Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
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domingo, septiembre 30, 2012

Capítulo 26: Amor Transgénico


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Miro a Karla, buscando apoyo en mi sorpresa por tal revelación pero ella está igual que yo, en la misma situación de asombro e incredulidad. Miro a los demás chicos y ellos siguen mirando a Andrea que simplemente se limita a mirar a su madre con la misma interrogante que tengo yo en estos momentos ¿Qué demonios está sucediendo aquí?. Vuelvo mi mirada nuevamente a Cori y el me la sostiene por unos segundos, luego baja su cabeza.
No lo comprendo. Es en momentos como estos cuando no comprendo la manera de pensar de Cori. No sé por qué diablos no me lo había dicho, por qué diablos no nos lo dijo a Karla y a mi respecto a Andrea y a Casey. ¿¡Como demonios pudo ocultarme que tenía una hija!? He convivido con él cinco años que lejos de ser un corto lapso de tiempo ha sido lo suficiente para saber todo de él y que él supiera todo de mí. Es que simplemente no puedo procesar esto.
—Chicos…
—Vámonos—advierte Karla con tono seco, interrumpiendo a Cori.
—Por favor, esperen—musita Casey.
Doy la media vuelta y decido avanzar en silencio. Esto me ha dado seriamente en qué pensar. Pongo mis manos tras mi nuca y camino, delante de todos y sin decir absolutamente nada. Varios metros más adelante me detengo para mirar atrás y ver si los demás me siguen, pero están aun parados sin hacer nada. Puedo notar que Cori habla, puedo ver que los demás escuchan atentos, pero desde donde estoy ahora no alcanzo a oír que es lo que él dice. La verdad es que no sé si quiero escuchar lo que tiene para decir al respecto. Me siento extraño. Creo que estoy…molesto. ¿Cómo pudo ocultármelo? Por el amor de Dios, es de una hija qué estamos hablando. Un ser humano que camina, habla, come y respira, que siente y que cuando crezca se va a dar cuenta de que su padre la engendró antes de los dieciocho, y que también se enamoró de su mejor amigo, ¡Que es un maldito chico llamado Sasha!
¡Maldición! Le doy una patada a la piedra justo a mi lado, lleno de rabia y con los incesantes deseos de matar a alguien, pero solo logro golpearme los dedos de mis pies. Duelen. Debería golpear a Cori, por idiota.
Los chicos comienzan a caminar. Puedo ver a Karla que junto con André y Kathy vienen delante hablando quien sabe qué. Cori por su parte, viene atrás de ellos, con Casey y Andrea. Cori sonríe. Levanta su mirada y luego me regala una sonrisa. ¿Qué debo hacer? En mi ensimismado enojo decido dar la media vuelta, sin gesticular ninguna mueca y mejor lo ignoro. ¡Demonios! ¡Es que estoy tan molesto que si se me acerca con una sonrisa voy a molerlo a golpes!
Mi móvil suena. Es un mensaje de texto de Jennel, avisándome que Khana se ha adelantado y que nos esperará junto con ellos en su casa. Jennel y Nixon están alquilando una pequeña casa justo detrás del instituto. Es una hermosa casa la verdad, a pesar de que es pequeña tiene lo suyo, un lindo patio y un pórtico precioso. A parte de ello hay un árbol de cerezo justo en la entrada. Cuando florece es todo un espectáculo rosa, que contrasta con el blanco de la casa. Siempre le he comentado a Karla que ese sería un lugar genial para vivir si no fuese porque unas cuantas calles mas abajo está un cementerio, el mismo cementerio donde Emily descansa.
El sol ya se ha ocultado y las estrellas ya están titilando sobre el basto cielo negro. La calle está iluminada por lámparas en forma de farol, aun así el bosque a los lados no deja de ser un poco lúgubre de noche. En cambio la luna, la luna está hermosa, brillante en su blanca luz iluminando tenuemente las copas de los árboles, dándoles un ligero color grisáceo, característico de la plateada luz de la luna.
—¡Sasha!—grita alguien a mis espaldas.
Kathy viene corriendo hacia mí y unos cuantos pasos antes de llegar se detiene a tomar un respiro. Es un buen tramo desde donde vienen los demás caminando hasta donde estoy yo.
—Pensé que nunca te detendrías—me dice ella jadeando.
Kathy se recuesta en el poste de un farol a un lado de la calle y da un enorme suspiro. Se compone el cabello y vuelve a suspirar.
—Lo siento, no era mi intención.
—No te preocupes—me dice volviendo a caminar. Me toma del brazo y me hala para que vaya junto a ella.
Caminamos en el silencio de la noche sin decir absolutamente nada. Supongo que Kathy simplemente quería venirse adelante conmigo, seguramente le incomodaba ir en el ambiente que supongo está tenso allá atrás. No sé realmente como lo habrá tomado Karla, pero conociéndola, tendrá mucho que reclamarle a Cori.
—¿Qué está sucediendo?—me pregunta ella, mirándome a los ojos mientras caminamos.
—¿A qué te refieres?
—Vamos, no creas que no me doy cuenta—advierte Kathy sin despegarme la mirada—No te agradó mucho lo que dijo Cori.
—La verdad que no me importa—le mascullo fingiendo desinterés.
—Si no te importara no estarías molesto.
Bien. Punto a favor de Kathy. Tiene razón. No puedo decir que no me importa porque hay algo dentro de mí que me impide pasar esto por alto. Es que Cori va a necesitar una explicación de las más serias y convincentes para hacer que le perdone por esto.
—Ok. Si, si me incomoda. ¿Contenta?
—No, aún no—me dice soltándome del brazo.
Se adelanta y camina dándole la espalda al frente y mirándome a mí.
—Dime ¿Qué tiene de malo que Cori te haya ocultado lo de Andrea?
—Es más que obvio Kathy. Somos amigos. Hermanos prácticamente y aun así me oculto esto. Me siento…me siento… ¡Ni siquiera se como me siento!
—¿Traicionado?
—¡Bien!—le exclamo—Deja de poner el dedo en la llaga. ¿Quieres?
Ella se detiene de un solo golpe, se cruza de brazos y levanta una ceja, mirándome inquisitivamente. Trato de pasar justo al lado de ella pero extiende su brazo y me detiene. Esta vez me toma de la mano y comienza a caminar nuevamente a mi lado.
