Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

this widget by www.AllBlogTools.com

domingo, septiembre 02, 2012

Capítulo 22: Lluvia de estrellas (Instantánea 1: “Telescope”)


Wheel of Fortune

Ya han pasado alrededor de un mes desde que salí del hospital. Ha sido realmente reconfortante haber llegado a mi casa en una sola pieza. Si reflexiono detenidamente todo lo sucedido entonces cabria la posibilidad de que dentro de la locura de Liam no hubiese habido cabida a un regreso. En fin, gracias al cielo que ya estoy acá. André se está quedando conmigo, al menos así ya no me sentiré tan solo en mi casa. Mis padres partieron ayer a sus trabajos en el extranjero así que se puede decir que estamos prácticamente solos. Bueno, no tan solos, Tránsito está aquí. Vino la semana pasada, y, ¡Sorpresa!, Kathy también ha venido con ella. Es un poco extraño tener a tanta gente aquí, pero me agrada, ya casi no se percibe ese vacío tan sofocante que suele hacer presencia a mi alrededor.
—¡Chicos, bajen a desayunar!—grita Tránsito desde la cocina.
Es domingo y son alrededor de las ocho de la mañana. No tengo deseos de levantarme, pero mi estomago cruje y el hambre, pudiente mas que mi flojera, me hace salir de la cama. Me pongo un centro sin mangas color blanco que me queda bastante pegado al cuerpo, paso a lavarme la cara al baño y me dispongo a bajar. En el pasillo me encuentro con Kathy, que aun adormitada me saluda.
—Hola Sasha, buenos días.
—Buenos días—le contesto sonriendo.
Ella me mira por unos segundos y me sonríe. ¿Qué estará pensando?
—Te quedan bastante bien las camisas sin manga—me dice con una sonrisa que logro reconocer, esa misma sonrisa que hacen las chicas cuando miran a Cori—se puede notar que has estado ejercitándote.
—Gracias—le digo un poco avergonzado, esto de que alguien me haga cumplidos no pasa todos los días—Estoy haciendo un poco de ejercicio.
—Continua así, que te estas poniendo como esos chicos bastante sexis de las revistas.
—¿Tú crees?
—Tienes un lindo rostro, Sasha, y con ese cuerpo que estas ganando te pondrás...comestible.
Las palabras de Kathy hacen que me sonroje un poco. ¡Que cosas! Este semestre me está yendo bastante bien con las chicas. Ya ha habido bastantes ocasiones en las que me han dicho que soy lindo. Como por ejemplo la vez que fui al supermercado con Karla, fue el mismo día que le perfore el labio a Cori para su piercing, ese día una de las chicas, amiga de Karla que trabajaba en el Walmart le comento que si ella no me cuidaba, entonces me robaría. Cuando Karla me lo comentó me alegré pero a la vez me incomodé un poco, seguramente la chica pensó que Karla y yo éramos novios o algo por el estilo.
—Buenos días gente—saluda André saliendo de su habitación.
—Buenos días—le contestamos ambos al unísono.
—Kathy...—musita él.
—¿Si?
—Deja de ver la erección mañanera de Sasha que te puedes quedar ciega.
Kathy tose, escapándose a ahogar con su propia saliva y yo me doy la media vuelta, avergonzado, ocultando mi puntiagudo sexo, con mi rostro tan rojo como un tomate. Estaba tan atontado aun por acabar de levantarme que olvidaba que andaba con mi pene en modo "Te sacaré un ojo"
—Lo...lo... lo siento—dice Kathy atolondradamente— No era mi intención, yo solo...
—Está bien, no te preocupes—le digo mirándola tímidamente a sus ojos, tratando de calmarla—no es que sea algo grave.
Ella se sonroja y agacha su rostro, apenada.
—En serio, lo siento. ¡Eres un troll, André!—le reclama Kathy.
—Yo solamente comentaba el asunto.
—Si, claro, ¿Y tu como sabias que era lo que miraba?—le inquiere ella.
—Sencillo, yo también tengo una erección.
—Diablos, es cierto—le dice Kathy comprobando la inminente erección de André.
Suelto una risotada ante tal aseveración cosa que ayuda a que mi instrumento retorne a su estado de "bello durmiente"
—¿Y eso que tiene que ver?—le pregunto, aun entre risas.
