Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
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domingo, mayo 27, 2012

Capítulo 9: Sinónimo de…

En el capítulo anterior:
Una vez escrito el mensaje no sé que hacer. Si, si, solo es presionar “enviar” pero no es tan sencillo. ¿Qué tal si Cori se molesta? Pero si no le envío el mensaje entonces nunca sabré si se encuentra o no bien y la idea de llamarlo hace que me tiemblen las manos. Sí, mejor le envío un mensaje de texto. Presiono la pantalla táctil y el mensaje se envía. Estoy un poco nervioso y no creo que él conteste así que me dispongo a guardarme el celular el bolsillo cuando el típico tono de mensajes timbra inesperadamente. Él ha…contestado. Sea lo que sea, me diga lo que me diga y suceda lo que suceda después de este mensaje, Cori siempre será Cori, y Cori al igual que Karla siempre será algo que nadie más podrá ser nunca; mi vida…una vida que amo como nadie jamás podría hacerlo.
Continuación :
Capítulo 9: Sinónimo de…
Red grulla
Presiono la pantalla de mi móvil y el mensaje se abre. Desvío mi mirada, temeroso de lo que pueda leer, pero respiro profundo y saco valor de quien sabe donde para finalmente disponerme a leerlo.
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Una sensación de alivio recorre instantáneamente mi cuerpo aliviando considerablemente la carga del problema. Me alegra el hecho de que me haya contestado. Mi celular vuelve a sonar, es otro mensaje “Lo olvidé, no le digas a Karla que te he respondido o se molestará conmigo por no haberle contestado a ella (u_u)” Leo cada palabra de sus mensajes con bastante alivio y sonrío para mi mismo. Estoy feliz de saber que aún puedo hablar con él…aunque sea por mensajes de texto.
—¿Sucede algo?—pregunta Karla.
—No es nada—le digo sonriendo.
El resto de la tarde transcurre normal en el instituto. Las labores de limpieza nos aturden a todos hasta el cansancio y las órdenes del señor Donovan terminan desquiciando a más de alguno pero finalmente todo queda preparado. Cada detalle, cada arreglo, cada minuciosidad, todo queda listo gracias al esfuerzo de todos. El señor Donovan reúne a los de nuestro salón en el campo de beisbol y se dispone a pasarnos lista. Luego de eso y de una explicación acongojada del porqué Cori esta ausente hoy, nos podemos ir a casa.
Pasamos por la casa de Khana y luego paso por la de Karla, todos acordamos ir a ver a Cori a las cuatro de la tarde. Realmente no se si quiero ver ahora a Cori, no porque no me agrade la idea, pero no sé qué pueda suceder, ni qué le diré si lo hago. No puedo simplemente llegar pensando “Bien, hoy fingiremos que no existe ningún problema” cuando estoy mas que seguro que se me saldrá una idiotez y me desesperaré si alguno menciona el asunto. Posiblemente no sea buena idea verlo por ahora.
Llego a mi casa y me encuentro nuevamente con aquel lugar tan vacío y solitario. Miro la hora en mi móvil, apenas son las dos de la tarde. Creo que tengo un poco de tiempo para ir a visitar a Darien, aun tenemos una charla pendiente y mucho que necesito aclarar. Esa sensación dentro de mi pecho aún no desaparece.
Subo a mi habitación en busca de papel de colores, me pongo ropa más cómoda y salgo apresurado hacia su casa. Camino por aquella vasta llanura, atravesándola mientras sigo el sendero que por momentos se pierde. Llego hasta el estanque que se encuentra tras la colina y puedo ver a un par de ovejas tomando agua. Trato de pasar desapercibido para no asustarlas, una vez las pierdo de vista, avanzo a paso medio, mirando a mi alrededor, por la tarde es un paisaje diferente que el de la madrugada. Puedo ver a lo lejos una enorme nube negra que se extiende en el horizonte. Posiblemente hoy llueva.
Llego hasta el lugar donde la llanura hace borde y da comienzo al bosque de coníferas. Me adentro lentamente en él, abriéndome paso entre ramas de árboles y musgo verdoso hasta llegar al sendero de helechos. Puedo escuchar el riachuelo fluir tras la colina igual que esta madrugada. Esta vez el olor a café está ausente.
Sigo por el sendero, atravesando el bosque y escuchando cantar las aves. Los conejos hacen presencia correteando por todo el lugar hasta perderse. El calor a estas horas es insoportable pero en el bosque puedo notar que se mantiene fresco. Cruzo todo el lugar para llegar hasta frontera del bosque y puedo notar la casa a lo lejos; la chimenea esta humeando y esta vez huele distinto. ¿Qué será?
