Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
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lunes, septiembre 10, 2012

Capítulo 23: Telescopio (Instantánea 2: Meteor Shower)



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Recuerdos. Son posiblemente simples fotografías para muchos, pero para mi, son recuerdos; recuerdos que trato de todas las maneras posibles de no dejar escapar. Me pregunto si André recuerda aun lo que pasó esa noche. Algunas veces creo que la vida nos coloca en los lugares indicados para que podamos escuchar o para que seamos escuchados, en donde, en muchos casos, suelen ser nuestros pensamientos y formas de ver el mundo los que desean ser conocidos.

—Qué linda fotografía—advierte Kathy.

—Lo sé—le digo, ensimismado en mis recuerdos—las estrellas…son hermosas.

—¿Estrellas?—inquiere André, terminando de poner una caja en una repisa y acercándose.

Coge el álbum y mira detenidamente las imágenes. Él sonríe. Seguramente, al igual que yo, ha recordado esa noche de cielo estrellado en la que nos dimos cuenta de una infinidad de cosas acerca de nosotros mismos. Siempre he escuchado que las personas suelen pensar acerca de las cosas mas profundas de su conciencia cuando el momento se torna bastante acogedor, y créanme, es cierto.

—Que recuerdos—advierte él un poco sonrojado—de solo pensar en que tuve miedo ese día me dan ganas de tomar veneno.

—¿Y a qué le tenias miedo?—pregunta Kathy—Supongo que tuvo que ser grave para que quieras morirte drogado.

—Venga, dije que era envenenado, no drogado.

—Es lo mismo—refunfuña ella—La droga solo es veneno con efectos reversibles en bajas dosis que de uso frecuente te termina matando.

André se queda perplejo ante tal aseveración, tanto que no tiene más palabras con qué contradecirle. Como en alguna ocasión dije, Kathy es bastante inteligente, y ha sido gracias a ella que en algunas ocasiones he logrado ordenar ciertos pensamientos. Es curioso.

Hace una semana más o menos, estaba en mi cama mirando por la ventana como siempre suelo hacerlo por las mañanas. La llanura tras mi casa nunca cambia, siempre se mantiene en esa inmensidad tan quieta que el simple hecho de observarla me hace sentir en paz. Algunas veces suelo reflexionar acerca de muchas cosas, pero la mayoría de las ocasiones mis reflexiones me terminan confundiendo más, tanto que me imponen mas preguntas que respuestas acerca de mi mismo. Pensaba ¿Qué carajos voy a hacer con mi vida? Últimamente me he puesto a pensar al respecto y he podido concluir una tan sola cosa “No lo sé” Es que simplemente no sé que voy a hacer luego de que salga de Longmont Sunset, digo, es que últimamente todos andan movilizándose para ver que estudiaran en la universidad. Meten aplicaciones aquí, solicitudes allá y toman cursos de una u otra cosa para engrosar su expediente académico, todo para poder estudiar una carrera universitaria. ¿Y yo qué?

—¿Bajaras a desayunar?—entró esa mañana Kathy a mi habitación.

—Dentro de un rato—le dije—no tengo mucha hambre.

—¿Pasa algo?

—Nada especial.

—Pues no lo parece—me dice sentándose a mi lado, en mi cama—¿Hay algo ahí afuera que te inquieta?

—No, no, al contrario—le dije indicándole para que se acerque a la ventana a observar—Mira detenidamente, y dime, ¿Qué ves?

—Veo a André sacando la basura.

Me eché a reír por su observación. Debo aceptar que esa vez no había notado que André estaba ahí afuera. Le señale hacia la llanura y le volví a preguntar.

—No me refiero a eso—le dije riendo—me refiero a esa llanura. ¿Qué te parece a ti?

—Pues a mi ver, es un lugar bastante lindo. Pareciera que está en bastante calma.

—Exacto—le dije, satisfecho de ver que ella concordaba conmigo.

Es extraño encontrar a alguien que mire las cosas como yo las suelo ver, pero en casos especiales, como Kathy, es realmente interesante saber que se puede conversar de algo con ella en una misma sintonía.

—¿Y qué sucede con la llanura?

—Con ella nada—le respondí, mirándola a los ojos—es mas conmigo. Quiero estar así de en paz.

