Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
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domingo, septiembre 16, 2012

Capítulo 24: Momentos perdurables.

 
brown tree
Esto de comer donas es realmente adictivo. No sé si debería comer otra más. Creo que si. De todas formas para eso están hechas. Veamos, escogeré… ¡Esta! La que tiene caramelo y relleno de crema pastelera. Muerdo. Está dulce. Me encanta lo dulce. Podría vivir comiendo donas toda mi vida pero moriría seguramente de diabetes…o de obesidad.
Hace una hora vino Karla y trajo consigo una caja con donas de una tienda de repostería llamada Puffle, que curiosamente la misma empresa también tiene una librería llamada de la misma manera. Los pasteles del lugar son deliciosos y las donas ni dudarlo. Karla ha traído también consigo tres porciones de pastel para probarlos. Pronto cumplirá años Cori y queremos celebrarle sus bien merecidos 18 años. Me causa un poco de gracia saber que ya será mayor de edad. ¡Diablos! Pronto yo también lo seré. Me pregunto seriamente cada día si realmente estoy creciendo. Bueno, sé que físicamente lo hago, pero psicológicamente no sé si estoy preparado para el asunto. A mi corta y mísera edad he podido concluir que adulto no es aquel que tiene más años, sino aquel que madura sin necesidad de cumplirlos, y en cuanto a eso último, no estoy seguro si estaré dentro de ese aspecto.
—Bien, supongo que es momento de probar el pastel—me dice Karla, sacando un trozo de la caja.
La primera porción tiene una buena pinta. Es de vainilla, con frutilla en almíbar encima. Es realmente tentador. Karla siempre ha tenido un buen ojo para este tipo de cosas, es por eso que ha sido ella quien se encargue de la compra del pastel. En cuanto a mi, me tocará lo de los invitados y la bebida. André y Kathy se ocuparan de la comida, así que están todas las áreas cubiertas. Tránsito por su parte, le hemos dicho que no es necesario que ayude, la pobre se mata todos los días en casa cocinando y limpiando, así que es mejor que descanse. Lo único que le hemos pedido es que no le mencione nada a Cori. Ambos se han hecho últimamente buenos amigos, siempre hablan de una cosa u otra y pareciera que se conocen desde hace tiempos. En fin, Cori parece un anciano cuando de charlar se trata. Él dice que le encanta escuchar a las personas, porque siempre tienen algo para contar, y que además, cada historia por mas pequeña que sea termina siendo interesante. Por su parte, Tránsito dice que Cori siempre tiene un tema de conversación para ella y que por eso nunca se aburren. Es curioso.
—¿Le dejaremos a André, Kathy y a Tránsito para que lo prueben?
—¡Bah!—le rezongo—. Ellos se han ido a la ciudad a quien sabe qué, así que se lo pierden.
—Entonces a comer se ha dicho—me dice Karla, pasándome un tenedor.
Nos disponemos a comer el pastel, cortando pequeños trozos para saborearlo más lentamente. Está bastante bueno. Es que la verdad, todo pastel me encanta, así que creo que me será difícil escoger entre las otras dos porciones.
Suena mi móvil. Un mensaje de texto. Es Cori. Dice que viene para acá. ¡Esperen! ¡Viene para acá! ¡Dios! Y nosotros con estas cosas probándolas. Se dará cuenta que estamos tramando algo…o posiblemente piense que no le quisimos invitar a comer pastel. Posiblemente se moleste. La última vez que traje crepas de la ciudad y me las comí todas—eran seis por cierto—se molestó conmigo por todo un día y me dijo glotón y bestia por no haberle dicho que tenía crepas. A él le encanta tanto lo dulce como a mi, qué se le puede hacer.
—¿Sucede algo?—inquiere Karla
—Cori dice que viene para acá.
—¡Mierda! ¿Cuánto tiempo?