Continúo caminando, tomando el sendero que inicia desde el borde del valle con espigas doradas hasta llegar a la casa. El olor de antes se intensifica pero aún no distingo que será. Rodeo el lugar hasta llegar al corredor. Las ventanas están abiertas en su totalidad y la puerta yace entre abierta. Finalmente logro distinguir aquel aroma tan familiar; se trata de queso fundido.
—Hola—llamo desde afuera tocando la puerta.
Escucho a alguien corretear dentro de la casa, las bisagras de la puerta rechinan y alguien asoma tras ella. Carol. Ella abre de un solo la puerta, sonriéndome y halándome de la mano hacia adentro.
—¡Mamá!—grita emocionada—¡Alexander está aquí!
El olor a pan y a queso derretido se hace mas intenso dentro de la casa. Creo que está a punto de darme hambre.
Veo a Darien sentada en el mismo lugar de esta mañana, arreglando un florero con hermosos lirios y tulipanes de colores. Las hojas de papel de colores aún siguen en la mesa y una grulla a medio terminar yace doblada sobre ellas.
—¡Ah! Bienvenido Sasha—me saluda sonriendo al escuchar mis pasos acercase.
—Hola Darien, perdón por molestarte una segunda vez el día de hoy.
—Vamos que no es molestia, recuerda que tenemos una charla pendiente.
—Lo sé—le digo con tono de alivio—por eso hoy he traído un poco de papel.
—Bien. Pero primero lo primero—me dice colocando el último tulipán dentro del florero—has llegado justo a tiempo para merendar.
Ella se pone de pie y auxiliándose de un bastón y sus manos se dispone a buscar algo en la cocina. Mientras tanto Carol se acerca a mi con una enorme sonrisa.
—¡Mira lo que he encontrado esta mañana!—me dice emocionada.
Carol extiende sus manos y me muestra una cría de canario con escasas plumas azuladas. Lo cojo con cuidado, asombrado realmente de cuan pequeño es.
—Es hermoso—le digo sin dejar de mirar a la pequeña ave—¿Dónde lo has encontrado?
—Lo encontré esta mañana tras la colina en donde pastan las ovejas. He buscado su nido pero no lo he encontrado—musita cabizbaja.
—Ya veo—comento con desaire—¿Por qué no lo cuidas tú?
—No puedo. Realmente no sé que hacer con él y tampoco creo que mamá pueda cuidarlo. Le daría muchos problemas si intenta volar mientras lo alimenta, y como ella no ve, el pichón podría perderse.
Carol se desanima rápidamente y su rostro me indica que está realmente preocupada por la pequeña criatura. —¿Si deseas puedo cuidar yo de él?—le digo tratando de resolver el problema. Aunque a mis padres no les gustan los animales, que más da, ellos ni tan siquiera pasan en casa.
—¿¡En serio!?—exclama ella sonriendo de oreja a oreja.
—Claro, no creo que sea problema—le digo animándola.
—¡Mamá! ¡Alexander ha dicho que el cuidará del canario!
—Lo ves—comenta Darien mientras se acerca con una pequeña olla humeante. La coloca en la mesa sobre un pequeño atrio de metal y luego regresa a la cocina—te dije que todo se solucionaría. Ahora, ¿Podrías ir por las ovejas? Presiento que hoy lloverá.
Carol asiente. Corre hacia su habitación y luego regresa nuevamente con un pequeño silbato colgado a su cuello.—Cuídalo mucho—me dice mientras acaricia al pequeño canario—regresaré pronto—Ella se va cerrando tras si la puerta y todo queda nuevamente en silencio.
Siguen sorprendiéndome las grullas colgadas en el techo con hilo. Son muchas y están colgadas todas de manera ordenadas sin amontonarse unas con otras. El viento comienza a soplar levemente, entrando por la ventana y haciéndolas ondear de un lado a otro dando la sensación de que están volando.
—¿Cómo sabes que lloverá?—le pregunto a Darien con bastante curiosidad.
—Cuando eres ciego te das cuenta de muchas cosas que no ves cuando tus ojos funcionan—me dice acercándose a la mesa con una hogaza de pan—simplemente lo sientes.
—¿Cómo qué has sentido para saber qué lloverá?—inquiero.
