Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
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lunes, noviembre 12, 2012

Capítulo 31: Todo lo que tengo.


Purple at the morning
Karla seguramente tiene razón, y no es la única que se niega a saber al respecto. Yo tampoco quiero por el momento darme cuenta de si me arrepiento o no, pues la verdad deseo que esto se termine lo más rápido posible. Ya no puedo retener conmigo más presión de la que cargo. Si sigo indagando al respecto seguramente me veré en la inevitable necesidad de pensar y llegar a una conclusión de la situación. Posiblemente tenga mejores cosas en que pensar...como lo que le está sucediendo a Cori.
Karla me mira fijamente, en busca de una reacción de mi parte pero lo único que consigo darle es un movimiento con mi cabeza para asentir que estoy totalmente a favor de su manera de pensar. Luego de esto es probable que todo regrese a la normalidad o al menos eso espero. Sin embargo, nuestro dialogo aun es visual y continuamos en silencio. Necesito decir algo, necesito romper esta quietud que lejos de aliviar mis pensamientos ruidosos solo logran ahogarme más en mera incomodidad.
—Y… ¿Qué tal vas con tu proyecto?—pregunta Karla, rompiendo finalmente este silencio tan agobiante.
Agradezco en mi interior por su iniciativa. No era capaz de hacerlo yo, no sé por qué, pero al menos hemos salido de ese espacio tan poco agradable.
—Bastante bien—le contesto tomando con un tenedor un poco de arroz que Tránsito ha preparado tan amablemente—como siempre—para mí. Trato de hacer que todo me salga lo más natural posible, no quiero regresar a ese estadio tan silencioso—. Ya llevo bastantes cosas escritas.
—Al final le has tomado mucho apego al asunto—me dice cogiendo ella también un trozo de comida que ha traído consigo.
Karla tiene razón. Al final, mis expectativas respecto al diario cambiaron. En un principio pensé que solo sería algo rutinario y aburrido, pero ahora me doy cuenta que es una de las tantas cosas que espero al final de cada uno de mis días. No hacerlo me hace sentir un tanto inquieto porque siento que en mis adentros tengo siempre algo que necesito sacar. Seguramente son cosas de la adolescencia en donde me veo en la necesidad de gritarle al mundo lo que pienso, pero ahogo mis pensamientos en letras plasmadas en páginas amarillentas. Sin embargo, he llegado a concluir a mis míseros 17 años que los adolescentes posiblemente si tengamos buenas ideas, buenas maneras de pensar y ver el mundo, pero que llegados a la adultez solo nos volvemos imitadores de un pensamiento porque el mundo que nos rodea nos presiona para hacerlo. Según mi criterio, por esto existe la gente estúpida, pues solo son falsas copias de un pensamiento que reprime las verdaderas emociones e ideas; aquella persona que no es estúpida es la que es lo suficientemente fuerte para mantener sus ideales y trata de hacerle ver al mundo que podemos diversificar nuestro pensamiento. En fin, también concluyo que mis propias conclusiones son tan certeras como apresuradas… y aun no estoy seguro de que sean correctas. Todo depende de que punto se vean las cosas. No es lo mismo estar parado sobre la tierra, a ser tierra y que alguien se pare sobre ti.
—Un poco—le contesto tratando de no sonar muy emocionado—. Además, el hecho de que es tarea también me impulsa a hacerlo.
—Vamos, que no puede ser del todo por eso. Siempre hay razones de alto rango tras una acción.
—¿Y el señor Donovan no es una razón?—le digo con una pequeña risa que se me escapa de los labios.
Karla se encoge de hombros y resopla.
—Bueno, si— Asiente a modo de darme razón—. Considerando lo zafado que está nuestro orientador en cuanto a la tolerancia supongo que si te impulsa lo suficiente a hacerlo.
Ella le da un trago a un jugo de manzana que ha traído consigo y continúa jugando con su tenedor en la comida. El olor dulzón del líquido me recuerda vagamente al día en el que fui atacado por unas manzanas asesinas. Fue hace un año más o menos, cuando recién habíamos decidido con Karla que debíamos iniciar un club de algo en el instituto. Ya estábamos en el de literatura, que nos había quedado de legado de los alumnos del año superior que habían salido en el semestre pasado, pero no nos bastaba, así que decidimos que era momento de iniciar el nuestro; o al menos hacer algo con qué se nos recordara.