—No dijo, solo dice que ya…
Escuchamos como la puerta de la entrada se abre y como Cori me llama desde la entrada. ¡Diablos! Nos verá comiendo el tonto pastel. Veamos, piensa rápido Sasha, ¿Dónde esconderlo? ¿La nevera? ¡No! Él siempre va en busca de algo que comer ahí. ¡En el horno! ¡Si, ahí!
Karla en un intento desesperado se zampa el trozo de pastel a la boca llenándose toda la cara de crema batida. No puedo evitar reírme y le ayudo lo más que puedo a limpiarla pero es tanta crema batida que lo primero que se me viene a la mente el lamerle la mejilla y quitarle toda la crema. Ella se ríe cuando lo hago mientras que yo trato afanosamente de limpiarle la cara con la lengua. ¡Que cosas! Me rio mientras lo hago. Volteo la cara de Karla hacia el otro lado y cuando estoy a punto de lamerle la otra mejilla veo a Cori parado en la entrada de la cocina, perplejo y con la boca abierta ante lo que ve.
—¿Qué…se supone que hacen?—pregunta extrañado.
—¿Limpiamos?—le digo intentando excusarnos a Karla y a mi.
—Si, claro—masculla él con sarcasmo—. Estabas a punto de besar a Karla.
—¿Qué?—pregunto algo sorprendido.
—Ibas a hacerlo. ¿A caso crees que soy estúpido?
—Venga, que solo le quitaba la crema batida de la cara—le digo tratando de calmarlo. Si Cori sigue con esta tonta conversación y sus celos, entonces meterá la pata, y lo hará en el peor de los momentos.
—Nadie iba a besarme—advierte Karla terminando de limpiarse el rostro—Además ¿Por qué tanto alboroto porque me bese o no?
Cori simplemente se queda callado y se limita a levantar una ceja. No sé qué demonios cruza en estos momentos por su mente pero espero y no se le ocurra decir absolutamente nada extraño. Karla aun no sabe nada y estoy buscando el momento justo para decirle acerca de lo que sucede con Cori y conmigo. No quiero que vaya a pensar mal al respecto.
—El alboroto no es por eso—musita Cori, desviando su mirada. Puedo notar que realmente se ve molesto—es por el puto pastel que sé que estaban comiendo ¡Y no me han dado!
Respiro. Ok, en serio, respiro de alivio. Por un momento pensé Cori le iba a decir a Karla “Es por Sasha” Eso si hubiese sido un problema. ¡Fiu!
—A veces me preocupas, en serio—le dice Karla—. Creo que tus hormonas se están alborotando demasiado.
—Culpa al calentamiento global—comenta Cori, encogiéndose de hombros.
Karla ríe y deja de lado la actitud de Cori. Supongo que no le tomó mucha importancia, o eso espero. Creo que debo de ir pensando seriamente en decirle a Karla sobre el asunto, o si no, luego puede ser muy tarde. No quiero que llegue a pensar que no se lo he contado desde un principio porque no le tengo confianza. Lo que siento más bien es miedo…y aun no sé a que es que le tengo miedo.
—Voy mejor a lavarme la cara—comenta ella—Si no se me pegaran moscas.
Karla se va al lavabo del baño a lavarse y quedamos Cori y yo solos. Es algo incomodo, pues no sé que cruza exactamente por su mente en estos momentos. Lo único que sé es que lo que dijo hace poco no es la verdad, el alboroto no fue por el pastel, fue por otra cosa, que él y yo sabemos que tienen que ver con nosotros. No entiendo por qué Cori se ha puesto de esta manera. Además, es de Karla de quien hablamos, nuestra mejor amiga. ¡Que carajos le sucede! Comprendo que se pueda poner de esa manera, está bien, al final, celos puede sentir todo el mundo, pero no con Karla, no con ella. Era a esto a lo que no quería llegar algún día.
Cori se acerca y se sienta a la mesa, junto a mí, en silencio. Pasa su dedo índice por la comisura de mi labio y quita de ella un poco de crema batida que no he podido relamer y se la come. Bien, ha logrado incomodarme en el mejor de los sentidos. Siento la cara tibia, creo que ya me sonroje.
