Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
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domingo, noviembre 04, 2012

Capítulo 30: Lagunas de afecto.

 
horse over lands
La habitación está en total silencio. No hay sonido más que el de nuestras respiraciones, la de Cori y la mía. Son alrededor de las tres de la madrugada y creo que somos los únicos despiertos en toda la casa. Ya hace un rato que Kathy y André nos dejaron solos y se fueron a dormir, mañana tenemos instituto pero como se nos ha hecho costumbre en las últimas noches y madrugadas con Cori, seguimos aquí despiertos.
Ya han pasado cuatro días y no he vuelto a hablar con Karla. No la he visto demasiado en el instituto y no me he atrevido a llamarla. Solo durante las clases la veo y luego de eso, ella se esfuma en el aire, desaparece, su presencia se desvanece, y yo, yo la busco incesantemente y no sé por qué demonios lo hago. En un principio tenía la latente necesidad de pedirle disculpas. Le debo miles de ellas. No sé qué me sucedió aquella noche en el estanque, no sé por qué lo hice, no sé por qué no me detuve. Pero ahora esa necesidad de pedirle disculpas se ha vuelto una obsesión que desconozco que objetivos tiene, solo necesito verla, necesito que me hable, necesito sentirla cerca, necesito mirarla fijamente a los ojos y darme cuenta por mi mismo, comprobar de la manera mas minuciosa y explicita que todo está bien.
Era esta misma sensación que sentía cuando sucedió lo de Cori. Aquella ocación en la que por primera vez él sacó de sus adentros esos sentimientos que llevaba consigo y me los transmitió de una manera tan peculiar. Fue un beso, tan solo uno, pero bastó para hacer de mi conciencia todo un torbellino de emociones que no podía detener. El beso de Cori no fue lo que me alteró, fue el hecho de que fuera Cori quien me lo había dado.
El mismo asunto es con Karla. No me inquieta el que nos hayamos besado, o que la haya tomado de la mano, o que la haya observado tan de cerca, o que… ¡Maldición! Es que simplemente no sé ni que es lo que me tiene así.
En mis adentros me siento como un vil traidor. Un asqueroso amigo que apuñala por la espalda a sus dos mejores amigos. Y digo a los dos porque he traicionado la confianza de Karla y he echado por la borda el amor que siento por Cori, todo gracias a un estúpido beso que no pude haber detenido.
Siento que he sido incluso infiel a mis propios principios.
—¿Sucede algo?—inquiere Cori mirándome con curiosidad. Tal parece que ha notado mi inquietud.
No es para menos. Aun no sé como decírselo. No sé como demonios hare para contarle que la persona a la que más ama ha sido un completo imbécil y que se ha estado besuqueando con la mejor amiga de ambos. Bueno, solo fue un beso, pero ¡Carajo! ¡FUE UN BESO! ¿Cómo tomara Cori esto? Tengo miedo sinceramente de que si se lo digo ahora se moleste conmigo, de que me diga que lo que siente por mi se termina en estos instantes, de que me diga que me odia porque le he traicionado. ¡Estúpida adolescencia y malditos problemas!
—¿Sasha?—vuelve a decirme con ese tono interrogativo—. ¿Será que ya tienes sueño?
Lo miro con cierta culpabilidad. No sé si debería de abrir la boca para responderle, pues ni deseos de hacerlo tengo, porque no sé exactamente si saldrá la respuesta a su pregunta o si saldrá una confesión acelerada de lo que me ha sucedido con Karla.
Respiro hondo y desvió mi mirada por la ventana hacia el exterior. Todo sigue oscuro y frío como es de esperarse de esta época. Si tan solo pudiese retroceder el tiempo e impedir lo sucedido. Algunas veces creo que la vida sería mas sencilla si viniésemos con un botón de rebobinado, en donde fuésemos capaces de retroceder hasta ese punto que deseamos borrar y lo elimináramos de la fas de nuestra vida y recuerdos, pero la verdad de las cosas es que la vida es una línea continua de vivencias hechas a base de sucesos y tiempo, en donde los sucesos dependen de nuestra conducta y el tiempo…bueno, el tiempo es un factor ajeno que sin tropiezos avanza si detenerse a esperar a nadie.
—Cori—murmuro con una voz casi imperceptible. Mi mirada no la he apartado del techo. No me siento capaz de mirar a los ojos a Cori si voy a decirle lo que ha sucedido.
