Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

this widget by www.AllBlogTools.com

domingo, agosto 12, 2012

Capítulo 19: Traición.

Bear nature
No siento…nada. No hay dolor. No hay sufrimiento. No hay…odio. ¿En dónde estoy? La brisa helada sopla constante acariciando mi cuerpo y revolviendo mi cabello. Miro hacia arriba. Las nubes grises pasan lentas en lo alto del cielo. Parecen algodón, matizado por sombras negras y un viento helado que las rodea. Creo que…lloverá. Bajo mi cabeza y miro a mi alrededor. Un enorme valle se extiende frente a mi, cubierto de pasto verde y una que otra roca dispersa, curtida de negro seguramente por el tiempo. A lo lejos, unas cuantas montañas, cubiertas por el mismo verde natural en donde las nubes rozan sus cumbres. Hay flores, flores blancas y amarillas, rojas y purpuras, que crecen en algunas partes y un camino angosto. ¿Qué es este lugar?

La brisa helada vuelve a soplar, moviendo lentamente el pasto y las nubes. Me pongo de pie y me acerco al camino de tierra. Me pregunto a dónde llevará. Miro hacia mi derecha, y no hay más que el extenso valle que se pierde a lo lejos. Miro a mi izquierda y me vuelvo a topar con el mismo paisaje. ¿Hacia donde debo dirigirme?

«Sasha…»

Una voz susurra mi nombre. ¿Quién es? Miro a mí alrededor pero no encuentro a nadie. El viento vuelve a soplar yendo hacia mi derecha. El pasto sucumbe ante la leve brisa y se mueve en dirección del viento. No tengo nada que perder, iré en esa dirección.

Comienzo a caminar por aquel lugar y puedo notar rápidamente que mi cuerpo está mas pesado que de costumbre. Mis manos están un poco adormecidas y una sensación de somnolencia me llena completamente. Bostezo. Miro a mí alrededor y no veo más que pasto verde, flores de colores y uno que otro frondoso árbol en medio del inmenso valle. Las nubes siguen avanzando sin prisa, cambiantes de forma pero con la misma tonalidad gris. Las montañas a lo lejos se miran bastante solitarias, pero al mismo tiempo parecen estar rebozando de una paz inexorable en un silencio que lo único que deja en libertad de romperlo es el vago sonido del viento.

«Sasha…regresa…»

Otra vez escucho mi nombre. Esta vez es una voz diferente. ¿Quién me llama? Sigo avanzando, sin detenerme, mirando a mí alrededor, atento, esperando encontrar a quien me pronuncia mi nombre, pero no veo a nadie. He caminado un buen tramo y puedo ver finalmente el punto en donde este camino termina.

Una puerta.

Me acerco lo suficiente y puedo reconocer inmediatamente esta familiar puerta. Así que es ese mismo sueño. El escenario ha cambiado bastante desde la última vez que soñé con esta puerta. Antes era un paraje oscuro, una nada agobiante y vacía, pero ahora, ahora es este gran paisaje lleno de paz y serenidad.

¿Qué debo hacer exactamente? Digo, es solo un sueño después de todo. No es que pueda pasarme gran cosa haga lo que haga, pero tengo miedo de que esto en algún momento se torne una pesadilla. Observo la puerta con detenida calma, rodeándola y mirándola desde varios ángulos como me es posible pero no encuentro nada especial, absolutamente nada que llame mi atención más que el hecho de que esta puerta aparezca en cada sueño y que en esta ocasión está aquí sostenida por nada en medio de la…nada. Valga la redundancia. Levanto la mirada y me encuentro un pequeño cartel colgando de la perilla de la puerta. Esta vez no está borroso.

Punto sin retorno.

El cartel no tiene escrito nada más que esas palabras. Punto sin retorno.¿Qué significa esto? ¿Es acaso una advertencia?

«Despierta…Sasha…»

Esa voz. Esta vez no es un susurro. Miro a mí alrededor nuevamente y, allá, en un punto un poco lejano, debajo un frondoso árbol que bajo su copa proyecta una gran sombra, yace parada una mujer. Una anciana, con el cabello blanco y corto, delgada y de tez blanca que sonríe sin razón aparente. Ella simplemente sonríe. ¿Quién será?

