Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
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domingo, octubre 14, 2012

Capítulo 27: Cori

Inicio del Volumen III

Sasha: Diario de un chico adolescente.

Outside
Es tibio. El cuerpo de Cori es tibio al tacto. Su piel desnuda tiene la temperatura justa, ni más ni menos, para hacer perfecto un abrazo. No puedo tratar de hacerme el fuerte, no ahora, es imposible. Esos deseos tan incesantes de llorar pero ese nudo en la garganta que me impide hacerlo es posiblemente lo que aun me mantenga de pie, aquí, en esta silenciosa habitación, abrazando a Cori que trata de contener sus lágrimas.

Puedo sentir su corazón palpitar, puedo sentir como su pecho sube y baja por cada vez que respira, puedo sentir las pequeñas contracciones de su abdomen por cada sollozo…puedo sentir sus lagrimas en mis hombros.

¿Por qué? ¿Por qué tuvo que suceder esto? ¿Por qué tuvo que ser él? ¿Por qué demonios no fui yo? Tengo el latente deseo de culpar a alguien por esto, pero muy en mis adentros sé que no puedo, sé que nadie tiene la culpa, pero…no puedo, simplemente no puedo con esto.

Alguien abre lentamente la puerta y puedo escuchar el chirrido de las bisagras rechinar lentamente. A pasos lentos, alguien asoma, con ojos verdes, húmedos, cerrando tras si la puerta y quedando solamente nosotros tres en la habitación. Casey está acá.

—Entonces… Eras tú, Sasha—murmura Casey con una sonrisa forzada bajo lágrimas que ruedan por sus mejillas—.

Cori se separa de mi y cabizbajo trata de limpiar sus lagrimas que no dejan de brotar en ningún momento entre cada sollozo que ahoga su llanto. Toma la camisa que Nixon le ha dado hace unos momentos y con una lentitud silenciosa se la coloca, y encima de sí, su suéter que ha limpiado un poco. Todo lo hace sin mirarme, sin despegar su vista de la nada y evitando encontrarse con mi rostro que trata de disimular forzadamente una calma que no poseo.

—No es momento, Casey—masculla Cori.

Él me toma de la mano y me hala a zancadas hasta la puerta.

—Por favor, espera—musita ella tomándolo de la mano al pasar a su lado.

Cori se detiene y sin mirarnos, ni a ella ni a mi, se queda en silencio. Casey me mira y me dedica una sonrisa que lejos de ser arrogante parece aliviada.

—Él debe saberlo—musita ella—. Al final, lo más importante ya se lo acabas de decir.

— ¿Saber qué?—inquiero intentando mantener la cordura.

Estoy haciendo un esfuerzo sobre humano para no venirme abajo. No sé como Cori puede tomarlo tan a la ligera, no sé como puede sobrellevarlo sin estar triste, sin sentirse preocupado. En cambio yo, yo me estoy devanando por dentro tratando de digerir el hecho de que tiene leucemia. ¡Maldición! Siento rabia, aflicción, dolor, tristeza…no sé que demonios siento exactamente. Lo único que no quiero que suceda es que Cori…que Cori empeore. No quiero que se repita, no otra vez, perder a alguien que amo, no lo soportaría.

—No es nada importante—murmura Cori, tomando la perilla de la puerta entre sus manos.

—Lo es, Cori, no evadas las cosas.

—Él no tiene por qué saberlo Casey.

—¿Qué está sucediendo Cori?—le interrogo en busca de una respuesta que no sé si deseo escuchar. A estas alturas cualquier cosa podría hacer que me venga abajo sin mucho esfuerzo.

—Es solo una estupidez—masculla él.

—Cori…

—¡Es una estupidez!—grita él fuertemente. Puedo sentir por el tono de su voz que algo le está disgustando. Él no suele ser de esta manera.

Cori gira la perilla de la puerta y me saca de la habitación, halándome con fuerza y sin detenerse. En el pasillo no hay nadie más que nosotros, que caminamos con paso apresurado, Cori delante de mi halándome de mi muñeca y yo tras el, confundido y a la vez con una depresión inminente por lo que está sucediendo.

—Cori—murmuro su nombre.

Él no me contesta, no se detiene ni tan siquiera a mirar hacia atrás y sin soltarme me sigue halando con fuerza.

—Cori…—vuelvo a murmurarle.

