Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
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domingo, noviembre 27, 2011

Premios para el blog...

Este premio es otorgado por Taly del blog Moonlight Vampire, muchas gracias, en nombre del equipo de Biblioteca de Alejandría, por el premio:



Asimismo, nos ha dado permiso de tomar todos los premios que queramos, así que, me tomaré la libertad de hacerlo, en nombre de todo el equipo, ¡será divertido!

Premio Superwoman

Porque en estos tiempos modernos, ser mujer ya no es lo de antes...



Gracias por estos premios, por falta de tiempo (muchas cosas que finalizar), no ponemos los otros... ¡Muchas gracias!

¡Saludos!




P.S. Mis disculpas, que por estos días, no ando en mis cinco sentidos. Nomino a todos los seguidores del blog, que posean un blog propio, para los premios de esta entrada. ¡Felicidades a todos!

¡Un saludo!

miércoles, noviembre 23, 2011

Jane Austen… ¿asesinada?

Gabriella Campbell el 23 de noviembre de 2011



Nota: Esta es una noticia (promoción, sospecha, que sé yo) de lo más impactadísima que me ha dejado, por lo que, ni lo he pensado para postearla, a ver que les parece...

Mucho se ha teorizado sobre la temprana muerte de la escritora inglesa Jane Austen, allá por 1817. Algunos aseguran que se trataba de algún tipo de cáncer, de la enfermedad de Addison o incluso de lupus. Austen murió con 41 años, una edad joven incluso para la época, y mucho se ha escrito sobre las posibles razones de su fallecimiento. Ha sido la autora Lindsay Ashford, conocida por sus novelas de corte policiaco, quien ha ofrecido una muy convincente hipótesis al respecto: el arsénico.

Ashford, que se mudó al pueblo de Austen, Chawton, hace ya tres años, ha estado inspirándose en la casa del hermano de Jane, Edward, para escribir su última novela, una obra de suspense basada en la muerte de la escritora. Leyendo las cartas de Jane, Ashford descubrió un dato interesante. Austen escribe “ I am considerably better now and am recovering my looks a little, which have been bad enough, black and white and every wrong colour” (Ahora me encuentro bastante mejor y empiezo a recuperar mi color, que ha estado muy mal, negro y blanco y todo tipo de tonos erróneos). Esto sugiere que la escritora tenía manchas negras y blancas en la piel, un síntoma del envenenamiento por arsénico. Ashford siguió investigando, y descubrió que una pareja estadounidense que había comprado un mechón de pelo perteneciente a Austen, en una subasta en 1948, lo había llevado a un laboratorio para analizar, y que allí habían encontrado restos de arsénico. El oficio de Asford de novelista de género negro le daba una ventaja que otros autores no tenían: un amplio conocimiento de criminología que le había llevado a descubrir estas pistas hasta ahora ocultas, como ha explicado al periódico inglés The Guardian en una entrevista reciente.

Aunque Ashford sugiere el homicidio por envenenamiento, y esto es precisamente de lo que versa su nueva novela, asegura que no es lo más probable. Caben más posibilidades de que Austen estuviera tomando algún medicamento que contuviera arsénico, como la famosa “Solución Fowler”, que se utilizaba para casi todo, incluido el reumatismo, dolencia de la que Austen sufría. La muerte por arsénico era algo habitual en pacientes que utilizaban este tipo de remedios, en una época en la que dicho elemento no se podía encontrar en un análisis forense. Pero parece ser que el asesinato utilizando este método era también bastante común, debido a la imposibilidad de determinar las causas de la muerte. Ashford asegura que para conocer la verdad sería necesario exhumar y examinar el cadáver, algo que levantaría más que ampollas entre los fans de la escritora decimonónica; por ahora nos encontramos con una hipótesis con cierto fundamento, la de la muerte de la escritora por arsénico; lo que no tenemos manera de saber es cómo le fue administrado. Tal vez no sea mala idea esto de poner a escritores de thrillers policiacos a estudiar extrañas muertes de escritores, quién sabe lo que podrían descubrir, sobre todo teniendo en cuenta las sospechosas circunstancias en las que murieron autores como Edgar Allan Poe o Máximo Gorki.

Fuente: Lecturalia

miércoles, noviembre 16, 2011

Y usted, ¿vive de esto?



Eva Díaz Pérez | Sevilla

Fueron burócratas, carteros, camareros, empleados de banca, contrabandistas de opio, diplomáticos, aviadores, acróbatas e incluso cazadores de ballenas en el Ártico. Y, en sus ratos libres, escribían obras maestras. ¿A qué se dedicaba Apollinaire? ¿Cómo sobrevivía Maximo Gorki? ¿Qué trabajo permitía a Georges Perec dedicarse a la literatura?

