Escrito por Aelfwine
Dante Rossetti, poeta notable, pintor extraordinario y galán de neto corte prerrafaelita, se enamoró de su modelo predilecta: Elizabeth Siddal -Lizzie, para los amigos-, también poetiza, enloquecedoramente bella y carismática, . A ella le dedicó sus mejores lienzos, las visiones más arrebatadoras de un pasado glorioso, romántico, asequibles únicamente mediante el tipo de mujer que era Siddal, diametralmente opuesta a las damas que estimulaban a los pintores de la época.
Dante Rossetti se enamoró, se casó, y pronto descubrió que Elizabeth Siddal, esa joven alta, estilizada, de labios carnosos, sensuales y cabellos rojos como brasas del Tártaro, era una mujer enferma.
La relación continuó. Dante Rossetti estaba profundamente enamorado de Elizabeth Siddal, aunque esto no evitó algunos romances fulminantes con otras modelos. El más extravagante de aquellos amoríos fue el que vivió con una modelo muy poco agraciada: Fanny Conforth, a quien el poeta llamaba cariñosamente "Mi querido elefante" (My dear elephant). Fanny era una mujer robusta, redondeada, opuesta en todo a la delicada Siddal, salvo en el cabello rojo. En este detalle Dante Rossetti era intransigente.
Durante muchos años la historia que a continuación nos disponemos a narrar permaneció en el más absoluto misterio. Las biografías de Dante Rossetti apenas mencionan algún matiz circunstancial de la tragedia, callando lo que la prudencia, al menos la de aquella época, obliga a disimular.
Cierta noche, el poeta Algernon Swinburne fue a cenar a la casa de Dante Rossetti. Elizabeth Siddal se mostró particularmente feliz, como si aquel encuentro estuviese cargado de un significado secreto. Después del festín, Rossetti se dispuso a partir a un colegio comunitario (fundado por John Ruskin) en donde daba clases a obreros y empleados de las clases marginales. Swinburne, siempre caballeroso, se ofreció a acompañarlo. Cuando salieron a la calle, y Rossetti estuvo a salvo del oído atento de su esposa, confesó que no iría a clase esa noche, sino que se encontraría con su "elefante".
Nada ha quedado de ese encuentro clandestino, por lo que podemos suponer que se desarrolló con total normalidad.
Cerca del amanecer, Dante Rossetti regresó al hogar, vencido por las exigencias físicas de su encuentro ilegítimo. Era el 11 de febrero de 1862, y el día estaba saturado de promesas venturosas. El poeta entró al dormitorio procurando no hacer ruido. Lizzie estaba enferma, y los médicos le habían recomendado la más estricta calma. Luego, imaginamos, la besó en la frente, y la sintió fría.
Elizabeth Siddal se quitó la vida esa madrugada ingiriendo una dosis letal de cloral, el mismo que los médicos le habían recomendado para su insomnio. Las biografías callan lo que es evidente: Siddal conocía las aventuras extramatrimoniales de su esposo, y en consecuencia decidió suicidarse.
Dante Rossetti quedó devastado. Su caracter supersticioso pronto recordó la reciente luna de miel, en la que pintó a Lizzie en un cuadro llamado How they met themselves (Como se encontraron consigo mismos, arriba a la izquierda), una obra oscura que retrata el encuentro sobrenatural de la pareja con sus dobles, sus doppelgänger, encuentro que, en la leyenda, acarrea una muerte inminente.
Tanto los médicos como los amigos sabían de la medicación de Elizabeth Siddal, y razonaron que la muerte se debió a un exceso involuntario de la droga. Rossetti aceptó esta explicación, pero en su interior se sabía culpable.
Al día siguiente se organizó un funeral íntimo, sólo los amigos cercanos de la pareja asistieron. Dante Rossetti, loco de culpa, aprovechó un momento de descuido para deslizar algo en el ataúd de Lizzie. Tomó las manos gélidas de su amada y las colocó alrededor de un cuaderno manuscrito, una especie de sacrificio, de expiación, para aplacar a los demonios que se agitaban en su corazón. Se veía a sí mismo como el asesino de su esposa, de manera que decidió sacrificarle lo más preciado que tiene un poeta: su obra.
Tras el funeral -digno de las fantasías de Edgar Allan Poe- Dante Rossetti rompió su relación con "el elefante", y se recluyó en las afueras de Londres. De naturaleza sociable, habitué de pubs y reuniones de toda índole, el poeta se aisló por completo. Pintaba obsesivamente, y no recibía a nadie salvo a sus amigos íntimos. Allí vivió catorce años, solo, atormentado, acosado por espectros de cabellos rojos y miradas fulminantes.
Cuatro años después del funeral, un amigo -que la historia conservó en el anonimato- se acercó a Dante Rossetti y le confesó haber visto el extraño sacrificio sobre el ataúd de Lizzie. En una reunión excepcional, Dante Rossetti fue emborrachado por un grupo cerrado de admiradores y presionado para rescatar aquel manuscrito. Golpeado por los vapores narcóticos que gravitaban sobre su mente, el poeta cedió. Los amigos -a quienes agradecemos profundamente- iniciaron los trámites de exhumación, ritual que fue aprobado con todas las garantías de la ley.
Dante Rossetti no asistió a la exhumación del cadáver de Elizabeth Siddal. Se dice que pasó la noche en una taberna bebiendo hasta quedar inconsciente. Dos amigos del poeta, más un oficial de policía y un empleado del cementerio, desenterraron el ataúd de Lizzie. Su cuerpo, como es natural, había perdido todo registro de su belleza, pero el manuscrito, curiosamente, estaba intacto, como si las garras de la muerte y la humedad del sepulcro no se hubiesen atrevido a tocarlo.
Dante Rossetti no volvió a ver el manuscrito ni a leer sus poemas. Sus amigos se encargaron de publicarlo, y muy pronto se convirtió en una obra de culto, quizás la colección de poemas más impresionante de la literatura universal.
Se lo llamó, con toda justicia, La Casa de la Vida (The House of Life).
Fuente: El espejo gótico
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