Sigue sin hacerme caso. Llegamos finalmente hasta donde están las escaleras y justo antes de bajarlas me detengo con brusquedad impidiendo que me siga halando.

—¡Cori!—exclamo esta vez con voz fuerte y firme.

Él se detiene por la fuerza que hago al oponerme y sin darse la media vuelta ni soltarme se queda parado frente a mí. ¿Qué está sucediendo? ¿Qué está cruzando en estos momentos por su cabeza que está tan molesto y lo de la leucemia no le resulta lo más grave? Ahora es lo que más me importa a mí, no es algo para tomar a la ligera ni mucho menos para calmarme.

—¿Qué sucede Cori?—le digo tratando de mantener la calma con mucho esfuerzo.

Se hace silencio entre ambos por unos momentos qué lo único que puedo escuchar es el sonido de la música de abajo y el de mi propia respiración. Cori me suelta, y, mi mano, sin esfuerzo alguno, regresa a mi costado. Hay aun silencio. Cori sigue cabizbajo, dándome la espalda y sin mirarme.

—No es momento para esto, Sasha—me contesta él casi en un susurro.

—No pienso esperar tu momento perfecto para que me lo cuentes. Ya encontré el momento justo para esto, y no es solo tuyo, es nuestro, y por si no te has dado cuenta, es ahora. ¿Qué está sucediendo?—inquiero nuevamente con voz firme—.

—¿Quieres dejarlo y ya?—masculla con una voz casi imperceptible.

—¿Quieres decírmelo de una buena vez?—le exclamo—. A veces no te entiendo Cori.

—¿¡Qué no entiendes!?—Me espeta dándose finalmente la media vuelta—. ¿A caso no te entra en la cabeza el dejar lo que sucede de lado?

—¿De lado? ¿Es que eres un idiota o qué? Tienes leucemia, por el amor de Dios ¿Y quieres que solo lo deje pasar?

—No es tan grave. Mejoraré.

—¡Deja de tratar de mentirme, demonios!—le ladro con enfado—. Detesto que lo hagas. Detesto que me evadas cuando las cosas se ponen mal solo para no ponerme carga, una carga que sabes bien que puedo llevar sin necesidad de que me lo pidas.

—Esto no tiene nada que ver…

—Esto tiene que ver conmigo y contigo, con todos. ¡Con todos!—le reclamo haciendo énfasis en todos—Se trata de ti ¿Cómo carajos no va a tener que ver con nosotros?

—Te preocupas demasiado.

—¿Cómo puedes tomarlo tan a la ligera? ¿A caso no te preocupa tu condición? Esto es grave Cori y supongo que lo que Casey tenía para decir no era algo fuera de lugar.

—En estos momentos no me preocupa tanto lo que pueda decir Casey—masculla Cori, desviando su mirada hacia un costado.

Se queda en esa posición durante unos segundos y luego se reincorpora, mirándome fijamente a los ojos.

—¿Entonces por qué te molestaste tanto?—le pregunto con un tono de voz que se esfuerza por hacerse cabida en esta discusión.

—Porque solo empeorará muchas cosas, Sasha.

—¿Cosas como cuales?

—Solo…muchas cosas.

—Si no me dices qué cosas entonces no sabré si podrán empeorar—le digo tratando de obtener una maldita respuesta que Cori trata a toda costa de evadir.

—Hace un tiempo atrás—murmura Cori—Casey y yo fuimos novios. Fue una tontería, somos primos y no sé como demonios se nos metió en la cabeza llegar a ser novios.

—¿Y eso era todo? Vamos no es tan grave. A cualquiera puede pasarle.

—Somos primos ¿Si?

—Ella también es una chica Cori.

—¿Entonces dices que no estuvo mal?

—Nunca dije que estuviera bien. Solo dije que a cualquiera pueda pasarle—le digo tratando de no darle mucha importancia al asunto. Él se encoge de hombros y se calma un poco—. ¿Era eso lo que te preocupaba? ¿Te preocupaba el hecho de lo que pudiera pensar?

Cori resopla y se lleva las manos a su cintura. Mira por unos momentos la alfombra beige del pasillo y con un semblante serio vuelve su mirada nuevamente hacia mi, frunce sus labios y baja nuevamente su mirada.

—Hay más… pero nada importante—advierte—.

—¿Estás seguro?—inquiero, buscando sus ojos verdes—. ¿Cori?