—Que mi pene funciona como una antena parabólica que detecta las miradas indiscretas.
Logra sacarme otra carcajada a la cual, esta vez, se une Kathy que incluso tiene que apoyarse en la pared por tanto reír.
—Tienes que estar bromeando—le dice ella con la voz entre cortada.
—¡Pues claro que lo hago!—exclama André riendo—Lo noté porque cuando saludé tenias tus ojos pegados a la cosa puntuda que se marcaba en el pants del chico.
—¿Quieren dejar de hablar de mi y de mi pene por un segundo y bajar a desayunar?—les digo con la cara toda roja.
—Es una buena idea—menciona Kathy—Considerando que soy la única mujer entre dos penes erectos. Mejor bajemos por mi bien.
André ríe y decidimos finalmente bajar. En cuanto a André, supongo que Kathy debe de perderle el miedo a él, al final de cuentas, él, con una erección, no recurriría a una mujer para poder subsanarla, la posibilidad más aceptable sería que busque a un chico considerando su condición gay. Como digo, él no parece gay, y creo que buscaré el momento oportuno para contárselo a Cori. Se puede llegar a sentir algo incomodo si se lo suelto de un solo golpe, y viendo que André no da espacio con su conducta o aspecto para pensar que es gay, entonces pasará un buen tiempo hasta que Cori se dé cuenta.
Tránsito nos tiene preparado una buena cantidad de comida. Como mi madre dijo, esta mujer nos pondrá como un globo. Aun no comprendo por qué Kathy no ha engordado, mantiene una buena figura. Ok, lo acepto, me atrae, es linda, tiene un buen modo, es amable y parte de la erección de esta mañana fue por haberla visto con su camisa escotada y su pequeño short que deja a la vista unas hermosas piernas. En fin, las hormonas de adolescente son bastante impredecibles y cuando menos te lo esperas hacen muchas cosas inesperadas bajo tu incontrolado cuerpo de joven que en lo único que suele pensar es en besos, sexo, vaginas, penes—en el caso de Kathy…o André—preservativos, etc.
—Buenos días, Tránsito—saludamos André y yo al unísono.
La erección en ambos ya ha pasado. Así está mucho mejor, no se me ocurre que puede decirnos Tránsito al ver nuestros puntiagudos sexos.
—Buenos días—nos saluda ella.
—Buenos días mamá—le saluda Kathy, acercándose a darle un beso en la mejilla.
—Buenos días, cariño—le contesta dándole un beso en la frente.
En la mesa hay waffles, tostadas francesas, leche, jugo de naranja, huevos revueltos, mantequilla, están sus famosas pupusas—que son bastante deliciosas, en especial las que son de masa de arroz—también hay cereal, chocolate y fruta. ¡Carajo! Gracias a Dios que estoy haciendo ejercicio, así no me pondré como un cerdito. Oing, oing, oing.
—¡Las pupusas son mías!—Exclama André a punto de agarrarlas todas en su plato.
—¡En tus sueños!—le exclamo corriendo a la mesa, tomándolo por detrás, levantándolo y haciéndolo a un lado.
André pesa poco. A pesar de tener 21 años, se mira bastante joven. Pareciera que tiene 18, y, seguramente, teniendo en cuenta el hecho que posee un cuerpo similar al de Cori, bastante trabajado, de hombros anchos y de facciones bastante retocadas, es por eso que mantiene ese aspecto tan fresco. El chico es apuesto, de tez ligeramente blanca, ojos zarcos, cabello corto y castaño, ligeramente ondulado pero con estilo.
André se pone a pelear amistosamente conmigo, ambos, en un intento desesperado por llegar a la mesa para tomar las pupusas, pero en nuestro intento de tomarlas uno u otro, Kathy se adelanta y las coge ella.
—¡Victoria!—Exclama Kathy.
Tránsito se hecha a reír y nosotros en nuestro juego le seguimos la corriente. Últimamente las mañanas están resultando bastante animadas, desde que André, Tránsito y Kathy están acá, los desayunos, almuerzos y cenas se tornan graciosos y bastante cálidas. Esa sensación de familiaridad se percibe en cada rincón de la casa y ese vacío tan solitario se rellena poco a poco.
