Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
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miércoles, agosto 22, 2012

Capítulo 20: Yo, ellos…mi conciencia.


reflex after rain
Puedo ver a mi madre quedarse parada en la puerta, como estupefacta por lo que mira dando paso inmediatamente a la emoción que no se molesta en retener y corre a abrazarme diciendo mi nombre. Mi padre, que venía justo tras de ella, con la misma reacción se apresura hacia nosotros y abraza tanto a mi madre como a mi. Puedo escucharlos llorar y puedo notar a mi papá tratando de hacerse el fuerte, mientras que mi madre no retiene nada para si misma y repite una infinidad de veces que está feliz por que finalmente estoy de vuelta.
Mi madre me abraza, acaricia mi rostro, mi cabello y examina mis ojos con una minuciosidad que solo ella posee. Besa mi frente y vuelve a abrazarme, sin detener el llanto, sin detener la inminente felicidad que puedo palpar en cada gesto que me demuestra. Papá por su parte, como siempre y en esa actitud tan inmutable se limita a abrazarme, pero tras esa simple muestra de preocupación se oculta un sinfín de emociones que posiblemente muy pocos noten, pero para mi, son más que notorias. Puedo sentir su cuerpo temblar en cada sollozo y decir con bastante seguridad, que al igual que mamá, él está feliz porque haya despertado. Mi padre siempre fue un ser humano serio y de pocas palabras, pero tras esa actitud de persona dura se esconde un hombre que protege lo que ama y ama lo que realmente es importante. Es por eso, que dentro de su simplicidad en cuanto a la demostración de sus sentimientos se debe tener una habilidad nata para poder interpretar cada gesto, porque dentro de lo poco que demuestra hay infinitos significados. Aun así, curiosamente, es más débil que cualquiera de nosotros, cuando se desmorona, no queda parte de él en pie.
—Finalmente—solloza mi madre—has despertado.
—Bienvenido, hijo—dice mi padre con voz quebradiza—Estoy feliz que estés de vuelta.
Mi padre, sin poder contenerse más, suelta sus lagrimas, dejándolas caer sobre mi rostro. Están tibias Como lo dije, un hombre fuerte, que ama lo que tiene.
—Yo…
—Estaba tan preocupada—advierte mamá sin parar de llorar—No sabia que hacer, no sabía si estarías bien.
—Mamá…
—Esto es…un milagro—murmura mi padre tratando de mantener la compostura aunque no lo está logrando—estás aquí…con nosotros.
—Lo siento—susurro.
No sé que más decir. De mi boca sale simplemente un “Lo siento” que no sé por qué razón siento que tengo la necesidad de decírselos. Los he preocupado, les he hecho pasar un mal rato, y hacerlos entristecer siempre ha sido lo último que he querido. Posiblemente esa sea la razón por la cual me disculpo o posiblemente sea porque trato de excusar mi debilidad con simples palabras. Soy todo un problema, lo sé, y sé que ellos lo saben, sé que Karla y Cori lo saben, pero me cuesta decidir si soy yo a quien se le dificulta aceptarlo de una buena vez o es a ellos quienes por miedo a dañarme no me lo dicen.
—¿De qué estas hablando?—dice mi madre enjugándose las lagrimas—Solo mírate, ¡has despertado! ¡Esto no puede ser mejor! No tienes idea…de cuan preocupados estábamos.
—Perdón por haberles causado problemas, mamá, papá, no era mi intención.
—Ya deja de disculparte de una buena vez—me reta Karla—¡Deja a tu madre y a tu padre disfrutar su felicidad! ¿Qué acaso no lo notas? No ha causado ningún problema, simplemente solucionaste uno y mira, por un pelo te salvaste y nos salvaste.
—Tengo que llamar a tus tíos—advierte mamá—todos están preocupados por ti.
—Cierto—reafirma papá—han estado llamando cada cinco minutos estas dos semanas, incluso Tránsito ha estado al pendiente.