Él sonríe, levanta su rostro nuevamente y sin previo aviso se acerca a mi, toma mi rostro entre sus manos y sin vacilar sus labios se juntan con los míos. Los besos de Cori siguen siendo tan delicados, llenos de ternura y calidez. Ahora son con más seguridad que antes, sin contenerse en lo más mínimo pero sin llegar a ser exagerados y hasta cierto punto llegan a ser tímidos, pero, son tan de él, son tan de Cori que ahora no puedo confundirlos, me sería imposible.

Sus labios son suaves, y su boca es pequeña. Tiene el tamaño justo…a mi criterio. Sus besos siguen sabiendo a lo mismo, a Guimauve, a ese malvavisco tan exquisito que cuando lo comes te deja esa sensación de ligereza en la boca.

—Estoy seguro—me dice con su frente apoyada sobre la mía.

Ha puesto su mano tras mi cabeza y con delicadeza besa mi nariz. Me sonrojo. Llevamos un buen tiempo haciendo esto y aun no logro acostumbrarme del todo.

—Mejor bajemos, sino se comerán todo el pastel—advierte tomándome de las mejillas y halándolas hacia los lados. Él ríe.

—¿Qué sucede?—inquiero sonrojado.

—Haciendo esta mueca, te miras gracioso—me dice sonriendo. Me toma de la mano y me hala tras sí para que vayamos abajo.

Bajamos las escaleras y unos cuantos escalones antes de aparecer abajo, me suelta de la mano y voltea a verme. Con un gesto de preocupación me observa fijamente a los ojos durante unos momentos, en silencio y con una calma que solo él puede poseer y que con esa mirada de ojos verdes vivaces transmite. ¿En qué piensa?

—Por favor…no le menciones nada a Karla—murmura—. No aún.

—Esto es grave Cori.

—¿Te preocupa?

—Si no he llorado aún—le digo sin mucho animo—es porque has llorado tú, y alguien debe de ser el fuerte en ocasiones como estas.

—Lo siento

—¿Por qué? No has hecho nada malo.

—No, si lo he hecho. Si por algo que he hecho te sientes triste, entonces es culpa mía, y para mi, ponerte de esa manera, me hace sentir como un imbécil, porque hacerte sentir así es lo ultimo que quiero.

—Yo estoy aquí con esos mismos motivos. Estoy para hacerte feliz Cori.

—Lo sé Sasha, lo sé. Pero a diferencia de ti, yo soy más egoísta en ese aspecto.

—¿Por qué lo dices?

—Porque tú buscas mi felicidad.

—¿Y que hay de diferente en ti? ¿No buscas la mía?

—No, yo busco mi propia felicidad.

—¿Y cual es el problema?—pregunto confundido—. Buscar tu propia felicidad no es egoísta.

—Lo es—advierte él con bastante seguridad.

—¿Por qué?

—Porque mi felicidad eres tú. Si tú estas feliz, yo estoy feliz.

—Entonces llegamos al mismo punto Cori—le digo sonriéndole—eso no es egoísta, pues ambos buscamos nuestra felicidad en el otro.

—Aún no lo entiendes. Mi egoísmo no consiste en que yo sea feliz.

—¿A no?

—No Sasha, mi egoísmo se basa en ser feliz porque tú eres feliz, y soy egoísta cuando no quiero que nadie más obtenga felicidad del lugar de donde yo la obtengo.

—¿Qué lugar?

—Ese lugar eres tú.—expresa con una mirada profunda—. Hoy…hoy me quedaré en tu casa.

Cori se da la media vuelta y se dispone a asomar a la sala donde están todos los demás esperando por él. Tal parece que el pastel ya lo han partido y Nixon por su parte ha sacado las cervezas. No sé como demonios las consiguió siendo menor de edad pero bien por él. Casey por su parte ha decidido bajar, parándose a mi lado, justo en el último escalón.

—¿Piensa decírmelo?—le pregunto a Casey, refiriéndome a aquello que sé que Cori me está ocultando.

—¿Quieres saberlo?—me contesta ella con otra pregunta.

Me quedo parado junto ella por unos momentos pensando al respecto. El problema no es saber lo que Cori me oculta, si no las consecuencias de saberlo evadiendo las razones del por qué lo mantiene tan guardado. Tiene que ser algo demasiado importante y delicado como para querer ocultármelo. Lo conozco, y sé que solo trata de amortiguar algún golpe de los fuertes que sabe que terminará haciéndonos daño a ambos. Pero, si no me lo dice, entonces solo le dejaría la carga a él, cosa que no quiero.