Me observa.
Simplemente me observa y sin decir nada siento que me examina ávidamente. ¿Qué es lo que piensa? Necesito saber que ideas son las que rondan en su cabeza. Me es un poco difícil saber que es cada ocurrencia de Cori. Es que simplemente no puedo, cada día me sorprende con algo y es eso lo que lo hace tan jodidamente especial, pero a la vez me molesta, porque él si puede, con bastante sencillez, darse cuenta de la mayoría de cosas que hago y que estoy por hacer. ¡Lo odio! Ok, no, no es cierto. Lo amo.
Estoy pensando demasiada mierda.
—Perdón—musita
Esperen. Se ha disculpado. Bien, eso no era necesario. Mejor dicho, ¿A que vienen esas disculpas?
—¿Por qué?—le pregunto.
—Por lo de hace un rato—me dice con un tono de voz que denota vergüenza—. Dije lo primero que se me vino a la mente, yo no pensé, por eso, perdón.
—Vamos, no es para tanto—le digo, dándole unas palmadas en el hombro—. Supongo que yo hubiese reaccionado de la misma manera si te hubiese visto con alguien más.
—Ese no es el punto—musita—. Es de Karla de quien estamos hablando.
Entonces se ha dado cuenta. Entonces si lo notó. Ven lo que les digo. Es esa habilidad tan nata de Cori de darse cuenta de lo que pienso, de lo que me inquieta, de aquello a lo que le tengo miedo. En ese aspecto me siento inútil, porque aun no tengo esa habilidad con él, y me es algo difícil saber cuando algo puede estar bien o mal en Cori.
—Aun no sabe nada—le digo casi en un susurro—. Pero pienso decírselo.
—No es necesario si no quieres, Sasha.
—Se lo diré.
—En serio, no es necesario—reitera él—.
Ambos nos volvemos a quedar en silencio, con nuestra mirada pegada a la mesa. Así que estaba en lo correcto. Fueron celos. Es un poco incomodo realmente que otro chico sienta celos por mi, pero es Cori, y bueno, considerando la situación y a sus implicados, es, hasta cierto punto, tierno. Ahora que lo pienso detenidamente, Cori no suele tener celos de nadie. Es bastante extraño. La única vez que lo había visto tener celos bastante serios fue hasta hace unos cuantos días que regrese al instituto. Si supiera que Kathy es quien mira mis erecciones mañaneras entonces lo pusiera en que pensar. Una chica, un chico y su erección de la mañana, juntos, no es muy buena idea que se diga, si saben a que me refiero.
Regresando al tema de hace unos días, ¿Les conté que tenemos a dos nuevos compañeros de intercambio? Pues verán, el lunes de hace unas dos semanas que regresé al instituto, me encontré con la sorpresa de dos nuevos estudiantes en nuestro salón, que por un programa de intercambio en el extranjero serían estudiantes de Longmont Sunset. Son de nacionalidad alemana, del estado de Baviera, Múnich para ser más exacto. La chica, llamada Jennel, y el chico, llamado Nixon, terminaron siendo compañeros nuestros por sugerencia del señor Donovan. Karla, al igual que yo, manejamos el alemán bastante bien, al igual que el francés, el italiano y el español, y pues por esa facilidad de los idiomas es que fue sugerente la idea de que tocaran con nosotros. Cori por su parte, a pesar de que maneja el italiano y el español, el alemán no es su fuerte, más sin embargo es el único que puede hablar mandarín. ¡Es un hijo de su madre! ¡A él se le hizo bastante fácil aprenderlo! Que envidia de la buena la que le tengo.
—Bien chicos—nos dijo el señor Donovan—los dejo en sus manos. Muéstrenles el instituto y sus alrededores ¿Confió en ustedes?
—No se preocupe señor Donovan—contesto Karla—haremos todo lo posible por hacerlos sentir a gusto.
