando y el crepúsculo ha comenzado a asomar a lo lejos.
***
Hemos regresado al instituto luego de la semana de vacaciones de Octubre. Siempre tenemos esa semana libre debido a la celebración del festival de otoño, con la única desventaja es que para esa semana nos dejan tarea de todas maneras, y con tanto que ha pasado se me ha acumulado para el final y he tenido que hacerla dos días antes de regresar nuevamente a las clases monótonas del señor Donovan. Cori se ha visto en las mismas, al igual que Karla, pero Kathy por su parte ha sido responsable y al menos ella no ha tenido que quedarse despierta hasta altas horas de la noche terminándolas.
Como ya el clima está frío, estamos viniendo al instituto con ropa para invierno. Eso en parte ayuda a Cori a ocultar los moretes en su cuerpo y disimula bastante bien su condición. Como no es nada lindo salir a hacer deportes afuera con esta temperatura, tenemos educación física en el gimnasio que está tras los primeros edificios del lugar. Es bastante amplio la verdad, con un piso bastante pulcro, gradillas, una cancha pequeña de básquet que también suele hacer de cancha de voleibol y otras tantas de futbol. También posee las duchas y los cambiadores, en donde siempre no falta una broma u otra en la que esconden la ropa de los demás mientras se bañan.
Creo que por el momento, Cori no hará uso de ellas. Quitarse su suéter dejaría a la vista todas esas marcas, y, conociéndolo, no querría que nadie más se diera cuenta del asunto.
No sé cuando piensa decírselo a Karla, pero le he insistido muchas veces de que lo haga, porque él sabe tan bien como yo, que habrá un momento en el que ella se dé cuenta, y si pasa mucho tiempo para que ella lo sepa, puede que se moleste. Karla posee muchas cualidades buenas, y entre ellas está la de preocuparse por los demás y tenerles mucho cuidado, y tratándose de nosotros, mucho más cuidado aún. A parte de eso, ella es bastante intuitiva, y se dará cuenta tarde o temprano de lo que está sucediendo y no dudará en molestarse porque se lo hemos ocultado. Y tendrá toda la razón de enojarse, al final, entre Karla, Cori y yo, no tenemos el derecho de ser individuales, sino, un grupo unido. Es una de las tantas cosas que funcionan así entre nosotros y de las cuales aceptamos. Siempre ha sido así, y es algo que no hemos querido jamás cambiar porque sabemos que el día que lo intentemos, entonces no va a funcionar para nada. Somos una familia, y nos mantenemos y mantendremos como tales.
Le he dicho a Cori muchas veces que si no se lo die él, se lo diré yo, pero el ataja mi sugerente decisión con que aun no es el momento de que ella lo sepa. No sé que está esperando él, no sé que es lo que entiende él por momento justo, pero a mi ver, solo está esperando que las cosas puedan agravarse y poder decírselo. Pero entonces será peor.
La clase educación física ha finalizado hace unos quince minutos y aun quedan quince más de rato libre. Nuestros compañeros y compañeras de salón se han puesto a jugar en un partido de futbol para pasar el rato. Seguro que se pondrá bueno. Cori y Karla no han decidido jugar y se han quedado conmigo sentados en las gradas a mirar como transcurre el juego. Por su parte, Kathy, encabeza el equipo de las chicas, y como Cori no está jugando ha sido Nixon quien lo supla.
Nixon saluda a Karla desde la cancha; ella le sonríe y le saluda también. Me pregunto que habrá sucedido entre ellos al final. No sé si Nixon le habrá declarado sus sentimientos a Karla y no sé si ella los habrá aceptado.
—¿Al fina, qué ha pasado?—le pregunta Cori a Karla.
—¿Respecto a qué?
—Venga, no nos lo quieras ocultar—le digo con desdén—. Con Nixon. ¿Están saliendo o no?
—Un segundo… ¿Ustedes ya lo sabían?—nos dice ella perpleja.
—¿Respecto a qué?—le responde Cori con otra pregunta—. ¿Sobre si salías con Nixon o sobre lo que sucedió en el festival de otoño?
—¡Son unos salvajes!—nos dice ella a modo de broma—. ¡Así que lo supieron todo este tiempo!
—Karla, Karla—le digo tratando de contener una carcajada—. Somos hombres y tú nuestra mejor amiga. ¿A caso crees que no lo notaríamos?
—A parte, se nota a kilómetros que el chico está de lo más interesado en ti—advierte Cori, con su mirada fija en el balón que pasa de un jugador a otro.
—¿Por qué no me lo dijeron? Así hubiesen sido mas sencillas muchas cosas—nos dice ella que tampoco despega su mirada de la pelota.
—Si te lo hubiese dicho, entonces las cosas posiblemente hubiesen sido distintas—le digo resoplando porque los chicos han estado a un pelo de anotar un gol. ¡Diablos, las chicas son bastante buenas!—. En fin, no evadas el tema ¿Sales con Nixon o no?
—¡Maldición Josh!—grita Cori molesto porque los chicos han perdido la anotación—. Tienes a Nixon a tu otro costado, ponle un poco de más atención—le aconseja él con un tono firme pero sin llegar a sonar molesto.
—Lo siento—grita Josh desde la cancha—. Tendré más cuidado.
Parece que las cosas no cambiaran. Cori sigue y seguirá siendo el capitán del equipo de futbol y bajo su liderazgo todos funcionan como deben. Ha de hacerlo bastante bien, porque hasta el momento nadie se ha quejado, a parte, todos le tienen bastante aprecio.
—Aun no le he dado una respuesta—nos dice ella—.
Karla ha traído su cámara instantánea consigo y ha comenzado a sacar fotos. Primero toma fotografías del partido. Ha sacado una cuantas de Kathy, Jennel y Nixon que corren de un lado a otro en busca del balón.
Luego voltea hacia donde nosotros y se dispone a sacarnos una fotografía. Cori y yo nos ponemos juntos, sonriendo y haciendo la V de victoria con los dedos. “Clic” “Bisssss” y la fotografía ha salido por la ranura de la cámara. La abanica por unos momentos y ya estamos plasmados en una imagen.
Karla es bastante buena haciendo esto.
—Vamos, ¿Pero por qué?—le inquiere Cori—. Nixon es un buen chico—El hace una breve pausa y luego voltea a vernos. Me dirige una mirada seria y luego voltea hacia donde Karla y la observa por unos segundos—. Bien, no es lo suficientemente bueno, nadie lo es para mí si se trata de ti. Pero ha sido aprobado por nosotros así que eso debería de bastar.
Entonces Cori pensaba lo mismo que yo. De la misma manera en la que cuido de Karla, de la misma manera lo hace él. Karla se ha sonrojado y voltea a verme con cierta timidez.
—¿Tú también piensas lo mismo?—me dice ella con la cara ruborizada.
Me encojo de hombros y asiento.
—Cori tiene razón—le digo dándole unas palmadas en los hombros—. Nadie será lo suficientemente bueno para ti, no para nosotros.
Ella se queda callada por unos segundos, se ha sonrojado tanto que pareciera que tiene fiebre.