Al final, como era ya pasado el tiempo para las solicitudes de clubs, nos terminaron dando permiso para una actividad extracurricular con la cual también podrían subir algunas de nuestras calificaciones así que nos pusimos manos a la obra y sembramos hortensias en unos pequeños arriates justo detrás del edificio. Como solo estábamos Cori, Karla y yo metidos en el asunto se nos hizo un trabajo un poco tedioso el sembrarlas y cuidarlas, pero al final, el trabajo dio sus frutos.
Un día de tantos de los cuales me tocaba regar las hortensias—que ya habían crecido y tornado purpuras—Kiwi estaba en la terraza con un costal de manzanas podridas que utilizaría de abono para el jardín que posee el edificio en su parte superior. Él puso su costal de manzanas en el borde de la terraza, justo debajo de donde yo regaba las hortensias cuando ¡Zas! El saco se desparramo dejando caer todas las manzanas desde el séptimo piso del tonto edificio. Cuando la primera manzana cayo a mi lado voltee instintivamente hacia arriba a ver que sucedía y pues como la curiosidad mató al gato así fue como también la curiosidad hizo que las manzanas podridas me cayeran encima golpeando repetidas veces mi cabeza.
Lo ultimo que recuerdo es a Kiwi tirándome un balde de agua fría para despertar. Y lo logró, solo que luego de eso me dio un resfriado. Moraleja de la historia: No se pongan debajo de un costal lleno de manzanas podridas.
En serio, no se los recomiendo.
Casi hemos terminado de comer nuestro almuerzo, todo en una quietud mas penetrante que de costumbre. Normalmente nuestros almuerzos son un poco más animados, considerando que desde que nos acompañan los chicos—Kathy, Nixon, Khana y Jennel—suelen surgir comentarios bien elocuentes. Como lo fue el caso del almuerzo de hace varios días en el cual comenzamos hablando de sopa de mariscos y luego terminamos en una curiosa conversación sobre la circuncisión.
Fue todo un caso la conversación.
Sucedió más o menos así pues entre tanta risa recuerdo poco.
—No, no, no—reclamaba Jennel—lo están entendiendo todo mal. Si preparas una sopa de mariscos es como que estés preparando al mismo tiempo un afrodisiaco. El afrodisiaco solo estimula el apetito sexual, no es que funcione como la viagra ni nada por el estilo.
—¡Bah! ¿Y entonces que caso tiene?—refunfuñó Cori—. Para esa gracia mejor compro la tonta pastilla y ya, si de durar mas se trata.
—Concuerdo con Cori—asintió Khana bastante receptiva al tema—. ¿Para que querría alguien que el otro anduviese ganas de tener sexo si luego…si luego…?
—¿Si luego…?—le inquirió Kathy.
—Tú sabes. Si esa cosa…después de hacerlo la primera vez ya no funciona.
—¡Ah! ¿Te refieres a si el pene deja de estar erecto?—terminó Nixon de explicar la idea de Khana. Ella asintió un tanto incomodada por aquella expresión tan cruda—. Pues problema no es mucho…al menos en nosotros los hombres—mascullo encogiéndose de hombros.
—¿Por qué lo dices?—le interrogó Kathy con bastante curiosidad.
—Dale al menos diez minutos de descanso a nuestro… amigo y luego verás que revive como la anaconda que es—le dijo con una risa bastante picara.
Todos soltamos una carcajada por lo que Nixon dijo, aunque no pude negarle razón en el asunto. Estaba en todo lo correcto, suele suceder así… ok, esto es un poco revelador.
—¿Anaconda?—le exclamó Jennel entre risas—. Pero si tu pito es más bien como un grano de arroz.
—¡Oye!—le reclamó Nixon furioso—. El hecho de que me hayas visto de pequeño desnudo no quiere decir que eso no haya cambiado. Tengo un lindo pene.
—Si claro—le masculló con ironía.
—¿No me crees? ¿Quieren verlo?—nos preguntó mirándonos con bastante seriedad.