—¿Tránsito? Se refieren a… ¿Tránsito? ¿Nuestra Tránsito?
—Si, corazón—me dice mamá, acariciándome el rostro—nuestra Tránsito. Vendrá en una semana acá. Cuando se enteró de lo sucedido no dudó en venir a ayudar a cuidar de ti. Ya sabes como es ella. Trabajará nuevamente con nosotros.
—Es terca como tu tía Bianca—comenta mi padre—no se por qué carajos insiste en pagar su propio vuelo cuando le hemos dicho un centenar de veces que se venga a vivir con nosotros acá.
—Perdonen mi ignorancia pero, ¿Quién es Tránsito?—inquiere Cori con curiosidad.
—Una buena amiga—advierte mi madre—Bueno, es como familia. Tránsito es un amor, pásate seguido por casa luego de esto y esa mujer te dará de comer tanto hasta que revientes como un globo.
—¿Vendrá Kathy?—inquiere Karla
No puedo creerlo. Después de tanto tiempo la volveré a ver, y posiblemente vea a Kathy también. Sonrío para mi mismo, pues esto me hace feliz.
—No lo sé—advierte papá—olvidé preguntarle eso. Han sucedido tantas cosas que lo pasé por alto. Igual, por si acaso, prepararemos dos habitaciones en casa.
—Robin, no lo olvides, ya es hora—le dice mi mamá a mi papá—llegaremos tarde.
—¿Tarde?—inquiero
—Si cariño, tenemos que ir a hacer algo importante. Será una sorpresa. ¿Puedes quedarte unas horas solo?
—Estoy con Karla y Cori—les digo esbozando una leve sonrisa—no estoy solo.
—Lo sé, corazón, lo sé—dice mi madre dirigiéndoles una mirada de complicidad a los chicos—Bueno, hijos míos, paridos por otra y engendrados por otro, les encargo a Alexander. Ya saben ustedes la situación.
Karla y Cori asienten y yo quedo prácticamente en las nubes. ¿De qué estarán hablando? Me siento como un tonto, pero me alegra saber que mi madre les tiene esta confianza a ellos, al igual que mi padre. Les confiarían lo mas importante a ellos…posiblemente eso explique porque son tan permisivos con ellos cuando se trata de mi. Sasha tiene permiso para hacer cualquier cosa con Karla y Cori. Si, es curioso, pero es la verdad, cuando de Cori o Karla se trata, mis padres los tratan a ellos como a sus hijos. Así que prácticamente nos podemos considerar hermanos. Tengo a los mejores hermanos del mundo.
—Bueno, cariño, tenemos que ir a hacer algo, regresaremos pronto—dice mi madre besando mi frente—En serio, estoy tan feliz como no tienes idea. Eres lo mejor que nos ha pasado en el mundo.
Mi padre me abraza y puedo escuchar como me murmura al oído que me ama provocando que me sonroje. Es extraño, pero reconfortante escucharlo. Las pocas veces que me demuestran afecto realmente hacen del momento algo especial. Sé que si pudiesen me dirían que me aman a cada segundo, pero tengo que comprender o mas bien he tenido que aceptar por la fuerza que su trabajo los mantiene lejos y que gracias a ese trabajo sostienen una familia—nosotros—que trata de estar junta pero que por mas que lo intenta solo se mantiene distanciada. No avanza, ni para lejos ni para cerca, simplemente se mantiene ahí, estancada en un punto lejano, lejos de una unidad que busco y que no encuentro. Estamos cada quien por su lado, ellos lejos y yo, yo ni siquiera se donde me encuentro.
Finalmente se han ido, y solo hemos quedado Karla, Cori y Yo…y una ardilla que desde hace un rato he notado que tras la ventana, cruza de una rama a otra en un árbol de flores rosadas. Miro el reloj y puedo notar que el tiempo ha pasado volando. Cuando mis padres vinieron apenas eran las tres de la tarde y ahora ya faltan unos pocos minutos para que sean las seis. Creo que estar en coma te descontrola el reloj biológico…o prácticamente te atonta.