—Si es importante que lo sepa—le digo encogiéndome de hombros—supongo que por una vez puedo pasar de la opinión de él. Al fin y al cabo, me importa más Cori que su propio orgullo.

Casey me mira fijamente absorta seguramente en sus pensamientos y resopla sonriente.

—Cori tenía razón—me dice con una sonrisa—.

—¿Respecto a qué?

—Antes de venir acá, él me comentó sobre alguien ¿Sabes? A estas alturas ya has de saber lo que sucedió entre él y yo.

Asiento con mi cabeza y con ese simple gesto doy respuesta a su suposición. La verdad es que no me molesta el asunto, ni me incomoda que Casey haya venido. Al final, Cori y ella son primos. Si sucedió algo entre ellos, no tendría por qué incomodarme, y no me incomoda, pues a sus 15 años, Cori, supongo que estaba al igual que yo, con las hormonas alborotadas más que nunca por la estúpida adolescencia. Todo el mundo pasa por eso, por esa búsqueda incesante de la persona indicada a quien entregarle nuestro amor, a expensas de tropiezos y errores, que al final dan como resultado lo que nosotros cultivamos, y en el caso de Cori y Casey supongo que ha sido un cariño que se convirtió al final en lo que son ahora; excelentes amigos.

—Esa parte al menos…—advierte Casey rascándose la cabeza, supongo que se siente incomoda hablando del tema—…al menos está cubierta y no he tenido que explicártela. Pero sin dejar el tema de lado, él sigue teniendo razón.

Casey me da unas palmadas en el hombro y se va a la sala donde todos ya han comenzado a comerse el pastel. Por mi parte, me quedo unos momentos mas en este ultimo escalón, mirando hacia un vacío que me sirve como molde a mis pensamientos. Leucemia, sigue siendo grave, pero el nudo que me impide exteriorizar esa preocupación aun continua ahí, reteniéndome, y me falta ese algo que lo desate para poder venirme abajo, porque realmente necesito hacerlo.

Paso a la sala, dejando momentáneamente mis pensamientos de lado y me uno a los demás. Se han sentado todos en círculo, cada uno con su trozo de pastel y una cerveza.

—Ven, Sasha—me llama Karla haciéndome un hueco junto a ella y Nixon.

No quiero interponerme entre ellos, al final, Nixon está intentando algo con Karla y quedarme junto a ella, separándola de Nixon, podría repercutir en lo que pueda suceder entre ellos. Me acerco y le hago señas a Karla para que se pase junto a Nixon y quede el espacio libre a su otro costado. Al final he quedado entre Khana y ella.

—Bien, gentes—advierte Karla—tenemos 17 años, tenemos cervezas, pastel y un espacio circular frente a nosotros. ¿Qué se les ocurre?

Jennel levanta la mano y se dispone a opinar.

—Tenemos dos ancianos entre nosotros—advierte Jennel, burlándose de Cori y André—. Solo miren a estos chicos, Cori ya es un adulto en potencia y André, bueno, a él otro par de años más y se le arrugan las nalgas como pasas, así que jóvenes no somos muchos.

Todos soltamos una risotada por el comentario de Jennel hasta más no poder. Cori ciertamente ya es mayor de edad, ya tiene bien cumplidos sus 18 años, o bueno, hasta hace unos 10 minutos que los cumplió, pues ya hacen las 12:05 de la noche.

—¿A quién le dices anciano?—le refunfuña Cori, pellizcándole con el dedo las costillas a Jennel, provocándole cosquillas. Ella salta riendo por ello hasta que mejor decide echarse hacia atrás y acostarse para que deje de picarla.

—Mi trasero sigue firme—masculla André—.

—¿Quién nos lo asegura?—le reclama Kathy con una sonrisa socarrona.

—Lucas—manifiesta el bien serio.

Otra tontería de estas que nos logra sacar más risas. Unos minutos después de tanto reír mejor decidimos comenzar a comernos el dichoso pastel. Karla me pasa mi porción y una cerveza. Realmente se ve tentadora esta cosa helada, y por cosa me refiero a la cerveza que en mis manos se siente bastante fría.

—¿Cómo conseguiste cervezas?—le pregunta Khana, dándole un sorbo a la suya—. Eres menor de edad.

—Una cara linda y el soborno hacen mucho—le contesta Nixon.