Cori soltó una carcajada a la cual me le uní, no tanto por la sugerente idea de Nixon, si no más bien por la cara que puso Karla de desconcierto cuando lo escuchó. Fue un tanto raro. Karla ha visto a Cori desnudo y le causó emoción, pero a juzgar por como se mostró parecía que le causaba un poco de corte el asunto respecto a Nixon.
—¿En serio piensas hacerlo?—le inquirió Khana con expectativas.
—Ni por joder lo intentes—le rezongó Kathy—. Ahora estoy comiendo y lo último que quiero es que me jodas mi almuerzo de espaguetis con albóndigas y salchicha.
—Solo la verías—le responde él—. No es que fueras a tocarla ni nada.
Cori vuelve a soltar otra carcajada, esta vez seguido de Jennel que se nos une a ambos en las estallantes risas.
—Lo dice por las albóndigas y la salchicha, Nixon—le expliqué tratando de que entendiera mis palabras entre mi aliento cortado por las carcajadas y mi inminente falta de oxigeno.
—¿Y eso que tiene que ver?
—¡Jum! Por la puta, ¿Qué no lo entiendes?—le refunfuñó Kathy con tono bastante serio y acusante.
Nixon se encogió de hombros y volvió a vernos a Cori y a mí—que aun no parábamos de reír—desconcertado por el asunto. Luego volteó a ver a Karla en busca de ayuda pero ella se había puesto tan colorada como un tomate que en esas circunstancias no pudo ni mirarlo a los ojos.
—Piénsalo por un segundo—le intentó aclarar Cori finalmente mientras calmaba su inherente risa—. Pones dos albóndigas juntas y entre medio de ellas una salchicha. ¿Qué obtienes?
—Un… ¿Pene de albóndigas y salchichas?
Cori asintió con la cabeza a Nixon y este finalmente captó a que se refería Kathy con lo de su almuerzo. Parecía un chico tan inocente… si claro, inocente yo, que aun sigo virgen. Que vida más cruel. En fin. ¡Esperen! ¡Mierda! ¡Aún sigo virgen! ¡Diablos, otra preocupación más para mi adolescencia!
—¡Oh! Jetzt verstehe ich, Cori, mein Freund. Mein Penis scheint ziemlich Wurst. ich bin beschnitten.
—¿Qué demonios dijo?—me preguntó Cori, volteando a verme.
—Dijo “Ahora lo entiendo, Cori, mi amigo. Mi pene parece bastante una salchicha. Estoy circuncidado
—Por un carajo ¿Quieren callarse?—nos regaño Kathy, atosigándose con su comida—. Casi me ahogo por reír. De repente esta salchicha no me pareció tan apetitosa.
—¡Bah! Un pene circuncidado se mira distinto a una salchicha—nos dijo Nixon con desdén.
—Cierto—advirtió Karla, que ahora se integra a nuestra curiosa discusión.
—¿Y a ti como te consta?—le pregunté intentando sonsacarle alguna tontería que nos hiciera reír.
—Pues veras, mi primito es circuncidado y las veces que he tenido que bañarlo me he dado cuenta de la diferencia. El de Cori era distinto.
—¡Oye!—le rezonga Cori—. ¿Quieres dejar eso?
—¿¡Te ha visto desnudo!?—exclamaron Jennel y Khana al unísono, con sus ojos bien abiertos y fijos en el sonrojado rostro de mi amigo.
Cori se sonrojó aun más por la incesante curiosidad que ellas mostraron ante tal eventualidad. Si hubieran sabido que tuve que sobornarle con dos crepas para que Karla pudiese cumplir su cometido de verle desnudo entonces les causaría seguramente mas risa de la que ahora demuestran. Aun le debo esas crepas a Cori…
Al final, él asintió ante la pregunta tan sofocante de Khana y Jennel, pero solo logró alterarlas mas y maldijeron para si mismas por no haber estado presente en esa ocasión con Karla. Tuve que inventarles los motivos por los cuales Cori había aparecido desnudo en mi casa. No podía decirles que había sido porque unos días antes su padre lo había golpeado y había llegado a altas horas de la madrugada a mi casa y que por eso él estaba ahí, ocultándose momentáneamente del mundo y ahogando su latente dolor en compañía mía. Eso creo que ha sido una de las pocas buenas cosas por las cuales me he esforzado realmente en este semestre. Si Cori está feliz, yo estoy feliz.