—¿Hay algo que te la está quitando?—inquiere con preocupación.

—Algo así. Sabes, hace unos días el señor Donovan me llamó para ponerme al tanto del instituto, y me comento respecto a las solicitudes para la universidad y pues…

—Y tu inquietud es que no sabes que hacer todavía. ¿O Me equivoco?

Asentí torpemente con mi cabeza y suspiré. En ese momento no sabía si gritarle “Decide por mí” o algo así. La verdad de la situación es que me gustan muchas pero muchas cosas para hacer, el problema es que desconozco si solo es un pasatiempo y es por eso que me gusta o porque seriamente es lo que me agrada. ¡Diablos! ¿¡Es que acaso la adolescencia no puede venir con un manual lleno de indicaciones!?

—No tienes que forzarte a hacerlo Sasha—me dijo con una voz bastante paciente—Las decisiones no son mas que la seguridad de un sentimiento materializado en acciones.

—¿A sí?—le digo bastante sorprendido por tal definición de la realidad.

—Así es. Tiene que haber algo que te haga realmente feliz—me dijo con una sonrisa—Solo necesitas autoexaminarte,y, pues, solo así sabrás que te hace sentir mas a gusto. Aunque debes tener cuidado, no hay nada más que peligroso que examinarse así mismo.

—¿Por qué lo dices?—inquirí con curiosidad.

—Porque a veces encuentras cosas que no te gustan. En fin, es peligroso pero necesario. A veces puede ser doloroso lo que te encuentras, otras tantas es felicidad pura. Solo mírame a mí.

—¿Te hiciste un auto examen para saber que vocación escoger?

—No, tontito, lo hice para saber como quiero ser y pues en el camino me encontré con lo peor de mi, en donde estaban implicados terceras personas, pero al final termine por desechar eso y pues ahora soy lo que soy, alguien feliz.

—Sigo sin entender—le dije suspirando.

—En resumen, piensa por una vez para ti mismo y deja de lado los problemas de los demás. Necesitas dejar algo de ti para ti, si no, no quedará nada luego con lo que puedas identificarte.

Fueron esas palabras tan sencillas provenientes de Kathy lo que me hizo pensar detenidamente las cosas. “Examinarme a mi mismo” Curiosamente lo primero que pensé fue “Autoexamen para la evaluación de cáncer de testículos” Luego solo me eché a reír al pensarlo y luego lo dejé pasar. Aunque debo decir que hasta ahora, he tenido miedo de examinar mi propia conciencia, porque tal vez, como Kathy dice, me puedo encontrar con cosas que hace tiempos creí haber enterrado.

Ahora que recuerdo la palabra conocer, se me viene a la mente que de Kathy conozco bien poco y lo poco que se de ella no es muy sustancioso, digo, pues solo son pequeños detalles que cualquiera notaria.

Veamos, a Kathy le gusta el color blanco, le gusta salir a caminar, le encanta el chocolate con crema batida, odia las arañas, es linda, tiene un pequeño lunar en su nalga izquierda con forma de media luna—y mejor no pregunten como lo sé—es tierna, huele bien y….Saben, creo que me estoy desviando del tema, mejor regresemos al punto inicial y demos por sentado de que Kathy es una chica…una linda chica.

—André, cariño—masculla ella con tono incitador—creo que aquí estamos pasando por alto algo.

—¡Ahg! ¡Bien!—exclama él sin mucho animo—Esperaba que lo hubieses olvidado, lo acepto, esta vez tu ganas, pero solo porque tu argumento sobre las drogas me pareció sacado de un diccionario. ¿Vale?

—Si, si, como desees—le dice ella con aires de victoria.

—¿Qué quieres ahora?—refunfuña André.

—No sé por qué siento que me estoy perdiendo de algo—les digo confundido por su curiosa platica.

—No te pierdes de mucho—advierte André—simplemente hemos llegado al acuerdo con Kathy de que cada vez que alguno gane una conversación entonces el ganador tendrá derecho a un premio.

—¿A un premio?—exclamo con curiosidad—¿Y qué es lo que normalmente suelen pedir?

—Depende de la magnitud de la conversación—responde ella—La última vez André fue quien ganó y su premio fue un enorme consolador.