—¿En serio, podemos tomar cerveza?—inquiere Kathy.

—Tú traga y calla—le masculla Cori—.

—Qué conste que borracha me violo a quien se me atraviese—advierte ella dando un trago—. Luego no me culpes si pierdes tu virginidad.

—¿Cori? ¿Virgen?—advierte Karla soltando una carcajada—. Virgen mi trasero. ¿A caso no ves que puto es en el instituto?

—No soy puto—exclama Cori—. Además, ser amable con las chicas no dice nada—rezonga Cori.

—¿Entonces si eres virgen?—inquiero con curiosidad.

—¿Nos la vamos a pasar hablando sobre temas morales como la puta virginidad que se pierde con la primera ves que se pajeano vamos a jugar con la tonta botella que sé que tienen en mente?—espeta André tomando una segunda cerveza—. Aquí ya nadie es virgen—continua—ni de la mente ni mucho menos del culo.

—Mi culo sigue intacto—advierte Karla—. ¿El de alguien no?

Nadie dice nada a excepción de André que levanta su mano como afirmación.

—Tu trasero no cuenta André—le dice Khana.

—Ni el de ustedes—refunfuña él con una risilla picara—. Piénsenlo, la primera cagadaque dieron de pequeños les robó su virginidad. Así que vírgenes no están.

Genial. Más con que reír. Las risas no se hacen esperar y terminado mi pastel y mi primera cerveza, me levanto por más. Regreso en un par de minutos y los encuentro a los chicos aun riendo.

—¿No te incomoda que…bueno, tu sabes, te revienten el trasero?—le pregunta Cori con cierta curiosidad.

—No es como si fuera al que siempre se lo revientan—dice él sin mucho revuelo—. Lucas no se esta salvo de ello.

—Bien, bien, ya estuvo—dice Nixon secándose las lagrimas que asoman por la comisura de sus ojos—mejor juguemos.

Coloca una botella en el centro y se dispone a girarla.

—En quien se detenga, tendrá que aceptar verdad o reto—advierte mirando atentamente a la botella que sigue dando vueltas.

Finalmente se detiene y la escogida es Khana. Me pregunto que va a elegir.

—¿Verdad o reto?—inquiere André.

—Verdad—responde ella.

—Veamos—le dice él dubitativo—. ¿Qué es lo mas estúpido que alguna vez hayas podido hacer?

Khana se queda pensativa por unos momentos, mirando hacia el piso, seguramente rebuscando entre sus recuerdos. Unos segundos después sonríe; tal parece que encontró la respuesta a la pregunta.

—Intentar beber Coca-Colapor la nariz—responde riendo.

De solo imaginármela haciendo tal hazaña me causa risa, tal y como a los demás que no han hecho reparos en reírse al respecto. Khana toma ahora la botella y la hace girar y el escogido es Cori.

—Bien—le dice Khana—ahora me toca preguntar a mi. ¿Verdad o reto?

—Reto—advierte él.

—Entonces besa a alguien ahora mismo.

Cori me mira por unos segundos mientras yo me quedo pensativo, rogando porque no haga una tontería. El capta mi nerviosismo y se pone de pie, se acerca a Kathy y sin qué ni para qué le planta un beso.

—¿Está bien así?—pregunta él mirando a Khana que se ha quedado perpleja.

—Su…supongo—balbucea tratando de salir de su asombro—.

Kathy por su parte se queda pasmada ante tal acción. Se ha sonrojado.

—Entonces es mi turno de girar la botella—dice Cori colocándola nuevamente al centro y haciéndola girar hasta que se detiene, esta vez en Jennel.

—Yo escojo verdad—advierte ella antes de que le pregunten.

—¡Perfecto!—exclama Cori—. Veamos… ¿Qué es lo que más odias en el mundo?

—Que Nixon se trastee en la ducha. Siempre deja embarrado de…de…de esa cosa blancapor el lugar.

—¡Oye!—le rezonga Nixon rápidamente—. ¡No es cierto!

—¡Descubierto, pedazo de calenturiento!—le exclamo riendo.

Y es de esa manera es como se pasa la madrugada, jugando a verdad o reto por un largo rato hasta acabarnos las cervezas y el pastel. La única que ha salido invicta y sin preguntas es Kathy, que sé que se ha quedado con ganas de decir alguna que otra babosada. Al final, todos terminamos cansados y no es para menos. Del festival pasamos directamente al ajetreo de la fiesta sorpresa de Cori que por como ha estado él, supongo la ha disfrutado.