—¿Qué sucede?—inquiere el sentándose a mi lado en el borde de la ventana.
El marco de la ventana es ancho. Lo suficientemente ancho como para poder sentarse en él y poder observar hacia afuera. Puedo sentir los pies de Cori rosar los míos. Toma mis manos, las envuelve entre las suyas y sin despegarme su mirada besa mis dedos con esa misma delicadeza y ternura que solo él posee.
Puedo ver el aliento que se hace vapor al salir de su boca. Puedo ver mi aliento alejándose de mis labios por cada vez que exhalo. Puedo sentir el calor del cuerpo de Cori cerca, pero…
—Creo…creo que te he traicionado de la peor manera.
Cori se queda en silencio por unos segundos sin despegarme su mirada. El viento frío sopla entrando de apoco en la habitación y el sonido silencioso de la noche sigue entre la oscuridad.
—Lo siento Cori, yo… yo no sé que me sucedió, no lo entiendo. No sé por qué lo hice—continuo casi en sollozos—. Esto me está sofocando Cori, por dentro me estoy viniendo abajo. Karla….Karla…
—No te preocupes, Sasha—Murmura él cortando de lleno mis palabras. El tono de su voz es tan sereno y calmado y sus ojos verdes, vivos como siempre, me miran con una dulzura y comprensión indescriptible. Es tan palpable, tan envolvente…—. Todos alguna vez cometemos errores, y no por eso somos malas personas. Karla…Karla ha hablado conmigo hace unos días y me ha comentado lo que ha sucedido.
—Lo siento, en serio lo siento. Puedes decirme lo que quieras, molestarte si lo deseas. No sabía como hacértelo saber. Creo que soy una mala persona.
Lo soy. Creo que realmente lo soy y no debería de retractarme de ello. Mis disculpas no serán las suficientes para dárselas a Cori, jamás lo serán. Siento esa opresión tan dolorosa en mi pecho que me provoca aflicción, me provocan las ganas de llorar y de gritar, aun así, contengo esas emociones y no sé por qué lo hago…pero las lagrimas salen.
Cori por su parte aguarda en silencio, mirándome fijamente con paciencia y sensatez que solo me hace pensar que él no está molesto, aun así posiblemente lo esté. Jamás fui bueno para predecir a Cori, mas sin embargo él es tan libre y natural prediciendo lo que yo siento o hago.
Encojo mis piernas y escondo mi rostro entre ellas. Con mis manos rodeo mis rodillas y me mantengo así, y pienso mantenerme así, todo hasta que mis lágrimas hayan dejado de salir, hasta que Cori se ponga de pie y me diga algo o hasta que…
Con bastante paciencia él ha tomado mis manos y las separa de apoco. Me llama por ni nombre casi en susurros y con una voz bastante calmada y paciente. Sasha…—murmura. Son palabras que se ahogan de apoco en el silencio frío de la noche pero él no se detiene. Sasha…mírame, Sasha.
Con bastante delicadeza toma mi cabeza y la levanta sin forzarme hasta que finalmente ha podido descubrir mi rostro empapado de entre mis rodillas y ha podido entablar esa conexión visual que me dice tanto pero que no me dice nada.
—Todo está bien, Sasha—vuelve a murmurarme.
—No Cori, no lo está.
—Si, si lo está. No es nada grave. Lo que sucedió con Karla es algo que pudo haberme sucedido incluso a mi. No pretendía decirte que ella había hablado conmigo, tampoco pretendía sonsacártelo ni tampoco esperaba que me dijeras lo que había sucedido. Confío en ti y sé que no vas a defraudarme...
—Pero yo…yo he besado a Karla, Cori, y desconozco muchas cosas. He traicionado tu confianza; he traicionado el amor que me tienes.
El enjuga mis lágrimas y acaricia mi mejilla, todo sin dejar de mirarme con esa misma ternura que tan bien me sienta.
—No, Sasha—me dice negando con su cabeza—. Solo has cometido un error y eso es todo. No soy quien para pensar lo contrario.
Cori me coge de las manos y halándome con suavidad me logra dar la media vuelta. Abre sus piernas y entre ese hueco que forma me coloca dándole la espalda, quedando rodeado totalmente por él y sus brazos que me envuelven en un abrazo de lo más cálido. Acomoda su cabeza en mi hombro y ahora nuestros rostros han quedado cerca, justo a la par el uno del otro. Siento su respiración rozar mi cuello y mi oreja, puedo sentir el olor de su piel, el calor que despide su cuerpo…todo en conjunta armonía.