Avanzo unos cuantos pasos hacia aquella persona, pero mi cuerpo se torna más pesado. Un fuerte dolor de cabeza me aturde y el sonido de unos pitidos comienza a rondar mis oídos. Estoy mareándome. Mi vista se comienza a tornar borrosa y en un esfuerzo más por saber quien es esa persona entrecierro mis ojos y alcanzo a divisar a alguien que me trae recuerdos. No sé si son recuerdos tristes o felices, simplemente es una mezcla de lastima y alegría que termina convirtiéndose en nostalgia cuando las imágenes fugaces de esos recuerdos cruzan por mi cabeza. Mi abuela. ¿Qué esta haciendo…acá?

Todo comienza a desvanecerse.

***

Mis manos están tibias. Puedo sentir como pequeñas gotas tibias resbalan entre mis dedos y los empapan. Puedo escuchar sollozos y a alguien diciendo mí nombre. Puedo sentir que alguien toma mi otra mano y la aprieta suavemente. Otra vez sollozos.

Abro mis ojos lentamente y una luz blanca entra de a poco por mis pupilas. Me encuentro con un cielo raso blanquecino y con un olor bastante peculiar que entra por mis fosas nasales haciéndome recordar vagamente a un hospital. Parece que estoy en uno. ¿Estaré vivo?

Mi cuerpo esta ligeramente adormecido y mi garganta esta algo seca. Me duele la cabeza y el abdomen. Un recuerdo mi mente sin detenerse: Karla, Cori…Benny. ¿¡Se encontraran bien!?

Me levanto bruscamente tosiendo e instantáneamente puedo sentir como un dolor agudo me invade impidiéndome hacer grandes movimientos. Tengo cables pegados al cuerpo y un catéter en mi mano que retiro a jalones sin pensarlo dos veces. Mi muñeca comienza a sangrar pero eso no me detiene.

—¡Karla! ¡Cori!—grito desesperado.

Alguien se abalanza sobre mí recostándome a la fuerza en la camilla nuevamente. Forcejeo intentando zafarme mientras alguien grita que me detenga, pero no puedo. ¡Necesito saber donde están mis amigos!

—¡Cálmate!—exclama una voz—¡Ayuda! ¡Necesito ayuda!—vuelve a gritar.

—¡Suéltame!—grito hasta donde los pulmones me lo permiten—¡Necesito ver a Karla! ¡Necesito ver a Cori!—ladro tirando manotazos.

—¡Mírame, Sasha!—exclama una voz femenina. Es…Karla. ¡Karla esta viva!—Estoy…bien—murmura a mi oído con una voz quebrada que rápidamente se convierte en llanto. Puedo sentir como sus lágrimas comienzan a empapar mis mejillas

Dejo de forcejear y en un impulso que no pienso detener la abrazo lo mas fuerte que puedo. Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos instantáneamente y el llanto no se hace esperar. Comienzo a llorar desesperado porque esto no cambie a ser un simple sueño y sea real. ¡Karla esta viva!

—Perdóname…—digo con la voz entre cortada por mis propios sollozos—perdóname, Karla.

Alguien más se acerca y nos envuelve a ambos de forma delicada y perfecta. Puedo escuchar otros sollozos. No son los mio, no son los de Karla…son los de Cori. ¡Cori también se encuentra vivo!

—¡Eres un tonto!—me dice Cori entre lágrimas—¡Te has tardado demasiado!

Puedo escucharlo llorar mientras nos envuelve entre sus brazos a Karla y a mí. Estamos todos tirados sobre la misma camilla, en un abrazo tan perfecto que deseo que nunca termine. Puedo sentir el calor de sus cuerpos envolviéndome, el olor de su piel, de su cabello, sus manos tan suaves acariciando mi rostro y examinándome con ávida seguridad, como si comprobasen que esto es real. Karla besa mi mejilla y Cori mi frente mientras trato de comprobar que ellos están realmente acá conmigo, que no es una ilusión.

—Lo siento, Cori—murmuro con la voz quebradiza—no fui lo suficiente, no di lo necesario de mí y te lastimaron. Ambos…perdónenme.

