Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
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domingo, junio 10, 2012

Capítulo 11: Nubes de Vainilla


Vanila Cloud
Otra vez este lugar oscuro. Negro. Más negro que el mismo cielo nocturno. Estoy soñando. Ya tenia unos días que no me sucedía pero ahora pasa nuevamente. ¿Qué es este lugar? Miro hacia mi izquierda; no hay nada. Miro hacia mi derecha; no hay absolutamente nada. Levanto mi mirada y a lo lejos puedo ver algo. Una línea delgada. ¿Qué será? Comienzo a caminar lentamente, acercándome de a poco a la línea clavada en esta inmensa negrura. A medida que avanzo puedo notar que la línea se hace más gruesa y alta. Siento que cada paso es demasiado pesado y mis pies son como plomo moviéndose en fango. Demasiado difícil. En un abrir y cerrar de ojos todo se acelera y la línea parece distorsionarse a lo lejos. Un segundo después esta frente a mis ojos. ¿¡Cómo ha sucedido!? Bueno, es un sueño, todo puede pasar. Descubro que la línea no era una simple línea, era mas bien una puerta, una enorme puerta color marrón hecha de madera con una perilla color oro a un costado y bisagras plateadas. Tiene gravado un complicado diseño de hierro forjado en la parte inferior que sube por los bordes como una enredadera hasta la parte superior de la puerta y termina en una enorme camelia en el centro forjada del mismo metal. La camelia esta sutilmente pintada con colores casi transparentes que aún dejan a la vista el frio color grisáceo del metal bajo la pintura. Un letrero cuelga de la flor. Hay algo escrito, pero se me es imposible leerlo. Las letras se tornan borrosas a mi vista. Miro hacia otro lado de la puerta, pero mi vista vuelve a la normalidad. Intento nuevamente ver que hay escrito y entonces la visión borrosa regresa. Intento tocar la puerta pero unos centímetros antes de que lo logre, algo resuena en mis tímpanos. Todo se torna negro. Despierto.
Otra vez esa estúpida alarma de mi celular que me indica que es hora de que me levante. Por lo menos este día podré llegar una hora mas tarde al instituto, el festival deportivo no comenzará si no hasta las ocho de la mañana. Abro lentamente mis ojos pues detesto esa molesta sensación de torpeza en la vista cuando la luz entra de lleno por tus pupilas estando aún medio adormitado. Me siento algo extraño, siento mi espalda y mis costillas un poco más pesadas y apretadas. Creo que el desvelo me está pasando cuenta y no es de sorprenderse, hasta hace unas cuantas horas, había pasado despierto dos días sin poder cerrar mis parpados; todo por amor. Que…extraño. Sonrío de solo recordar lo que sucedió la noche del día de ayer con Cori, además del hecho de que mis padres aparecieron repentinamente en la puerta unos segundos después de que…bueno, ustedes saben, que de una vez por todas me diera cuenta que había enamorado de alguien sin haberme dado cuenta. Me sonrojo de solo recordar ese momento.
Siento algo resoplar en mi nuca, cerca de mi oreja con un viento tibio que provoca que suba un escalofrío por mi espalda y termine erizándome los bellos de la nuca. ¿Qué será? Aún siento mi espalda y costillas algo extrañas, están más… ¿Apapachadas? Otra vez siento ese viento tibio cerca de mi oreja y esta vez escucho a alguien resoplar lentamente. Puedo sentir como en mi espalda algo se hincha y luego nuevamente vuelve a la normalidad.
Volteo mi rostro lentamente, aún adormitado y lo que veo me deja casi pasmado. Tapo mi boca rápidamente para no gritar del susto pero luego de unos segundos la impresión pasa sin qué ni para qué. Ahí está, durmiendo, tras de mi, con sus brazos envolviendo mi cuerpo y reteniéndome firmemente en ellos como si fuese a escaparme. Su respiración es constante pero firme. Sus parpados que yacen cerrados, muestran unas pestañas largas y un poco encrespadas que junto a sus labios que siempre permanecen rosados—quien sabe por qué demonios—le dan cierto aire infantil cuando duerme. Esperen, ¡Maldición! ¡Cori durmió toda la noche conmigo de esta manera! En un movimiento casi desesperado toco mi trasero, pero parece ser que esta intacto, tal y como lo dejé ayer. Un suspiro de alivio; al parecer no sucedió nada. Cuando ando medio adormitado es bien poco lo que recuerdo de la noche anterior, así que por eso me es preferible comprobar que mi trasero sigue en una pieza. No es que me agrade mucho la idea de…bueno, de hacer “eso”—y por decirlo más explícitamente: descomponerme el trasero—con Cori. ¿¡Pero que demonios estoy pensando!? No es que necesariamente vamos a tener sexo, pero, somos adolescentes con las hormonas medio alborotadas, no es que sea algo del otro mundo. Aun así… ¡Somos dos Chicos! No me agrada la idea en lo absoluto de que otro chico me destroce el trasero ni nada por el estilo, me dan escalofríos de solo pensarlo. Creo que necesito dejar de pensar estupideces. Siento un leve movimiento del brazo de Cori que yace recostado sobre mi costado. Un movimiento que solo sucedió por el simple hecho de abrazarme mas fuerte, presionándome mas contra su cuerpo. El abrazo de Cori…es cálido; siempre son cálidos.