—¡Chicos!—exclama apenada, cubriéndose la cara con ambas manos—¡Van a hacerme llorar!
—Venga, no llores—le dice Cori poniéndose de pie y sentándose al otro costado de Karla. Ahora ella ha quedado en medio de ambos—. Solo ten en cuenta que nos importas demasiado, es por eso que te decimos esto.
—Ya me hicieron sentir importante—dice ella aun sonrojada.
Cori coge la cámara de las manos de Karla e instintivamente sabemos que va a hacer, así que Karla se pone frente a mí, dándome la espalda mientras yo la abrazo por detrás pasando mis brazos sobre sus hombros y acomodando mi cabeza en su hombro. Ahora nuestros rostros han quedado uno junto al otro. Otra vez la V de victoria y una sonrisa. “Clic” “Bisssss
—Por si no te has dado cuenta, si eres importante. No sé que carajos es lo que no te queda claro—le dice él abanicando la instantánea.
Otra fotografía en donde Karla y yo sonreímos hasta más no poder.
Cojo la cámara de las manos de Cori y ellos proceden a lo mismo. Se preparan para una fotografía. Pareciera que estamos sincronizados en esto y que lo hemos planeado con anterioridad, pero la verdad es que tanto tiempo juntos solo nos hace pensar de la misma manera.
—Además—le digo a Karla mientras los enfoco a ambos—si tú estas bien, nosotros estamos bien, y lo sabes.
Clic” “Bisssss” otra instantánea que luego de ser abanicada ha resultado en una hermosa fotografía de Cori y Karla juntos. Luego Karla las escanea en su casa y saca una copia tanto para mi como para Cori. Tengo innumerables fotografías de este tipo que guardo cuidadosamente para que no se vayan a estropear.
Karla deja escapar un “Awwwn” seguido de un abrazo grupal que me resulta bastante enternecedor. Llegados a este punto puedo decir que momentos como este, a pesar de ser tan efímeros en el tiempo, logran hacer una marca perdurable en todos nosotros. Espero y se mantengan así, espero y nada cambie…espero y Cori mejore.
El partido de futbol ha terminado. Las chicas han ganado esta vez y, los chicos por su parte, se han llevado una vergonzosa derrota con cuatro goles que les anotaron. Cori se ha puesto a regañarles pero seguido de su sermón van palabras alentadoras al esfuerzo en equipo. Es increíble como les motiva al respecto, solo me recuerda a cuando me regaña a mí.
Bien, es distinto, lo acepto, cuando Cori me sermonea, luego del regaño, va la frase Te amo.
—Son unos flojos—me dice mientras regresa hacia nosotros, luego de sermonear a los chicos—. Por eso han perdido.
—Vamos, no seas tan duro con ellos—le dice Kathy que ha asomado por el otro costado—. Somos mejores que ellos y ya.
Cori se sienta al lado de Karla nuevamente y dejándose caer como un costal de papas, resopla con resignación.
—No me satisface tu afirmación—le dice el con tono graciosamente serio—. Somos mejores que cualquier otro equipo.
—En tus sueños, tesoro—le remata Kathy—. En tus sueños.
Kathy coge la cámara de mis manos e instintivamente nos ponemos a posar para la foto. Cori a la derecha de Karla y yo a su izquierda. “Clic” “Bisssss” Otra instantánea más, que una vez está lista nos muestra a Cori y yo, besándole las mejillas a Karla que demuestra una gran sonrisa. Bien, quiero una copia en grande de esta fotografía.
—Debo ir a cambiarme—advierte Kathy, pasándole la cámara a Karla—. Recuerden que André no vendrá por nosotros ahora. Dijo que al auto se le habían arruinado los frenos.
—¡Scheiße!—maldice Cori en alemán.
—¿Has…hablado en alemán?—inquiere Karla bastante sorprendida.
—Por supuesto que sí.
—¿Lo has buscado en el traductor de Google, cierto?—le digo a modo de broma.
Cori me mira fijamente, serio, durante un rato y en un silencio que pareciera que va a ser eterno, pero gracias a una risa que él no ha podido contener, logra arrancarnos una carcajada.
—Ok, ok, si, ha sido gracias a mi buen amigo Google—masculla entre risas—. El punto es que realmente me retrasaré con algunas cosas hoy si André no viene con el auto.
—¿A sí?—le digo con curiosidad—.
—Si, mi madre quiere que le acompañe a hacer unas cuantas cosas a la ciudad.
—Deberías de irte mas temprano—le sugiere Karla—. Igual, la clase de química de la última hora está suspendida.
—¿Lo está?—interroga Cori con cierto brillo en sus ojos. Seguramente es algo importante lo que tendrá que hacer con su madre.
—Si. El señor Turner se intoxico con benceno ¿Lo recuerdas?
—Es cierto—digo con preocupación—.
Ya hacen dos días que el señor Turner, nuestro maestro de química, se intoxico con un compuesto llamado benceno. El pobre estaba intentando bajar un frasco con benceno de una repisa, pero tal parecía que el frasco estaba mal tapado. Cuando creyó haberlo alcanzado algo salió mal y se le vino todo el benceno encima. Se quemó la piel y se intoxicó. Algunos dicen que incluso se le estaba cayendo el cabello, no lo sé, no lo he visto en realidad. Pobre, espero y mejore pronto.
—Con lo amable que es él—comenta Cori, haciendo una mueca que denota cierta lastima—. Ojalá y pueda regresar para la otra semana.
—Ojalá—reafirma Karla—. Si no lo hace, se tendrá que extender el curso por unos días más.
—Que flojera—les digo con desdén, esperando sinceramente que las palabras de Karla no se cumplan. Aunque hasta cierto punto, seguir unos días más aquí no estaría mal.
—En fin—exclama Cori—. Creo que tendré que irme mas temprano ahora, de no ser así no saldría a tiempo. ¿Podrían cubrirme esta vez con el aseo?—nos dice juntando sus manos a modo de imploración.
—No te preocupes—le contesta Karla—. Nosotros nos ocupamos de eso.
La clase de educación física finaliza y todos regresamos a nuestro salón. Como hoy es día en el que nos toca asear a nosotros el salón, de igual manera, tendríamos que quedarnos aunque la clase de química no la vayamos a recibir. Siempre somos los últimos en irnos de acá, ya sea por una razón u otra. Si no es porque nos quedamos tonteando en la terraza del instituto, es porque nos toca asear o porque nos ponemos a escuchar las historias de Kiwi, el conserje, que siempre tiene cosas interesantes para decirnos.
La otra vez nos contaba de un aparatoso accidente que tuvo con un zorrillo cuando era un chico. Dijo que ese día andaba jugando afuera de su casa cuando de repente el zorrillo cruzó su patio. Lo siguió hasta que lo atrapó, pero lo que no tenía en cuenta era que el pequeño animal poseía sus mecanismos de defensa. Y como siempre digo, es mejor tener la boca cerrada en determinados momentos, así no sucederán cosas no deseadas. Pero tal parecía que Kiwi no conocía de esta idea, así que cuando gritó por su victoria que había atrapado al dichoso zorrillo, este le orino, inundándole la boca de pestilentes orines.