Desayunamos hablando trivialidades, comentando cosas que han sucedido en la semana y hablando sobre nosotros. André nos cuenta como le estuvo yendo en el curso pasado de la universidad. Si mal no recuerdo, está estudiando astronomía. Por su parte, Kathy, que antes de venirse acá pidió su traslado a Longmont Sunset, me comenta lo que pasó el día viernes en clase. Por suerte, es compañera nuestra en el salón, y como por cuestiones de mi incapacidad no había podido asistir a clases aún, ella me traía sus apuntes y la tarea. Cori y Karla también vienen siempre a contarme que tal va todo y me ayudan con lo que no logro entender de las clases. Al menos, el lunes podré integrarme nuevamente al instituto, ya me hace falta ir en bicicleta y pasear por el tramo de bosque que queda en el camino.
—No olviden que tenemos que ordenar el ático chicos—nos recuerda Tránsito mientras recoge la mesa.
—Que flojera—mascullo con desaire—¿Tenemos que hacerlo hoy?
—Mañana es lunes—me dice Kathy con el mismo tono de haraganería que el mio—Mañana regresarás al instituto, y el único que quedará acá toda la semana es André y mi madre. Si no lo hacemos hoy, se nos hará difícil en lo que va de la semana.
—Mierda, es cierto—refunfuña André—me quedaré solo. ¿Qué voy a hacer acá si no hay nadie?
—¡Oye!—le reclama Tránsito—¿Y yo que soy? ¿Un fantasma?
—Usted no vera películas porno conmigo—le dice André tratando de contener su risa—¿A menos de que quiera?—advierte con una sonrisa socarrona.
—Bien, tú ganas esta vez—Tránsito deja escapar una carcajada contagiándonos—Deberías de buscar algo productivo que hacer como leer o algo.
—Creo que mejor me la pasaré paseando por allí, tal vez vaya a visitar a la madre de Karla.
—¿Conoces dónde vive?—pregunto con curiosidad—Si quieres puedes irte conmigo mañana y te paso dejando por su casa. De todas maneras, Cori y Karla me quedan de camino.
—No te preocupes, cuando vine Karla me llevó a su casa a conocer, creo no perderme.
—Si tú lo dices.
—Lo único que no sé, es donde vive tú amigo. Como se llama…¿Cori?
—Si, bueno, no queda muy retirado de donde Karla.
—Un día lo violaré—me dice él con una sonrisa picara.
—¡Alejado diez metros de él!—le advierto con tono gracioso—Ni se te ocurra.
—¡Baah! Al final de cuentas, Karla me comento que no tenía novia.
Bueno, si, André tiene razón. Cori no tiene novia, pero curiosamente existe un chico del que se enamoró y más curioso aun es que ese chico se haya enamorado también de él y más pero más curioso es que a ninguno de los dos les gustan los chicos. Si André supiese que Cori y yo….bueno, salimos—si es que se puede decir así, porque aun no sé que demonios somos y que por el bien de mi conciencia prefiero dejarlo a la simple frase “dos seres que se aman”.—entonces él posiblemente pudiese mal interpretarlo y pensar que soy gay o que Cori es gay o que se yo. De todas maneras pienso comentárselo un día de estos, solo estoy buscando la forma en la que él pueda entenderlo de la manera en que yo lo hago. Creo que será capaz, no le dará muchas vueltas al asunto, al final de cuentas, André es consciente de muchas cosas que normalmente las personas pasan por alto.
Paso por mi habitación a ponerme mis converse, pues andaba descalzo por mi casa. En el ático hay arañas y una que otra cucaracha de seguro, así que no quiero pisar ninguna con mis pies desnudos porque posiblemente vomite. Mejor prevenir que lamentar. Me lavo los dientes y me dispongo a subir.
El ático no es tan pequeño que se diga. Si ordenásemos bien el lugar quedaría suficiente espacio como para poder montar una habitación. Creo que me mudaré aquí arriba…luego de que ordene claro. Hay cajas por doquier, polvo, telarañas, papeles, el árbol plástico de navidad, libros y mas y mas polvo. Una pequeña ventana circular que da hacia la calle deja entrar un poco de luz al lugar dándole un aspecto bastante descuidado. Bueno, no subo a menudo aquí, así que lo de aspecto descuidado no será solo por el efecto de la tenue luz. A los lados hay otras ventanas, tapadas por una pesada cortina color vino y tras de mi, una gran pila de más cajas llenas de quien sabe qué cosas.