Karla y Cori, por su parte, se han limitado a sentarse junto a mí, a ver el tiempo pasar. Los observo detenidamente, examino cada facción de sus rostros, cada gesto, cada movimiento, cada mirada…todo. Gravaré en mi mente a la mayor perfección posible su esencia porque lo quiera o no, tengo realmente miedo de que algún día, cuando alguno falte—cosa que no puedo concebir—llegue a olvidar como fueron las partes que han conformado mi mundo. Y ahora, ahora el miedo es más que evidente, luego de lo sucedido, no pienso pasar por alto ni el más mínimo detalle en cuanto a ellos se refiera.
—Por cierto, Sasha—menciona Cori, sacándome de mis profundos pensamientos. Se pone de pie y va nuevamente por la caja sobre la mesa—Traje algo hace unos días que seguro necesitarías cuando despertaras. Nos permitieron salir del hospital por unos días, pero como es rutina, según ellos, teníamos que regresar a nuevos exámenes, así que aproveche a pasar por tu casa y traer esto.
—No sé que tanto desean comprobar—se queja Karla—ya les dijimos que estábamos bien, pero dicen que es necesario que permanezcamos unos días mas acá. Bueno, por Cori tendrán razón, aun lleva unas cuantas gasas en su abdomen por las heridas.
—¡Bah! No es tan grave. El doctor dijo que cicatrices me quedaran bien pocas. Espero me quede una linda.
—¿Para que quieras una cicatriz?—le digo riendo.
—Se verá genial—me advierte él acercándose—Las chicas adoran ver una cicatriz en un chico. Es como una prueba de que hiciste algo peligroso y de que eres un hombre que toma riesgos.
—Así que… ¿a las chicas les gusta?—le digo con tono irónico—Que….interesante.
Cori capta rápidamente qué intento decirle, pero se lo toma muy a pecho y se disculpa.
—Espera, no, ¡carajo! ¡Lo siento! No me refería a eso.
—Eres un puto sin remedio—le dice Karla soltando una carcajada. Me contagia rápidamente con su risa pero soy silenciado por mi propio dolor en mis costillas.
—El amor de tu vida se enfadaría si escuchara eso que has dicho—le digo, siguiendo el juego.
—¿¡Qué!? ¡Maldición! ¡El amor de mi vida creo que comprenderá que solo lo dije por fanfarronear!
—El amor de tu vida creo que lo va a comprender. Y creo que deberías saber que al amor de tu vida le gusta bromear.
Cori simplemente se queda perplejo y se sonroja.
—¿Alguien puede decirme de quien estamos hablando?—inquiere Karla, curiosa.
—De Mica, la señora de la peluquería que casi viola a Cori hace un tiempo—le digo entre pequeñas risas, tratando de no hacer mucho esfuerzo para que no me duela mi abdomen—¿Lo recuerdas?
Karla ríe, imaginando rápidamente el recuerdo tan gracioso. Fue tan interesante ver como actuaba la Mica y mas interesante aun ver a Cori controlarse a si mismo, estando a punto de perder la calma y la cordura por tal acoso. Fue simplemente chistoso.
—Si—advierte ella entre risas—lo recuerdo.
—Eso deberíamos de olvidarlo—refunfuña Cori—Ten esto, antes de que me arrepienta y lo lea.
Él extiende su mano y me pasa un cuaderno de pasta dura color marrón. Mi diario. El baúl de papel que contiene cada parte importante de mi vida desde que comencé a escribirlo. En un principio recuerdo haber estado renuente a plasmar mi vida en él, pensaba que era una total y rotunda perdida de tiempo, pero ahora me doy cuenta que se ha convertido en una extensión más de mi, en una caja de recuerdos, pensamientos y vivencias que trato de atesorar a toda costa. Todo, absolutamente todo lo que está escrito ahí es importante y seguramente por ello es que escribo cada cosa especial en él sin falta alguna. Al final de cuentas, el señor Donovan tenía razón; escribir el diario…fue una buena idea desde un principio.