Si, fue uno de los accidentes menos graciosos que le pudieron haber ocurrido. ¡Diablos! ¿Quién querría tragar pipí de zorrillo? Solo de imaginarme todo lo que tuvo que vomitar y cuanta pasta de dientes tuvo que usar para quitar el mal sabor me provoca nauseas.
Las clases transcurren como siempre. Aburridas y sin mucho que pueda llamar mi atención. La única que me provoca cosquillas es la de literatura. Es bastante interesante la verdad, siempre leyendo, siempre escribiendo ensayos, siempre revisando textos… y además, esto me recuerda porqué a Cori le encanta leer. Curiosamente su materia favorita es deportes, no literatura. Que ironía.
Al final, Cori ha tenido que irse antes. Dijo que en cuanto pudiera me iba a llamar. Verán ustedes que Cori pasa bastante tiempo conmigo, es genial, pero temo que le esté quitando su propio espacio. Se lo he preguntado varias veces pero él dice que prefiere pasarla conmigo a pasarla solo o con alguien más.
Karla y Kathy se han quedado conmigo para hacer el aseo. Antes solo nos tocaba a Cori, Karla y yo, pero con la llegada de Kathy, Jennel y Nixon las cosas se han reacomodado. Ahora somos más quienes hacemos la limpieza.
—¿Les parece si me encargo con Nixon y Jennel de el club de lectura?—sugiere Kathy.
—Olvidaba que teníamos que asear allí—comenta Jennel con aplomo.
Como es costumbre, tenemos que dejar aseado el aula que nos asignan a cada club también. Ustedes se preguntarán ¿Es un club de literatura o de lectura? Ya lo he mencionado unas cuantas veces de las dos formas, pero existe una explicación lógica. El nombre completo del club es Club de Literatura y Lectura. Son ambas cosas. Nos dedicamos a leer y a escribir, y dichas actividades las tenemos que presentar ante el consejo del instituto para que el club pueda seguir subsistiendo. Gracias a que nuestros amigos alemanes y Kathy se nos han unido también, nos han asignado un presupuesto más alto para nuestras actividades. De esta manera para la feria de logros, en donde todos los clubes presentan alguna actividad relevante que represente lo que hacen, nosotros podremos publicar nuestro propio recopilatorio de historias cortas. Como el dinero es suficiente, nos ajustara para las copias necesarias que se podrán distribuir gratuitamente. Ya tenemos la primera historia corta. Cori y Karla, al igual que Kathy, Jennel y Nixon, han decidido que un pequeño relato que escribí para la clase de literatura hace un mes más o menos, titulado “Octubre” encabece el recopilatorio. Me da un poco de vergüenza mostrarlo la verdad, cuando solo tenía planeado que la profesora de literatura lo leyera, pero no creo que repercuta tanto en mi vida. Aparte de ello, Khana y su chantaje al director nos dan más dinero del que necesitamos para hacer posible nuestra realidad. Es cruelmente necesario. Rio de solo recordarlo.
—Me parece excelente—contesta Karla.
—¿Segura que no quieres quedarte tu con Nixon acá?—le pregunto, susurrándole al oído—. Yo podría ir allá.
—Está bien, no te preocupes.
—Bien—asiente Kathy, retirándose con Nixon y Jennel del salón—.
Karla y yo quedamos solos en aquel amplio lugar. Tenemos que mover mesas de trabajo, pupitres, limpiar el pizarrón, ordenar los libros de la estantería, barrer y luego pasar el trapeador. ¡Carajo! Es bastante trabajo. Cori me deberá unas cuantas crepas por esto… o tal vez no. Bueno, es Cori de quien estoy hablando. Me da más de lo que necesito.
Sin embargo, eso no me quita la preocupación de su estado de salud. Cori ya está en tratamiento de quimioterapia, y tarde o temprano no podrá ocultarlo más. A parte de ello, no me he atrevido a preguntarle desde cuando está así, desde hace cuanto está en tratamiento, ni qué le han dicho los médicos. Temo darme cuenta de algo que pueda resultarme más doloroso de lo que ya es. Soy una persona débil, lo sé, y seguramente Cori lo sabe, pero trato cada día de superar esa debilidad porque sé que Cori lo necesita, Karla lo necesita, todas las personas a las que amo lo necesitan, y si no estoy ahí para ser fuerte cuando se necesite, temo que ellos se puedan venir abajo. Es mil veces preferible que me derrumbe yo, a verlos a ellos hundirse en un lugar en el que la mayoría de las veces suelo estar.
—Oye, Sasha—murmura Karla, que ya ha comenzado a barrer—. Tú… ¿Tú que piensas de Nixon?
—Me parece un buen chico. A parte de ello es bastante inteligente y de buen parecer.
—Eso lo sé. A lo que me refiero…es si crees que estaría bien que aceptase salir con él.
—¡Ah! Era eso. Pues… no lo sé. ¿Qué te ha dicho él?
—El día del festival Nixon me dijo lo que sentía por mí. Y por como me lo dijo parece bastante interesado. Fue de lo más dulce conmigo y siempre trata la manera de hacerme sonreír. Es bastante atento y siempre logra sacar tiempo de no sé donde para hablar conmigo.
—Si es así como tú dices, no veo el problema para aceptar salir con él.
—Es solo que no lo sé. Siento que…
—Vamos, Karla—le contradigo—¿O acaso vas a decirme que hay alguien más a parte de Nixon?
—No lo sé.
—¿No lo sabes o te lo estas negando?
—Posiblemente solo esté mitigando el asunto hasta que sea el momento indicado—advierte ella suspirando.
—¡Genial! Ahora tú—le rezongo—. Cori me sale con lo mismo.
—¿Cori?—inquiere ella.
¡Mierda! Creo que metí la pata. Ahora con qué le voy a salir. No puedo decirle de la enfermedad de Cori. No aún, no si Cori no me da la cabida para hacerlo. Pero… ¿Por qué debería de esperar? Al final, Karla tiene todo el derecho de saberlo.
—No…es nada—mascullo, tomando el trapeador para disponerme a trapear.
Noto como Karla me observa, absorta en sus pensamientos. No sé si piensa en Nixon o en lo que dije de Cori. Espero y sea lo primero. La verdad no quiero ser yo el que de malas noticias, pero tampoco quiero ser quien se lo haya ocultado. Ya no sé que demonios hacer.
—Sasha…—murmura a mis espaldas.
Me doy la media vuelta y puedo notar que ella está parada a al menos medio metro de mí. Sus puños están cerrados, con fuerza y sus hombros están caídos.
La miro unos segundos a los ojos, y descubro cierto vacío en ellos, y hay algo más, algo más que no puedo descifrar de qué se trata.
Plafff” Una bofetada resuena en el salón. Mi rostro, que ha volteado hacia mi costado derecho, yace con la mejilla entumecida y roja por el golpe. Esto…no está bien.
Karla…
—Por favor…— me dice entre sollozos—. Deja de ocultarme lo que le está sucediendo a Cori.
Las lágrimas han comenzado a bajar por sus mejillas.
…Karla ya se ha dado cuenta.
Lunes 18 de Octubre de 2010
Posiblemente sea hora de que de una vez por todas, afrontemos juntos esto, como debió de ser desde un principio.
Sasha
Ending:






domingo, octubre 14, 2012

Capítulo 27: Cori

Inicio del Volumen III

Sasha: Diario de un chico adolescente.

Outside
Es tibio. El cuerpo de Cori es tibio al tacto. Su piel desnuda tiene la temperatura justa, ni más ni menos, para hacer perfecto un abrazo. No puedo tratar de hacerme el fuerte, no ahora, es imposible. Esos deseos tan incesantes de llorar pero ese nudo en la garganta que me impide hacerlo es posiblemente lo que aun me mantenga de pie, aquí, en esta silenciosa habitación, abrazando a Cori que trata de contener sus lágrimas.

Puedo sentir su corazón palpitar, puedo sentir como su pecho sube y baja por cada vez que respira, puedo sentir las pequeñas contracciones de su abdomen por cada sollozo…puedo sentir sus lagrimas en mis hombros.

¿Por qué? ¿Por qué tuvo que suceder esto? ¿Por qué tuvo que ser él? ¿Por qué demonios no fui yo? Tengo el latente deseo de culpar a alguien por esto, pero muy en mis adentros sé que no puedo, sé que nadie tiene la culpa, pero…no puedo, simplemente no puedo con esto.

Alguien abre lentamente la puerta y puedo escuchar el chirrido de las bisagras rechinar lentamente. A pasos lentos, alguien asoma, con ojos verdes, húmedos, cerrando tras si la puerta y quedando solamente nosotros tres en la habitación. Casey está acá.

—Entonces… Eras tú, Sasha—murmura Casey con una sonrisa forzada bajo lágrimas que ruedan por sus mejillas—.

Cori se separa de mi y cabizbajo trata de limpiar sus lagrimas que no dejan de brotar en ningún momento entre cada sollozo que ahoga su llanto. Toma la camisa que Nixon le ha dado hace unos momentos y con una lentitud silenciosa se la coloca, y encima de sí, su suéter que ha limpiado un poco. Todo lo hace sin mirarme, sin despegar su vista de la nada y evitando encontrarse con mi rostro que trata de disimular forzadamente una calma que no poseo.

—No es momento, Casey—masculla Cori.

Él me toma de la mano y me hala a zancadas hasta la puerta.

—Por favor, espera—musita ella tomándolo de la mano al pasar a su lado.

Cori se detiene y sin mirarnos, ni a ella ni a mi, se queda en silencio. Casey me mira y me dedica una sonrisa que lejos de ser arrogante parece aliviada.

—Él debe saberlo—musita ella—. Al final, lo más importante ya se lo acabas de decir.

— ¿Saber qué?—inquiero intentando mantener la cordura.

Estoy haciendo un esfuerzo sobre humano para no venirme abajo. No sé como Cori puede tomarlo tan a la ligera, no sé como puede sobrellevarlo sin estar triste, sin sentirse preocupado. En cambio yo, yo me estoy devanando por dentro tratando de digerir el hecho de que tiene leucemia. ¡Maldición! Siento rabia, aflicción, dolor, tristeza…no sé que demonios siento exactamente. Lo único que no quiero que suceda es que Cori…que Cori empeore. No quiero que se repita, no otra vez, perder a alguien que amo, no lo soportaría.

—No es nada importante—murmura Cori, tomando la perilla de la puerta entre sus manos.

—Lo es, Cori, no evadas las cosas.

—Él no tiene por qué saberlo Casey.

—¿Qué está sucediendo Cori?—le interrogo en busca de una respuesta que no sé si deseo escuchar. A estas alturas cualquier cosa podría hacer que me venga abajo sin mucho esfuerzo.

—Es solo una estupidez—masculla él.

—Cori…

—¡Es una estupidez!—grita él fuertemente. Puedo sentir por el tono de su voz que algo le está disgustando. Él no suele ser de esta manera.

Cori gira la perilla de la puerta y me saca de la habitación, halándome con fuerza y sin detenerse. En el pasillo no hay nadie más que nosotros, que caminamos con paso apresurado, Cori delante de mi halándome de mi muñeca y yo tras el, confundido y a la vez con una depresión inminente por lo que está sucediendo.

—Cori—murmuro su nombre.

Él no me contesta, no se detiene ni tan siquiera a mirar hacia atrás y sin soltarme me sigue halando con fuerza.

—Cori…—vuelvo a murmurarle.

Sigue sin hacerme caso. Llegamos finalmente hasta donde están las escaleras y justo antes de bajarlas me detengo con brusquedad impidiendo que me siga halando.

—¡Cori!—exclamo esta vez con voz fuerte y firme.

Él se detiene por la fuerza que hago al oponerme y sin darse la media vuelta ni soltarme se queda parado frente a mí. ¿Qué está sucediendo? ¿Qué está cruzando en estos momentos por su cabeza que está tan molesto y lo de la leucemia no le resulta lo más grave? Ahora es lo que más me importa a mí, no es algo para tomar a la ligera ni mucho menos para calmarme.

—¿Qué sucede Cori?—le digo tratando de mantener la calma con mucho esfuerzo.

Se hace silencio entre ambos por unos momentos qué lo único que puedo escuchar es el sonido de la música de abajo y el de mi propia respiración. Cori me suelta, y, mi mano, sin esfuerzo alguno, regresa a mi costado. Hay aun silencio. Cori sigue cabizbajo, dándome la espalda y sin mirarme.

—No es momento para esto, Sasha—me contesta él casi en un susurro.

—No pienso esperar tu momento perfecto para que me lo cuentes. Ya encontré el momento justo para esto, y no es solo tuyo, es nuestro, y por si no te has dado cuenta, es ahora. ¿Qué está sucediendo?—inquiero nuevamente con voz firme—.

—¿Quieres dejarlo y ya?—masculla con una voz casi imperceptible.

—¿Quieres decírmelo de una buena vez?—le exclamo—. A veces no te entiendo Cori.

—¿¡Qué no entiendes!?—Me espeta dándose finalmente la media vuelta—. ¿A caso no te entra en la cabeza el dejar lo que sucede de lado?

—¿De lado? ¿Es que eres un idiota o qué? Tienes leucemia, por el amor de Dios ¿Y quieres que solo lo deje pasar?

—No es tan grave. Mejoraré.

—¡Deja de tratar de mentirme, demonios!—le ladro con enfado—. Detesto que lo hagas. Detesto que me evadas cuando las cosas se ponen mal solo para no ponerme carga, una carga que sabes bien que puedo llevar sin necesidad de que me lo pidas.

—Esto no tiene nada que ver…

—Esto tiene que ver conmigo y contigo, con todos. ¡Con todos!—le reclamo haciendo énfasis en todos—Se trata de ti ¿Cómo carajos no va a tener que ver con nosotros?