—El viento huele distinto—me dice partiendo el pan y dándome un trozo. Lo parte en pedazos más pequeños y coloca uno de los pedacitos en la punta de un palillo. Lo introduce en la olla, lo mueve un poco, luego lo saca lleno de queso fundido y se lo lleva a la boca mientras lo saborea. Parece disfrutarlo. Creo que ya me dio hambre.—incluso suena distinto—murmura.
Me hace una seña para que también coma así que la imito. Realmente es delicioso.
—¿Así que se puede percibir el mundo de esta manera?—le digo llevándome otro pedazo de pan lleno de queso a la boca.
—El mundo siempre es percibido de muchas maneras Sasha. Lo que tú sientes es rara vez sentido por los demás, pero eso no significa que no haya cosas que puedan ser sentidas por más de uno.
—¿A qué te refieres?—inquiero bastante curioso por sus palabras
—Es como un sinónimo que a la vez funciona de antónimo y posiblemente sus significados se confundan. Es fácil que tú y alguien más sepan que va a llover por el sonido de un trueno o por la nube que se impone negra frente a sus ojos; ambos comparten esa sensación pero es muy difícil decir con certeza que dicha sensación es la misma en ambos.
—Entonces el sinónimo de que lloverá sería esa sensación que nos dice que realmente lloverá.
—¡Exacto!—exclama ella agarrando otro trozo de pan—podrías decir que la brisa húmeda y fría es sinónimo de lluvia.
—¿Entonces cual sería mi antónimo?
—Que posiblemente se equivoquen y no llueva. Posiblemente tú estés seguro de que lloverá pero no sucede. Eso mismo pasa con lo que las personas sienten.
Ahora comprendo un poco por donde va esta charla. Darien realmente sabe que dentro de mí hay una inquietud y yo creo saber como ella está intentando ayudarme a resolverla. Necesito indagar un poco más.
—¿Es posible que la amistad…sea un antónimo?—murmuro mientras tomo otro pedazo de pan.
—En este mundo todo es posible—me dice con bastante seguridad—pero el sentimiento de la amistad tiene más sinónimos que antónimos.
—¿Cómo cual?
—Como él amor—aclara ella.
¿Amor? Eso es más que evidente. La amistad conlleva amor, amor incondicional que siempre va de la mano de la persona que carga con ese sentimiento.—Aun así—continua Darien—el amor no tiene sinónimos.
—¡Eso es imposible!—exclamo con sorpresa—Hay tantos significados de la palabra amor.
—¡Los hay! No lo niego—interviene rápidamente—pero solo de la palabra, no necesariamente del sentimiento. Todo lo que tiene límites posee una diversidad de significados que se adaptan según lo que el ser humano siente o necesita. El problema es que el amor es un sentimiento que se da el lujo de traspasar esos límites a los que se le llama amistad u odio y crea un nuevo mundo de ello.
—Pero eso significaría que el amor es algo que no esta a nuestro alcance; fuera de nuestros limites.
—No necesariamente. Como seres humanos siempre nos superamos, ¿Por qué debería de ser imposible superar esas barreras que dan paso al amor?
—¿Y que hay si esas barreras no son simplemente la amistad o el odio? ¿Qué tal si lo es la misma humanidad?
—Jamás dije que esas eran las únicas limitantes—me dice agitando el palillo con pan en el aire y negando con su cabeza hasta que finalmente se lo come—la sociedad es una limitante en si e incluso los mismos prejuicios más que nada.
—¿Los prejuicios?
—Así es. El simple hecho de pensar que te debes de enamorar de alguien porque es de tu mismo estatus social limita las posibilidades de encontrar lo indicado para ti en un mundo tan diverso de seres humanos. ¿Qué hay si la persona a la que realmente amas termina siendo más pobre o rica que tú? ¿Te negarás a amar a esa persona solo por ese estúpido prejuicio?
—¡Jamás lo haría!
—A eso es a lo que me refiero—espeta tomando el ultimo trozo de pan—Si todos pensaran así este mundo no sería un fiasco. El amor no distingue raza, sociedad o género. Amor es amor, ya te lo he dicho, venga de donde venga y siempre y cuando sea por lo que llevas dentro y no por lo que eres por fuera.
Bien, otra cosa aprendida este día. Esto de hablar con Darien realmente me ayuda en muchas cosas. Ahora creo entender con un poco de más claridad el asunto pero sigo teniendo aquella sensación en mi pecho que no me deja en paz. ¿Qué será?