—Pero mira que hay bastante trabajo—comenta André corriendo una de las cortinas, dejando entrar más luz. Así se mira mucho mejor, aunque sea solo desorden—Nos llevará un buen rato.
—Mejor comenzamos o terminaremos hasta mañana—sugiere Kathy—esto de ordenar me da mas flojera que escuchar la clase de historia.
Y ha sido así como nos hemos puesto a ordenar. Movemos cajas de un lado a otro, levantando polvo por doquier y encontrando una que otra araña a la que Kathy les huye en alma y cuerpo. No las matamos, simplemente las sacamos al patio y luego ellas se van. Estoy a favor del cuidado de los animales, las únicas que merecen una muerte inminente sin dudarlo—según mi criterio—son las cucarachas. ¡Malditas! Cuando vuelan son un peligro. ¿Nunca los ha perseguido una cucaracha que vuela? Es horrible, no sabes en donde se pararan o si te picaran así que por eso no pienso dos veces en pisarlas y matarlas. Cargo en mi conciencia con la muerte de cientos de ellas.
Traemos la aspiradora, mopas, un balde con agua y trapos con que limpiar. Quitamos las telarañas del techo, apilamos varios periódicos—cosa que debo llevar a la oficina de reciclaje de papel—herramientas y varios adornos festivos. ¡Ah! ¡Miren! Aquí esta la caja con películas porno de mi padre, la de las asiáticas. Pensé que esta cosa se había perdido. André me dirige una mirada y me sonríe con cierta complicidad lo cual se puede interpretar como dos cosas: uno, en su silenciosa sonrisa que ha encontrado un tesoro, y dos, que se le ha cruzado por la cabeza que las veremos un día de estos. Buena idea. Bien, respecto a lo último, justifico que me parece una buena idea por la simple razón de que soy un chico. ¿Qué esperaban? Tengo solo diecisiete, tengo la cabeza llena de cosas….y porno. Ok, no tanta porno, pero está ahí, en pequeñas dosis…
En cuanto a André, a pesar de ser películas porno heterosexuales, tendrá él sus razones para querer verlas. Una vez le pregunté por qué tenia casi tantas películas en donde salían un chico y una chica follando como casi la misma cantidad de películas gay, a lo que me respondió con bastante simplicidad: “A ti, que te gustan las chicas, en las películas así, te enfocas en la chica y en su vagina, en cambio yo, me concentro en el chico y su pene” Y fue así como comprendí que una película de ese tipo se puede ver de diferentes maneras. Uno aprende nuevas cosas todo el tiempo…aunque sean pervertidas pero se aprenden.
¡Oh! ¡Mis revistas de literatura! Con que aquí estaban. Pensé que las habían tirado. Tengo tantas de ellas que podría abrir una mini biblioteca. Si viesen la colección que tiene Cori entonces se admirarían. Si yo leo libros, Cori es una bestia que los engulle. Una vez leí que es conveniente enamorarse de alguien que lee, se supone que esas personas suelen ser detallistas y con una manera amplia de ver el mundo…creo que Cori es todo eso. ¡Diablos! ¿Por qué no lo vi antes?
Se nos pasa toda la mañana y aun no terminamos de ordenar, ya casi es hora de almorzar y aun falta mucho. Kathy ha encontrado un viejo álbum de fotografías. Que recuerdos. Siempre me ha gustado tener recuerdos de cada buen momento vivido, todo el tiempo he pensado que lo que te hace feliz merece la pena ser recordado de todas las maneras posibles y es por eso que ese álbum de fotografías esta bien relleno.
Kathy abre el álbum y curiosamente da con la fotografía de un cielo estrellado. Al lado de la fotografía hay un titulo y una pequeña descripción. El titulo tiene por nombre “Telescope”. En la otra página, hay dos chicos, tumbados sobre una frazada, sonriendo a la cámara, con una mirada bastante viva y llena de felicidad. André y Yo. Recuerdo perfectamente esas fotografías y con bastante lucidez rememoro el recuerdo de esa noche.