—Te preocupas demasiado.

—¿Cómo puedes tomarlo tan a la ligera? ¿A caso no te preocupa tu condición? Esto es grave Cori y supongo que lo que Casey tenía para decir no era algo fuera de lugar.

—En estos momentos no me preocupa tanto lo que pueda decir Casey—masculla Cori, desviando su mirada hacia un costado.

Se queda en esa posición durante unos segundos y luego se reincorpora, mirándome fijamente a los ojos.

—¿Entonces por qué te molestaste tanto?—le pregunto con un tono de voz que se esfuerza por hacerse cabida en esta discusión.

—Porque solo empeorará muchas cosas, Sasha.

—¿Cosas como cuales?

—Solo…muchas cosas.

—Si no me dices qué cosas entonces no sabré si podrán empeorar—le digo tratando de obtener una maldita respuesta que Cori trata a toda costa de evadir.

—Hace un tiempo atrás—murmura Cori—Casey y yo fuimos novios. Fue una tontería, somos primos y no sé como demonios se nos metió en la cabeza llegar a ser novios.

—¿Y eso era todo? Vamos no es tan grave. A cualquiera puede pasarle.

—Somos primos ¿Si?

—Ella también es una chica Cori.

—¿Entonces dices que no estuvo mal?

—Nunca dije que estuviera bien. Solo dije que a cualquiera pueda pasarle—le digo tratando de no darle mucha importancia al asunto. Él se encoge de hombros y se calma un poco—. ¿Era eso lo que te preocupaba? ¿Te preocupaba el hecho de lo que pudiera pensar?

Cori resopla y se lleva las manos a su cintura. Mira por unos momentos la alfombra beige del pasillo y con un semblante serio vuelve su mirada nuevamente hacia mi, frunce sus labios y baja nuevamente su mirada.

—Hay más… pero nada importante—advierte—.

—¿Estás seguro?—inquiero, buscando sus ojos verdes—. ¿Cori?

Él sonríe, levanta su rostro nuevamente y sin previo aviso se acerca a mi, toma mi rostro entre sus manos y sin vacilar sus labios se juntan con los míos. Los besos de Cori siguen siendo tan delicados, llenos de ternura y calidez. Ahora son con más seguridad que antes, sin contenerse en lo más mínimo pero sin llegar a ser exagerados y hasta cierto punto llegan a ser tímidos, pero, son tan de él, son tan de Cori que ahora no puedo confundirlos, me sería imposible.

Sus labios son suaves, y su boca es pequeña. Tiene el tamaño justo…a mi criterio. Sus besos siguen sabiendo a lo mismo, a Guimauve, a ese malvavisco tan exquisito que cuando lo comes te deja esa sensación de ligereza en la boca.

—Estoy seguro—me dice con su frente apoyada sobre la mía.

Ha puesto su mano tras mi cabeza y con delicadeza besa mi nariz. Me sonrojo. Llevamos un buen tiempo haciendo esto y aun no logro acostumbrarme del todo.

—Mejor bajemos, sino se comerán todo el pastel—advierte tomándome de las mejillas y halándolas hacia los lados. Él ríe.

—¿Qué sucede?—inquiero sonrojado.

—Haciendo esta mueca, te miras gracioso—me dice sonriendo. Me toma de la mano y me hala tras sí para que vayamos abajo.

Bajamos las escaleras y unos cuantos escalones antes de aparecer abajo, me suelta de la mano y voltea a verme. Con un gesto de preocupación me observa fijamente a los ojos durante unos momentos, en silencio y con una calma que solo él puede poseer y que con esa mirada de ojos verdes vivaces transmite. ¿En qué piensa?

—Por favor…no le menciones nada a Karla—murmura—. No aún.

—Esto es grave Cori.

—¿Te preocupa?

—Si no he llorado aún—le digo sin mucho animo—es porque has llorado tú, y alguien debe de ser el fuerte en ocasiones como estas.

—Lo siento

—¿Por qué? No has hecho nada malo.

—No, si lo he hecho. Si por algo que he hecho te sientes triste, entonces es culpa mía, y para mi, ponerte de esa manera, me hace sentir como un imbécil, porque hacerte sentir así es lo ultimo que quiero.

—Yo estoy aquí con esos mismos motivos. Estoy para hacerte feliz Cori.

—Lo sé Sasha, lo sé. Pero a diferencia de ti, yo soy más egoísta en ese aspecto.

—¿Por qué lo dices?

—Porque tú buscas mi felicidad.

—¿Y que hay de diferente en ti? ¿No buscas la mía?

—No, yo busco mi propia felicidad.

—¿Y cual es el problema?—pregunto confundido—. Buscar tu propia felicidad no es egoísta.

—Lo es—advierte él con bastante seguridad.

—¿Por qué?

—Porque mi felicidad eres tú. Si tú estas feliz, yo estoy feliz.

—Entonces llegamos al mismo punto Cori—le digo sonriéndole—eso no es egoísta, pues ambos buscamos nuestra felicidad en el otro.

—Aún no lo entiendes. Mi egoísmo no consiste en que yo sea feliz.

—¿A no?

—No Sasha, mi egoísmo se basa en ser feliz porque tú eres feliz, y soy egoísta cuando no quiero que nadie más obtenga felicidad del lugar de donde yo la obtengo.

—¿Qué lugar?

—Ese lugar eres tú.—expresa con una mirada profunda—. Hoy…hoy me quedaré en tu casa.

Cori se da la media vuelta y se dispone a asomar a la sala donde están todos los demás esperando por él. Tal parece que el pastel ya lo han partido y Nixon por su parte ha sacado las cervezas. No sé como demonios las consiguió siendo menor de edad pero bien por él. Casey por su parte ha decidido bajar, parándose a mi lado, justo en el último escalón.

—¿Piensa decírmelo?—le pregunto a Casey, refiriéndome a aquello que sé que Cori me está ocultando.

—¿Quieres saberlo?—me contesta ella con otra pregunta.

Me quedo parado junto ella por unos momentos pensando al respecto. El problema no es saber lo que Cori me oculta, si no las consecuencias de saberlo evadiendo las razones del por qué lo mantiene tan guardado. Tiene que ser algo demasiado importante y delicado como para querer ocultármelo. Lo conozco, y sé que solo trata de amortiguar algún golpe de los fuertes que sabe que terminará haciéndonos daño a ambos. Pero, si no me lo dice, entonces solo le dejaría la carga a él, cosa que no quiero.

—Si es importante que lo sepa—le digo encogiéndome de hombros—supongo que por una vez puedo pasar de la opinión de él. Al fin y al cabo, me importa más Cori que su propio orgullo.

Casey me mira fijamente absorta seguramente en sus pensamientos y resopla sonriente.

—Cori tenía razón—me dice con una sonrisa—.

—¿Respecto a qué?

—Antes de venir acá, él me comentó sobre alguien ¿Sabes? A estas alturas ya has de saber lo que sucedió entre él y yo.