Cori ha regresado finalmente de su reunión con el equipo de futbol. Tal parece que viene hambriento pues se dirige rápidamente a su bolsón y saca de él su almuerzo, disponiéndose a terminar de comer con nosotros y la poca comida que nos queda.
Se sienta frente a Karla y a mi, en la misma mesa, pero mirando hacia la ventana. Vuelve el silencio. Comienza a comer con lentitud sin decir ni una sola palabra, mirándonos de reojo entra cada bocado. Supongo que se ha de estar preguntando que ha sucedido al final con nosotros. Desde un principio lo vi mas preocupado porque arregláramos el problema con Karla, que por lo sucedido en sí. Cori está siendo demasiado paciente conmigo… muy paciente para mi gusto.
Karla por su parte está mirando hacia el exterior a través de la ventana, aun dándole sorbos a su jugo de manzana. Puedo notar cierto vacío en sus ojos, seguramente ella ha notado la misma situación incomoda en la que nos encontramos ahora que Cori ya está acá. Tratar esto los tres juntos seguramente es más difícil que hacerlo solo los aludidos al problema. Aunque pensándolo bien… tal vez ya no sea problema, solo puntos sin esclarecer.
—Ok, esto nos está jodiendo—espeta finalmente Cori, rompiendo nuestro mutismo—. Sasha, besaste a Karla. Karla, besaste a Sasha. Solo fue un beso por el amor de Dios. Nadie se va a morir por eso ¿Correcto?
—Pero…
—No, nada de peros—le corta tajante Cori las palabras a Karla—. No caben los peros en este caso. Los peros solo se hicieron para suponer que pudo haber sucedido una cosa u otra y que no sucedió. El punto es que aquí si sucedió algo y solo nos estamos jodiendo todos en esta incomodidad por un beso.
—No creo que solo sea…
—¡Nada!—me calla Cori aun con un tono cortante—. Te estás preocupando demasiado. Ambos se están preocupando más de lo que deben. Ahora en día todo el mundo se da besos y no necesariamente hay algo de por medio. A parte, si se gustan ¿Cuál sería el problema?
Estas ultimas palabras hacen eco en mi conciencia y solo me hacen sentir mal. ¿Qué cual sería el problema? ¿Está él hablando en serio? Estoy con él porque lo amo y ahora me sale con que si me llegase a gustar Karla no existe ningún inconveniente y podría hacer lo que yo quisiera. Su pregunta solo me suena a incitación y a desdén que me intentan hacer entender que lo que sucede entre él y yo no es importante. Ok, esto último si me molesta un poco, no lo niego. Me ha costado tanto, demasiado mas bien el llegar al punto de dar por sentado que amo a Cori y ahora esa inquisitiva pregunta me está queriendo desbaratar muchas de mis ideas que aun no están bien sentadas respecto a lo que va a suceder con nosotros en un futuro.
—Tienes que estar bromeando—musito.
—Si, en cuanto a lo último si lo estoy—me dice con tono socarrón.
Es un hijo de… ¡Solo bromeaba! ¡Carajo! Si me vuelve a hacer una broma de esas juro que lo golpeo. Tonto Cori… como lo amo. Ok, olviden esto ultimo y déjeme delirar en mis pensamientos.
—El punto es—continúa él—que solo fue un beso y ya.
—Eso no justifica nuestras acciones, Cori—advierte Karla—. Es que fue culpa de ambos.
—Si, es culpa de ambos y supongo que no es necesario que me des explicaciones al respecto. Nadie debe de dármelas y no entiendo por qué se esmeran tanto en intentar aclararme lo que sucedió si yo ya les dije que no hay problema.
—Tú deberías saber mis razones—le digo con bastante seguridad.
—Tu deberías de saber también las mías—secunda Karla—. Y sabes que las razones son importantes.
Karla lo mira fijamente por unos segundos y se mantienen así en silencio, en una comunicación visual que me hace percatarme que me estoy perdiendo de algo.
—Bien, bien—masculla el finalmente—. Sé que es importante que aclaremos todos nosotros este asunto porque somos amigos, porque nos queremos, porque somos algo que nadie más va a ser. ¿Estoy en lo correcto?—inquiere mirándonos a ambos.