Observo detenidamente el cuaderno de páginas amarillentas. No puedo creer que haya escrito tanto en él, está casi a la mitad y apenas vamos por agosto. Todavía faltan 3 meses más y unas cuantas semanas para que el instituto termine. No quiero realmente salir de Longmont Sunset, es un buen lugar, además, luego de eso viene la universidad y muchos se irán lejos y no los veré por un largo tiempo. Incluso Karla o Cori tendrán que decidirse por algo y posiblemente también tengan que alejarse. Simplemente tengo…miedo.
—No lo hemos leído—me dice Cori con una sonrisa—así que puedes estar tranquilo.
Levanto mi rostro y los miro a ambos fijamente. Sonrío—No estoy preocupado por eso Cori. Si lo leyesen, no me importaría, enserio. Aquí no hay nada escrito que ustedes no sepan, al final, es mi vida, mi mundo, mi percepción de la realidad lo que escribo en estas paginas y ustedes son quienes conforman cada parte…
Mi voz es interrumpida de un solo tajo por un pensamiento fugaz. Posiblemente, en estas paginas, si haya algo que ninguno sabe, algo que he estado guardando para mi mismo, algo que por temor les he ocultad a Karla y a Cori. ¿Temor de qué? ¿De que sepan de que alguna vez pude haber llegado a ser una bestia? ¿Qué pude convertirme en algo tan cruel como Liam? ¿Qué si el miedo a cargar en mi conciencia con el dolor de alguien fue lo único que me hizo ayudar a Benny en aquella ocasión? Si, creo que si, es miedo rotundo a encontrar las respuestas a esas interrogantes, y mas miedo aun de que quienes tengan esas respuestas sean Cori o Karla. Trato de convencerme cada día que lo que hice por Benny lo hice porque era lo correcto y no por miedo, mas aun hasta este momento no estoy muy seguro del por qué lo hice. Sin embargo, estoy tratando de no perder el hilo de la razón por lo qué ha pasado. No puedo creer que Benny haya podido hacer esto, que haya podido traicionarme... Simplemente no lo comprendo, y es por eso que trato en la mayor manera posible de alejar la simple idea de mi cabeza de poder arrepentirme de haberlo ayudado en aquella ocasión.
—¿Sucede algo?—inquiere Karla.
—No lo sé—musito un poco pensativo—pero creo que tengo mucho para decirles.
—No eres el único, Sasha—advierte Cori—Nosotros también tenemos demasiadas cosas que deberías de saber. Sin embargo…no estoy muy seguro de si sea correcto por el bien de todos, ¡no!, mejor dicho, por el bien mio y de Karla, decírtelas—aclara firmemente.
—¿A que te refieres?—pregunto un poco temeroso de saber el significado de esas palabras.
—Lo ultimo que queremos es alejarnos de ti, o que nos distanciemos los unos de los otros. Lo que Cori quiere decir es que si después por esto te alejas de nosotros…simplemente nos vendríamos abajo.
—También tengo miedo, Karla, y tampoco quiero que ustedes se alejen de mí. No pienso permitirlo. Pero de cualquier manera, considero necesario decirles unas cuantas cosas, respecto a Liam, que no saben.
—Te equivocas Sasha—musita Cori—eres tú quien tiene que saber más cosas de las que crees que conoces.
Un silencio agobiante invade el ambiente. No sé que hacer o que decir, ni tan siquiera se por donde empezar. Tengo tanto para contarles y creo que como ellos, tengo tanto para escuchar…
Miedo. Siento simplemente miedo de continuar con esto.