André suelta una risotada que dura un buen rato, contagiándome y contagiando a Kathy. Debo decir que me da curiosidad saber de donde carajos sacaron ese consolador.

—¿En serio?—pregunto para asegurarme que he escuchado bien.

—Bien, no, solo bromeaba—contesta ella entre risas—Lo que André pidió fue un Snicker…aunque por el tamaño del chocolate deduje que parecía consolador.

—Tú y tus ocurrencias—le dice André riendo—Bien, mejor dime que quieres antes de que me arrepienta.

—Veamos…—dice ella dubitativa. Coge el álbum de las manos de André y se pone a revisarlo, encontrándose nuevamente con la fotografía en donde estamos él y yo recostados sobre la frazada—Quiero que me cuentes… ¿Qué pasó el día que tomaron esta foto?

La imagen tiene por titulo “Meteor Shower” Y, a pesar de ser una simple fotografía en la que André y yo salimos sonrientes, esconde tras de si, una historia de las que pocas veces podrías escuchar en tu vida.

André vuelve a coger el álbum y se queda pensativo. ¿Qué tanto recordará? Supongo que todo, pues, carga consigo con una de las mayores pruebas que la conciencia y el corazón humano puede tener. Una marca indeleble que lleva para el resto de su vida y que de ninguna manera le será posible quitársela de encima, pero, conociéndolo a él y la situación en la que se encuentra, sé que añora quedarse con esa marca que le recordara que el ser humano es capaz de lo incapaz.

El amor por si mismo y por los demás es, seguramente, lo único que impide que este mundo no se desmorone a pedazos.

***

El viento seguía soplando frío esa noche y no había nubes. Las estrellas eran hermosas y yo, con mi inminente felicidad por el regalo que él me había dado, no sabía como agradecérselo. Jamás creí en mi vida que alguien me regalaría las estrellas. Siempre pensé que no era más que una técnica que los escritores usaban para darle realce y romance a las historias de amor, a las historias en las que se veían implicados los sentimientos de afecto y nostalgia, a aquellas historias que siempre solían terminar de una manera trágicamente feliz…pero sucedió, ese día sucedió

—Sabes—me dijo mientras nos acostábamos en la frazada mirando hacia un cielo lleno de titilantes estrellas—Tenía mis serias dudas respecto a esto.

—¿Las tenias?—le digo mirando hacia el cielo las cinco estrellas…hermosas estrellas.

—Bueno, que tal si no te gustaba tu regalo.

—Tienes que estar loco—le digo haciendo una mueca de desaprobación—¿Cómo no va a gustarme?

—Soy yo quien ama las estrellas. Quiero ser astrónomo y lo sabes.

—Somos primos ¿Te has dado cuenta? Y hemos crecido prácticamente juntos, es lógico que las estrellas me gusten a mí. Tu eres como un reflejo mío solo que mas viejo…y gay—le digo entre pequeñas risas.

—Ok, lo de viejo no era necesario que me lo recordaras—me dice riendo—Pero posiblemente tengas razón.

—Claro que la tengo.

—Presumido—me refunfuña.

—Es mi cumpleaños, así que déjame presumir por una vez.

El me mira por unos segundos y me da un golpe amistoso en el hombro. Bajo mi mirada y me encuentro con sus ojos. Una mirada un tanto apagada. Algo sucede. Él sonríe.

—Estas creciendo—advierte—y creo que estas cambiando.

—Yo me siento igual—le digo volviendo mi mirada al cielo—o eso creo.

—No Sasha, estás cambiando.

—¿Crees que eso sea bueno?

—Lo es—me dice sentándose—ahora se te ve más feliz que antes. Posiblemente mudarte te ha ayudado bastante.

Sus palabras me hicieron pensar por un momento al respecto. No sé en que punto, desconozco los motivos y las circunstancias del por qué, pero creo que André tiene razón. Antes de mudarme a Longmot supongo que solo intentaba ser feliz y no lo lograba, pero luego aparecieron Cori y Karla y creo que mis intentos encontraron ese empujón que necesitaban para convertirse en realidad. Me da miedo pensar en qué hubiese sucedido si no los hubiera encontrado a ellos, qué sería de mi, qué sería de ellos…

—Cori y Karla son quienes deben llevarse el crédito de eso—le comento con una sonrisa—Si no fuese por ellos, entonces creo que tal vez seguiría igual.