—Buenos...días—me murmura al oído, dejando escapar un enorme bostezo.
Termina de dar su bostezo y acomoda su rostro cerca de mi nuca, dándole un beso simple y delicado, provocando que me vuelvan a dar escalofríos al sentir sus labios rozar la piel tras mi cabeza. Vuelve a abrazarme con más fuerza y puedo nuevamente sentir su respiración en mi cuello. Es un poco extraño, pero, provoca que me sonroje de un solo golpe y me pone más nervioso que lo normal.
—Bu…bu…buenos días—balbuceo con dificultad cubriendo mi rostro con las sabanas.
Cori se sienta en la cama y quita las sabanas de mi rostro, pudiendo encontrar mis ojos azules llenos de sorpresa por lo que está sucediendo. Sus ojos verdes buscan afanosamente una respuesta en mi cara, tratando de hallar la razón del por qué me encuentro de esta manera, pero es mas que obvio, no muy a menudo te despiertas con alguien que ha estado abrazándote durante toda la noche mientras dormías y más aun si es la persona de la que te has enamorado y sin mencionar que es tu mejor amigo y un chico para rematar.
—¿Sucede algo?—inquiere examinando mi rostro con sus ojos verdes e inquisitivos.
—¿A caso no es obvio?—le digo arrebatándole las sabanas y cubriendo nuevamente mi rostro, rojo como un tomate de la vergüenza.
Unos segundos después, asomo mis ojos por el borde de la sabana, cubriendo mi nariz y boca bajo ella, mientras miro fijamente a Cori.
—Pues, no lo es—me advierte un poco extrañado—¿lo es?
—Si, si lo es.
—Entonces ilumíname—me dice riendo—que aún no lo comprendo—.Cori se da la media vuelta y se sienta sobre mí con sus piernas abiertas y a mis costados y con sus pies tirados hacia atrás. Baja su rostro cerca del mío y pone su frente sobre la mía, mirándome fijamente a los ojos y con una pequeña sonrisa en sus labios, provocando que me sonroje nuevamente en un santiamén.—Entonces—me murmura—¿me dirás que es?
—Su…su…supongo—le digo tartamudeando del nerviosismo.
Nos quedamos en silencio por un largo rato mirándonos el uno al otro, yo bajo mis sabanas y el sentado sobre mi y mis sabanas. –Entonces, dime—murmura.
—Es solo que me da un poco de…vergüenza todo esto—le digo con mi boca cubierta por la delgada tela de las sabanas—nunca nadie me había abrazado durante toda la noche y despertado al lado mío. Es bastante…dulce—le digo escondiendo mi mirada bajo la cobija un poco avergonzado por lo que estoy diciendo. Unos segundos después asomo nuevamente y encuentro a Cori mirando hacia el costado, con un gesto bastante serio y sus mejillas sonrosadas.
—¿Qué sucede?—inquiero mientras descubro mi rostro en su totalidad.
—Es solo que si lo dices tú—murmura haciendo un puchero—entonces me da vergüenza a mí de solo escucharlo.
Extiendo mis manos hasta tocar el rostro de Cori, haciendo que me mire a los ojos; él me sostiene la mirada unos segundos, pero noto que cada vez se sonroja mas.
—Oye, el avergonzado debería de ser yo. Me has tenido abrazado toda la noche.
—¡Cállate! No me lo recuerdes que me avergüenza un poco—me dice con una voz bastante graciosa—Pero de todas formas—musita mirándome fijamente con sus verdes ojos y dedicándome una sonrisa—eres bien abrazable.
Estas últimas palabras y esa sonrisa en su rostro provocan que me sonroje hasta el punto de no saber si matarlo o que la tierra me trague de lo vergonzoso que es esto. Cori vuelve a acercar su rostro al mío y besa mi frente con delicadeza sin vacilar, provocando que mi corazón se acelere y se detenga al mismo tiempo. Creo que voy morirme.
—Bueno, tengo que irme—advierte bajándose de mi estomago y sentándose en la cama mientras anuda sus zapatos converse—tengo que ir a prepararme para el festival de deportes. El Señor Donovan dijo que llegáramos temprano o si no rodarían cabezas; ambos sabemos que no queremos perder ninguna de las dos cabezas que poseemos.