—Hace unos años—habla finalmente Karla—cuando nos mudamos a Longmont, al igual que tú, vivimos un tiempo en la ciudad. Éramos tan solo unos niños que pretendían comportarse como adultos. Nos conocimos con Cori en la escuela a la que asistíamos. Fuimos compañeros de clase desde que me mudé acá y sorprendentemente éramos prácticamente vecinos. Él vivía a unas cuantas casas de la mía. Liam vivía en unos apartamentos frente a nosotros. Si mal no recuerdo, vivía con su hermana.
—Él también era compañero de clases nuestro y un buen amigo—continúa Cori—Éramos inseparables. Siempre tenía algo nuevo que mostrarnos o decirnos. Él era el chico con el que todos querían pasar y divertirse.
—¿Tienes alguna idea de cómo fue que Liam formó su grupo?—me pregunta Karla.
Niego con mi cabeza, absorto en mis propios pensamientos. Así que es de esta manera de cómo Karla y Cori conocían a Liam. Pero, un segundo, esto no explica mucho. ¿Por qué querría hacerles daño?
—En un principio solo éramos tres—continua ella—Liam, Cori y yo, que poco a poco nos fuimos convirtiendo en cinco, luego diez, y fue así como logramos conformar algo que Liam llamó “una jauría” Él siempre decía que éramos superiores a cualquier chico de la ciudad, que nunca habría nadie igual a nosotros. Pero no era cierto, muy en el fondo sabíamos que a Liam se le estaban escapando las cosas de las manos.
—Eso pudimos comprobarlo el día en que Liam le dio una golpiza a un chico en la plaza—comenta Cori—Se suponía simplemente hablarían pero de un segundo al otro todo fue violento. Desconocemos hasta este momento qué problemas tendrían ambos pero fue eso exactamente lo que dio paso a que Liam perdiera el control. Tuvimos que separarlos entre varios y por como iba la pelea, si continuaban, Liam lo mataría. Fue algo que decidimos pasar por alto con Karla y pensar que solo había sido un momento de estupidez. Lastimosamente no se detuvo. Luego comenzó a movilizar a los chicos para que robaran en las tiendas de las gasolineras, en el supermercado, a personas en la calle. Todo era tan impecable que pocas veces se daban cuenta cuando algo había sido hurtado. Las cosas empeoraron cuando comenzó a amenazar a chicos de nuestra propia escuela. Fue ahí cuando decidimos con Karla que lo mejor era o hablar con Liam al respecto o alejarnos. Ya nadie confiaba en nosotros por el simple hecho de ser amigos de él.
—¡Pero ustedes no hacían nada malo!—les digo tratando de aligerarles la culpa—Era Liam, no ustedes.
—Ese no es el punto, Sasha—manifiesta Cori—Nunca lastimamos a nadie, pero tampoco hicimos algo por defender a quien lastimaban, todo tal vez por miedo, no lo sé, simplemente no lo hicimos. ¿Eso no es suficiente culpa para ti?
Así que ellos también están en la misma posición que yo. Culpa. Palabra cargada de un sinfín de emociones que se estrellan contra la conciencia sin remordimiento alguno. Posiblemente arrepentirse de lo sucedido baste, pero perdonarse así mismo por ello casi nunca termina siendo suficiente.
—Unos meses después de que todos los chicos de la ciudad supiesen quien era Liam, o más bien que tuviesen miedo de él, tuvimos que mudarnos hacia las afueras de Longmont—dice Karla mirando hacia la ventana—Primero la familia de Cori, por cuestiones familiares, luego nosotros a causa de la salud de mi padre. Ya sabes que a él no le sienta bien vivir en lugares muy ajetreados.
—Luego de eso, nos transfirieron al Instituto Longmont Sunset—musita Cori—Se suponía que hasta ese punto nosotros ya habíamos cortado todo vínculo con Liam, o al menos eso creímos, pero unos meses después llegaste tú.
—¿Yo?