Aun sigo inquieto por lo que le está sucediendo. Me ha pedido que no se lo mencione a Karla pero no estoy realmente seguro de guardármelo para mi mismo. Es que es algo realmente serio y que tarde o temprano ella lo terminará sabiendo. Además, guardándomelo siento que le estoy ocultando ya demasiadas cosas a Karla. Primero lo que me sucede con Cori, y ahora lo de su enfermedad. No quiero dejarla a ella al margen de nada, porque es realmente importante para mí, pero a la vez tengo miedo que al contarle ciertas cosas, quien se quede al margen de su amistad sea yo, aunque conociendo a Karla posiblemente no suceda. Sin embargo…tengo miedo.

Hemos decidido irnos ya para nuestras casas. Ya son las tres de la madrugada y si no llegamos antes de que salga el sol, Tránsito va a estrangularnos y la señora Bonnet hará de Karla un puré, así que mejor nos vamos ya.

Cori se ha quedado dormido en el sofá. Ha de estar muy cansado por todo lo que ha sucedido hoy. Primero lo del festival, luego las emociones de su fiesta de cumpleaños, luego lo que ha tenido que contarme, lo de Casey…demasiado para un solo día.

—Puedo ir por el auto si deseas—me sugiere André—. Así aprovechamos de ir a dejar a Karla y pasamos dejando a Cori por su casa. Solo míralo, duerme como piedra.

—Yo acompañaré a Karla hasta su casa—advierte Nixon.

—Cori se quedará a dormir en mi casa—le comento a André—.

—Entonces… ¿Voy o no por el auto?

Me quedo pensativo por unos segundos. André tendría que caminar demasiado y haría doble viaje. A parte de ello, andaría solo a muy altas horas de la madrugada, así que mejor sugiero que nos vayamos caminando juntos y así nos ahorramos tanta vuelta

—Yo llevaré a Cori—le digo acercándome al sofá. Tomo a Cori por los brazos, lo siento en el borde y me agacho dándole la espalda. Paso sus brazos por sobre mis hombros y me engancho sus piernas a mi cintura. Me levanto sin mucho esfuerzo, y sin tanto revuelo ya lo tengo cargado a mi espalda, como cuando éramos niños y jugábamos—.

—¿No necesitas ayuda?—inquiere André.

—Estoy bien, no te preocupes—le digo, terminándome de acomodar a Cori en la espalda. Cori solo hace un pequeño gemido pero no se despierta. Acomodo su cabeza en mi hombro y estoy finalmente listo.

Puedo sentir como el aliento de Cori resopla en mi nuca y llega hasta mi oreja. El olor de su piel llega rápidamente a mis fosas nasales inundándolas hasta más no poder. Es tan familiar su olor, tan suave pero sin llegar a perder su distintivo. Cori…huele bien.

Nos dependimos de Khana que se quedará a dormir en casa de Jennel y Nixon, y también nos despedimos de Jennel que ha comenzado a recoger las cosas del piso y a quitar los papeles de adorno de las paredes. Nixon por su parte ha salido a acompañar a Karla y ya van un poco delante de nosotros. André se ha adelantado con Kathy, y quedamos atrás solo Casey, yo y Cori que lo llevo a mis espaldas. Es increíble, Cori no pesa demasiado, y más increíble aun que no se haya despertado. Parece un niño.

Mientras caminamos camino a casa, en silencio entre Casey y yo, pienso detenidamente en todo lo que ha sucedido ahora. Me pregunto como lo estará tomando la señora Woller. Primero fue Emily, la hermana menor de Cori, y ahora él. Esto será difícil, y espero no pase a mas grave…realmente no quiero que suceda.

—Entonces…—me dice Casey que camina a mi lado, rompiendo el silencio—. ¿Ya te has decidido?

—¿A qué?—pregunto, aun absorto en mis pensamientos.

—A pasar de lo que Cori pueda pensar y saber lo que realmente está sucediendo.

Vuelvo mi mirada hacia Casey y puedo notar la serenidad en su rostro. Puedo sentir su disposición a contarme lo que sucede, pero a la vez siento como deja que todo siga su curso, sin forzar absolutamente nada.

—Si—contesto finalmente—. Quiero saberlo.