Fue un quince de diciembre, justamente el día de uno de mis cumpleaños que fui a pasar a Nueva York en el que alguien ha logrado darme el mejor regalo del mundo. Hacía bastante frío pero el cielo estaba totalmente despejado. André vivía—y aun vive—en un apartamento en un enorme edificio que posee una terraza amplia. Recuerdo que esa noche, André me comentó que me mostraría algo que pocos se detenían a ver.
—¿Te vienes a quedar a mi casa ahora?—me dijo ese día por la tarde—tengo algo para ti.
—¿A sí?—pregunte con curiosidad
—Vamos, es tu cumpleaños, ¿A caso crees que lo olvidé?
—Venga, que con que me hayas llamado a la una de la madrugada de ahora para felicitarme me ha alegrado el rato—le digo riendo—¿Me darás mas pastel? Sabes que amo el pastel.
—No.
—Aguafiestas—le refunfuño.
—Será algo mejor, tú solo ven. Trae chocolate caliente y un suéter.
Y cumplí. Ese día, después de terminar de leer un libro que Cori me había prestado para que no me aburriese mientras estaba de viaje, me dirigí corriendo a la tienda a comprar algo de chocolate y así prepararme para irme a quedar en casa de mi primo. Mis padres, como siempre ausentes, incluso para esa ocasión, no me dieron impedimento alguno para quedarme hasta altas horas de la noche despierto, así que no habría problema, al final de cuentas los padres de André también estaban de viaje así que estaríamos solos.
Llegué a eso de las nueve. Llevé conmigo un pequeño recipiente con chocolate caliente que lo mantenía a temperatura agradable y mi suéter con rayas. Me daba bastante curiosidad saber de que se trataba todo y por qué tanto misterio departe de André.
Llegué al apartamento y justo antes de tocar recibí un mensaje de texto. Era él. “La puerta esta sin llave, cuando entres ponle el seguro y ven a la terraza.” Y tal y como André dijo, así sucedió. Entré al lugar y sin detenerme me dirigí a la terraza. Era un edificio bastante alto, de algunos veinte pisos o más y André vivían exactamente en el último. Era una vista hermosa de la ciudad por la noche. Tuve que tomarle una fotografía. Miré hacia el cielo y estaba lleno de estrellas, cosa a lo cual me vi aun mas tentado a fotografiar así que lo hice. Es la misma fotografía que Kathy ha encontrado en el álbum.
—¡Aquí Sasha!—gritó André desde el otro extremo de la terraza.
El viento soplaba frío y el sonido silbante de este al ser cortado por el edificio entraba de lleno en mis oídos. Curiosamente, del otro lado de la terraza, todo estaba oscuro. Fue una sorpresa todo el asunto, era realmente extraño que la mitad de la ciudad estuviese totalmente iluminada y la otra mitad en total oscuridad. Me acerque donde André a ver que pasaba.
—¿Por qué está oscura esa parte?—le digo bastante interesando por saber los motivos.
—El día de hoy pasaron por la tv que harían mantenimiento de la energía eléctrica en este lado de la ciudad—me dice él haciéndome una seña para que me acercara al borde de la terraza.
Noté que a su lado estaba un pequeño telescopio montado sobre un pedestal, mirando justamente hacia el lado de la parte a oscuras de la ciudad. A su otro costado, una enorme frazada, gruesa y bastante acolchada yacía en el suelo, detenida con unas cuantas macetas para que el viento no se la llevara.
—Mira por el telescopio—me dice con una sonrisa.
Puse el recipiente con chocolate a un lado y me dispuse a mirar por el instrumento. Lo primero que vi fue una inmensa oscuridad. No había nada. Giré un poco el telescopio a mi izquierda y ¡ahí! En la inmensa negrura del espacio había cinco puntos brillantes. ¡Estrellas! ¡Tres hermosas estrellas que titilaban cambiantes de color entre rojo y azul! Esos típicos colores de una estrella lejana que parpadea cuando miramos al cielo fue lo que pude notar con más nitidez y en toda su hermosura a través de ese pequeño telescopio.
—¡Es hermoso, André!—le digo emocionado.
—¿Te gustan?—me pregunta el sonriendo.