Y así fue como terminamos haciéndonos amigos de Jennel y Nixon. Es un poco curiosa su complexión física. Jennel es alta y delgada, rubia, de ojos color miel y de tez blanca. En cuanto a Nixon, su cabello también es rubio, es de mi misma estatura y curiosamente también tiene los ojos azules como los míos pero tiene la misma contextura del cuerpo de Cori. En fin, parecen alemanes, que mas les puedo decir.
Hallo, jungs—nos saludó Nixon.
Cori hizo una mueca y volvió a mirarnos a Karla y a mí en busca de una traducción.
—¿Nos insultó?—preguntó Cori con bastante curiosidad
Karla rió por el comentario de Cori cosa que también me causo gracia. Jennel y Nixon solo nos miraron extrañados por nuestra reacción a lo cual Karla salió a explicarles del por qué nos reíamos. A ellos también pareció causarles gracia.
—Han dicho “Hola” en alemán—le digo a Cori—. No te preocupes que no es insulto.
—Gracias al cielo. Estaba a punto de pararme y golpearlo.
Scheiße, eso si es un insulto—comenta Nixon—. No permitas que nadie te diga Stück von scheiße.
—¿A sí?—inquirió Cori—¿Por qué?
—Significa “pedazo de mierda”—traduce Jennel
—¡Já! Que cosas—dice Cori riendo—¡Esperen! ¡Ustedes hablan perfectamente el inglés! ¡Carajo! ¿Por qué no lo mencionaron desde un principio?
—No nos lo preguntaron—advirtió Nixon riendo.
Fue bastante interesante tratar en un principio con los nuevos chicos. Una cultura distinta a la habitual es toda una caja de sorpresas, comenzando por sus costumbres y maneras de expresarse. Aunque debo darles el crédito a Nixon y Jennel de manejar bastante bien el ingles. Me sorprendió realmente el hecho de que lo hablasen tan fluido.
Jennel es bastante animada y su manera de ser y actuar me agrada mucho. Desde que llegó me paso bastante de mi tiempo con ella hablando. Sus historias me parecen muy entretenidas porque siempre me cuenta acerca del lugar en donde estudiaba en Múnich y en donde vivía. También me comentó que ella y Nixon también eran compañeros de salón en Alemania y que han crecido prácticamente juntos. Tal parece que ella y él se llevan bastante bien cosa que se me hace bastante lógica considerando que se conocen desde la infancia, como Karla y yo.
En esta última semana me he tenido que pasar mis tardes y ratos libres con Jennel debido a las clases que debe reponer. Al ser una estudiante de intercambio debe de ponerse al día con nosotros, además de ello tengo que explicarle unas cuantas cosas respecto a historia que no comprende. Karla por su parte es quien se ha encargado de ayudar a Nixon, así que ambos nos hemos visto ocupados estos últimos días.
Cori siempre se molestó porque pasaba demasiado tiempo con Jennel. Él dice que un día de estos la chica le terminará robando lo más preciado que tiene él en el mundo. A veces siento que Cori es demasiado posesivo en cuanto a estas cosas y no sé por qué. Digo, él tiene su club de fanáticas dementes que lo acosan día y noche y yo no rezongo no pío. Bien, si lo hago, pero en mis adentros, y trato de no molestarlo con ello. Me digo a mi mismo que Cori es Cori y que él no cambiará conmigo ni me cambiará por nadie. Lo sé porque lo conozco, lo sé porque el me lo ha dicho miles de veces seguido de las palabras que provoca que me sonroje cuando me las susurra al oído: Te amo. Es ridículamente tierno, y hasta cierto punto me agrada esa parte de él. Ok, esto me esta sabiendo algo gay, pero aclaro que dentro de la ensimismada conciencia de la mayoría de personas que puedan pensar que realmente es algo gay déjenme decirles que no, no lo es. Piénsenlo por un momento y dejen de lado la típica idea de que personas que se quieren siendo de un mismo genero son gay o lesbianas—en el caso de las mujeres—y traten de dejar de lado los prejuicios. Al menos de esa manera lo veo yo, porque amo a Cori no porque sea un chico, no porque me atraiga su físico—y si ustedes lo piensan detenidamente se darán cuenta que él tiene un buen físico y es por eso que es tan popular entre las chicas—y tampoco lo amo porque se me cruce por la cabeza reventarle un día el trasero. Ambos sabemos que eso no pasara…o al menos eso creo. Eso espero. Más bien lo amo por ser como es. Es su forma tan desinhibida de muchos prejuicios y su manera tan amplia de ver las cosas, es la manera en la que me trata, en la que me habla, es la manera en la que me demuestra cuan grande es el amor que él me tiene lo que me impide negarme que lo quiero con todas mis fuerzas y es ahí donde concluyo que Cori no es solo un chico; Cori es un ser humano…Cori es Cori.