—Que tonterías dices—masculla Karla, aun entre sollozos—has regresado—murmura separándose de mi un poco.—Tengo que llamar a la enfermera.—advierte, dando la vuelta apresuradamente hacia la puerta—Solo…mantente vivo.

Karla sale apresurada de aquella blanca habitación y solo quedamos Cori y yo. Él se ha sentado a mi lado, en la camilla en la que me encuentro, tomando mi mano fuertemente mientras besa mis dedos y enjuga sus lágrimas. ¿Qué ha sido exactamente lo que pasó?

—¿Te encuentras…bien?—le pregunto, mirándolo fijamente, mientras examino su rostro.

—Estoy bien, no te preocupes.

—Perdóname…Cori—le susurro, cubriendo mis ojos con mi otro brazo—por favor perdóname. Si tan solo lo hubiese sabido antes, si no me hubiese descuidado, si tan solo hubiese sido un poco más fuerte…

Mis palabras se interrumpen. Siento, entonces, mis labios hacer contacto con algo tibio. Lo reconozco de inmediato. Esta sensación, esta textura tan familiar que provoca que mi corazón se acelere y que me escapa a quitar el aliento. Guimauve. Los besos de Cori siguen sabiendo a Guimauve. Me besa con delicadeza, sin detenerse ni vacilar ni un segundo. Quita mi brazo de mi rostro y continúa con un beso que lejos de ser incomodo, termina siendo lo que necesitaba. Me reconforta y me da la paz que pocas veces logro conseguir, llenándome al mismo tiempo de una felicidad irremplazable que espero y se quede para siempre conmigo.

—Cori, yo…

—Cállate—murmura—Simplemente quiero saber…que estás aquí.

El besa mi frente, mis ojos, mi nariz…mis manos. Se detiene por unos segundos y me mira fijamente sin decir ni una sola palabra. Pone su frente contra la mía y nos quedamos así por unos momentos. Esto parece tan irreal. Cori está…vivo. Siento una mezcla de felicidad y alivio pero a la vez tristeza de saber que pudieron, Karla y él, morir a causa de un cuerpo y mente débil como la mía. Siento que no soy aun suficientemente fuerte para protegerlos.

—Pensé que te perdería—me susurra aun sin despegar sus verdes ojos de los míos. Los ojos de Cori se han tornado vidriosos y puedo notar que comienzan a acumularse lágrimas en ellos. Las pequeñas gotas no tardan en caer sobre mis mejillas; están tibias, al igual que los besos de Cori.—En serio—vuelve a murmurar, esta vez con la voz un poco quebradiza—Tenía miedo de que no despertaras. Te pudiste haber ido para siempre Sasha, y contigo se hubiese ido la poca felicidad que tengo.

—No eras el único, Cori. Yo, al igual que tú o Karla, tenía miedo, no miedo a morir, si no, miedo a perderlos. Eres lo más importante que tengo en mi vida, Karla lo es también, y si hubiese quedado vivo y ustedes hubiesen muerto entonces yo…no me lo habría perdonado.

Él vuelve a besar mi frente, me sonríe y con ese gesto logra como siempre embobarme.—Sabes una cosa—me dice revolviendo mi cabello con su mano—Luego de esto, iremos a comer crepas—comenta con una enorme sonrisa.

Cori se pone de pie y se dirige hasta una pequeña mesa en una esquina de la habitación. Lleva puesta un pijama azul de hospital, como yo y como Karla que viene apareciendo justo ahora seguida de unas enfermeras y un doctor.

El doctor saca apresuradamente su estetoscopio y se dispone a revisarme. El metal del instrumento es extremadamente frío. Las enfermeras revisan mis ojos con una linterna, me toman el pulso, miden mi frecuencia cardiaca y mi presión arterial. Todo con una rapidez impresionante.

—¿Cómo te sientes, Sasha?—pregunta el medico.

—Un poco mareado y mi abdomen, duele. También me cuesta un poco respirar.

—Es normal. Tienes cuatro costillas fracturadas—advierte—y el mareo no debería pasar inadvertido, tienes todo el tórax inmovilizado por vendas y eso te dificulta respirar un poco, por eso tienes ese mareo. Estas vivo de milagro chico.