—Son buenos chicos—me dice encogiéndose de hombros—Solo mírate, han logrado bastante en ti y, por como Karla me cuenta cuando hablo con ella, has logrado bastante en ellos.

—¿Logrado?

—Bueno, si. Piénsalo, ellos se esfuerzan por ti, pero ese esfuerzo necesita de una recompensa Sasha, y si ellos lo hacen es porque tú también te esfuerzas por ellos. Se recompensan recíprocamente.

—Vaya, que…interesante—le digo algo sorprendido—nunca lo había visto de esa manera.

—Afecto por afecto, es así de simple. El ser humano conserva el trueque desde que existieron las civilizaciones. Lo único curioso es que hay excepciones, y hay quienes dan afecto sin pedir…nada a cambio.

Fue ahí, fue en ese instante que algo se dañó. Ese tono de voz tan apagado con que André dijo las últimas palabras supuso el comienzo al miedo palpable en sus ojos. Pensé que antes solo había sido mi imaginación pero esa actitud me dio serias cosas en que pensar. Algo le inquietaba.

—¿Sucede algo?—le pregunto un poco preocupado por su repentino cambio de animo.

—Eso mismo quiero saber yo—me dice volteando a verme.

Me observa durante unos segundos y luego desvía su mirada. Se recuesta en la frazada pero aun mira hacia su otro costado. Lo primero que pensé fue que tenía que ver con su reciente pelea con su padre respecto a su carrera universitaria. No pasaba por alto que André estudiaba astronomía sin el consentimiento de su progenitor, pero considerando que André ama lo que hace y lo hace porque así lo desea entonces él estaba en todo su derecho de hacer lo que él quisiera. Al final de cuentas, era él quien estudiaba y no su padre.

—Es por lo de la universidad ¿Cierto?—le pregunto algo preocupado.

—En parte—murmura—pero es una mínima parte de todo.

—Oye, si es por lo del dinero para pagar tus estudios mi padre ya te dijo que él te apoyaba en el asunto. Sabes que él está en contra de la extraña idea de tu papá.

—No es solo eso Sasha. Estoy bien, mi papá está molesto pero sigue ayudándome con ello.

—¿Y entonces?

André se quedó en silencio por unos momentos, un silencio que me pareció casi eterno, tan pesado, tan abrumador que solo se me ocurrió que pasaba algo grave. Aun, hasta este día, no sé si podía clasificar lo que sucedió como grave, pues fue decisión de André.

—¿Cuántos años tengo, Sasha?—me pregunta mirando esta vez hacia el cielo.

—Tienes 20—respondo algo extrañado.

—¿Soy un adulto?

—Según el estado, si—le digo encogiéndome de hombros—pero, bueno, la concepción de la adultez varía de persona en persona. Para mi, los adultos suelen ser unos aburridos y demasiado cuadrados, mas sin embargo tú no lo eres, así que puedo concluir que toda persona que está lejos de esas dos características simplemente ha madurado sin perder de vista el objetivo de sus años…hacerlos más humanos.

El me mira a los ojos y me sonríe. Es una pequeña y casi imperceptible sonrisa, pero tras de ella puedo notar que se esconde algo más.

—Ya veo…me dice volviendo su mirada hacia las estrellas—entonces, si según la ley soy adulto…puedo hacer cosas de adulto.

—Supongo—comento perplejo—Pero, vamos ¿Por qué tanta pregunta al respecto?

—Tengo mis razones—advierte. André mira su reloj y dos segundos después señala el cielo, y, en la inmensa negrura, puedo ver un haz de luz moverse—Y esto, Alexander…es tú segundo regalo de cumpleaños—me dice con una enorme sonrisa—Feliz dieciseisavo cumpleaños querido Sasha

Meteoros. Pequeños haces de luz formados por meteoros que entran a la atmosfera sorprendieron esa noche a mis sentidos. Uno, dos, tres…diez. Cientos de ellos en minutos comenzaron a dibujarse en la inmensa negrura. ¡Una lluvia de estrellas! Una hermosa lluvia de estrellas en mi cumpleaños. ¡Ni siquiera sabia que habría una! Era sorprendente. Era hermoso. Era…era la mejor noche de mi vida. ¡No podía creer que André lo hubiese planeado de esa manera! Tantas molestias, tantos cálculos e ideas solo para hacerme pasar un estupendo cumpleaños….era sorprendente.