—Te amo… te amo tanto que jamás dudaría de ti ni un segundo Sasha…—me susurra al oído—.Incluso si se llegase el día en el que me dijeras que ya no me amas, incluso si ese día llegara a existir en algún espacio de nuestras vidas, te seguiré amando.
Viéndome envuelto en este momento tan perfecto mis preocupaciones desaparecen momentáneamente. Me recuesto en Cori y puedo sentir como su pecho se sube y baja por cada respiro que toma. Es tan…cálido.
—Pudiste haberte enamorado de alguien más Cori… ¿Por qué de mí?
—Porque en mi mundo…—me murmura casi en un susurro—… en mi mundo el único alguien que existe eres tú.
Son las cuatro de la madrugada ya, pronto amanecerá y la oscuridad desaparecerá de apoco. No quiero que este momento termine, quiero que perdure para siempre, quiero que se quede conmigo para toda mi vida.
Los besos de Cori…siguen sabiendo a Guimauve
***
Ya se harán cerca de las ocho y es hora de que nos vayamos hacia el instituto. Cori ha estado bastante callado desde que despertó, y no lo culpo, tiene todo el derecho de estarlo, he sido yo quien ha metido la pata y tendría él toda la razón de no querer hablar conmigo.
Él me dijo que no me preocupara, que todo estaba bien, que no estaba molesto y que podía olvidarlo. Sin embargo se muy bien que no es así. Cori fue bien franco conmigo al decirme que incluso el había cometido demasiados errores similares en variadas ocasiones, pero el momento en el que los afronto posiblemente estaba exento de obligaciones y compromisos. En esos momentos Cori aun no me había dicho absolutamente nada de sus sentimientos por mi, así que estaba en todo su derecho de equivocarse tantas veces como el quisiera, en cambio yo, ahora que tengo a Cori a mi lado, que acepto de la manera mas tímida pero firme que lo amo, no me puedo permitir este tipo de cosas. Simplemente no puedo.
André nos hace el favor de irnos a dejar en el auto al instituto y camino a este pasaremos recogiendo a Karla. Espero y se encuentre en el lugar de siempre, que nos esté esperando como siempre con la misma sonrisa y ánimos que la caracterizan, pero entre lo que debería de pasar y mis deseos se superpone una enorme pared de incertidumbre puesto que desde al menos cuatro días Karla no se ha estado yendo con nosotros y no sé por qué presiento que ahora tampoco lo hará, y es ahí donde esa maldita pared de incertidumbre se levanta hasta lo alto porque no se si Karla se va sola porque está molesta o porque le está dando tantas vueltas al asunto como yo y necesita su propio espacio para pensar en ello.
Mis deseos, al final, han sido superados por lo que debería pasar. Karla no está en el lugar de siempre.
—No te preocupes—me susurra Cori al oído—. Ya verás que todo se va a solucionar. Seguro que Karla habla contigo esta tarde.
Las palabras de Cori, lejos de cumplir su propósito de alivio, me hacen sentirme peor y no porque tenga miedo de que Karla y yo no podamos aclarar el asunto esta tarde, sino por el hecho de que sea Cori quien se muestre tan comprensivo ante todo.
Él debería estar molesto, debería estar reclamándome y reprochándome cuantas cosas se le viniesen a la cabeza, pero no lo hace, y eso es exactamente lo que hace que me sienta como el peor villano de una película.
—Deberías estar molesto, Cori, y no animándome.
—Contigo solo voy a molestarme cuando hagas algo estúpido que pueda dañarte a ti mismo.
—Lo que hice fue estúpido—reitero mirándolo a los ojos.
—Posiblemente, pero daño alguno no te has causado.
—¿Es que acaso no puedes verlo?—le exclamo con preocupación—. Los únicos que pueden recibir daño de esto son Karla o tú. Me importas Cori y lo último que quiero es dañarte.
—Date cuenta que a mi me importa poco salir dañado o no, me importa más que tu estés bien.