Terminamos de merendar y Carol aún no regresa con las ovejas. Seguramente el lugar donde las lleva a pastar está algo alejado. Ya ha pasado una hora desde que se fue y solo me queda una hora para seguir charlando. Realmente quiero quedarme pero debo de ir donde Cori a visitarlo. Escucho el viento soplar mas fuerte que antes y veo como el cielo se obscurece de a poco. De un momento a otro lloverá.
—Carol aún no regresa—musito algo preocupado.
—Estará bien—me dice Darien—hay un establo muy cerca en donde las ovejas duermen. Ella siempre se queda hasta tarde ahí jugando con ellas. Estoy segura que regresará una vez termine de hacer lo necesario en el establo.
— ¿Acaso solo ustedes viven en este basto lugar?
—Las únicas—me dice retirando la olla de la mesa.
Me dispongo a ayudarle a limpiar y lavar lo que ensuciamos. Una vez todo está limpio regresamos a la mesa a tratar de seguir comprendiendo el mundo. El florero con tulipanes y lirios hace contraste con la rustica mesa y el frío viento que atraviesa la ventana. Darien toma un trozo de papel y comienza a plegarlo. Los mismos pliegues de antes, los mismos trazos y movimientos con sus manos que indican que hará otra grulla.
—Dime Darien—le digo tomando uno de los trozos de papel que traía conmigo—¿Por qué siempre grullas de papel?
Ella sonríe mientras continua doblando con bastante habilidad sin temor a equivocarse en algún pliegue, consiguiendo marcados perfectos sobre el papel. —Es una historia bastante curiosa—me dice—y un tanto complicada.
— ¿Complicada? ¿A caso es difícil de contar?
—No, no lo es. Es simplemente que puede parecer absurda y tonta.
—Nada es tonto ni absurdo cuando hay alguien dispuesto a escuchar lo que alguien tiene para contar—le digo comenzando a plegar el papel entre mis manos
Darien aguarda en silencio durante un momento mientras termina de plegar el papel con sus dedos hasta que otra hermosa grulla nace de sus manos. Toma otro trozo de papel y prosigue a seguir doblando.
—Hubo una vez—musita—que me enamoré de alguien que creí que también me amaba. Fue un día como este, cuando el viento soplaba frío y la lluvia se sentía tan palpable en la piel. Fue un día como este en el que me entregue a algo que creí que era amor.
—¿A caso no lo era?
—Posiblemente lo fue y no lo fue.
—No comprendo—le digo terminando de doblar el papel de mis manos y mirándola fijamente.
—Como dije, nadie percibe tu mundo tal como tú lo percibes, a menos claro que tú desees compartir ese mundo.
—¿A caso tu decidiste no hacerlo?
—Yo lo hice—murmura—pero nunca pudo esa persona compartir su mundo conmigo. Aún así no me importó y continué con una historia que sabría que no tendría un final feliz, esperanzada a que ese final nunca llegara. Estas grullas representan un recuerdo de la primera esperanza que tuve de poder amar. Esa persona que le dio color a mi vida fue quien me enseño a hacerlas Sasha, pero de la misma manera tornó mi mundo color gris.
—¿Acaso es el causante de que seas ciega?—inquiero bastante sorprendido.
—No, no me refiero a eso. Lo que quiero decir es que él fue quien me hizo saber que el amor no tiene sinónimos, pero si tiene antónimos. Posiblemente fui yo quien percibí su afecto a forma de amor cuando seguramente no lo era.
—¿Pudo ser odio?
—No lo creo—musita—si hubiese sido odio, jamás me hubiera dado la esperanza de seguir viviendo. Esa esperanza ahora se llama Carol. Aun así un amor no correspondido daña desde adentro al final de cuentas, a ambas partes.
Ella termina de doblar el papel en otra grulla y se queda en silencio. Un trueno retumba en el cielo seguido de un relámpago que ilumina desde la ventana toda la casa. El viento comienza a soplar más fuerte y en un momento la lluvia comienza a caer de a poco hasta pasar de ser una simple llovizna a ser un aguacero. Miro la hora en mi móvil y me encuentro con un mensaje de texto de Karla “Nos hemos adelantado con Khana hacia donde Cori. Ven pronto o se acabara el pollo con teriyaki :-P” ¡Demonios! ¡Se lo comerán todo! Miro la hora en la esquina de mi móvil. ¡Las cinco con quince! ¡Ahg! Se me ha escapado el tiempo de las manos. Trato de llamar a Karla desesperadamente para decirle que no podré llegar pero la operadora salta con el tonto anuncio de que estoy fuera del servicio de alcance. Karla se enfadará conmigo y posiblemente Cori se sienta mal al creer que no he ido porque no quiero verle.