—No hay llaga que lastimar, Sasha.
—¿A que te refieres?
—Como Cori dijo, hay algunas cosas que debió explicar hace mucho tiempo.
—Sabes Kathy, en estos momentos no tengo muchos deseos de escuchar sus explicaciones.
—¿Lo ves? Si estás molesto.
—¡Pero con él!—le reclamo—¡Es que no creo que debería de estar de otra forma más que molesto!
—Igual, es enojo.
¡Carajo! Kathy ha dado en el clavo nuevamente. Dos puntos para ella y cero para Sasha. Al menos me ayudó a aclarar que era lo que exactamente sentía. Aun así…
—Es increíble—le murmuro con una sonrisa irónica—apenas llevamos unas cuantas semanas juntos y me conoces bastante bien.
—Es porque me lo permites. Siendo como eres es bastante sencillo, pero a la vez complejo.
—¿A sí?
—Si. Aun hay varias cosas que no puedo saber de ti tan sencillamente. Es por eso que admiro a esos dos—dice Khana refiriéndose a Cori y a Karla—Saben cosas que nadie mas nota en cuanto a ti se refiere.
Sonrío. Karla y Cori. Ellos y solo ellos serán capaces de ver en mi lo que nadie más podrá ya sea así intente ocultarlo o evadirlos, y me alegra la verdad que sea así, porque se entonces que todo respecto a mi está en buenas manos.
—Tú sonrisa dice demasiado del aprecio que le tienes a ellos—advierte ella.
—Mi sonrisa no dice lo suficiente de cuanto los quiero, Kathy. Para demostrarlo me llevaría toda una vida.
—Lo sé. Pero eso no los deja exentos que puedas molestarte con ellos. Como por ejemplo con Cori.
—Cori es un caso muy especial—le digo resoplando—él…es distinto.
—Bien, no soy estúpida—rezonga—Lo amas.
—¿¡Qué!?
—Amas a Cori.
Y tres puntos para Kathy. ¡Mierda! ¡Lo sabe! ¿¡Como maldición lo ha podido saber!? No se lo he dicho a nadie, ni a Karla ni a André, ni a Tránsito ni a mis padres. Solo lo sabemos Cori y yo.
—No…no sé de qué estas hablando.
—Si, claro, y yo soy floculito—me refunfuña con ironía.
—¿Quien es floculito?
—Mi robot de papel. Es solo un nombre temporal, aun no lo bautizo como debe de ser. Ahora no me cambies el tema.
—Kathy, yo…
—A ver. ¿Estás saliendo con Cori, cierto?
Desvió mi mirada hacia el otro costado intentando esquivar los ojos curiosos de ella. Sé que si logra sostenerme la mirada, aunque sea por unos segundos, entonces se dará cuenta de que trato de mentirle al respecto. No sé que decirle. Kathy lo ha descubierto tan fácilmente y sin hacer tanto revuelo. No puedo creer que se me pueda notar así de sencillo lo que siento por Cori. ¿Es acaso tan obvio?
—Creo que… ¿Es una linda noche?
—No me evadas. Vamos Sasha ¿Por qué lo ocultas?
Bien, supongo que ahora ya no puedo decirle otra cosa y negarme. Sería caso perdido, de todas maneras ya lo sabe, o eso creo.
Me armo de valor y la miro a los ojos pudiendo notar su seguridad respecto al asunto. Me sonrojo. Siento un hormigueo en el rostro y mis orejas están tibias.
—¿Cómo has logrado saberlo?—Le pregunto finalmente, resignándome a lo que ella ya conoce.
—¡Lo sabía!—exclama Kathy exaltada—Sabía que algo pasaba entre ambos. Es bastante obvio cuando me has hablado de Cori algunas veces, y mas obvio aun cuando Cori me cuenta cosas de ti.
—¿A sí?
—Claro que si—me dice ella, asintiendo a la vez con su cabeza.
—Esto no lo sabe nadie Kathy. Por favor, no se lo comentes a ninguna persona. Hay muchas cosas que serían difíciles de explicar respecto a lo que siento por Cori.
—¿Cómo tu gusto inminente por las chicas?
—¿¡Cómo carajo lo sabes!?
—Como carajos no notarlo—me reclama—. Sasha, tesoro, eres un chico, y te comportas como uno. ¿Qué más te puedo decir? Es por eso que concluí lo que sucedía acá.
—Aún no estoy del todo seguro, Kathy, no creo que sea posible que tú…
—Te enamoraste de Cori no por ser un chico, Sasha, sino porque era Cori. Punto—dictamina con una seca e imponente seguridad—. ¿Era eso lo que creías que no comprendía?
Ok, esperen un segundo, esto es raro. ¡Kathy lo ha comprendido! ¡Dios! ¡Hay alguien capaz de comprenderlo como realmente es sin necesidad de darle explicaciones!
—Te conozco ¿Sabes?—musita, recostando su cabeza en mi brazo. Aun continuamos caminando—. Y con lo poco que sé de ti es fácil que pueda determinar eso. Tu manera de ver las cosas es, en cierta manera, mas limpia que la de cualquiera. Tú miras tristeza en alguien que fingidamente ríe para ocultarlo, porque te das la posibilidad de tratar de ayudar a esa persona, y es eso lo que te permite verle tal y como realmente es. Lo mismo sucede con tu concepción del amor, que a mi criterio, es la más perfecta que puede existir. Amor será amor sin importar lo físico ni lo material, ni los prejuicios ni mucho menos los juicios que le sucedan.
—Eres…impresionante—le digo anonadado por sus palabras.
—No querido—manifiesta con desdén—simplemente he mandado a la mierda la moral convencional y mejor me he puesto a analizar el mundo. Es más provechoso cuando concluyes tú mismo acerca de tus propias ideas que cuando aceptas las ideas de otros con sus estúpidas conclusiones.
—Supongo que sí.
—De todas maneras—continúa Kathy—eso no significa que no pueda estar de acuerdo con otros. Mira tu caso, eres de los pocos que han logrado convencerme de muchas cosas.