Asiento con mi cabeza y con ese simple gesto doy respuesta a su suposición. La verdad es que no me molesta el asunto, ni me incomoda que Casey haya venido. Al final, Cori y ella son primos. Si sucedió algo entre ellos, no tendría por qué incomodarme, y no me incomoda, pues a sus 15 años, Cori, supongo que estaba al igual que yo, con las hormonas alborotadas más que nunca por la estúpida adolescencia. Todo el mundo pasa por eso, por esa búsqueda incesante de la persona indicada a quien entregarle nuestro amor, a expensas de tropiezos y errores, que al final dan como resultado lo que nosotros cultivamos, y en el caso de Cori y Casey supongo que ha sido un cariño que se convirtió al final en lo que son ahora; excelentes amigos.

—Esa parte al menos…—advierte Casey rascándose la cabeza, supongo que se siente incomoda hablando del tema—…al menos está cubierta y no he tenido que explicártela. Pero sin dejar el tema de lado, él sigue teniendo razón.

Casey me da unas palmadas en el hombro y se va a la sala donde todos ya han comenzado a comerse el pastel. Por mi parte, me quedo unos momentos mas en este ultimo escalón, mirando hacia un vacío que me sirve como molde a mis pensamientos. Leucemia, sigue siendo grave, pero el nudo que me impide exteriorizar esa preocupación aun continua ahí, reteniéndome, y me falta ese algo que lo desate para poder venirme abajo, porque realmente necesito hacerlo.

Paso a la sala, dejando momentáneamente mis pensamientos de lado y me uno a los demás. Se han sentado todos en círculo, cada uno con su trozo de pastel y una cerveza.

—Ven, Sasha—me llama Karla haciéndome un hueco junto a ella y Nixon.

No quiero interponerme entre ellos, al final, Nixon está intentando algo con Karla y quedarme junto a ella, separándola de Nixon, podría repercutir en lo que pueda suceder entre ellos. Me acerco y le hago señas a Karla para que se pase junto a Nixon y quede el espacio libre a su otro costado. Al final he quedado entre Khana y ella.

—Bien, gentes—advierte Karla—tenemos 17 años, tenemos cervezas, pastel y un espacio circular frente a nosotros. ¿Qué se les ocurre?

Jennel levanta la mano y se dispone a opinar.

—Tenemos dos ancianos entre nosotros—advierte Jennel, burlándose de Cori y André—. Solo miren a estos chicos, Cori ya es un adulto en potencia y André, bueno, a él otro par de años más y se le arrugan las nalgas como pasas, así que jóvenes no somos muchos.

Todos soltamos una risotada por el comentario de Jennel hasta más no poder. Cori ciertamente ya es mayor de edad, ya tiene bien cumplidos sus 18 años, o bueno, hasta hace unos 10 minutos que los cumplió, pues ya hacen las 12:05 de la noche.

—¿A quién le dices anciano?—le refunfuña Cori, pellizcándole con el dedo las costillas a Jennel, provocándole cosquillas. Ella salta riendo por ello hasta que mejor decide echarse hacia atrás y acostarse para que deje de picarla.

—Mi trasero sigue firme—masculla André—.

—¿Quién nos lo asegura?—le reclama Kathy con una sonrisa socarrona.

—Lucas—manifiesta el bien serio.

Otra tontería de estas que nos logra sacar más risas. Unos minutos después de tanto reír mejor decidimos comenzar a comernos el dichoso pastel. Karla me pasa mi porción y una cerveza. Realmente se ve tentadora esta cosa helada, y por cosa me refiero a la cerveza que en mis manos se siente bastante fría.

—¿Cómo conseguiste cervezas?—le pregunta Khana, dándole un sorbo a la suya—. Eres menor de edad.

—Una cara linda y el soborno hacen mucho—le contesta Nixon.

—¿En serio, podemos tomar cerveza?—inquiere Kathy.

—Tú traga y calla—le masculla Cori—.

—Qué conste que borracha me violo a quien se me atraviese—advierte ella dando un trago—. Luego no me culpes si pierdes tu virginidad.

—¿Cori? ¿Virgen?—advierte Karla soltando una carcajada—. Virgen mi trasero. ¿A caso no ves que puto es en el instituto?

—No soy puto—exclama Cori—. Además, ser amable con las chicas no dice nada—rezonga Cori.

—¿Entonces si eres virgen?—inquiero con curiosidad.

—¿Nos la vamos a pasar hablando sobre temas morales como la puta virginidad que se pierde con la primera ves que se pajeano vamos a jugar con la tonta botella que sé que tienen en mente?—espeta André tomando una segunda cerveza—. Aquí ya nadie es virgen—continua—ni de la mente ni mucho menos del culo.

—Mi culo sigue intacto—advierte Karla—. ¿El de alguien no?

Nadie dice nada a excepción de André que levanta su mano como afirmación.

—Tu trasero no cuenta André—le dice Khana.

—Ni el de ustedes—refunfuña él con una risilla picara—. Piénsenlo, la primera cagadaque dieron de pequeños les robó su virginidad. Así que vírgenes no están.

Genial. Más con que reír. Las risas no se hacen esperar y terminado mi pastel y mi primera cerveza, me levanto por más. Regreso en un par de minutos y los encuentro a los chicos aun riendo.

—¿No te incomoda que…bueno, tu sabes, te revienten el trasero?—le pregunta Cori con cierta curiosidad.

—No es como si fuera al que siempre se lo revientan—dice él sin mucho revuelo—. Lucas no se esta salvo de ello.

—Bien, bien, ya estuvo—dice Nixon secándose las lagrimas que asoman por la comisura de sus ojos—mejor juguemos.

Coloca una botella en el centro y se dispone a girarla.

—En quien se detenga, tendrá que aceptar verdad o reto—advierte mirando atentamente a la botella que sigue dando vueltas.

Finalmente se detiene y la escogida es Khana. Me pregunto que va a elegir.

—¿Verdad o reto?—inquiere André.

—Verdad—responde ella.

—Veamos—le dice él dubitativo—. ¿Qué es lo mas estúpido que alguna vez hayas podido hacer?

Khana se queda pensativa por unos momentos, mirando hacia el piso, seguramente rebuscando entre sus recuerdos. Unos segundos después sonríe; tal parece que encontró la respuesta a la pregunta.

—Intentar beber Coca-Colapor la nariz—responde riendo.

De solo imaginármela haciendo tal hazaña me causa risa, tal y como a los demás que no han hecho reparos en reírse al respecto. Khana toma ahora la botella y la hace girar y el escogido es Cori.

—Bien—le dice Khana—ahora me toca preguntar a mi. ¿Verdad o reto?

—Reto—advierte él.

—Entonces besa a alguien ahora mismo.

Cori me mira por unos segundos mientras yo me quedo pensativo, rogando porque no haga una tontería. El capta mi nerviosismo y se pone de pie, se acerca a Kathy y sin qué ni para qué le planta un beso.

—¿Está bien así?—pregunta él mirando a Khana que se ha quedado perpleja.

—Su…supongo—balbucea tratando de salir de su asombro—.

Kathy por su parte se queda pasmada ante tal acción. Se ha sonrojado.