Casey se queda en silencio por un largo rato, caminando a mi lado. Los chicos aun van adelante, y nosotros tres, Casey, Cori que va dormido, y yo, nos mantenemos al mismo paso, atrás y en silencio. ¿Qué tan grave es para que Cori me haya tenido que ocultar lo que me está ocultando?

Casey resopla, rompiendo finalmente un silencio que ya había comenzado a agobiarme.

—Hace un par de años…—comienza haciendo una pausa entre sus palabras—. Hace unos cinco de años más bien, Cori y yo fuimos novios. Teníamos tan solo 14 años y no es que fuéramos muy inteligentes en el asunto. Éramos unos niños, y nos comportábamos como tales. Solo fue por unos meses nada más, pero eso solo sirvió para unirnos más de lo que ya estábamos. Nuestra amistad creció bastante, a tal punto de convertirnos en lo que ahora somos. Somos más que unos simples primos, somos como hermanos.

—Se nota bastante—le digo con una sonrisa—.

Casey voltea a verme, me devuelve la sonrisa y continua sin detener sus palabras.

—Cori sabe tanto de mi, como yo sé de él—me dice con un tono bastante satisfecho—. Y supongo que tú y yo sabemos tanto de Cori como él sabe tanto de ambos.

—Cori es una de las pocas personas de lo mas valiosas en mi vida—le comento con bastante seguridad— al igual que Karla.

—Lo sé. Cori me lo ha comentado varias veces. Él también dice cuan importante es Karla para él y cuan importante le eres tú.

Sonrío y a la vez me ruborizo. Felicidad, es simple felicidad.

—Hace unos meses—continua Casey—Cori me comento que se había enamorado de alguien. Me dijo que ya llevaba un tiempo de esa manera y que planeaba algún día decírselo.

—Ya veo—murmuro cabizbajo. Supongo que Casey ya ha de pensar que lo que sucede entre Cori y yo es de lo mas repugnante.

—Y la verdad—musita ella mirándome fijamente a los ojos—me alegro de saber que esa persona eras tú.

Así que a Casey no le desagrada lo que sucede. Comienzo a pensar que posiblemente todo este tiempo me haya equivocado y las personas que aun conservan su parte humana estén por allí, dispersas, y creo que acabo de encontrarme a una que pueda comprender las cosas.

—¿No te parece extraño?—inquiero algo incomodado—. Digo, es que no es muy normal que se diga lo que sucede con Cori y conmigo.

Casey niega con su cabeza y se lleva las manos tras su nuca. Seguimos caminando.

—La verdad que no. Cori me ha explicado muchas cosas Sasha, y me ha aclarado muchos puntos que creí eran imposibles de hacerlo. Ahora comprendo por qué Cori se enamoró de ti. Puedo ver que tú no te inhibes ante cosas que algunos consideran fuera de lugar, cuando son todo lo contrario. Tú te entregas a la vida misma y por eso eres feliz y eres capaz de hacer feliz a los demás, y desde mi punto de vista, Cori lo tiene presente de manera inconsciente, y es seguramente por eso que él se ha enamorado de ti. Amor sin prejuicios, es lo más justo. Conozco a Cori y sé que él está muy lejos de escoger a alguien que lo lleve por mal lugar, y no con esto estoy despreciando a personas con otros gustos como André, que a mi parecer es un excelente chico, si no más bien lo que trato de decir es que Cori escogió a alguien capaz de ver mas allá y sentir mas allá de lo que nuestras limitaciones nos permiten.

—No creo que sea para tanto Casey—le digo poco convencido de ser todo lo que ella menciona—.

Ella niega con su cabeza y continúa hablando.

—De ser así, entonces Cori jamás se hubiese enamorado de ti, y lo digo porque lo conozco y sé que le desagradan las personas que tratan de ser lo que no son y también lo digo por el hecho de que sé que a él no le gustan los chicos. Sin embargo, estás tú, que eres un chico y se enamoró de ti, pero no por ser un chico, si no por ser quien eres.

—Ya veo—musito, con mi corazón latiendo fuertemente por la felicidad que me causa escuchar esas palabras.

Entonces me doy cuenta que soy algo muy especial en la vida de Cori… y es eso lo que me hace feliz, todo a causa de Cori.

Llegamos finalmente a la casa de Cori. Casey se queda acá así que todos se despiden. Mientras yo, seguiré cargando a Cori hasta mi casa.

—Cuídate—me dice Casey besando mi mejilla—. Y cuida a Cori. Él es más frágil de lo que parece.