Karla y yo asentimos reafirmando sus palabras así que él continua.
—Perfecto. Entonces, aclaremos esto de una vez.
Cori se pone de pie y en un impulso un tanto acelerado besa a Karla en los labios. ¡Diablos, ha besado a Karla! Parece un beso tan sencillo pero firme y seguro, sus labios entrelazados y él ha cerrado sus ojos para el acto. Ella parece tan sorprendida como yo ante esta acción inesperada.
Él se separa de Karla y la mira por unos segundos. Ella está aun pasmada, por ese gesto tan repentino, y yo… yo no sé ni como diablos estoy.
Cori voltea a verme, con sus ojos tan interrogadores, tan vivaces, que parece que tantean la situación pero sin vacilar se acerca a mi y tomando mis manos mientras las retiene en contra de la mesa para que no pueda detener sus acciones me besa tan descaradamente como lo hizo con Karla.
Abro mis ojos lentamente mientras él aun está con sus labios posados sobre los míos, con la delicadeza que le caracteriza y la ternura de siempre, todo en conjunta armonía. Unos segundos después se separa de mí y vuelve a sentarse, prosiguiendo con su comida.
Miro a Karla con cara de estúpido mientras ella con el mismo gesto me responde con una mirada que me dice una tan sola cosa: “¿Qué demonios fue eso?”
Parece estar tan perdida como yo en cuanto a lo que acaba de suceder. En cuanto a mi débil conciencia, aun está tratando de asimilar el asunto. Esto fue… ¡Tan loco! Volteo a ver a Cori en busca de una respuesta, pero él come despreocupadamente como si nada hubiese sucedido. Puedo notar que Karla lo mira con la misma mirada interrogante en busca de una respuesta que sabemos que está muy lejos de nuestro entendimiento.
Me da vueltas la cabeza.
—¿Qué?—nos inquiere sin mucha importancia al notar que lo observamos—. ¿No les gustó o qué?
—Eres un idiota—le refunfuña Karla.
—¿Lo soy?
—Si, lo eres—le digo secundándole a ella—.
—¿Me van a odiar por esto?
Karla y yo nos dirigimos una mirada de complicidad tratando de formular entre ambos una respuesta que sabemos que estará a favor de Cori.
—No vamos a odiarte por esto—le contesta ella—.
—Pero sigues siendo un idiota—le reafirmo encogiéndome de hombros.
—Idiota o no, me siguen queriendo. Así que vean el lado positivo de ese beso. Así tal vez comprendan que se puede besar a alguien sin hacer mucho alboroto. He besado a otro chico, a Sasha, y verán ambos que no me estoy vomitando por haberlo hecho. Te bese a ti Karla y veras que no por eso me estoy sumiendo en depresión.
—Sasha no cuenta—le rezonga ella—. Ambos sabemos que con él no nos causa inconveniente hacerlo.
—No se si acabas de decir que pueden violarme cada vez que quiere o si es que soy demasiado permisivo con ustedes—musito un poco confundido por su afirmación.
—A lo que me refiero—continua Karla—. Es que si te besa a ti, es como que bese a…no sé. Bueno, tú eres tú. No es como si nosotros no pudiéramos hacerlo.
—Llegué al mismo punto—advierto aun sin haber esclarecido sus palabras.
—El punto es que besarte a ti, es como besar a las nubes—rezonga finalmente molesta por no encontrar una mejor manera de explicarme lo que ha tratado de decirme—. Eres neutro, un neutro que mira las acciones mas allá de lo físico.
—Entiendo… o eso creo.
—Bueno, bueno, no nos desviemos del tema. Aquí el punto era su beso. ¿Se soluciona con esto el inconveniente?
Karla vuelve a verme en busca de una respuesta a lo que ambos sabemos que para conveniencia de todos es mejor aceptar de una buena vez las razones que nos planeta Cori. Asiento a modo de afirmación y ella prosigue a responder.
—Solucionado para mí—responde Karla.
—Y para mi también—le contesto a Cori.
—¡Excelente!—Exclama él, con una enorme sonrisa que denota satisfacción—.
El almuerzo, luego de lo sucedido, transcurre extrañamente normal. Tan normal como siempre ha solido serlo cuando estamos los tres juntos. Con las típicas discusiones estúpidas y graciosas, con los comentarios tan elocuentes y con los planes de salir a algún lugar como es costumbre.