La escritora italiana Daria Galateria se dio cuenta un día de que en la biografía de los grandes autores había un lado secreto, desconocido y a veces un punto extravagante: sus trabajos alimenticios. Así que decidió recopilar en un curioso inventario el oficio al que se habían dedicado personajes como Jack London, Bohumil Habral, Bulgakov o Faulkner. El resultado fue 'Trabajos forzados. Los otros oficios de los escritores', un libro muy celebrado en Italia y que ahora publica por primera vez en castellano la editorial Impedimenta con traducción del escritor aragonés Félix Romeo.

En esta perspectiva inédita del mundo literario, la autora indaga en las tareas a las que se dedicaron autores como Maxim Gorki que empezó a trabajar desde niño como descargador en el Volga. Luego fue pinche, fogonero, pescador, panadero. Sin embargo, bastó que uno de sus cuentos tuviera éxito para que comenzara a colaborar en varios periódicos y tuviera que escribir dos artículos al día. Curiosamente, Gorki confesaba que ese "trabajo esclavo" lo agotaba.

Esta naturaleza vampírica de la literatura frente a los oficios puramente alimenticios la 'sufrió' también Jack London, quien, en 1897, durante la fiebre del oro, desembarcó en Klondike, trabajó duramente e incluso vivió en una cabaña abandonada rodeado de lobos. Claro que cuando se dedicaba a la escritura se quejaba de intensos e insoportables dolores de espalda.

Esta consideración de la escritura como la más agotadora de las tareas también nubló a Charles Bukowski que trabajó disciplinadamente durante 14 años como cartero, pero que "cuando le dieron un sueldo por escribir, se quedó paralizado por el terror toda una semana".

Para muchos escritores, trabajar en algo que no tuviera que ver con la literatura les permitía tener libertad, ya que su medio de vida no dependía de lo que escribieran. Es lo que pensaba Voltaire que argumentaba que era imposible ocuparse de la cultura sin una buena base económica. Del mismo parecer era Georges Perec que no abandonó su empleo subalterno de documentalista en un laboratorio médico. "Pensaba que era peor depender de la escritura para vivir -peor para la escritura-. Cuarenta horas a la semana, y después era libre para crear lo que le pareciera", explica Daria Galateria.

Desde los míticos funcionarios, como el burócrata Kafka, a Eliot ejerciendo de empleado de banca que "trabajaba en un sótano, inclinado, como un pájaro negro en un comedero", este inventario de oficios aburridos o extremadamente extravagantes se detiene en la historia del checo Bohumil Habral que cuando llegó el socialismo real a Checoslovaquia tuvo que convertirse en obrero no cualificado porque los profesores y artistas fueron degradados. "Habral trabajó en las acerías y casi perdió la vida en el empeño", apunta Galateria.

Hubo emprendedores como la novelista francesa Colette que en 1932, ya con 60 años, montó un instituto de belleza financiado por la princesa de Polignac y por el bajá Al-Glawi, contando además con el apoyo del ministro Andrés Maginot, el de la línea defensiva de entreguerras. Entre polvos y cremas, la autora de la exitosa serie de novelas de Claudine se movía como pez en el agua incluso aportando detalles de su célebre personaje para diversos perfumes y lociones. Lástima que el negocio fracasara.

También hay una larga lista de médicos como Mijail Bulgakov, que se enganchó a la morfina, o el austriaco Arthur Schnitzler que alternaba su oficio con la escritura y con la vida social, ya que era muy aficionado a los bailes. Ese mundo burgués 'fin de siècle' de la Viena del decadente imperio austrohúngaro aportó no pocos argumentos al autor de 'El teniente Gustl' o 'La señorita Else'. En febrero de 1881 anota en su diario: "Bailo con más pasión que nunca. En casa a las seis. Poco después he ido a la sala anatómica a hacer la autopsia de una joven. Estoy confuso".

Fuente: El Mundo.es

Comentario personal:

Todos sabemos que de la literatura, solo unos pocos viven de ella. El resto de nosotros, debemos escribir en nuestros ratos libres, haciendo sacrificios, y compaginando nuestras actividades, universidad/escuela, trabajo con ella. Creo que infunde ánimo el hecho de que, no somos los primeros al atravesar por esto y tampoco, quizás, seremos los últimos...

Premio Tomatoe



Gracias a Frank López del blog Vida a colores, por el premio.

Para entregarlo debes de contestar la siguiente pregunta:

-Si un tomate te hablara, ¿Que le dirías?

R/ Pues no le diría nada, porque me moriría del susto de verlo hablar.

Blogs ganadores del premio:


Welcome to Pinkiland

La pluma del ángel caído

MoonlightVampire

¡Un saludo!

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