—¿A sí?—inquiero.

—Has estado en coma—advierte Karla un poco preocupada—por dos semanas.

—Estábamos muy preocupados por ti—continua el doctor, mientras examina mis reflejos—tuviste tres paros cardiacos y por la condición de tus costillas fracturadas era un poco difícil tratarte. Es un poco extraño—advierte sorprendido—pero para haber estado en coma, estás bastante…bien.

—Por favor, sigue mi dedo solo con tus ojos—me ordena la enfermera, haciendo una prueba.

Mueve su dedo de izquierda a derecha y logro seguirlo sin dificultad aunque pronto me mareo.

—Bien, tal parece que tus funciones nerviosas se han restablecido—comenta el satisfecho—mas sin embargo, tendrás que quedarte por algunos días mas en el hospital para observaciones. Llamaré a tus padres y les daré la noticia.

—¿Mis padres?

—¿Qué esperabas, tontito?—me dice Cori desde la mesa, mientras busca algo en una caja que está sobre ella—No esperabas que ellos no se dieran cuenta de esto ¿O si?

—Vinieron el mismo día que despertamos Cori y yo en este hospital—comenta Karla sentándose a mi lado—Robin y Victoria no se han movido de este lugar desde que llegaron, Sasha. Hoy hemos tenido que mandarlos a todos a descansar, no han pegado un ojo.

—Se negaron en un principio—dice Cori—pero mi madre los convenció de que lo hicieran, al menos por hoy. Tu madre estaba bastante mal, y tu papá, bueno, él, si no hubiese sido por tu madre, se hubiese desmoronado al solo verte.

—Llamaré a tus padres—advierte el doctor—regresare en unas horas para ver como sigues. Descansa. Las enfermeras vendrán en unos momentos para sacarte la sonda.

El doctor se retira con las enfermeras y quedamos nuevamente los tres solos. Cierro mis ojos, pero por mas que quiero no puedo volver a dormirme. No después de saber que estoy vivo, de saber que Karla y Cori están aquí, conmigo.

—¿Sonda?—inquiero extrañado, reaccionando un poco tarde ante las palabras del doctor—¿Dijo sonda?

—Tienes un popote que va desde la punta de tu pene hasta quien sabe donde—dice Cori entre pequeñas risas.

—Son unos aguafiestas—refunfuña Karla—No me dejaron ver tu sonda.

Las palabras de Karla solo logran sonrojarme. Carajo. ¡Quería ver mi cosa! ¡No puedo mostrarle así por así mi cosa! Creo.

—Por cierto, Cori. Tú…tú tendrías que haber estado peor que yo—le digo un poco preocupado—Fuiste apuñalado un centenar de veces.

—No fue muy grave que digamos—dice él sin darle mucha importancia al asunto—la navaja no tocó ningún órgano. Así que simplemente fueron cortadas. Aunque admito que necesite de transfusiones sanguíneas.

—Ya veo—le digo tratando de ocultar mi palpable sensación de culpabilidad por lo que le paso.

—¿Qué tal tú, Karla? Tus pies…tus manos.

—No te preocupes—advierte ella mientras acaricia mi mejilla—sanaron pronto y el dolor de las articulaciones paso en los primeros días.

No puedo. Simplemente no puedo dejar de preocuparme por ellos. Son todo lo que tengo en mi vacía vida que hace posible que pueda ser feliz. Son lo que hacen que mi mundo se mueva, y aun así, soy incapaz de protegerlos. Esa sensación de debilidad, de rabia y de tristeza que siempre creí que hace un tiempo la había abandonado por ellos, por tratar de ser algo en lo que ellos pudieran sostenerse, ahora me doy cuenta, que siempre estuvieron ahí, esperando el momento justo para aflorar en emociones que presionan mi pecho para hacerme sufrir de la peor manera; lastimándolos, hiriéndolos, haciendo que las personas a las que amo sufran. Ahora sé que no fue la soledad mi peor enemigo, si no mas bien ese sentimiento de incapacidad al querer proteger mi mundo, de proteger las piezas que conforman cada parte de mi vida y que amo con cada fibra de mi ser, ese mismo miedo a ser incapaz de protegerlos cuando fuese necesario, fue, lo que desde un principio, traté de evitar y hacer cuanto fuese posible por ser un escudo que detuviera todo lo que tratara de dañarlo. Pero…soy débil.

