Autor: Chuchi Gonzalez
Hay hombres que nunca paran de trabajar, tanto así que pareciera que nunca tienen tiempo para nosotras…
Trabajan sin parar, tal vez por el sentido de responsabilidad hacia nosotras, el deber que sienten por proveer y compensar sus deficiencias personales. Pero deben saber que también necesitamos su atención y tiempo personal, o el amor y la relación se resentirá.
¿Te has dado cuenta que hoy en día el trabajo es casi una amante siniestra que nos roba el tiempo de quién amamos? ¿Las largas jornadas laborales no son acaso el rogué de ayer en el cuello de la camisa? ¿Los problemas laborales no son acaso la suegra de antaño intentando ser mejor que nosotras?
Hoy día para ellos todo pasa por el trabajo. Y déjenme explicarles a qué me refiero: es obvio que sobre sus hombros pesa una gran responsabilidad heredada por la sociedad y la familia, de que los hombres deben ser los proveedores del hogar; incluso sin haber llegado a tener hijos y tan sólo estando de novios, ellos sienten esa realidad sobre sus hombros. Por lo tanto enfocan sus fuerzas al logro de resultados; pero creo que hoy en día, el exceso de ese esfuerzo, el casi único interés masculino, más que responder a una demanda social, equivale a un mecanismo de defensa; a un medicamento para alivianar otras carencias, como la inseguridad, la falta de confianza en si mismos, o la carencia de poder personal.
Nuestros hombres sienten que el trabajo les empodera, por lo que quedan tan inmersos e involucrados en su trabajo que pueden llegar a creerse imprescindibles; tanta pasión excesiva, los vuelve disfuncionales, al punto, de que las mujeres nos sentimos abandonadas; u olvidadas.
¿Qué está sucediendo? ¡Si a veces hasta parece que dejamos de ser atractivas para los hombres!
Sea lo que sea que sucede con estas bellas e incomprensibles criaturas; el punto principal es preguntarnos a nosotras mismas ¿qué nos sucede con esta situación? ¿Lo hablamos con la pareja? ¿Nos quedamos en silencio?
Más allá de las experiencias personales de cada una, creo que es importante expresarles a nuestros maridos, novios, o amantes lo que nos hace sentir esa actitud.
Excusas como: “No tengo tiempo” son infantiles a la hora de establecer bases en una relación afectiva. Decir “no tengo tiempo” en forma sistemática es decirnos “no eres importante para mí”. Créalo o no, es un hecho; pues la intención de una persona está en sus resultados, y si nunca tiene tiempo de contenerte, escribirte, verte o mimarte, entonces el mensaje inconsciente que nos está dando es que no somos lo suficientemente importante para formar parte de su mundo.
Y es valioso, pero también es triste, gris y doloroso; por eso, es mejor enfrentarlo a tiempo, antes de que las heridas sean más profundas. Establecer acuerdos, tiempos, y posibilidades para los miembros de la pareja es una forma adecuada y madura de reorientar la relación hacia un puerto próspero.
Fuente: Toda mujer es bella
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