—Entonces es mi turno de girar la botella—dice Cori colocándola nuevamente al centro y haciéndola girar hasta que se detiene, esta vez en Jennel.

—Yo escojo verdad—advierte ella antes de que le pregunten.

—¡Perfecto!—exclama Cori—. Veamos… ¿Qué es lo que más odias en el mundo?

—Que Nixon se trastee en la ducha. Siempre deja embarrado de…de…de esa cosa blancapor el lugar.

—¡Oye!—le rezonga Nixon rápidamente—. ¡No es cierto!

—¡Descubierto, pedazo de calenturiento!—le exclamo riendo.

Y es de esa manera es como se pasa la madrugada, jugando a verdad o reto por un largo rato hasta acabarnos las cervezas y el pastel. La única que ha salido invicta y sin preguntas es Kathy, que sé que se ha quedado con ganas de decir alguna que otra babosada. Al final, todos terminamos cansados y no es para menos. Del festival pasamos directamente al ajetreo de la fiesta sorpresa de Cori que por como ha estado él, supongo la ha disfrutado.

Aun sigo inquieto por lo que le está sucediendo. Me ha pedido que no se lo mencione a Karla pero no estoy realmente seguro de guardármelo para mi mismo. Es que es algo realmente serio y que tarde o temprano ella lo terminará sabiendo. Además, guardándomelo siento que le estoy ocultando ya demasiadas cosas a Karla. Primero lo que me sucede con Cori, y ahora lo de su enfermedad. No quiero dejarla a ella al margen de nada, porque es realmente importante para mí, pero a la vez tengo miedo que al contarle ciertas cosas, quien se quede al margen de su amistad sea yo, aunque conociendo a Karla posiblemente no suceda. Sin embargo…tengo miedo.

Hemos decidido irnos ya para nuestras casas. Ya son las tres de la madrugada y si no llegamos antes de que salga el sol, Tránsito va a estrangularnos y la señora Bonnet hará de Karla un puré, así que mejor nos vamos ya.

Cori se ha quedado dormido en el sofá. Ha de estar muy cansado por todo lo que ha sucedido hoy. Primero lo del festival, luego las emociones de su fiesta de cumpleaños, luego lo que ha tenido que contarme, lo de Casey…demasiado para un solo día.

—Puedo ir por el auto si deseas—me sugiere André—. Así aprovechamos de ir a dejar a Karla y pasamos dejando a Cori por su casa. Solo míralo, duerme como piedra.

—Yo acompañaré a Karla hasta su casa—advierte Nixon.

—Cori se quedará a dormir en mi casa—le comento a André—.

—Entonces… ¿Voy o no por el auto?

Me quedo pensativo por unos segundos. André tendría que caminar demasiado y haría doble viaje. A parte de ello, andaría solo a muy altas horas de la madrugada, así que mejor sugiero que nos vayamos caminando juntos y así nos ahorramos tanta vuelta

—Yo llevaré a Cori—le digo acercándome al sofá. Tomo a Cori por los brazos, lo siento en el borde y me agacho dándole la espalda. Paso sus brazos por sobre mis hombros y me engancho sus piernas a mi cintura. Me levanto sin mucho esfuerzo, y sin tanto revuelo ya lo tengo cargado a mi espalda, como cuando éramos niños y jugábamos—.

—¿No necesitas ayuda?—inquiere André.

—Estoy bien, no te preocupes—le digo, terminándome de acomodar a Cori en la espalda. Cori solo hace un pequeño gemido pero no se despierta. Acomodo su cabeza en mi hombro y estoy finalmente listo.

Puedo sentir como el aliento de Cori resopla en mi nuca y llega hasta mi oreja. El olor de su piel llega rápidamente a mis fosas nasales inundándolas hasta más no poder. Es tan familiar su olor, tan suave pero sin llegar a perder su distintivo. Cori…huele bien.

Nos dependimos de Khana que se quedará a dormir en casa de Jennel y Nixon, y también nos despedimos de Jennel que ha comenzado a recoger las cosas del piso y a quitar los papeles de adorno de las paredes. Nixon por su parte ha salido a acompañar a Karla y ya van un poco delante de nosotros. André se ha adelantado con Kathy, y quedamos atrás solo Casey, yo y Cori que lo llevo a mis espaldas. Es increíble, Cori no pesa demasiado, y más increíble aun que no se haya despertado. Parece un niño.

Mientras caminamos camino a casa, en silencio entre Casey y yo, pienso detenidamente en todo lo que ha sucedido ahora. Me pregunto como lo estará tomando la señora Woller. Primero fue Emily, la hermana menor de Cori, y ahora él. Esto será difícil, y espero no pase a mas grave…realmente no quiero que suceda.

—Entonces…—me dice Casey que camina a mi lado, rompiendo el silencio—. ¿Ya te has decidido?

—¿A qué?—pregunto, aun absorto en mis pensamientos.

—A pasar de lo que Cori pueda pensar y saber lo que realmente está sucediendo.

Vuelvo mi mirada hacia Casey y puedo notar la serenidad en su rostro. Puedo sentir su disposición a contarme lo que sucede, pero a la vez siento como deja que todo siga su curso, sin forzar absolutamente nada.

—Si—contesto finalmente—. Quiero saberlo.

Casey se queda en silencio por un largo rato, caminando a mi lado. Los chicos aun van adelante, y nosotros tres, Casey, Cori que va dormido, y yo, nos mantenemos al mismo paso, atrás y en silencio. ¿Qué tan grave es para que Cori me haya tenido que ocultar lo que me está ocultando?

Casey resopla, rompiendo finalmente un silencio que ya había comenzado a agobiarme.

—Hace un par de años…—comienza haciendo una pausa entre sus palabras—. Hace unos cinco de años más bien, Cori y yo fuimos novios. Teníamos tan solo 14 años y no es que fuéramos muy inteligentes en el asunto. Éramos unos niños, y nos comportábamos como tales. Solo fue por unos meses nada más, pero eso solo sirvió para unirnos más de lo que ya estábamos. Nuestra amistad creció bastante, a tal punto de convertirnos en lo que ahora somos. Somos más que unos simples primos, somos como hermanos.

—Se nota bastante—le digo con una sonrisa—.

Casey voltea a verme, me devuelve la sonrisa y continua sin detener sus palabras.

—Cori sabe tanto de mi, como yo sé de él—me dice con un tono bastante satisfecho—. Y supongo que tú y yo sabemos tanto de Cori como él sabe tanto de ambos.

—Cori es una de las pocas personas de lo mas valiosas en mi vida—le comento con bastante seguridad— al igual que Karla.

—Lo sé. Cori me lo ha comentado varias veces. Él también dice cuan importante es Karla para él y cuan importante le eres tú.

Sonrío y a la vez me ruborizo. Felicidad, es simple felicidad.

—Hace unos meses—continua Casey—Cori me comento que se había enamorado de alguien. Me dijo que ya llevaba un tiempo de esa manera y que planeaba algún día decírselo.