—¡Estrellas fugaces André!—le exclamo sorprendido, mirando con mucha atención tantos haces de luz como me era posible captar. No quería perderme ninguno.

—A veces la naturaleza puede ayudar en este tipo de ocasiones—me dice sonriendo—Y pues, bueno, tratándose de ti, no se podía negar a cooperar. Bien, dejemos constancia de este momento—me dice sacando su móvil. Se coloca mas junto a mi y “Clic” se escucha sonar la cámara del celular de André.

Una imagen perfecta. Dos chicos; André y Yo, con una enorme sonrisa tumbados en una frazada mirando un espectáculo de estrellas surcar el cielo.

—¡Eres único!—le digo maravillado por el espectáculo de meteoros—Esto es...hermoso.

—Lo sé…—musita—lo sé.

Él me dedica una enorme sonrisa. Una sonrisa, que venia incluida con algo más. Lagrimas. André estaba llorando. Esas lagrimas tan notables que bajaban por sus mejillas y que dibujaban un recorrido perfecto hasta caer a sus manos fueron y seguirán siendo de las pocas lagrimas que en mi vida veré ser derramadas por razones mayores a la fuerza de voluntad.

—¿Qué sucede, André?

—Tengo miedo Sasha.

—¿Miedo? ¿De qué?

—De perder a la persona que más amo en este mundo.

Algunas veces sucede, que, nuestra propia conciencia nos atormenta con los peores pensamientos, pero todo es fruto del miedo que sin piedad nos envuelve aprovechándose de las situaciones más crueles de la vida para hacernos caer. Ese día, fue, sin duda, el día en que descubrí la capacidad humana de sacrificarse por otros.

Hacía unos meses, André me había comentado que había un chico, un chico que había conocido en la secundaria con el que se llevaba bien y que ambos estaban estudiando lo mismo en la universidad que estaba un poco mal de salud. André jamás me había dicho de qué estaba enfermo y yo pasé por alto preguntárselo. Pero esa noche de cielo estrellado, comprendí las razones del miedo de André.

Insuficiencia Renal Crónica. ¿Han escuchado hablar de ella alguna vez? Nuestro cuerpo es una maquina que funciona de la manera mas extraña, pero funciona, conteniendo en si algo llamado alma. Pero algunas otras veces, se daña y algunos de esos daños pueden ser irreparables.

Unos meses después de que André y Lucas—que es así como se llama el amigo de André—salieran de la secundaria, André le comentó a su amigo de su condición en cuanto a sus gustos. Curiosamente Lucas no se alejó de él, fue más bien distinto, se vieron más unidos que antes. Luego de André se lo comentara a su mejor amigo, Lucas también se vio en la necesidad de comentarle a André unas cuantas cosas al respecto y era que pues por fuerzas del destino él también era gay. A mí, en lo personal, nunca se me hubiese cruzado por la mente pensar que Lucas era gay. Es que, por un demonio, ambos se miran tan normales. En fin, lo que sucedió luego fue bastante interesante, se enamoraron. Ambos se enamoraron el uno del otro. Según me cuenta André, él ya se había enamorado desde hacia un tiempo de Lucas, cosa por lo cual descubrió que era gay, pero que por miedo a que Lucas lo rechazara y se alejara de él no se lo había dicho si no hasta que Lucas le comentó su situación similar.

—¿Te refieres a Lucas?—le pregunto algo sorprendido.

André asiente. Guarda silencio por un largo rato y se decide a hablar.

—Un tiempo antes de entrar a la universidad—me comenta André secando con las mangas de su suéter sus lagrimas—Lucas enfermó y le diagnosticaron insuficiencia renal, que con el tiempo y sin responder al tratamiento se volvió insuficiencia renal crónica.

—Eso… ¿Es grave?

—Si no recibe un trasplante de riñón pronto, entonces…va a morir.