Ella me sonríe y logra sacarme también una sonrisa. Finalmente llegamos a la entrada de la casa de Nixon y Jennel. Karla, André, Cori y Casey junto con Andrea aún están como a cien metros de nosotros. Creo que tengo muchas cosas que debo hablar con Cori. Realmente es necesario que lo haga.
—Kathy…—murmuro mientras esperamos a los demás, sentados en una banca bajo una lámpara con forma de farol que ilumina tenuemente el espacio.
—¿Qué sucede?—inquiere ella, mirándose por el espejo que viene en su polvo para el rostro.
—¿Podrías guardar todo esto como un…secreto?
Ella cierra su polvera, la guarda en la pequeña cartera que trae consigo y que cuelga cruzada de su hombro, me dirige una mirada con aires de “Tienes que estar bromeando” y hace una mueca de desaprobación.
—Por favor—le suplico con la mayor sinceridad posible.
Hace un pequeño silencio y resopla. Espero y lo haga.
—Bien—suspira finalmente encogiéndose de hombros—. Igual, no es algo que cualquiera pueda comprender. Supongo que por el momento es mejor que esto esté así como está. Pero te recomiendo que pienses como se lo dirás luego a Karla, porque conociéndote, sé que lo harás, y conociéndola a ella, sé que no pasará demasiado tiempo para que se dé cuenta por si misma.
—Gracias—musito dedicándole una sonrisa de alivio—Créeme, lo estoy pensando como no tienes idea, y hasta el momento, me cuesta mas de lo que parece.
—Las cosas bien hechas cuestan Sasha, así que supongo que vas por buen camino. ¡Ah! Y una cosa más, deberías darle oportunidad a Cori de que te explique lo de Andrea. Estoy segura de que tiene buenas razones para haber hecho lo que hizo.
Supongo que tiene razón. Al final, las cosas pasan por algún motivo, y por como es Cori, el no haría cualquier tontería solo porque sí. Aunque, bueno, tener sexo sin un puto condón fue una total estupidez por parte de él, pero considerando la adolescencia como una etapa en donde las hormonas dan paso a las “acciones corporales” sin mucho espacio de tiempo para ponerse a pensar en las consecuencias, entonces no podría culparlo del todo por ello.
Kathy se ha adelantado a buscar a Jennel, Nixon y Khana a la casa. Unos minutos después aparecen todos ya preparados para irnos. El instituto queda a dos cuadras de acá. Ahí estará Cecilia, la madre de Cori, esperando por Andrea. Me pregunto como tomó las cosas Cecilia cuando se dio cuenta que su hijo a sus quince años sería papá.
Kathy finalmente regresa con los chicos, y los demás aun vienen un poco lejos. No tardarán en alcanzarnos.
—Buenas noches, Sasha—saluda Jennel. Su acento alemán es inconfundible, incluso diferenciable del de Nixon.
—Buenas noches Jennel—le correspondo—Te ves bien esta noche.
—¿Te parece?—me dice sonriente, modelando su vestido hasta un poco mas arriba de las rodillas con estampado de pequeñas flores. El tono pálido de la tela y el estilo del vestido me recuerdan ligeramente a la vestimenta de los ochenta, aún así, ella se ve hermosa.
—Por supuesto—advierto dedicándole una sonrisa.
Gute nacht, Sasha—saluda Nixon, que aparece justo detrás de Jennel—¿Dónde está Karla?
—Aquí estoy—se anuncia ella apareciendo tras de mi. Finalmente nos han alcanzado.
Nixon se acerca a Karla y se le queda viendo como embobado. Karla por su parte solo se limita a sonreírle. Me pregunto que sucederá ahora entre ellos. El chico está decidido a declararle sus sentimientos a Karla, y ella, bueno, no sé que tiene en mente exactamente. No me ha dicho absolutamente nada al respecto, pero supongo que Karla ya ha de sospechar lo que Nixon siente. Espero y todo salga bien.
—Hola Sasha—me saluda Khana—¿Listo para esta noche?
—No lo sé, Khana—le digo con desaire—no me siento del todo bien.
—Venga, que es una ocasión especial. No todos los años el festival de otoño y el cumpleaños de Cori concuerdan el mismo día.
—Si, supongo que tienes razón.
—¿Sabe Cori algo acerca de la fiesta sorpresa?
—No, aún no sabe nada. Hasta el momento ni siquiera le he dicho feliz cumpleaños. Seguramente cree que lo hemos olvidado.
—¡Excelente!—exclama Khana satisfecha—Seguro se llevará una enorme sorpresa.
Sorpresa. Sorpresa ha sido la que me he llevado yo con esa revelación tan peculiar de Cori. Creo que ya se me esta pasando el enojo…
—Hola Khana—saluda alguien a mis espaldas. Es Cori.
…O tal vez no tanto. ¡Mierda!
—Hola Cori. ¿Qué tal va todo?
—Bien…supongo—dice, dirigiéndome una mirada que conlleva una tan sola pregunta hacia mi persona “¿Estás bien?”
—Me alegro—le contesta Khana—. Y… ¿Quién es la chica?—inquiere mirando a Casey que yace detrás de Cori.
—¡Oh! Lo siento—él toma de la mano a Casey y la acerca un poco mas—Khana, ella es mi prima, Casey. Casey, ella es Khana, una amiga y compañera en el instituto.
—Un gusto—saluda Casey.
—El gusto es mío. ¿Y esta dulzura quién es?—advierte Khana fascinada mirando a Andrea. Se acurruca frente a ella y le dirige una cálida sonrisa—Me llamo Khana—le dice—¿Cuál es tu nombre?
—Me llamo Andrea—le contesta ella tímidamente.
Khana saca de su bolsillo un par de dulces y se los obsequia. Andrea los toma tímidamente y sonríe. Los ojos de Andrea se miran hermosos bajo la tenue luz de la lámpara. Son igual a los de Cori.
—Bien—dice Khana con ese tono de energía de siempre—¿Nos vamos?
—Me adelantaré—advierte Casey—Posiblemente Cecilia ya está esperando por Andrea.
Toma de la mano a la pequeña y se van. Seguramente Cecilia llevará a Andrea a pasear por el festival. Si la niña fuese con nosotros, lo más probable es que se aburra de andar caminando tanto.