—Perdóneme—les digo, con lagrimas que han comenzado a rodar por mi rostro sin poder detenerse—yo fui el culpable de que se metiesen en algo tan peligroso. Fue mi culpa, fue solo mi culpa y de nadie más que hubiesen tenido que sufrir de esa manera.

—Respecto a eso, Sasha—musita Cori, un poco serio. Le dirige una mirada a Karla y se acerca, sentándose a mi lado. Ha sacado de la caja que estaba sobre la mesa una fotografía.

Cori, sentado a mi izquierda, y Karla, a mi derecha, se miran fijamente por unos segundos y luego voltean a mirarme. Karla pasa su dedo índice por mi rostro, secando mis lágrimas.

—Sabes una cosa—comienza Cori a hablar—lo peor que nos puede pasar en este mundo y lo digo por Karla y por mi, es que te pase algo. El problema es que a veces tú no te das cuenta. Pero muchas otras veces el mero hecho de protegerte posiblemente traiga consecuencias graves para ti si no sabes que lo hacemos ni como lo hacemos, cosa que no prevenimos en este caso.

—¿A si?—Inquiero con bastante curiosidad.

—Lo que Cori quiere decir—continua Karla—es que hay demasiadas cosas…muchas diría yo, que hemos hecho y que tu no sabes, Sasha. Lo de Liam no es de ahora, es más bien algo que viene sucediendo desde ya hace un buen rato y, lo que sucedió con Benny…

—¡Benny! ¿¡Se encuentra bien!? ¿¡Qué le sucedió!?—exclamo preocupado. Había pasado por alto el estado del chico. Espero y no esté tan lastimado.

—Benny…Benny murió, Sasha—murmura Cori con un semblante bastante decaído.

Tal noticia cae sobre mí como un balde de agua fría con piedras. Dudo por unos segundos pero la mirada de Karla termina de confirmarme todo. Es simplemente…inconcebible. Es tan brutal, tan invasiva, tan áspera la simple idea de poder imaginarme a Benny sin vida. Liam. Al final Liam…logró lo que quería. Mis ojos arden, los deseos incesantes por llorar no tardan en aparecer pero las lágrimas que salen de mis ojos ruedan solas por mi rostro. No tengo ya fuerzas suficientes como para poder gemir y gritar de tristeza, no tengo el suficiente aire para poder maldecir por tal atrocidad. Simplemente…no puedo.

—¿Cuando…fue su funeral?—pregunto, con una voz tan débil que posiblemente las palabras sonaron como un susurro.

—Hace una semana. Exactamente el día en que Liam fue condenado a cadena perpetua por asesinato y atentado contra la vida. Cori y yo…fuimos llamados a testificar.

—¿Conoces a esta chica?—me pregunta Cori, mostrándome la fotografía que hace unos momentos sacó de la caja.

Una chica de tez blanca, cabello rojizo y ojos marrones. Se me hace ligeramente familiar, pero ¿de donde? Se parece un poco a…

—No lo creo—le digo intentando recordarla sin éxito alguno.

—¿Seguro?—inquiere él nuevamente.

Trato de forzar un poco mis recuerdos pero…un segundo. Esta chica es…¡Carajo! ¡Esta chica es la misma del instituto que me ofreció ya hace uno tiempo sexo sin razón aparente! ¡Gaby! ¡Maldición! ¿¡Cómo no pude darme cuenta desde un principio!?

—Es Gaby—les digo a ambos un poco perplejo.

—Exacto—refuta Karla— pero también es la hermana de Benny—advierte ella.

¿Hermana? No sabía que Benny tuviese una hermana. Pero ahora que lo pienso detenidamente, la chica de la fotografía si tiene ese parecido bastante peculiar con él.

—¿Y a esta chica?—vuelve a preguntar Cori, mostrándome el reverso de la fotografía.