Cori. Como siempre es Cori quien se termina preocupando por mi así sea le cueste a él su propia estima. André por su parte ha ido bastante callado, seguramente se ha dado cuenta de algo pero no ha hecho mención de ello. Aun no le he comentado nada acerca de lo que me está sucediendo con Cori, tampoco le he dicho respecto de la leucemia de él ni mucho menos lo que pasó con Karla. Me pregunto si su silencio viene a que sabe respecto a alguna de estas cosas y prefiere guardárselas o si es debido a que ha sucedido algo en Nueva York. Ya falta poco tiempo para que André tenga que regresar, las clases de la universidad a la que asiste pronto comenzarán. Aparte de ello, posiblemente le haga mucha falta ver a Lucas.
Llegamos al instituto, justo diez minutos antes de que las clases comiencen. Cori sale primero del auto, pues ambos veníamos en los asientos de atrás. Rápidamente es rodeado por los chicos del equipo de futbol que seguramente tendrán algo por hacer.
—Te alcanzo luego, ¿Vale?—me dice asomando su cabeza por la puerta del auto. Tal parece que tienen algo pendiente.
—Bien—le contesto con una voz sin muchos ánimos.
Cori me mira fijamente por unos segundos, serio y retorciendo sus labios. Levanta su mano y con su dedo índice me da un leve golpe en la frente. ¿Qué significa esto?
—Deja de darle muchas vueltas al asunto. Ya te dije que no pasa nada. Vete ya al salón que se hace tarde—me dice con bastante seguridad.
Dicho esto Cori vuelve a sonreírme, se despide de André y se va. Aun no sé como es que hace para darse cuenta tan sencillamente de mi estado de ánimo, pero supongo que esa es una habilidad nata en él.
Cori tal vez tenga razón y deba de dejar de pensar demasiado en esto. Posiblemente solo esté exagerando el asunto, y seguro que como Cori dice, esta tarde todo se solucionará. Además, Cori me ha dicho que ha hablado con Karla, aunque aun no me dice que fue exactamente lo que le dijo, pero que las cosas no están tan mal como parecen. Si me lo dice Cori entonces tiene que ser cierto, además...Cori siempre tiene la razón sobre mi vida y es posiblemente eso una de las tantas cosas por las cuales es tan especial.
Cojo mi mochila y me dispongo a bajarme, pero justo cuando me despido de André y me doy la media vuelta el me coge del brazo y me detiene.
Su mirada tan inquisitiva y llena de preocupaciones me dan seriamente en qué pensar. Pocas veces André suele mostrar sus emociones o decir lo que piensa, pero cuando lo hace entonces tiene buenas razones para hacerlo.
—Cuida lo que tienes Sasha—me dice con tono bastante serio—. Cori es alguien muy especial y si no te mides en lo que haces vas a terminar perdiendo aquello que mas amas. Y con esto no solo me refiero a Cori, sino también a Karla.
Dicho esto André me suelta y sin decirme más se va. ¿Qué ha sido todo esto? ¿Será acaso que André ya sabe lo que me sucede con Cori? Pero también mencionó a Karla, lo que significaría que ya se dio cuenta de lo del beso. Posiblemente Karla se lo comentó, o seguramente soy yo y mi estúpida conducta lo que me delata.
Me voy al salón y como es costumbre me siento en el pupitre del medio. Las cosas de Karla ya están aquí, mas no las de Cori que hace unos momentos se ha ido con su equipo de futbol. Nixon y Jennel aún no llegan, pero Khana ya está aquí. Kathy por su parte hace ratos que está acá, se ha venido caminando antes. “Tengo cosas pendientes”—dijo por la mañana.
—Buenos días chico azul—me saluda Khana.
—Buenos días—le contesto sin muchos ánimos—
—Vamos, ¿Qué está pasando? Tus ánimos no se ven tan...animados el día de hoy.
—Lo siento, creo que ha sido porque no he desayunado—le digo tratando de excusar mi comportamiento que está lejos de ser causado solo por no comer cereal por la mañana—. Espera, ¿Me has dicho chico azul?
—En serio, algo tiene que estar sucediendo. Mira hasta cuando vienes a reaccionar—me reclama Khana con una mueca de preocupación.
—Ya, vamos, que no es nada. A lo mejor es a causa del calentamiento global o que se yo.
—Que calentamiento global ni qué dióxido de carbono. Algo malo te tiene que estar sucediendo.