Kathy, Jennel y Nixon aun no regresan. ¿Dónde estarán? Siempre hacen falta sus temas tan curiosos respecto a diversas cosas que no dejan de sorprenderme.
El timbre resuena en el pasillo y las clases de la tarde comienzan como es costumbre con el señor Donovan. Él es nuestro orientador, y últimamente ha estado bastante tiempo con nosotros. Suele solo darnos al menos cuatro clases en el día, mientras que los demás docentes se encargan de las que faltan. Pero ahora pasa casi todo el día con nosotros haciéndonos sugerentes ideas respecto a que hacer una vez salgamos del instituto.
Como es de esperarse, ha venido con otro tema bastante interesante para discutir con sus alumnos. Ahora nos ha comenzado a hablar sobre “La vida después de los amigos”. Me parece bastante curiosa su concepción en cuanto a lo que es una vida que se supone tendremos una vez seamos totalmente independientes. Según el señor Donovan, una vez te independizas todo a tu alrededor cambia. Tu actitud cambia, tu ambiente cambia porque tú cambias, tus amigos cambian, incluso cambias de amigos. Eso es según lo qué el piensa. También dice que es bastante normal que nos olvidemos, una vez estemos en la universidad, de aquello que alguna vez creímos de lo más importante pero que estando en nuestros estudios universitarios llegamos a pasarlo a segundo plano, o incluso a tercero, porque se vuelven nuestras prioridades algo llamado estudios.
Discrepo con él en todo el amplio sentido posible respecto a lo que dice. Una vida después de Cori y Karla, y una vida sin ellos, no es realmente algo que pueda concebir. Intentar hacerlo es solo atormentarme y quererme suicidar en vida. Estoy seguro que tanto ellos como yo estamos pensando que el señor Donovan ha sacado esto de un libro de psicología mal logrado, pues según lo veo yo, solo está siendo objetivo en ciertos aspectos de la vida. Está mirándonos como si fuésemos a concebir nuestra adultez como un monótono empleo, una familia simplona y una escueta vida social constituida por colegas de trabajo. No, mi manera de ver mi vida después de Longmont Sunset va más allá de ello. No la concibo alejado de ninguna de las personas a las que amo, no me la imagino sin hacer las cosas que tanto me gustan, no la pienso como una gris y amarga realidad sin emociones que poder experimentar. No. No es así, me la imagino mas bien llena de todo aquello que me hace sentirme feliz, de aquello a lo que puedo hacer feliz y de aquellos que harán de mi vida y de la suya una sola cosa para poder ser lo que siempre quisimos; algo que perdurará para siempre.
El señor Donovan a veces es estúpido… solo a veces. Otras tantas, puede tener razón, pero solo otras tantas veces.
En cuanto a mi, posiblemente sea un soñador.
Las clases pasan en un abrir y cerrar de ojos, y como es costumbre, han transcurrido sin mucho que destacar, mas que la vomitada que ha dado Liliana, la chica que se sienta junto a Nixon. Ha sido tan descomunal la manera en que vomitó que me provoco tantas arqueadas como al señor Donovan cuando acorrió a auxiliarle. Pobre Liliana, seguramente ha comido algo que le sentó mal en la cafetería.
El timbre de salida me revuelve las ideas como siempre lo hace, dándome el pase de salida del instituto. Todos se van y como era de esperarse, somos los últimos en salir. Pasamos por donde Kiwi entregando las llaves y nos retiramos.
André me ha llamado, informándome que los frenos se han vuelto a averiar, así que como el auto no funciona, tenemos que irnos caminando. Khana y Jennel van adelante, tras ellos Nixon y Kathy, y por ultimo Karla, Cori y yo.
Es extraño que Karla y Nixon no vayan juntos, pero es seguramente que Nixon se ha percatado del ambiente tan cortante que hemos estado pasando con Karla y nos está dando el espacio para solucionar lo que tengamos que solucionar.
Karla y tú están extraños—me dijo ayer en un mensaje de texto—. Deberían hablar de lo que fuese que tuviesen que hablar.