¡La chica del antifaz! ¿¡Que carajos hace Cori con una fotografía de la chica con el antifaz que nos dio de comer!? Un segundo…esa boca, esa nariz, ese mentón…es…¡Es la hermana de Benny! ¡Pero que demonios…!

—Insinúas que…

—No lo insinuó—me dice Cori bastante seguro de si mismo—Esta chica con el antifaz es la misma hermana de Benny.

—¡Pero eso es imposible!—exclamo—¿¡La hermana de Benny traicionando a su propio hermano!?

—No es imposible—advierte Karla—Pero tampoco es de la manera en la que lo miras.

—¿A no?

—No—confirma ella—más bien, nunca hubo traición. Liam tenía planeado todo esto desde hace un tiempo Sasha. El día en el que Gaby te citó tras el edificio fue para tenderte una trampa, pero no pudieron porque aun estaba el personal que trabaja ahí. Esperaban a que te quedases hablando con ella y que luego, cuando todo el mundo se fuera…

—Me matarían—murmuro casi sin aliento, tratando de procesar toda aquella información.

—¿Sabes la razón del por qué Benny murió?—inquiere Cori.

Niego con mi cabeza. Realmente no puedo pensar en razón alguna para que la propia hermana de Benny quisiese hacerle daño. No encuentro ni la mas mínima excusa para dañar a un ser humano, mucho menos encontraría una para dañar a mi familia ¿Entonces por qué lo haría Gaby?

—Benny jamás fue una victima en todo el asunto—continúa él—simplemente fue un actor que terminó convirtiéndose en títere para lo que Liam planeaba hacer. Benny colaboraba al igual que su hermana con ese demente para tratar de hacerte daño. Él nuca necesito de ayuda para salir de aquel lugar con vida, él nunca estuvo en verdadero peligro. El único que estuvo en total peligro fuiste tú, Sasha, nadie más.

—¡Pero Benny murió!—exclamo incrédulo—¿¡Como pudo morir si Liam no tenia planes de matarlo!?

—Él murió a causa de que el incendio en la iglesia se salió del control de Liam—advierte Karla—y al final…puede ser lo único que se lograría considerar como un accidente. Por lo demás…dañarte si fue intencional, mientras que Benny fingió un daño que jamás le provocaron.

El sonido de gotas golpeando cl cristal comienza a sonar tenuemente en la habitación. A mi izquierda, dos grandes ventanas me permiten ver hacia el exterior, donde un enorme cielo gris se extiende hasta perderse a lo lejos. Está comenzando a llover.

Esto es demasiado. Me cuesta mucho digerir tanta información. Simplemente no puedo creer que alguien pudiese haber intentado dañar a quien alguna vez le protegió. ¡Es inaudito!

Tal vez la humanidad después de todo si perdió la poca cordura que le quedaba. Tal vez si está al borde de la total perdición…No, no es posible. Aun existen seres humanos sobre este mundo, aún existen seres capaces de razonar con un corazón que hace tangible la belleza de la vida y la razón de existir. Aun existe Cori, aun existe Karla, aun existe Darien, Carol, André…y quiero creer que existen muchas personas más que aun no han olvidado lo que es vivir.

—Esto solo me deja con una interrogante—musito, levantando mi rostro y mirándoles fijamente—y no se si quiero que sea respondida.

—No haremos nada que no quieras, Sasha—me dice Cori, tomando mi mano— pero tampoco haremos algo que pueda dañarte a favor de tus deseos.

Karla toma mi otra mano y la aprieta contra su pecho. Puedo sentir su corazón latiendo fuertemente. Puedo sentir su preocupación tan palpable, su angustia y miedo por lo que pueda decir o hacer. De cualquier manera…necesito saberlo.

—Entonces, díganme—les pido de la manera mas serena posible—¿Qué relación tienen ustedes…con todo esto?

Escucho la voz de mi madre aproximarse por el pasillo. La puerta de la habitación entreabierta se abre de presto y me encuentro con dos rostros bastantes familiares. Mis padres…están aquí.

Continuará.

Ending:









Autor: Luis F. López Silva

Todos los derechos reservados ©

No hay comentarios:

Ratings and Recommendations by outbrain