—Parece que ha comenzado a llover—comenta Darien, mientras se pone de pie a cerrar la ventana.
—Creo que debo irme—le digo mientras coloco la grulla que he hecho junto a la de ella.
—Deberías de esperar a que pare de llover. Te empaparás y enfermarás.
Otro trueno retumba en el cielo y el resplandor del relámpago vuelve a iluminar nuestros rostros. Veo algo que capta mi atención de manera fugaz y me hace recordar mis momentos de soledad. Lagrimas. Darien…esta llorando.
—Lo siento—musito—creo que no debí pedirte que me contaras acerca de tu vida.
—No te preocupes—me dice ella—se siente bien sabes, cuando alguien escucha los motivos del por qué haces algo.
—¿Así que el amor por esa persona te hace hacer estas hermosas grullas?
—No, lo has entendido mal. Un viejo amigo una vez me dijo que si haces mil grullas de papel entonces serás sanado. Lo que siento ya no es amor, si no una herida que sigue estando abierta y trato desesperadamente de sanar.
—¡Pero ya has hecho mas de mil grullas!
—Lo sé. Pero posiblemente requiera de más para sanar completamente. Es irónico que la persona a la quien amé también me dado la misma cura que mi viejo amigo me dio.
—¿Carol lo sabe?
—¿Sobre su padre? No, no lo sabe. Desde que tiene uso de razón esa persona no es más que alguien que viene de visita de vez en cuando.
—¿Es eso correcto?—exclamo algo perturbado.
—Posiblemente no lo sea para nadie, pero tanto su padre como yo acordamos dejarlo mejor así. A pesar de que lleva su apellido y se encarga de ella como todo padre lo haría, está fallando tanto como yo en esto. Carol lleva un vacío dentro de sí que no podrá ser llenado fácilmente.
Las palabras de Darien penetran cada fibra de mi cuerpo y me hacen dar cuenta que tanto Carol como yo no somos tan distintos. Ambos cargamos con un peso que muy pocos conocen, con ese vacío que busca ser llenado por algo que no sea soledad. Posiblemente ella se sienta tan sola como yo, tan desesperada por encontrar eso que esta buscando inconscientemente para saciar esa tristeza tan suicida.
—¿Desde hace cuanto sucede esto?—le pregunto cabizbajo.
—Desde hace seis años, desde el día en el que Carol nació. Ni siquiera se por qué lo sigo permitiendo.
—¿Es amor lo que te detiene?
Darien niega con su cabeza sin dejar de doblar el papel entre sus manos—Estoy segura que es más que eso. Posiblemente solo sea masoquista y me gusta pensar que cada vez que esa persona viene simplemente a ver como está Carol también viene a decirme una vez más que me ama pero sé que solo son estupideces mías. Él solo se esta haciendo cargo de sus responsabilidades Sasha, pero lo que su corazón siente no tiene nada que ver con lo que el mundo le pida.
—Eso es aún más cruel—murmuro con tristeza.
—Lo es. Él simplemente hace lo que debe de hacer.
—¿Y que hay si lo que el exterior me pide es lo mismo que el corazón necesita dar?
—Entonces eso es amor.
—¿Y si el exterior me pidiera odio?
—Entonces no sería tu corazón quien se lo da. Recuerda que el amor es perfecto, y el odio no tiene cabida dentro de él. Si alguien te pide odio y tú se lo das entonces es un estado donde tu conciencia se ha vuelto oscura e idiota por dar algo que tú sabes que nadie quiere. Alguien que pide odio es alguien que pide ser amado de tal manera que no sea destruido algo de por medio. Nadie quiere ser odiado aunque pida odio, es solo que el miedo invade su corazón haciéndole creer que lo mejor es cargar con toda la culpa y el peso de un error.
—Eso ha de…doler—musito con desaire—¿Y es posible solucionarlo?
—Lo es. El amor al ser el único sentimiento que cruza límites entonces pierde toda regla de juicio. Al ser así, entonces no hay limites para repartir la carga de un sentimiento, pero para hacerlo entonces ambas partes deben de estar consientes de cuanto le tocará a cada quien. En eso consiste el amor, en repartirse la culpa, la amargura, el llanto, la tristeza y la felicidad en partes equitativas en donde nadie sufra mas que nadie ni ninguno ame mas que el otro.