Me es imposible ocultar mi estado anímico con Khana. Ella conoce tan bien mis episodios de emociones arrebatadas que ya se le ha hecho costumbre seguramente venir a darme terapia de psicólogo hasta donde me siento. Esto solo me recuerda al señor con barba de Santa Claus de Nueva York, ese que me daba terapia psicológica cuando Karla se mudó. Al final, su terapia solo tuvo un resultado bueno en mí, y fue hacer la sugerente idea a mis padres de mudarnos acá. Tuve que convencerlos, rogar, implorar e incluso pensé en intoxicarme con anfetaminas a modo de protesta porque nos mudáramos para Longmont, donde Karla vivía, a mudarnos a España donde ellos querían. Hubiese sido un poco frustrante no conseguirlo, pues gaste mas saliva de la que produzco tratando de hacerles entrar en razón del por qué movernos de estado era lo mas adecuado. Aunque me hubiese también gustado tener ese acento tan marcado de la letra "S", "Z" y "G" que tienen los españoles. Me parece bastante lindo la verdad. Pero de cualquier manera, el acento no me iba a acercar más a Karla.
—He perdido mi móvil—le digo. He tenido que mentirle, pues deseos muchos de hablar del asunto no los tengo—. Y pues tenía muchas fotos y videos ahí.
—Pero mira tú por lo que te deprimes. En serio hombre, que ya verás que lo encuentras.
Khana me da unas palmadas en los hombros y se retira con su caminado tan tentador para todo chico. Ese mismo caminado que poseen las mujeres y que curiosamente nosotros lo vemos tan atrayente. ¡Mierda! ¿Por qué estoy pensando en el caminado de las mujeres si debería de estar pensando como solucionarle asunto?
El timbre de entrada resuena en los pasillos y todos acuden a sus respectivas clases. El salón se ve atestado de alumnos en un santiamén y cuando menos lo espero Karla aparece por la puerta acompañada por Cori que seguramente se la ha encontrado en el pasillo. Nixon y Jennel también han llegado y tras ellos asoma el señor Donovan con un folder color amarillo y se dispone a callarnos a todos. Una vez lo logra se sienta frente a su escritorio y nos mira fijamente por unos momentos.
—Buenos días—murmura Karla sentándose delante de mi.
¡Me ha saludado! Desde hacía cuatro días que no hablaba con ella y finalmente me ha saludado.
—Bu...buenos días—le contesto titubeante.
No puedo salir de mi asombro. Karla...yo...tal parece que todo volverá a la normalidad. Espero y así suceda, sin embargo, aun necesito hablar con ella respecto a lo sucedido. Debo hacerlo.
—Lo vez—me susurra Cori a mis espaldas—. Te dije que todo se solucionaría.
—Summer, ¿Quieres guardar silencio?—le reta el señor Donovan desde su escritorio.
—Lo siento señor.
El señor Donovan vuelve a echar otro vistazo a su alrededor y se detiene justamente en mi. Sonríe. Una sonrisa de aquellas en las que demuestras que satisfactoriamente has encontrado algo y por ello tus planes se llevaran perfectamente acabo.
—Muchachos—dice con tono solemne, poniéndose de pie y cogiendo consigo el folder amarillo—como ya sabrán, estamos a solo dos meses de terminar el semestre. Espero y ya vayan pensando en qué planean hacer una vez salgan de Longmont Sunset. Recuerden que no está demás pensar en una carrera universitaria, es más, eso sería lo más apropiado para jóvenes como ustedes.
Ya lo veía venir. Esto de la universidad se ha estado volviendo un tema bastante cliché últimamente. Todos los de mi salón hablan de ello, mientras que yo, yo ni tan siquiera sé qué hacer con mi vida. Hay tantas cosas que me gustaría hacer y tan poco el tiempo que tengo para decidirme por una. Esto, aunado a mis demás preocupaciones, solo terminan de agregarme más carga a mi conciencia tan débil.
—También quería comentarles otras cosas respecto al curso—continúa él abriendo su folder—. La otra semana comienzan a tomar las fotografías para el anuario. Ya saben que necesitarán venir lo mas presentables para el anuario escolar, y pues, pueden venir como quieran para el anuario del salón.