—Si esa chica quiere besarte tú dile que tienes el virus del papiloma humano—me dijo él, un día en el que me dirigía a la biblioteca a reunirme con Jennel.
—No voy a decirle eso—le dije riendo.
—¡Ajá!—exclamó—¡Lo sabía! Te gusta Jennel.
—Bueno, es linda. A ti también te gusta.
—¿A qué es linda?—me dijo con una cara de embobado, como quien se imagina algo bastante bueno—¡Oye! No me cambies el tema.
—Bien, bien. No te preocupes, no pasará nada.
—¿Me lo prometes?
—¿Por qué te preocupa tanto?
—La carne es débil—me dijo encogiéndose de hombros—lo digo por experiencia.
—Bien, ahora me da miedo preguntar por qué carajos dices eso.
—Tú solo hazme caso.
—Está bien—le refunfuñe—de todas maneras…ya te tengo a ti.
Fue de esa manera como Cori dio por sentado que le causaba celos que Jennel pasara tanto tiempo conmigo. Esperen, acabo de recordar algo. Nixon vendrá ahora a mi casa. Unos minutos antes de que comenzáramos con la tarea de comernos la repostería, Nixon llamó a Karla diciéndole que llegaría a su casa. Le sugerí a Karla que le dijese a Nixon que viniera hasta aquí, al final también Jennel vendría hoy para que continuara ayudándole, así entre cuatro avanzábamos más rápido. Eso explica la tan repentina aparición de Cori. El muy perverso sabía que Jennel estaría acá y por eso ha venido. Tontos celos…ok, lindos celos, no lo niego. ¡Mierda! Creo que voy a enloquecer.
Karla ha regresado de lavarse la cara y ya no hay más crema batida en su rostro. ¿Saben una cosa? Karla se mira…linda. Es que no sé por qué lo he pensado en estos momentos pero debo decir que se mira linda. Ella no usa maquillaje en exceso, tiende a arreglarse poco el cabello pues es lizo y recogérselo con una coleta hace más que suficiente para que se le vea perfecto, tiene una sonrisa bastante hermosa y una mirada provocadora. Ahora comprendo por qué Nixon se mira bastante interesado en ella.
Hace unos días Nixon me comentaba acerca de Karla y me decía un sinfín de cosas acerca de que tan hermosa era ella. Hablaba de Karla como si la vida se le pudiese ir en ello, exaltando cada detalle y cada cosa que denotaban interés por parte de él hacia ella. Karla aún no lo sabe, y Nixon me ha dicho que no le comente nada al respecto. Él solo se ha limitado a comentarme al respecto, supongo que espera que le ayude con ello. No voy a negarme la verdad, aunque me incomoda un poco hacerlo. Nixon es un buen chico, es bastante inteligente, es atento, amable y de buen parecer, aún así, a mis ojos, nunca habrá nadie lo suficientemente bueno para Karla. A menos que, suplantando a Nixon, estuviese Cori, entonces haría una excepción, pero mientras tanto, no habrá nadie. No lo sé, tal vez sea eso lo que me incomode. ¿Celos? Posiblemente. Karla es una de las cosas más valiosas que tengo en mi vida, es un complemento de mi mundo y una de las columnas que sostiene mi existir, y no pretendo dejar que nadie la dañe. Tal vez sea eso lo que me impide considerar a alguien adecuado para ella. Me preocupa. Es seguramente de esos celos que siente un amigo por su mejor amiga. ¿Les ha sucedido alguna vez? ¿Sentir celos por su mejor amigo o amiga, protegerlos a toda costa de lo que pueda dañarlos y de aquello que pueda alejarlos de ustedes? Supongo que es eso lo que me sucede. Puede sonar egoísta de mi parte, pero me gusta pensar que ese egoísmo es del bueno.