—Fuiste a parar justo en el mismo punto en el que Karla y yo estuvimos, y conociste a Liam. En cuanto a Benny…
—El día en el que Benny casi muere golpeado por Liam…
—Casi lo mata—le interrumpo a Karla—Espera, ¿Tú como sabes eso?
—Ese día nosotros estuvimos ahí—murmura ella con una voz bastante sutil—Liam nos llamó, dijo que por el bien de nuestra amistad detendría todo, que esa noche sucedería algo que nos haría cambiar de parecer con respecto a lo que él hacia, pero no fue así. Lo único que él quería era hacernos saber que con o sin nosotros el jamás se detendría.
—Nos limitamos a ver lo que sucedía desde un salón de clases en el segundo piso. ¿Sabes por qué estaban encendidos los reflectores del campo ese día?—inquiere Cori—Se suponía que era la señal que debíamos darle a él de que estábamos ahí. Pero…lo que sucedió no era lo que esperábamos. Vimos claramente como Liam golpeó a Benny y lo tiró al suelo, y nos quedamos ahí, inmóviles, como estúpidos sin hacer absolutamente nada. Ni siquiera se nos cruzó por la mente movernos a detener todo eso. Luego saliste tú a ayudar al chico, fue entonces cuando Karla me habló de ti y de que desconocía el hecho de que tú te juntaras con Liam.
—Fue miedo, Cori, no tienen nada del por qué culparse.
—No, Sasha, si tenemos—manifiesta Karla— Luego de que te fuiste con Benny, Cori y yo fuimos donde Liam e impusimos limites con él. Se suponía que todo acabaría ahí, pero no fue así. Quienes hablaron con los padres de Benny sobre el hecho de denunciar a Liam fuimos nosotros, y ellos accedieron. Supimos que Liam fue a una correccional para menores y luego de que salió nos buscó porque sabía que por culpa nuestra había sido llevado a la correccional. Nos amenazó y nos dijo que lo pagaríamos muy caro por nuestra estupidez.
—Cuando supo que éramos tus amigos las cosas empeoraron—continúa Cori—Ya las amenazas no iban solo contra nosotros, sino también contra ti. Tratamos lo mejor que pudimos de alejarlo, sabíamos que iría por ti tanto por venganza contra nosotros como por vengarse de ti por lo que le hiciste esa noche. Si tan solo hubiésemos detenido a Liam desde un principio, nada de esto hubiese sucedido.
Entonces era esto. Eran estos los motivos por los cuales Liam también había lastimado a Cori y a Karla. Aun así, sus motivos no tienen fundamento. Ellos solo trataron de escapar de algo que era dañino, y Liam simplemente no quería permitírselos.
—No tienes culpa en esto Sasha—advierte Karla—tu hiciste lo correcto esa vez con Benny, ya sea por miedo o porque era lo correcto, aun así, le ayudaste, mas sin embargo, nosotros, nosotros no hicimos nada cuando pudimos y luego, cuando lo intentamos, fue demasiado tarde.
—Cúlpanos lo que quieras, dinos lo que quieras, lo aceptaremos—musita Cori mirándome a los ojos. Puedo notar que están vidriosos, como si fuese a llorar.