Ahora que me fijo más detenidamente, Casey parece una linda chica. Supongo que en su momento Cori tuvo que haber sentido algo por ella, así como Casey tuvo que haber sentido algo por él. Pero… ¡Son primos! ¡Demonios!
Comenzamos a caminar nuevamente. Esta vez Kathy va con André, Khana con Jennel y Karla camina junto a Nixon. Cori y yo quedamos atrás de todos, solos y en silencio. ¿Cómo carajos es que los demás pueden llevar tan a la ligera lo que Cori dijo hace unos minutos?
Avanzo finalmente, a paso lento y sin decir absolutamente nada. No es que tenga muchos deseos de hablar con Cori por el momento. Me molesta. Me molesta mucho que me haya ocultado algo como esto.
—Por favor, espera—me dice él, casi en un susurro.
Sigo caminando sin detenerme. No me atrevo a mirarlo porque si lo hago no sé que pueda pasar. Posiblemente lo golpee o algo por el estilo.
Cori capta mi indiferencia y se apresura a alcanzarme hasta caminar a mi lado. Mientras, yo desvío mi mirada hacia el otro costado, tratando de evitar encontrarme con sus ojos.
—No es lo que tú crees, Sasha. Por favor, escúchame.
—No necesito tus excusas Cori.
—Pero tienes que saberlo, Sasha.
—¿Tengo que saberlo?—murmuro—¿¡Tengo que saberlo!?—le espeto esta vez enfadado—. Por Dios, Cori ¿No crees que sea muy tarde para decir eso?
—¡Es que lo estás entendiendo todo mal!—manifiesta exaltado.
—Si, claro—le reclamo con ironía y evidente enojo—Como si fuera posible hacerlo cuando una niña de ojos verdes refuta tus palabras.
En un abrir y cerrar de ojos Cori se para frente a mi, y con sus brazos extendidos a sus costados trata de impedirme que siga caminando.
—Por favor, detente y escúchame—musita, mirándome fijamente a los ojos con un semblante serio—. Por favor…
—Bien. ¿Qué carajos quieres que escuche?
—Es sobre Andrea.
—Es tu hija. ¿Qué mas debería de saber?—rezongo, intentando pasar de Cori, pero este me ataja el paso y me detiene.
—Es respecto a eso que tengo que explicarte algunas cosas.
—Sé como vienen los niños al mundo Cori, no es necesario que me lo expliques.
—¡Por un demonio, Sasha! ¿¡Quieres callarte y dejarme explicarte de una puta y buena vez que no soy el padre biológico de Andrea!?—me grita con enojo y exasperación.
Su semblante está mas serio que antes.
—¿Qué?—inquiero perplejo.
—Pues eso. No soy el padre biológico de Andrea.
—¿Cómo puedes decir eso?—le reclamo acusativamente—Esa niña tiene tus ojos.
No puedo creer que Cori esté haciendo esto. ¿Ahora piensa mentirme más? No sé que está pasando en estos momentos con él. Esto…esto es increíble. ¿Qué carajos le sucede?
—Eres tan distraído como siempre—rezonga levantando sus manos al aire en gesto de disgusto—Es por esto que suceden este tipo de cosas.
—¿Qué tipo de cosas?—mascullo, ensimismado en mi propio deseo de querer matar a alguien en este mismo instante.
—Pues esto, que te enfadas, que al final terminas dañado porque no prestas atención a tu alrededor.
—No me vengas con esas cosas ¿Quieres? Ya bastante tuve con saber que eras padre.
—¡Por el amor de Dios! ¡Ya te dije que no soy el padre biológico de Andrea!
—Pues culpa a la maldita genética por contradecir tu mentira. Esa niña se parece a ti. Por un demonio Cori, tiene tus ojos, tu nariz, tú misma sonrisa…tu…tu… ¡Ahg! ¡Mierda!
—¿A caso no notaste que Casey también tiene ojos verdes?—me dice esta vez más calmado, levantando una ceja.
Un segundo. Casey… ¡Maldición! ¡Es cierto!
—Eso no explica el parecido de esa niña contigo.
—¡Es exactamente lo que estoy tratando de explicarte desde hace un buen rato! ¿Me estás siquiera poniendo atención?—me dice con una mirada acusadora.
Me limito a guardar silencio. No puedo contradecirle esto ultimo. Él está haciendo todo lo posible por aclarar las cosas mientras yo me la estoy cargando con un tonto e inmaduro berrinche.
—Mi padre tiene un hermano gemelo ¿Si?—continua finalmente.
—Eso ya lo sé. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
—Qué el hermano de mi padre es el padre de Casey.
—¿Y?
—Esa niña se parece a su abuelo, y por si no lo captas aún, su abuelo es gemelo de mi padre. Mírame y dime si yo no me parezco a mi padre. Soy casi su vivo retrato. Es lógico que Andrea y yo nos parezcamos tanto si descendemos de padres gemelos. Es por ese motivo que Casey y yo también nos parecemos, aunque con ella en menor grado. Casey se parece más a su madre. ¿Lo entiendes ahora o quieres que te lo explique con penes y vaginas?
Plaff” Ahora si he sentido esa bofetada mental para mi mismo que me vira el hocico—mentalmente también—y que me trae de vuelta a la realidad. Así que era por eso. Que vergüenza siento. Me sonrojo de solo pensar que he hecho todo este alboroto por nada. ¡Dios! Soy una mala persona por haberme enfadado con Cori de esa manera. Si tan solo hubiera escuchado antes…
—Pero…pero… tú dijiste que era tu hija.
—Y lo es, legalmente ante Estados Unidos y el mundo entero. En la partida de nacimiento de Andrea está escrito que yo, Cori Summer Woller—dice señalándose con énfasis a sí mismo—soy su padre. El día en el que Andrea nació el bastardo de su padre no se hizo cargo de ella. Hijo de puta que si lo veo le moleré la cara a golpes por no tener cojones y hacerse cargo de sus responsabilidades.
Lo miro con cara de pasmado y con la boca abierta por lo que me está contando. Ahora si, la bofetada viene con un balde de agua fría que me traen en sí de regreso a la interesante realidad.
—Además—continúa él hablando—alguien tenía que quedar inscrito como su padre, y considerando que los padres de Casey estaban tan consternados por esto, decidí hacerlo yo. Igual, mis padres estuvieron de acuerdo. Al final, Casey y yo somos bien unidos. No podía abandonarla en esos momentos. ¿Ahora me crees?