No me sorprende la verdad que se haya dado cuenta del asunto. Él y Karla pasan bastante tiempo juntos que ha de haber notado el cambio de actitud de ella, y pues, si Karla le ha contado lo sucedido—cosa que dudo—entonces tendría mas razones para que aclaráramos la situación.
Sin embargo todo está ya claro… o eso creo.
—Deberíamos de ir a comer cremas este fin de semana—sugiere Cori, que camina entre Karla y yo—. Hace días que no vamos a la ciudad.
—Buena idea—secunda Karla—.
Hace ya un buen tiempo que no salimos los tres juntos a algún lugar. Últimamente todo ha estado dando giros demasiado acelerados, tanto que no nos dan el espacio para un pequeño descanso. Un descanso que realmente necesitamos.
—Cori…—musita Karla.
—¿Qué sucede?
—Una marca… una marca se mira en tu cuello. ¿Quieres que lo arregle?—le pregunta con bastante cuidado.
Un moretón. Si, uno de los tantos que Cori posee a causa de la leucemia asoma por su cuello blanco y grueso. Él asiente, entonces Karla, con el permiso que sabía que no necesitaba, se dispone a arreglarle el cuello de su suéter y lo oculta.
Luego de ello, el silencio nos invade por sorpresa, cayéndonos como una emboscada fría y pesada que se empieza a impregnar de manera irritante. Cori, cabizbajo, camina a paso lento entre nosotros, al mismo paso que vamos Karla y yo, que quien sabe si caminamos así por los pocos deseos que tenemos de llegar a casa o si es por el bastardo recuerdo que nos revive esa cruel concepción de la enfermedad de Cori. No es nada agradable la verdad, tampoco es muy sugerente hablar de ello pues solo nos pone mas mal, pero el no hacerlo solo me hace sentir de lado en el asunto cosa que no me gusta, es por eso que aunque no quiera darme cuenta de ciertas cosas, busco afanosamente respuestas a muchas interrogantes respecto al estado de Cori que sé que me dañan por dentro al saberlas pero que también me hacen fuerte y me dan esperanzas.
—Perdona, Karla—advierte Cori, rompiendo finalmente el silencio—. Perdóname por haberte ocultado esto.
—Está bien Cori, no te preocupes.
—No, no está ni estuvo bien—le contradice él—. Por eso perdóname.
—Entonces perdóname a mí por haberme enfadado contigo por ello.
—Es curioso—musita Cori con una leve sonrisa—. Pedimos perdón por algo pero realmente siempre supimos que no necesitábamos pedirlo. No me puedo enfadar contigo.
—Ni yo contigo—le dice Karla, volteando a verlo—. Ni con Sasha—advierte dirigiéndome una mirada—.
—Somos unos tontos—les comento con una sonrisa—. Pedimos un perdón que no existe porque no había nada que perdonar.
—Si—asiente Karla con una leve risa que se escapa luego de un resoplar—. Somos unos tontos.
Está claro, por como lo veo, que al final las cosas se solucionaron de una y u otra manera, para dar paso a lo que realmente era importante. Nuestra amistad, nuestra complicidad y el afecto que nos tenemos Cori, Karla y yo. Ahora comprendo que dentro de nuestros errores existe algo llamado solución y que en nuestro caso las soluciones siempre están fuera del error y no dentro de este. Sonrío para mis adentros, pues sé que un momento como este se merece la mejor sonrisa de felicidad que pueda dar.
—No puedo ni podré molestarme con ustedes nunca—nos dice Cori, tomándonos de la mano a Karla y a mí, aun sin dejar de caminar a este paso tan lento que se me hace acogedor. Las manos de Cori están tibias—. De cualquier manera…—musita— de cualquier manera…voy a morir.
Viernes 22 de Octubre de 2010
Posiblemente llorar ya no sea suficiente. Aun así, es todo lo que tengo.
Sasha.

Ending:







tercera firma frank

Autor: Luis F. López Silva
Todos los derechos reservados ©
















































































































































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