—¡Por supuesto que sí!—contesto bastante feliz volviendo a colocar mi atención en las estrellas a través del telescopio. Ahí están, brillantes—Tú sabes cuanto me gustan las estrellas.
—Sabes, una de esas estrellas, la de la izquierda, se llama S.
—¿En serio?—le pregunto bastante asombrado.
—Así es, la que le sigue se llama A.
—Vaya, que interesante—le digo ensimismado en observar las estrellas.
—Lo sé. La otra de ellas también se llama S.
—¿Son estrellas gemelas?
—Ni idea—me contesta—pero la siguiente se llama H.
—¿Quién carajos le pone nombres?—le digo riendo sin dejar de mirar por el telescopio.
—Culpa a las circunstancias—me dice el en el mismo tono bromista.
—¿Circunstancias?
—Así es. ¿Tienes alguna idea de cómo se llame la última estrella?
—Ilumíname, Oh, gran André, conocedor de las galaxias lejanas—digo, imitando una voz reverente.
André suelta una risotada y me revuelve el cabello. Me da un abrazo y me murmura al oído “Feliz Cumpleaños
—Eres parte importante de mi vida, y eres una de las pocas personas que me comprenden—me dice acercándose al telescopio a observar. Da una mirada y luego voltea a verme nuevamente—Además, eres una de las pocas personas, de las muy pocas, que realmente se han detenido alguna vez a escucharme, y, eso, en gran medida, me hace feliz, porque sé que cuento con alguien que no me dejará jamás de lado.
—Gracias André, realmente, gracias. Estoy feliz de saber que me haces parte importante de tu vida.
—No, Sasha, soy yo quien debe agradecerte. Es por eso que he hecho esto, mas sin embargo, sé que aun no es suficiente para agradecerte todo lo que has hecho por mí.
—Me has mostrado un cielo hermoso, con estrellas que titilan de la manera más perfecta. Eso, para mi, es algo que no se puede valorar tan sencillamente, porque dentro de mi felicidad, tiene valor incalculable. Me has mostrado algo que perdurará, un lindo recuerdo que estará ahí para siempre. La belleza de esta vida está ahí, pero muchas veces no la miramos, pero tú te has tomado la molestia de buscar un poco de ella para mí y me la has mostrado. Eso, es, con toda seguridad, algo que me hace sentir alguien afortunado por ser capaz de compartir contigo algo tan personal.
André vuelve a darme un abrazo y puedo escuchar como me murmura “Gracias” repetidamente. Es ese vinculo tan cercano lo que me une a André es una de las pocas cosas que cuido con todas mis fuerzas posibles, porque, al igual que el vinculo que me une con Karla y Cori, es un vinculo que no pretendo permitir que se rompa, así sea me cueste la vida.
André se acerca a la frazada y de debajo de ella saca un papel cuadrado que esconde tras de si.
—¿Aun no te imaginas como se llama la ultima estrella?—me dice sin dejar de sonreír.
Niego con mi cabeza y dirijo una mirada a las lejanas constelaciones celestes, esperando que André me diga el nombre de la última titilante estrella.
—Se llama A—me dice, pasándome el papel que escondía tras de sí.
Es un pequeño pedazo de papel acartonado que tiene escrito dentro un titulo bastante curioso. “GLOBAL STAR REGISTRY” Un poco más abajo especifica mi nombre “Sasha Alexander Leader” seguido de “Es propietario de cinco estrellas” Da la fecha y el nombre de las estrellas. ¡Dios! André me ha regalado las estrellas. ¡Esto es…increíble! Las cinco estrellas conforman mi nombre: S.A.S.H.A
—Feliz cumpleaños Sasha—murmura André sonriente— Creo que de ahora en adelante, S.A.S.H.A, serán mis estrellas favoritas.
Esa noche, fue la noche en la que comprendí, cuan capaz es el ser humano de borrar los limites para demostrarle a alguien cuan importante es, y más aún, cuan capaz es de hacer que la belleza del mundo sea una de las cosas que siempre debemos de buscar, de manera incesante y sin detenernos, para demostrarle a todos que aun existe algo…que vale la pena.
Continuará.
Ending:









Autor: Luis F. López Silva
Todos los derechos reservados ©

No hay comentarios:

Ratings and Recommendations by outbrain