Lo miro por unos segundos y luego, en mi vergüenza, bajo mi cabeza y me quedo ahí parado, con mis manos en los bolsillos de mi suéter, sonrojado y apenado por todo lo que ha sucedido.
—Lo…siento—murmuro.
Cori se acerca a mí y con su mano toma mi quijada y levanta mi cabeza, mirándome fijamente. Sus verdes ojos examinan los míos con ávida seguridad.
—En serio Cori, perdón, yo…
Sin vacilar y sin mucho revuelo, Cori me besa. Un beso sencillo y delicado en donde puedo sentir sus cálidos labios entre los míos. Hace que mi corazón se acelere y que todo a mí alrededor se detenga. Nos quedamos así por unos momentos, lo suficiente como para darme cuenta que Cori no está molesto conmigo, lo suficiente como para darme cuenta que el haría todo lo posible porque yo estuviera bien así le costase todo su tiempo el explicarme las cosas. Finalmente él se separa. Aun saben a guimauve.
Cori me mira fijamente y con su frente apoyada en la mía, me sonríe. Logra sacarme una sonrisa, no se si de alivio o felicidad, simplemente sonrío.
—De vez en cuando—me murmura—es lindo que te molestes de esta manera. Al menos así se me das la posibilidad de demostrarte cuanto te amo de una manera distinta.
—Un día de estos vas a matarme—le digo sonrojado.
—Un día de estos voy a violarte si sigues haciendo cosas como estas—me dice con una leve sonrisa.
—Si me amas me dejaras violarte primero, al final, con tu trasero ya reventado, puede que se te quiten las ganas de violarme—le digo soltando una carcajada.
El deja de reír de un solo golpe y se su semblante cambia a una seriedad que lejos de parecer molesto me termina pareciendo gracioso.
—¡Oye!—rezonga—Sabes que te amo.
—Pues he ahí quien violará primero a quien.
—Eso no me causa mucha gracia.
—Pues a mi si—le digo sin parar de reír.
—¡Chicos!—grita Nixon levantando su mano como dos calles delante de nosotros—¡Apresúrense o se quedaran!
Por suerte desde donde estamos hasta donde están ellos nos divide una pendiente. Al menos así nadie ha visto…bueno, que Cori y yo…nos besamos. Ok, ya me sonroje y siento la cara tibia.
Comenzamos a caminar y mientras lo hacemos, Cori no me despega su mirada. Yo por mi parte lo miro de reojo y cuando el me descubre, me sonríe. Bajo mi mirada y sonrió. Esto no lo cambiaría por nada del mundo. A Cori ni a estos momentos que me hacen sentirme la persona mas afortunada del mundo, no los cambiaría por nada ni nadie.
Finalmente alcanzamos a los demás. Andrea y Cecilia ya se han marchado, y Casey por su cuenta tal parece que se ha hecho amiga de Jennel y Khana. Nixon por su parte, sigue caminando junto a Karla, y André y Kathy van adelante hablando quien sabe qué.
Luego de caminar por unos minutos más, cruzando las vías del tren, finalmente llegamos al festival. A medida que nos acercamos se puede sentir la vibra del lugar. Hay puestos de comida por todas partes, gente que va y viene, farolillos de papel de colores colgados en hileras interminables que iluminan el lugar, puestos de juegos y maquinas para hacer algodón de azúcar. El olor a dulce en el aire es inconfundible y los colores alusivos al otoño hacen un hermoso contraste unos con otros entre tantas tiendas de lona que los vendedores han levantado para poder vender sus productos. Me pregunto en donde estará Darien. Traje dinero suficiente como para comprarle un kilo de mermelada. Si, si, sé que exagero, pero es que la que Darien prepara es bastante especial y considerando todo el pan tostado que podré comer con esa mermelada por la mañana entonces valdrá la pena. Espero y Carol también haya venido. He traído conmigo una foto de bolsillo de Ave. Seguramente querrá ver como está. Se llevará una gran sorpresa cuando vea cuanto ha crecido el canario.
Pasamos directamente a los juegos mecánicos. Primero a la montaña rusa en donde logran sacarnos más de un grito y marear a André, cosa que nos hace reír. Al pobre no le sientan bien este tipo de cosas. Luego de ello, las chicas han dicho que quieren pasar al carrusel, pero nosotros ni de coña nos subimos.
—Al carajo—masculla André—Podré ser gay, pero eso no significa que me guste hacer cosas de chicas.
—Así que eras gay—manifiesta Cori con desdén—. Pudiste habérmelo dicho antes—le reclama.
—Nunca lo preguntaste—le dice él encogiéndose de hombros.
—De haberlo sabido no hubiese gastado mi tiempo presentándote a las chicas del instituto.
Hace ya varios días que André esta yendo al instituto por nosotros en el auto de papá. Dice que así evita que suceda otro altercado como el que sucedió con Liam. Según André las cosas aun no se han calmado del todo. Puede que tenga razón. Aun hay algo que me tiene en vilo, y es el hecho que de la hermana de Benny no sé nada. Luego de lo que sucedió no he tenido noticias de ella. Y ha sido mas por eso que André está tomando todas estas precauciones. Una vez me dijo que no estaba dispuesto a dejar que lastimaran nuevamente a una parte importante de su vida—con esto refiriéndose a Karla y a mi, y evidentemente a Cori, que le ha tomado bastante aprecio—así que por eso va por nosotros al instituto. André, al ser un chico de buen parecer, es lógico que atraiga a las chicas, y como su aspecto de chico de 18 años le ayuda a su imagen, logra un impacto impresionante sobre las mujeres. Las chicas del instituto siempre están pendientes de cuando él va a llegar y algunas incluso le han pedido a Cori que se los presente. Es bastante gracioso la verdad.
—Tu mueres por un pene—le dice Kathy soltando una risotada—no es mucha la diferencia entre tú y nosotras.
—Si, pero entre un pene y esto hay mucha diferencia—le contradice él—. El pene de Lucas no tiene forma de caballo ni tampoco viene con un moño rosa encima.
—¿Quién es Lucas?—me pregunta Cori.
—Es una larga historia—le digo resoplando.