—Ya veo—murmuro cabizbajo. Supongo que Casey ya ha de pensar que lo que sucede entre Cori y yo es de lo mas repugnante.

—Y la verdad—musita ella mirándome fijamente a los ojos—me alegro de saber que esa persona eras tú.

Así que a Casey no le desagrada lo que sucede. Comienzo a pensar que posiblemente todo este tiempo me haya equivocado y las personas que aun conservan su parte humana estén por allí, dispersas, y creo que acabo de encontrarme a una que pueda comprender las cosas.

—¿No te parece extraño?—inquiero algo incomodado—. Digo, es que no es muy normal que se diga lo que sucede con Cori y conmigo.

Casey niega con su cabeza y se lleva las manos tras su nuca. Seguimos caminando.

—La verdad que no. Cori me ha explicado muchas cosas Sasha, y me ha aclarado muchos puntos que creí eran imposibles de hacerlo. Ahora comprendo por qué Cori se enamoró de ti. Puedo ver que tú no te inhibes ante cosas que algunos consideran fuera de lugar, cuando son todo lo contrario. Tú te entregas a la vida misma y por eso eres feliz y eres capaz de hacer feliz a los demás, y desde mi punto de vista, Cori lo tiene presente de manera inconsciente, y es seguramente por eso que él se ha enamorado de ti. Amor sin prejuicios, es lo más justo. Conozco a Cori y sé que él está muy lejos de escoger a alguien que lo lleve por mal lugar, y no con esto estoy despreciando a personas con otros gustos como André, que a mi parecer es un excelente chico, si no más bien lo que trato de decir es que Cori escogió a alguien capaz de ver mas allá y sentir mas allá de lo que nuestras limitaciones nos permiten.

—No creo que sea para tanto Casey—le digo poco convencido de ser todo lo que ella menciona—.

Ella niega con su cabeza y continúa hablando.

—De ser así, entonces Cori jamás se hubiese enamorado de ti, y lo digo porque lo conozco y sé que le desagradan las personas que tratan de ser lo que no son y también lo digo por el hecho de que sé que a él no le gustan los chicos. Sin embargo, estás tú, que eres un chico y se enamoró de ti, pero no por ser un chico, si no por ser quien eres.

—Ya veo—musito, con mi corazón latiendo fuertemente por la felicidad que me causa escuchar esas palabras.

Entonces me doy cuenta que soy algo muy especial en la vida de Cori… y es eso lo que me hace feliz, todo a causa de Cori.

Llegamos finalmente a la casa de Cori. Casey se queda acá así que todos se despiden. Mientras yo, seguiré cargando a Cori hasta mi casa.

—Cuídate—me dice Casey besando mi mejilla—. Y cuida a Cori. Él es más frágil de lo que parece.

Casey se acerca a mi oído y me murmura unas palabras que me dejan pasmado. Así que era eso lo que Cori me ocultaba, es esto lo que él trataba de dejar dentro de si mismo para no hacerme sentir de esta manera…

Cori ya está con tratamiento de quimioterapia—me murmura Casey—. Pronto esto podría empeorar, y me duele tanto como a ti saber que podría no funcionar el tratamiento. Lo siento.

Casey se separa de nosotros y justo antes de entrar a la casa vuelve a verme. Puedo notar sus mejillas húmedas. Casey…está llorando.

Comenzamos a caminar nuevamente. Siento como mi mandíbula tensa trata de retener la preocupación en mi rostro. Siento que la cordura se me está agotando y que de un momento a otro me vendré abajo.

El estado de Cori debe de ser demasiado grave.

Pasamos por donde Karla y la dejamos justo en su casa. Ella se despide de todos al igual que Nixon que ha tenido que regresar a su casa caminando solo. Espero y no tenga contratiempos para regresar.

Seguimos caminando hacia mi casa. André se ofrece a ayudarme con Cori que aun lo llevo dormido a mis espaldas pero le digo que estoy bien. Él, poco satisfecho, se encoge de hombros y me deja seguirlo cargando y se va caminando algunos dos metros delante de mí junto con Kathy, hablando sobre una ida al cine.

Al cine. Tengo tanto de qué preocuparme en la cabeza que una salida al cine no me parece tentadora.

Cori solo trataba de ahorrarme esta angustia. Como siempre, él, tratando de cargar con todo y aligerar mi carga cuando sabe muy bien que yo estoy dispuesto a cargar con la mía y con la de él, pero supongo que bajo ese mismo criterio se basan las razones del por qué él lo ha hecho. No somos un “tu y yo”, ahora somos mas bien un “nosotros”.

Estamos a punto de llegar a mi casa. André y Kathy se adelantan a abrir la puerta para poder entrar con Cori, pero justo antes de llegar a la verja de mi casa, aun en un tramo un tanto oscuro, Cori mueve su cabeza y puedo notar como la acomoda en mi hombro.

—Perdóname—me murmura Cori al oído. Aun lo sigo cargando a mis espaldas—. Por favor…perdóname.

Son estas palabras el detonante para que mis fuerzas se vayan y las lagrimas comiencen a rodar por mi rostro. Ya no puedo más, no puedo contener mi angustia por saber si él estará bien, no puedo contener la preocupación que siento por él y es ahora cuando me resquebrajo en mil pedazos, tratando de hacerme el fuerte pero sin poder lograrlo.

Cori envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y con delicadeza me abraza. Su cabeza sigue descansando en mi hombro y él a mi espalda.

—No tienes nada por qué disculparte Cori—le digo tratando de contenerme. Las lagrimas no dejan de bajar por mi rostro, pero trato lo mas que puedo de retener mis sollozos.

—Tengo miedo, Sasha—susurra—.

Puedo sentir como algo húmedo y cálido comienza a empapar mi cuello. Cori está llorando.

—No temas Cori, todo estará bien—le digo, tratando de consolarlo a él como a mi mismo—. Mejorarás pronto, ya verás.

Las lágrimas siguen bajando por mis mejillas. Las pequeñas contracciones de los sollozos ahogados comienzan a marcar mi cuerpo y puedo sentir también a Cori sollozar en un silencio de lo más pesado.

—No temo de qué me pase algo, Sasha. No temo de que pueda morir—vuelve a murmurarme al oído con una voz casi imperceptible—. Mi temor es que si muero… tú te sientas triste y ya no te pueda seguir amando.

Miércoles 13 de Octubre de 2010



Algunas veces la sinceridad puede resquebrajarte en mil pedazos, a pesar de que es por amor. Es entonces cuando me doy cuenta lo que significa la frase “Amar es sufrir”, porque sea como sea, el punto nunca fue sufrir amando, si no, el posible sufrimiento cuando ese amor pueda llegar en algún momento a su final.

La vida y el amor son un poco injustos en ese aspecto, porque tratan de enseñarnos de la peor manera que aun nos falta mucho por llorar, reír, sentir y sufrir para entender que los momentos difíciles solo tratan de hacernos más fuertes.

Mi mundo…va a venirse abajo.


Sasha.


Ending:







tercera firma frank

Autor: Luis F. López Silva

Todos los derechos reservados ©

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