—¿Y como darse cuenta entonces cuando es tiempo de amar y repartir el corazón en partes iguales?
—Simplemente lo sentirás. Como dije, el amor no tiene sinónimos, pero existe un único síntoma y es ese latido tan bastardo dentro del pecho que no te deja en paz cada vez que piensas en esa otra persona.
¿Latido? ¿En el pecho? Creo que voy a llorar y desmayarme por esta revelación tan pronta y sin rodeos. Entonces es eso, siempre fue eso, lo que sentía dentro de mí presionando mi pecho. Aquella sensación que creí tan molesta, después de todo solo era molesta porque me negaba a ver lo que era más que evidente. ¿Pero como es posible? ¿Cómo es que no me di cuenta antes? Siento un hormigueo en mi rostro y en mis manos, posiblemente sea de nervios. Acabo de darme cuenta de algo que siempre necesité descubrir y que ahora es visible para algo de lo que alguna vez fui ciego. Amor, así que el amor no tiene sinónimos, pero tiene antónimos y una sensación que te indica que esta ahí presente. ¿Pero que hay de mí? ¿A caso yo tendré un sinónimo? ¿A caso mi ser tiene un sinónimo? ¿A caso mi vida es sinónimo de…?
Miro la hora en mi móvil, las siete treinta de la noche, ha dejado de llover y creo que es tiempo de regresar. Termino de doblar la última hoja de papel y diez grullas más han resultado de esta charla que ha endulzado sin empalagar mi vida. Me siento un poco más aliviado.
—Bien—le digo a Darien poniéndome de pie—creo que es tiempo de que me vaya. Esto ha sido realmente de ayuda. Eres alguien…especial Darien. Que nadie más te haga sentir lo contrario. Posiblemente esa persona que se negó a compartir su mundo contigo sea un completo idiota.
Darien ríe y se pone de pie. Toca mi rostro y se acerca lentamente hasta besar mi frente.—Me alegra que lo hayas comprendido Sasha. No dejes ir ese sentimiento, nunca.
—No lo haré—me murmuro sonriendo.
Cojo con cuidado el pequeño canario entre mis manos y lo envuelvo entre las bolsas de mi suéter de mangas escotadas. Espero y resista el frío viaje hasta casa. Darien me acompaña hasta la puerta y antes de despedirse toma mi mano y coloca dentro de ella una pequeña grulla de papel—Espero y sea de ayuda—me dice sonriendo.
—Lo será—le digo.
Me despido de ella, doy media vuelta y antes de echar a correr Darien me grita—Sabes, tus manos me recuerdan vagamente a esa persona.
—¿A quien amas?
—Así es. Son igual de cálidas y tiernas—me dice con voz sincera.
Provoca que me sonroje momentáneamente, tanto que por poco y se me cae el canario de las manos. Doy gracias a Dios porque aún sigue a salvo y continuo mi camino apresurado hasta mi casa. El paisaje nocturno del bosque es sumamente distinto y en esta oscuridad me tomará mas tiempo regresar. Una vez atravesado el bosque a tientas y lento por la oscura noche, salgo finalmente a la llanura que está tras mi casa. Miro la hora en mi móvil. Las diez en punto. ¡Dios! Me ha tomado alrededor de tres horas en llegar hasta aquí. Debí haber comprado un celular que trajera lámpara incorporada.
Me apresuro a cruzar el enorme valle que parece estar vivo pues los grillos cantan y las luciérnagas titilan, puedo notar las estrellas que aparecen de a poco en el cielo nocturno a medida que las nubes se disipan. El frío aun sigue tangible debido a la lluvia, así que trato en lo mayor posible de llevar cerca de mi cuerpo al canario para que no muera congelado. Unos minutos después finalmente estoy en casa. Rodeo la parte de atrás hasta llegar a la calle. La luz de la entrada esta encendida como de costumbre, pues se enciende sola una vez oscurece. Puedo notar que hay alguien en la entrada, recostado levemente en la puerta. Su suéter gris con rayas naranjas, sus guantes grises y aquella bufanda me hacen reconocerlo inmediatamente.
Está empapado. Otra vez esa sensación en mi pecho. Tal vez Darien tenía razón y el amor no tenga sinónimos, pero mi corazón posiblemente tiene uno, y tiene ojos verdes…

Ending:









Autor: Luis F. López Silva
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