—La punta debe de ser rosa—dice Jennel sin muchos rodeos.
Eso logra sacarnos una carcajada a todos hasta más no poder. Las chicas resignadas a que no nos subiríamos con ellas, entonces se disponen a ir solas. Nixon dice que en su país hay carruseles más varoniles y que un día de estos nos mostrará uno de esos.
—Súbete a un carrusel en donde yo vivo y te dirán que eres infantil—me dice Nixon sin dejar de mirar a Karla que pasa una y otra vez frente a nosotros mientras el carrusel da vueltas—Súbete a uno de estos y te dirán raro.
—¿Quieres ir por un algodón de azúcar?—me dice Cori, haciéndome señas con la cabeza.
—Claro.
—Regresamos en un momento—anuncia Cori.
—Luego iremos a la rueda de la fortuna—advierte Nixon.
—Los buscaremos entonces ahí—dice Cori mirando la hora en su móvil—. En media hora ¿Vale?
—Bien—contestan los demás al unísono, sin despegar la mirada el carrusel que no para de girar.
Cori y yo nos separamos de los demás y comenzamos a deambular por el lugar. Pasamos por el puesto de algodones de azúcar y compramos dos. Insisto en pagar el mio pero él dice que se hará cargo de ello. Extiende su mano y mientras lo hace, su suéter deja entrever una parte de su brazo. Hay unos cuantos moretes. Cori se acomoda rápidamente su manga y trata de disimularlo.
Comenzamos a caminar en silencio entre las tiendas. Mirando aquí y allá. Deteniéndonos de vez en cuando a mirar una que otra cosa, como el espectáculo de títeres o a un hombre que se acuesta en una cama de clavos. De solo ver al delgado señor poner su espalda en esas puntas filosas me dan escalofríos. No quiero ni pensar como se vería si esos clavos se ensartasen en su columna.
Llegamos hasta unos troncos, un poco alejados del bullicio y nos sentamos a terminar nuestro algodón de azúcar. En este lugar las estrellas se ven con más claridad y la luna, como siempre, está hermosa. Miro a Cori y este simplemente me sonríe. Me toma de la mano y continúa comiendo su algodón de azúcar.
—Te amo ¿Sabes?—le digo mientras miro hacia el cielo.
Bajo mi mirada y puedo notar que Cori me observa con un gesto sorprendido.
—¿Dije algo malo?—pregunto un poco preocupado
—No, la verdad que no—me dice dándole la ultima mordida a su algodón. Se lo termina y tira el palillo de madera a un lado—Es solo qué normalmente soy yo quien te dice estas cosas.
—¿Lo estoy haciendo mal?—le exclamo exaltado—Digo, ¿Lo debí decir con otro tono? ¿Lo debería de hacer más a menudo?
—No, no—me dice riendo—está bien así como está. Es lindo, sabes. Hace unos meses ni siquiera pensaba en poder decirte que te amaba ni mucho menos en que tú me lo dijeras.
—Ya veo—murmuro sonrojado—.
—Te amo Sasha, y lo vea por donde lo vea, eres lo más importante que tengo en mi vida.
—Tengo curiosidad—le digo aun sonrojado—. Como es que tú…bueno, tú sabes, ¿Cómo te diste cuenta que te habías enamorado de…mi?
—Créeme que fue lo mas extraño que pudo pasarme. Cuando te conocí eras un amigo. Luego paso el tiempo y muchas cosas me hicieron darme cuenta que te habías convertido en una parte importante de mí. Un mejor amigo…un hermano prácticamente. Un día de tantos me di cuenta que lo que sentía por ti iba mas allá de eso Sasha, y me asusté. Me dio miedo pensar que me convertiría en un chico raro y traté a toda costa de cambiar eso, pero no pude. Me fue imposible porque entre mas lo intentaba menos podía. Siempre estabas ahí, superando mis expectativas ante todo y sorprendiéndome con cada cosa que hacías o decías. Fingir que no me importaban algunas cosas que hacías era todo un reto.
—¿Cómo que cosas?
—Como que estuvieras con otras chicas. No me molestaba en sí que lo hicieras, lo que me molestaba era que ellas intentasen ir más allá de lo que debían, y más miedo me daba que te enamoraras. Suena egoísta, pero teniendo a alguien como tú, ser egoísta es lo mejor que se puede hacer para conservar algo tan importante.
—¿Importante?
—Tú, tontito—me dice riéndose—. Tenía miedo de perder el amor de alguien, que a mis ojos, es lo más perfecto que existe, pero tampoco podía impedirte que hicieras lo que tú querías. Hasta ese punto solo era tu mejor amigo. Pero hubo un día en el que ya no pude más, en el que sabía que no podría retener mas conmigo ese sentimiento con el que cargaba. Luego sucedió lo del festival de deportes, cosa de la cual no me arrepiento, porque gracias a ese impulso tan impredecible pude de una buena vez hacer lo que hacía un buen tiempo tuve que haberte dicho. Que te amaba.
—Si no te has dado cuenta Cori, Karla y tú pueden impedirme más de lo que creen, y son los únicos que pueden hacerlo.
—No Sasha. Nosotros no podemos ir más allá de lo que tú nos permitas.
—Pero lo hiciste Cori. Aquél día que jugamos con la botella por primera vez en el instituto. Ustedes, para mi, siempre han tenido cabida mas allá de lo que incluso me permito a mi mismo.
Cori voltea a mirarme y me sostiene la mirada por unos segundos. Aquellos ojos verdes siempre demuestran una quietud inigualable.
—¿Te arrepientes de esto?—me pregunta. Puedo notar preocupación en el tono de su voz.
—No Cori, no me arrepiento de nada. ¿Sabes por qué? Porque gracias a ti soy mas feliz que nunca.
Cori me sonríe y sin pensarlo dos veces acerca su rostro y me besa. Correspondo de la misma manera sin retenerme por absolutamente nada. El beso no es nada exagerado, pero tampoco es tan simple…solamente es perfecto. Los labios de Cori están tibios y suaves y el olor de su piel me es tan familiar, tan de Cori, tan agradable. Abro mis ojos lentamente, y ahí está él, con sus labios sobre los míos y con sus ojos cerrados. Sus pestañas largas y crespas hacen una pequeña sombra en su rostro a la luz de la luna.