Espero que Nixon y Jennel no se pierdan en el camino. Les he dibujado un mapa y se los envié como fotografía en un mensaje de texto, para que lleguen hasta acá sin dificultades, pero considerando que no conocen mucho el área cabe la posibilidad de que se extravíen.
—Acaba de llamarme Jennel—me comenta Karla sentándose a la mesa con nosotros—Dice que llegaran en un momento.
—¿Han tenido algún inconveniente?—le pregunto un poco preocupado—Ya se han tardado demasiado.
—No, están bien. Dice que ha sido culpa de Nixon que se ha quedado dormido.
—Me recuerda vagamente a alguien—musita Cori, levantándose a coger algo de la nevera. Mas vale que no metí ahí la caja con repostería.
—Si—le rezongo—a ti, pedazo de dormilón.
—Yo simplemente estoy a favor de la conservación de la energía—me dice despreocupadamente.
Ha provocado que nos riamos con esto ultimo. El siempre con sus ocurrencias. Es realmente raro ver dormir a Cori. Despierto es tan animado y activo, pero cuando duerme, es como si viesen a un bebe tomando su siesta. Pero ni yo que puedo dormir como piedra me veo tan apacible.
—Por cierto, Karla—advierte Cori—¿Qué has pensado de lo qué te dije?
—Aun no lo sé. Tengo otras cosas en mente.
—¿Entonces le digo que no?
—Lo haré yo—comenta ella resoplando—Ya sabes que no puedo.
—¿Sería alguien tan amable de decirme de qué diablos hablan?
Cori me mira y me sonríe. Luego mira a Karla y suelta una carcajada. Bien, debo decir que estoy en las nubes.
—El capitán del equipo de Futbol quiere con Karla—me dice Cori volviendo a sentarse a la mesa—Desde hace un mes más o menos viene jodiendome que le diga a Karla que salga con él.
—Será en sus sueños—masculla ella—. Es una bestia, así que ni lo piense. Es demasiado…puto, si, esa es la palabra, demasiado puto para mi gusto.
—Ya veo—le digo un poco sorprendido—. ¿Y por qué dices que no puedes?
—Yo tengo mis gustos—me dice extendiendo su mano. Ha quitado una pestaña de mi mejilla.
—¿A sí?—inquiere Cori.
—Pues si—advierte ella—. No es que sea exigente, es simplemente que no me va a gustar cualquier idiota.
—Nixon parece un buen chico—le comento, tratando de insinuarle al respecto.
Karla me mira y luego voltea a ver a Cori. Él se encoge de hombros y se dispone mejor a comerse una mandarina que ha sacado de la nevera.
—¿Te parece?—me dice ella.
—Eso creo. Venga que además es alemán. Tendrás tus ventajas—le digo riendo.
—¿Y eso que tiene que ver?—me pregunta nuevamente desconcertada.
Cori suelta una carcajada y capta rápidamente a que me refiero. No se si sea conveniente mencionárselo a Karla, pero supongo que se reirá también si se lo digo.
—¿Es que acaso nunca lo has escuchado?—masculla Cori, riendo mientras come la mandarina.
—Yo que demonios voy a saber de qué están hablando.
—Venga, no te hagas la inocente—le reclama él—que de eso no tienes nada.
—Pues realmente no me queda de otra, chicos. No sé de qué están hablando.