Casey se acerca a mi oído y me murmura unas palabras que me dejan pasmado. Así que era eso lo que Cori me ocultaba, es esto lo que él trataba de dejar dentro de si mismo para no hacerme sentir de esta manera…

Cori ya está con tratamiento de quimioterapia—me murmura Casey—. Pronto esto podría empeorar, y me duele tanto como a ti saber que podría no funcionar el tratamiento. Lo siento.

Casey se separa de nosotros y justo antes de entrar a la casa vuelve a verme. Puedo notar sus mejillas húmedas. Casey…está llorando.

Comenzamos a caminar nuevamente. Siento como mi mandíbula tensa trata de retener la preocupación en mi rostro. Siento que la cordura se me está agotando y que de un momento a otro me vendré abajo.

El estado de Cori debe de ser demasiado grave.

Pasamos por donde Karla y la dejamos justo en su casa. Ella se despide de todos al igual que Nixon que ha tenido que regresar a su casa caminando solo. Espero y no tenga contratiempos para regresar.

Seguimos caminando hacia mi casa. André se ofrece a ayudarme con Cori que aun lo llevo dormido a mis espaldas pero le digo que estoy bien. Él, poco satisfecho, se encoge de hombros y me deja seguirlo cargando y se va caminando algunos dos metros delante de mí junto con Kathy, hablando sobre una ida al cine.

Al cine. Tengo tanto de qué preocuparme en la cabeza que una salida al cine no me parece tentadora.

Cori solo trataba de ahorrarme esta angustia. Como siempre, él, tratando de cargar con todo y aligerar mi carga cuando sabe muy bien que yo estoy dispuesto a cargar con la mía y con la de él, pero supongo que bajo ese mismo criterio se basan las razones del por qué él lo ha hecho. No somos un “tu y yo”, ahora somos mas bien un “nosotros”.

Estamos a punto de llegar a mi casa. André y Kathy se adelantan a abrir la puerta para poder entrar con Cori, pero justo antes de llegar a la verja de mi casa, aun en un tramo un tanto oscuro, Cori mueve su cabeza y puedo notar como la acomoda en mi hombro.

—Perdóname—me murmura Cori al oído. Aun lo sigo cargando a mis espaldas—. Por favor…perdóname.

Son estas palabras el detonante para que mis fuerzas se vayan y las lagrimas comiencen a rodar por mi rostro. Ya no puedo más, no puedo contener mi angustia por saber si él estará bien, no puedo contener la preocupación que siento por él y es ahora cuando me resquebrajo en mil pedazos, tratando de hacerme el fuerte pero sin poder lograrlo.

Cori envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y con delicadeza me abraza. Su cabeza sigue descansando en mi hombro y él a mi espalda.

—No tienes nada por qué disculparte Cori—le digo tratando de contenerme. Las lagrimas no dejan de bajar por mi rostro, pero trato lo mas que puedo de retener mis sollozos.

—Tengo miedo, Sasha—susurra—.

Puedo sentir como algo húmedo y cálido comienza a empapar mi cuello. Cori está llorando.

—No temas Cori, todo estará bien—le digo, tratando de consolarlo a él como a mi mismo—. Mejorarás pronto, ya verás.

Las lágrimas siguen bajando por mis mejillas. Las pequeñas contracciones de los sollozos ahogados comienzan a marcar mi cuerpo y puedo sentir también a Cori sollozar en un silencio de lo más pesado.

—No temo de qué me pase algo, Sasha. No temo de que pueda morir—vuelve a murmurarme al oído con una voz casi imperceptible—. Mi temor es que si muero… tú te sientas triste y ya no te pueda seguir amando.

Miércoles 13 de Octubre de 2010



Algunas veces la sinceridad puede resquebrajarte en mil pedazos, a pesar de que es por amor. Es entonces cuando me doy cuenta lo que significa la frase “Amar es sufrir”, porque sea como sea, el punto nunca fue sufrir amando, si no, el posible sufrimiento cuando ese amor pueda llegar en algún momento a su final.

La vida y el amor son un poco injustos en ese aspecto, porque tratan de enseñarnos de la peor manera que aun nos falta mucho por llorar, reír, sentir y sufrir para entender que los momentos difíciles solo tratan de hacernos más fuertes.

Mi mundo…va a venirse abajo.


Sasha.


Ending:







tercera firma frank

Autor: Luis F. López Silva

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