El anuario escolar es una cosa muy a parte del anuario del salón. En el caso del anuario del salón, solo es nuestro salón el que queda plasmado en un libro de cubierta dura. Lo hemos estado haciendo desde que ingrese a Longmont Sunset, a sugerencia de varios compañeros. Dicen que así podremos tener un recuerdo de cada año de todos y de como hemos ido cambiando a lo largo del tiempo. Suerte de mí que llegué justo en el momento en el que lo han sugerido o quien sabe cuantos anuarios de salón me hubiese perdido.
—Propongo a Karla como encargada de las fotografías para el anuario del salón—sugiere Khana.
Me parece una muy buena sugerencia. Las fotografías de Karla son bastante buenas.
—¡Excelente idea!—exclama el señor Donovan—. ¿Qué dices tú Karla?
—Si todos están de acuerdo, me parece bien.
—¿Alguien se opone?—inquiere el señor Donovan mirándonos a todos. Una vez que comprueba que nadie dice ni pío entonces procede—. Bien, entonces, Karla queda a cargo de las fotografías. Quienes vayan a ayudarle con la maquetación y la edición por favor necesito que luego pasen por mi oficina para darles lo que necesitarán. También quería decirles algo respecto a sus proyectos para fin de curso. Los que han hecho su huerto casero lo iré a revisar el próximo mes. Espero y sus plantas no mueran de frío antes de tiempo. Recuerden meterlas dentro de su casa cuando haga mucho frío. Ha sido por eso que les recomendé sembrarlas en macetas. En cuanto a ti, Sasha, espero ver tu proyecto pronto—me advierte con un tono bastante acusador—. El de ustedes también, Summer y Karla.
—El mio está caso terminado—balbucea Cori—.
—Pensé que harías un huerto—le digo con mucho asombro.
—Pensaste, pero lo cambie por otro más interesante.
—¿A si? ¿Cuál?
—Será una sorpresa, ya verás.
Me pregunto qué habrá escogido al final Cori…o Karla, que por como lo ha dicho el señor Donovan pareciera que ambos han escogido otro proyecto. Kathy, Nixon y Jennel al haber sido transferidos sin mucho tiempo de unirse a algún proyecto han corrido con la suerte de presentar tan solo un reporte escrito referente a un tema de su agrado. Serán cincuenta páginas bien trabajadas.
En cuanto a mi, acabo de recordar que debo de transcribir mi diario a otro lugar. No puedo presentarle todo lo que he escrito ahí sin qué ni para qué al señor Donovan. Sería casi suicidio. ¿Cómo se supone que voy a entregarle las páginas en las que están escritas mis vivencias mas profundas con Cori o Karla a mi profesor? ¿Cómo tomaría él las palabras plasmadas en el diario que hacen referencia al amor que le tengo a Cori? ¿Cómo me vería él o vería a Cori luego de que leyera eso? Me he tomado tan a pecho escribir en esas amarillentas páginas mi vida de tal manera que me dolería aun mas volver a leer aquello que desde un principio había pretendido olvidar que simplemente detenerme y dejar de escribir. Se me ha hecho tanta costumbre el hacerlo a diario, tan de mí y de todo lo que me rodea… ya no puedo detenerme, no ahora que es cuando mas necesito desahogarme.
Las clases transcurren normales y sin nada bueno que resaltar hasta llegada la hora del almuerzo en el que me veo en la extraña situación de almorzar solo. Cori ha tenido que salir de nuevo hacia el club de futbol del cual es capitán, Kathy tiene que encargarse con Khana de algunas cosas con las que ayudaran a Karla, y Nixon y Jennel tienen que presentarse en la oficina del director por cuestiones de sus notas. Tal parece que su graduación procederá acá pero para poder hacerlo deben de llenar unos papeles que les darán la equivalencia cuando regresen a Alemania.