—Saben—les digo con una voz que suena casi como un susurro—todo este tiempo me había sentido culpable por haberles ocultado lo de Liam…pero me doy cuenta que no era exactamente culpa lo que sentía, si no miedo, miedo a exponerlos a una parte de mi que pasase lo que pasase siempre sería débil. Eso tal vez explique por qué ustedes también sienten lo mismo, pero deben darse cuenta que no los culpo de nada, si no, mas bien, les estoy agradecido por lo que hacen por mi…
El silencio en la habitación se torna palpable y lo único que puedo escuchar entre este vacío tan cambiante son mis pensamientos que se arremolinan unos con otros. Los comprendo, puedo decir ahora con toda seguridad que comprendo a Cori y a Karla, comprendo como se sintieron todo este tiempo, agobiados y temerosos de que yo pensara que ellos no eran lo que parecían. Estaban como yo, indecisos de si mismos sobre lo que eran y lo que no eran. Pero ahora me doy cuenta que desde un principio todo estuvo claro y que no hubo nada por qué culparse. Hacemos lo correcto sin pensarlo dos veces, ya sea por miedo o porque nuestra conciencia nos impulsa a hacerlo, pero al final, termina siendo lo correcto. Debemos de considerar que dudar de nosotros mismos una vez simplemente nos hace evaluarnos, examinar nuestra propia conciencia de lo que somos capaces de hacer y de nuestros limites, y termina siendo como un espejo que refleja nuestras debilidades y nuestras fortalezas. Pero, dudar mas de una vez, simplemente provoca que nuestra percepción acerca de nosotros mismos se debilite y confiemos cada vez menos en nuestro criterio de lo correcto o lo incorrecto. Por eso agradezco a Cori y a Karla, porque ellos, a pesar de que dudé de mi mismo mas de una vez, siempre estuvieron ahí, para ser el reflejo de ese espejo, mostrándome de la manera mas plena y sutil lo que soy, quien soy y cuan importante soy para ellos, es por eso que trato hasta lo imposible, por ser para ellos, eso que siempre necesitaron, porque lo vea como lo vea, ellos son todo lo que necesito y siempre trataré de compensarles el amor desmesurado que ellos me demuestran.
—…y tienen que saber—continuo finalmente—que la única culpa con la que nosotros cargamos es haber creído que siempre fuimos culpables de un error que desde un principio, no nos correspondía cargar. Esto solo me demuestra cuan importante soy para ustedes chicos y todo lo que tengo me hace feliz, por eso amo lo que tengo…y todo lo que tengo son ustedes.
Karla comienza a sollozar, Cori sin ocultarlo le comienza a rodar lágrimas por el rostro y yo sin poder detenerme, comienzo a llorar. ¿Qué es lo que siento? ¿Tristeza? ¿Remordimiento? No, es felicidad. Es felicidad que no puedo retener, y que sé que ellos tampoco pueden retener porque estamos juntos, porque todo finalmente pasó y porque nos quitamos un peso de encima.
Jueves 26 de Agosto de 2010
Amigo confidente, hoy aprendí que en ningún momento tuve razón para culparme por algo que no me correspondía, pero para ello necesité darme cuenta que jamás hice algo incorrecto, simplemente creí haberlo hecho. Pude darme cuenta de que Cori y Karla, al igual que yo, tuvieron miedo en algún momento, pero también he podido comprender que con miedo o no, protegemos lo que mas amamos.
Sin embargo, también pude comprender que las personas cambian. Benny. ¿Por qué Benny? Aun desconozco sus razones del por qué hizo lo que hizo, por eso soy incapaz de juzgarlo por mi cuenta. Dentro de mi propia conciencia reconozco que soy débil en ese punto, porque soy incapaz de culpar de mala persona a alguien por sus acciones si ese alguien no me da razones para pensar que es malo. Es, seguramente, esa parte de mí la que me hace vulnerable ante el mundo. En cambio Liam…Liam hizo más que suficiente para dar por sentado el hecho de que lo repudie. Lo siento, pero es hasta ahora cuando por primera vez rompo esa regla que establecí para mi mismo de no odiar a nadie en el mundo, simplemente esta vez no puedo, no con lo que sucedió. Alguien me hizo daño; Liam lo hizo, y no me hubiese importado si hubiese sido solo yo, pude haberlo perdonado, pero él lastimó algo, algo que amo con todo mi ser y que va mas lejos del amor que me tengo a mi mismo; Karla y Cori, ellos, solo ellos y nadie más son la parte de mi que nadie debe dañar y que el mundo debe de saber que son la razón de mi existir.
Amo mi vida…pero la amo porque Cori y Karla están ahí.
Sasha
Ending:









Autor: Luis F. López Silva
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