Karla voltea, me mira fijamente y frunce el ceño. Creo que ella está diciendo la verdad y no sabe al respecto. Cuando lees te das cuenta de muchas cosas, en especial cuando lees revistas sobre curiosidades variadas. Aunque no lo crean, la historia puede enseñarte bastante…mucho diría yo.
—Si no me lo dices, te agarro de los testículos—masculla ella con bastante determinación.
—¿¡Qué!?—exclamamos Cori y yo al unísono.
—¡Dime!
—No te atreverías—le digo retándola.
¡Igh! ¡Carajo! ¡No debí de haberla subestimado! ¡Lo ha hecho! Es una sensación extraña.
—Suelta, ¡suelta!—le imploro encogiéndome.
—¡Entonces dime!
Cori ríe descontroladamente por ver tal escena. ¡Debería de decirle que me suelte en vez de ponerse a reír! ¡Esto me está incomodando! Si Karla sigue así entonces yo…yo…¡Mierda! ¡Tiene que soltarme antes de que sienta mi erección!
—¡Bien! ¡Pero suéltame!
—Primero dime—refunfuña.
—¡La tienen enorme! ¿Si?—le digo casi gritando—¡Gruesa y enorme! ¡Ahora suéltame!
—Ah, era eso—me dice ella dejando en paz mis bolas—. ¿Cómo es que ustedes saben eso y yo no?
—Cosas de hombres—dice Cori—.
—Si, claro. Y yo nací ayer.
—Lectura—le digo a ella aun encogido, tratando de recuperar el aire que se me escapó por tal hazaña—. Y porno; mira porno mas a menudo y te darás cuenta de muchas cosas.
—Son unos degenerados—nos dice ella riendo.
—Las alemanas tienen lo suyo—le decimos Cori y yo al unísono.
—Tienen unos senos enormes—comenta Cori.
—Y su trasero es espectacular—le agrego.
—No se si llamarlos degenerados o necesitados—nos dice ella con desdén.
—Qué te puedo decir—dice Cori terminando de comer el ultimo gajo de mandarina—la porno alemana es la mejor.
Soltamos una carcajada ante tal aseveración, tanto que Cori escapa a ahogarse. Estas conversaciones así son un poco interesantes. Al final, siempre terminan en risas y alguna que otra estupidez, pero al mismo tiempo, es un poco liberador. No lo sé, no hablas tan abiertamente todo el tiempo con cualquier persona, y es esa confidencialidad, es esa complicidad y esa intimidad tan penetrante la que no cambiaría por nada, esas son una de las tantas razones por las cuales Cori y Karla son tan especiales para mi.
Al menos mi erección ha comenzado a bajar. No lo ha notado nadie. Gracias a Dios.
El timbre de la puerta suena y asomo por la ventana para ver de quien se trata. Nixon y Jennel están acá. Es hora de ponerse a trabajar.
Miércoles 6 de Octubre de 2010
Amigo confidente, hoy recordé una de las tantas razones por las cuales amo a Cori. Es curioso, pero la razón radica en que lo amo porque Cori es Cori. Es una buena manera de describir el asunto, supongo.
Es interesante ver la vida pasar junto a las personas que amas, ver como el tiempo avanza y disfrutar de ello con aquellos seres que son tan importantes para ti. Son esas boberías, esas tonterías y estupideces que hacemos y que nos hacen reír, esas cosas inmaduras, bromas tan absurdas y esas palabras tan graciosas que decimos cuando estamos con esas personas tan especiales para nosotros lo que hacen de un momento neutro una pintura tan colorida de nuestra vida. Disfrutamos esos momentos tan divertidos y sé que deseo, al igual que todos, que ese momento no se repita, si no más bien, que llegue otro aun mejor, con una dosis igual o mas llena de felicidad y risas.
Sasha.
PD: Mis nueces siguen intactas. Creo que Karla me violó.


Ending:









Autor: Luis F. López Silva
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