La única que ha quedado aquí es…Karla. No sé si querrá quedarse conmigo, no me atrevo tampoco a preguntárselo. Tengo miedo de que me rechace y simplemente se vaya molesta así que prefiero almorzar aquí en el salón, en solitario. Esto me recuerda a cuando era niño e iba a primaria. Cuando Karla se mudó todo cambió. Desde que se fue todo se tornó tan monótono, siempre era lo mismo, almorzaba solo, estaba solo, hacia las cosas solo y pensaba prácticamente solo. Ese año fue de lo peor y siempre se me vienen a la cabeza esos momentos en los que por no tener a nadie con quien contar perdí demasiadas oportunidades de hacer frente a una diversidad de retos que no me atreví a tomar por estar tan indefenso. Ya he dicho que mi niñez fue bastante desigual. En ella hay un hueco enorme que no ha sido ni será llenado por mis padres así se desvivan en intentarlo ahora. Ese vacío tan frío que solo era camuflado por el amor que me tenía mi abuela, ese vacío que solo era tenuemente cubierto por la compañía de Tránsito que en esos días, luego de que mi abuela muriese, me cuidaba. Luego aparece Karla y otro espacio más se abre y comienza a ser llenado por ella hasta el tope. Luego se va y ese espacio comienza a ser vaciado pero vuelvo a juntarme con ella y ahora noto que ese espacio se ha hecho incluso más grande y está totalmente lleno. Conocí luego a Cori y se abre entonces otro espacio junto al de Karla y crece y se comienza a llenar de la misma manera, y entonces me doy cuenta de que mi vida es una enorme cantidad de lagunas que son llenadas de amor y afecto por personas a las que amo con todo mi ser. En esos espacios hay innumerables seres humanos que hacen de mi vida algo que, por lo menos ahora, puedo llamar un recuerdo de lo más completo. Kathy, André, Tránsito…Nixon, Jennel, Khana, Darien, Carol… todos ellos y muchas personas más. Pero también me doy cuenta que hasta no hace mucho esas lagunas han adquirido la capacidad de quedarse llenas así sea falten o no las personas que en un principio las crearon. Posiblemente todo radique en que he aprendido a valorar y a retener conmigo aquello que me hace bien, aquello que me hace feliz y no lo dejo escapar.
Sin embargo ese espacio de mis padres…aun sigue medio vacío.
—¿Almorzamos juntos?—musita alguien.
Levanto mi mirada y para mi sorpresa me encuentro con unos ojos negro azabache y una sonrisa bien dibujada sobre un rostro de lo más familiar. Karla.
—Claro—le digo con una voz casi pasmada—. Si tú quieres, claro.
Karla toma su mesa de trabajo y la pone delante de la mía y en un instante ambos estamos de frente junto a la ventana. Esto es realmente extraño. No es que me sienta incomodo, pero tampoco me siento del todo seguro de esto.
Saco mi almuerzo y ella el suyo, y en un silencio casi etéreo nos disponemos a comer. Somos los únicos en el salón, los demás han optado por ir a la cafetería o seguramente a comer al patio, mientras que nosotros estamos aquí tratando de hacer algo que ni uno ni otro sabe exactamente de que se trata. Algo está intentando Karla, algo debería de pensar yo para poder hablar de una vez respecto a lo sucedido en el estanque, pero nadie dice nada. Debería realmente intentarlo, pero, ¿Qué voy a decirle exactamente? Han sido tantas las veces que ensaye desde aquella noche una disculpa que ahora he olvidado y sin rastros de ella me veo imposibilitado a dar ese paso que tanto necesito avanzar. Pero sin darme tiempo a mi mismo para pensar algo que suene bastante cuerdo, me tiro al abismo de las palabras oportunas esperando a ver que sucede.
—Lo siento, Karla…—musito sin pensar realmente a donde llegaré con esto.
Ella aguarda en silencio y continúa comiendo. No sé si debería de esperar una respuesta por parte de ella o si debería de seguir hablando, pero creo que en estos momentos lo segundo es lo más indicado.
—En serio, lo siento, no sé que me sucedió esa noche. Perdón. Creo que solo me dejé llevar por el momento. No debí hacerlo y…
—¿Te arrepientes?—inquiere ella en seco.
¿Qué si me arrepiento? Por supuesto que… no lo sé. La interrogante es tan sencilla pero no me había detenido a pensarlo. Todo este tiempo había sentido remordimientos de ese beso porque sentía que traicionaba la confianza de Karla, y por supuesto, la de Cori. Pero ¿Arrepentirme? ¿Debería de hacerlo?
—No lo sé—le respondo sin inmutar mucho mi estado de ánimos tan deprimido—. ¿Tú…te arrepientes?
Ella me mira por unos momentos, deteniéndose momentáneamente de comer en ese silencio tan familiar que extrañamente no es pesado. El viento sopla… siempre sopla.
—Yo tampoco lo sé, pero supongo que es mejor…que no lo sepa.
Continuará.







tercera firma frank

Autor: Luis F. López Silva
Todos los derechos reservados ©

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