Otro morete, esta vez en su cuello, cerca de su clavícula ¿Qué está sucediendo ahora?
Me separo momentáneamente de él y lo miro fijamente a los ojos, ahora con preocupación. ¿Por qué tiene estas marcas? ¿Acaso…?
—¿Qué está sucediendo Cori?
—¿A qué te refieres?
—Esas marcas, en tu brazo y en tu cuello. ¿Qué ha sucedido?
Cori se acomoda su suéter y cubre las marcas cerca de su clavícula. Desvía su mirada hacia su otro costado y unos segundos después de un silencio, se pone de pie.
—¿Te parece si nos vamos?
—No me lo ocultes Cori. No esta vez. ¿Has peleado nuevamente con tu padre?
—No es eso. No te preocupes. Solo me he golpeado moviendo unas cajas con libros esta mañana.
—¿Seguro?
—Seguro—me dice mirándome fijamente.
Aun no me convence.
Mi móvil suena. Es Karla diciéndome que es mejor que nos vayamos. Se está haciendo tarde y si nos subimos a la rueda de la fortuna entonces se nos hará demasiado noche y no podremos celebrar como se debe el cumpleaños de Cori.
—Bien, vamos en un minuto—le digo a Karla por el celular. Cuelgo la llamada y le digo a Cori que es hora de que nos reunamos con los demás.
Decidimos reunirnos en otro lugar y cinco minutos después nos encontramos todos en la entrada. ¡Y sorpresa! ¡Darien está acá! Carol no la está acompañando, seguramente se ha quedado en casa durmiendo.
—¡Hola Darien!—me acerco a saludarle.
—¿Sasha?—me dice ella buscándome con sus manos.
Acerco mi rostro y ella logra reconocerme ávidamente con sus manos. Como siempre, me sorprende su habilidad tan impresionante de reconocerme solo con su tacto.
—Me alegra que hayas venido, corazón—me dice con una sonrisa.
—Me alegra verte acá—le digo bastante contento de verle—. ¿Y Carol?
—Se ha quedado cuidando en casa. Si la trajera acá, se quedaría dormida rápido.
—Ya veo. Pero ¿Cómo harás para regresar?—le pregunto preocupado—Es peligroso a estas horas.
—No te preocupes, el señor Hamilton siempre me acompaña hasta mi casa. El también está en el otro puesto, vendiendo pastel de calabaza.
Miro hacia mi costado y me encuentro con el sonriente semblante del señor Hamilton que vende como pan caliente su pastel. El alza su mano y me saluda con una enorme sonrisa mientras yo le contesto con el mismo gesto.
—Bien, así estoy mas tranquilo—le digo satisfecho—. ¿Y como va el negocio de las mermeladas?
—¡Excelente! Ya solo me queda este frasco—me dice tocando con sus manos un pequeño contenedor de vidrio tapado con una manta cuadriculada, asegurada con una liga.
—¡Diablos!—exclamo—¿Solo ese? Y yo que pensaba comprarte muchos.
—Venga, no te preocupes, que puedo hacerte más cuando desees.
—Que conste que serán muchísimos.
—Bien, bien—me dice riendo.
—Por cierto, te presento a mis amigos.
Paso a presentarles a todos los chicos, uno por uno y le explico que hemos andado por todo el lugar dando vueltas. Ella los saluda y como siempre, por su tacto, se dispone a reconocerles.
—Es…sorprendente—me dice Karla anonadada por la habilidad de Darien.
—Deberías de verla haciendo origami. Es más impresionante aun.
Luego de las presentaciones nos despedimos de Darien y nos retiramos. He comprado el último frasco de mermelada cosa por lo cual estoy feliz. No todos los días hago adquisiciones tan exquisitas como esta.
Los chicos se adelantan mientras Cori y yo nos quedamos atrás. Trato de caminar lo mas despacio posible, así los demás tendrán tiempo para preparar las cosas para darle la sorpresa a Cori. Casey por su parte ya fue informada por Kathy y Khana tal parece, así que colaborará con nosotros.
Luego de una caminata que debió haber durado solo 10 minutos pero que se extendió a 20 en total por el paso tan lento que tuve que llevar, logramos llegar a la casa de nuestros amigos alemanes.
—¿Dónde carajos están los demás?—me dice Cori buscándolos con la mirada.
—En casa de Jennel y Nixon.
—Son unos malos—refunfuña—no nos esperaron.
Llegamos hasta la puerta y Cori toca el timbre. A sabiendas que los demás están preparados para sorprenderle, me dispongo a abrir por mi cuenta la puerta. Todo está oscuro aquí dentro, así que Cori entra a paso lento y tanteando en la oscuridad.
—¿Seguro que están acá?—inquiere con preocupación.
El interruptor de la energía hace un chasquido y todo se ilumina, seguido de un grito de “sorpresa” que termina sorprendiendo a Cori mas de lo que esperaba. El voltea a verme y le sonrío.
—Feliz cumpleaños, Cori—le digo sonriente.
Todos los demás se acercan a abrazarlo y a felicitarlo, mientras él por su parte sonríe emocionado por todo el asunto. Hay globos por todas partes, papel de colores pegados en la pared y confeti por el suelo.
—Ni creas que nos habíamos olvidado—le dice Karla abrazándolo—Feliz cumpleaños.
Cori la abraza y en su evidente sorpresa y felicidad por lo que esta sucediendo se le van las palabras. Nos mira a todos con asombro y, a juzgar por como están sus ojos, pareciera que va a llorar de feliz.
—Gracias, chicos, gracias…
—¡Que gracias ni que nada!—exclama Kathy—¡Que comience la fiesta!
Nixon pone la música a todo volumen y de un momento a otro todos estamos a mitad de la sala bailando como dementes. André ha comprado serpentinas y no se hace esperar la guerra con ellas, tirando por nuestro cabello y ropa de esa cosa color rosa. Las luces se apagan y una pequeña bola disco se enciende arriba de nuestras cabezas. ¡Genial! Ahora si parece una discoteca. No se como diablos le hicieron para conseguirla pero debo decir que me han sorprendido.