—Por…Dios…—le dije pasmado por tal noticia.—Pero…tiene que haber algún donante, ¡alguien!

—Lo hay—me dice el tratando de sonreírme forzadamente.

—¡Perfecto!—exclamo un poco mas calmado—¡Lucas podrá recuperarse!

—¿Y que si no funciona?—exclama el preocupado—Es eso lo que me da miedo. ¿Y si Lucas no mejora? ¿Y si…?

—¡Se positivo por un demonio!—le grite algo enfadado por su actitud—¡Dios! ¡Es que no puedes ir por la vida pensando en las mil y un desgracias! Lucas mejorará, ya verás.

—¿Tú crees?—me pregunta tratando de calmarse.

—Si, todo saldrá bien. Lucas te tiene a ti, estoy seguro que eso le dará fortaleza y mejorará aun mas pronto luego de la intervención.

André me sonríe, pero esta vez se mira un poco diferente. Supongo que solo necesitaba que alguien le dijese que todo iba a estar bien y me alegro de haber podido estar en el momento indicado para haberlo hecho. Escuchar y ser escuchados, hablar y recibir una respuesta a nuestras palabras…funciona así de simple, pero debemos tener el cuidado en el proceso.

—¿Y quien es donará el riñón?—Le pregunté con ciertos aires de felicidad de saber que habría alguien que podría ayudar a Lucas.

—Creo que Lucas…llevara consigo una parte de mi, Sasha.

Esa noche nos quedamos mirando el cielo hasta el amanecer, mirando las estrellas caer en una lluvia de las mas hermosas de todas. Esa noche, también comprendí que no hay cosas imposibles en este mundo, que los límites jamás existieron y que las posibilidades son infinitas. André, por su parte, me demostró que ama la vida…y ama lo rodea a su vida.

Dos días después de mi cumpleaños, André fue sometido a cirugía junto con Lucas, y fue André, quien le donó un riñón.

Comprendo a mis tíos, los padres de André, el haberse molestado, el haberse enfadado tanto con él, con Lucas, con todo el mundo por lo que su hijo había hecho, por haberlo hecho sin su consentimiento, sin haber pensado en ellos y hacerlos a un lado para tomar su decisión, pero la verdad de las cosas es que no puedo juzgar a André por sus acciones, porque esa decisión que tomó era algo que solo le correspondía a él y a nadie más, al final de cuentas, era su amor por alguien a quien amaba lo única razón que necesitaba para hacer lo que hizo.

André lleva consigo una cicatriz en su espalda…pero sé que esa cicatriz le recuerda la razón de su felicidad.

Lucas aun vive.

***

—¿Vas a contarme no?—inquiere Kathy—sacándome de mis ensimismados pensamientos y haciendo reaccionar a André, que seguramente se ha puesto a recordar al igual que yo

Él le sonríe a Kathy y se sonroja. Kathy simplemente lo observa con curiosidad por su reacción y me mira a mí pidiéndome una explicación. Solo me encojo de hombros esperando que André sea quien hable.

—El día de esta fotografía—musita André con una sonrisa entre sus labios—tuve miedo de perder a la persona que más amo en este mundo…nunca debí haber tenido miedo.

—Era lo mas normal—le dice Kathy—es la persona a la que mas amas.

—Lo sé—le dice André sin despegar su mirada de la fotografía—el hecho es que nunca debí de sentir miedo, porque el mundo esta lleno de un sinfín de posibilidades.

Domingo 26 de Septiembre de 2010

Es curioso como a veces podemos sorprendernos a nosotros mismos con las acciones más mínimas, y como otras tantas con grandes acciones superamos a nuestro propio ser.

La vida es una de las pocas cosas complejas en este mundo que no funciona de manera predecible, es por eso que debemos aprender a preocuparnos del momento y no del futuro, y será de esa manera, en la que podamos tener una paz de proporciones incalculables, porque lo que a futuro pueda suceder, esta en un futuro, y ahí se quedará hasta el día en el que suceda y se convierta en presente.

Vivimos en el presente, y hay que preocuparnos por el presente, es por eso que hay que dejarle al tiempo las preocupaciones del futuro.

Hoy recordé…que somos capaces de lograr lo imposible.
Sasha.

Ending:











Autor: Luis F. López Silva

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