La música suena a todo volumen y entre mezcla y mezcla de sonidos hechas por Nixon se nos pasa la noche. El chico realmente se lució como DJ. Después de un largo rato, es momento de comer pastel. Hemos estado bailando por tanto tiempo que si nos tardamos más en partirlo, caeremos dormidos y tendríamos que esperar hasta que nos despertemos mañana. Ya son casi las doce de la noche y esto no termina aun.
Karla trae el pastel, con 18 velitas de color verde colocadas ordenadamente y ya encendidas. Tiene una buena pinta la verdad. Es de frutilla con almíbar.
Luego de cantarle el “Cumpleaños Feliz” a Cori y tomar unas cuantas fotos se dispone a apagar las velas.
—Pide un deseo—le dice André ya preparado con su cámara para tomar la fotografía cuando Cori apague las velas.
Cori se queda pensativo durante un momento. Unos segundos después parece que ha decidido que desear y sopla todas las velitas, apagándolas de una sola vez. El flash de la cámara de André ilumina nuestros rostros y queda plasmado en una fotografía el momento.
Me acerco disimuladamente a Cori y mientras está distraído tomo su cabeza y la hundo en el pastel, embarrándole toda la cara con merengue. Las risas no se hacen esperar y de un momento a otro el lugar esta apabullado de carcajadas. Siempre quise hacer esto la verdad y pues viendo la situación no me quedo de otra más que intentarlo. Era ahora o nunca.
Cori toma un poco del merengue de su rostro y a modo de broma me lo embarra un poco en la cara y el cuello, mientras se ríe por lo sucedido. Tomo un poco con mi dedo y lo pruebo. Está delicioso.
—Bien amigos—dice Jennel—Creo que es momento de comernos este suculento pastel.
Las chicas se disponen a sacar las porciones de pastel en la cocina. Nixon por su parte ha tenido que prestarnos una camisa a Cori y a mí. Estamos todos embarrados de merengue. Nos comerán las cucarachas vivos si andamos todos llenos de azúcar por ahí.
Subimos a la habitación y Nixon nos da una camisa a cada uno. A mi me ha tocado una de color gris con rallas, y a Cori una de color verde. A él siempre le ha quedado bastante bien el verde, combina con sus ojos.
—Los espero abajo chicos—dice Nixon dejándonos en su habitación—he comprado cerveza y pues bueno, siendo una ocasión especial, supuse que nos vendrían bien.
Nixon se retira y solo quedamos los dos. Comienzo a sacarme mi camisa toda llena de merengue y con la misma limpio mi rostro. Siento toda mi cara pegajosa por lo dulce y huelo a azúcar. Una vez tengo mi camisa fuera y mi cara limpia, me dispongo a ponerme la otra.
—Parece que alguien ha estado haciendo ejercicio—me dice Cori mirándome.
—Ya, venga, no te burles.
—Vamos, que no me burlo. Simplemente digo lo que veo. Mírate, estas tomando un buen físico.
—Aun no tanto como tú—le digo, notando que el aun sigue vestido.
—Sigue así y veras que logras superarme.
—Si, claro, como si fuera tan sencillo.
Le paso mi camisa a Cori para que termine de limpiarse el rostro y luego de unos minutos está tan limpio como yo.
—¿No piensas cambiarte tu camisa?—le pregunto con curiosidad, al ver que el no da modo de hacerlo—¿O es que acaso ya te dio cosa que te vea desnudo? Vamos, lo de violarte solo era una broma—le digo entre risas.
Él me sonríe y se dispone q sacarse su suéter. Una vez fuera puedo notar más claramente los moretes en los brazos de Cori. Son varios, pero están dispersos. Hay unos cuanto en su cuello también y otros mas en su nuca.
—Cori—murmuro con calma—. Sé que a ti no te gusta hablar de esto, pero por favor no me ocultes nada ¿Si? Si sigue sucediendo lo mismo con tu padre, un día esto puede llegarse a ser mas serio y luego no serán simples moretones los que dejará en ti.
Cori baja su mirada y se queda en silencio. Me termino de poner la camisa y me acerco a él. Trato de buscar su mirada pero el me evade. Necesito saberlo, necesito que me diga si ha sucedido de nuevo. Sé que no podrá guardárselo para si mismo por mucho tiempo y es mejor que lo saque de su pecho cuanto antes. Tomo su mentón entre mis dedos y levanto su rostro hasta que logro mirarlo fijamente. Los ojos de Cori se han tornado vidriosos.
—¿Qué sucede, Cori?
Puedo notar como pequeñas lágrimas se comienzan a acumular en la comisura de sus ojos. El semblante de Cori cambia rápidamente a uno de preocupación y angustia. Algo serio está sucediendo.
El comienza a sacarse lentamente la camisa que llevaba bajo su suéter y poco a poco puedo notar su cuerpo de tez blanca cubierto por moretones. Hay algunos en su abdomen, otros en su pecho y varios más en su espalda.
—No te ocultaré más nada, Sasha—me dice casi en un susurro con una voz baste débil.
Me quedo pasmado. Atónito por lo que mis ojos ven. Puedo notar a Cori que está a punto de llorar y baja su rostro intentando evadir mi mirada. Nos quedamos ahí parados por un largo rato, en silencio. Veo la sombra de alguien asomarse por la puerta pero hago caso omiso y sigo observando el cuerpo lleno de moretes de Cori. Una rabia enorme me invade y los deseos de golpear a su padre llenan cada centímetro de mi cuerpo. ¡Es que no puedo creerlo! ¡Es un salvaje!
—¿Ha sido tu padre?—le pregunto, intentando mantener una calma que está a punto de romperse en cólera.
Él niega con su cabeza y volvemos a quedarnos en silencio por un rato. Por mi cabeza cruzan ideas aceleradas acerca del asunto. Si no fue su padre, entonces ¿Quién?
Cori finalmente levanta su rostro y con lagrimas en sus ojos me mira fijamente. En su mirada hay aflicción, dolor y miedo. No sé que hacer en estos momentos ni que decir. Estoy tan sorprendido que mis manos y piernas tiemblan.
—Sasha…—murmura Cori con una voz quebradiza y lágrimas rodando por sus mejillas—. Yo…tengo Leucemia.
Pensamiento fugaz: 12 de Octubre de 2010
Mi mundo se ha venido abajo.
Sasha.
Ending:







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Autor: Luis F. López Silva
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