Risas resuenan en la habitación luego de esta broma tan peculiar haciéndonos romper aquel momento tan incomodo—por no decir vergonzoso—de la mañana. Es simplemente extraño, pero pocas cosas creo que cambiaran a partir de ahora con Cori. A decir verdad, no creo que tenga que cambiar algo, solo el hecho de que no sé que demonios somos exactamente el uno del el otro.
—Por cierto—comenta terminando de amarrar su última cinta—¿Qué es lo que somos ahora nosotros?
¡Maldición! ¿A caso este chico lee mentes? Si no fuera porque lo conozco desde hace tiempos podría jurar que si lo hace, pero solo es alguien normal capaz de enamorarse de su mejor amigo y lograr que este se enamore de él.
—No lo sé—le contesto pensativo—¿Súper amigos?
—Si claro, ¿los súper amigos harían esto?
Cori se mueve ágilmente y me toma desprevenido, robándome momentáneamente el aire mientras sus labios se juntan con los míos. Es algo rápido pero a la vez delicado, sin mucha brusquedad y lo suficientemente cargado de amor como para decir que realmente esta enamorado. Si claro, cómo si no lo estuviera.
—No…no lo haría—mascullo un poco pasmado—¡Oye!, deja de hacerlo sin previo aviso. Aún me estoy acostumbrando a la idea de, tú sabes, esto. Aún es extraño pensar que estoy besando a otro chico.
—¿Quieres llegar a pensar que soy una chica?—exclama alarmado.
—¡Por supuesto que no!—espeto llevándole la contraria—A lo que me refiero es que apenas hasta ayer me di cuenta que te amaba—le digo con una voz bastante torpe por no decir llena de vergüenza. No muy a menudo le digo a alguien cuando le quiero.
—¡Deja de decirlo tan a la ligera que provocas que me sonroje!—me advierte Cori tapándose la boca y desviando su mirada.
—Lo siento. ¡Espera! No, no lo siento. Eres tu quien me besa de manera desprevenida.
—Es porque te amo lo suficiente como para poder hacerlo.
—¡Lo ves! Ahora eres tu quien dice “te amo” tan a la ligera.
—Si pero cuando lo digo yo no suena tan vergonzoso. Además, decirle a la persona que mas amo en el mundo cuan grande es mi amor por esa persona, es posiblemente lo que necesite cada día para sentirme vivo.
—Ahora has provocado que me sonroje más—le musito metiéndome bajo las sabanas para que no vea mi rostro tan rojo como las manzanas.
Cori ríe levemente, me envuelve entre sus brazos y nos quedamos así por un buen rato. Quita la sabana de mi cabeza, vuelve a besar mi frente y luego me aprieta contra su pecho haciéndome sentir como si mi pecho fuese a estallar de latidos tan fuertes.
—Entonces cada vez que eso suceda—me murmura al oído—estaré ahí para abrazarte y para que puedas culparme por haberme enamorado de ti.
—Si claro—le digo avergonzado—como si fuera tan sencillo.
Él sonríe y me abraza con mas fuerza murmurando una vez mas a mi oído esa palabra que tanto me altera “Te amo”. Es tan perfecta aquella frase, tan delicada y tan importante que es capaz de hacerme sentir una infinidad de emociones que se arremolinan hasta entorpecerme.
—¿Por qué yo Cori?—le pregunto casi en un susurro—Tú, eres tú y sabes lo que puedes hacer con las chicas pero vienes y resulto ser yo la persona a la que quieres. ¿No crees que sea un desperdicio? ¿No crees que estas perdiendo la oportunidad de hacer muchas cosas?
—No digas estupideces—me dice con seriedad—el hecho de haberme enamorado de ti no significa que será un desperdicio todo lo que sienta. Ya te he dicho antes que el hecho de que te ame a ti no significa que las chicas no me gusten y tampoco significa que otros chicos me gusten.
—Entonces, algún día—murmuro con desaire—te enamoraras de una chica, ambos nos enamoraremos de una como debe de ser, y esto se habrá terminado.
—¿¡A caso estas loco!?—exclama sofocado—¿¡Que parte de “te amo” no entiendes!? No podría dejarte Sasha. ¿A caso no ves todo lo que deje de lado por enamorarme de ti? Esto significó aceptar el hecho de que tendré que besar a un chico o que tendré que abrazar a uno. Pero no me importó y mírame ahora, tratando de hacerte entender que te amo. No pretendo cambiarte por nadie, ni por la chica mas linda del mundo, así sea se me presente desnuda en la cama, cosa que creo que a ambos nos encantaría ver, pero ese es otro asunto. El punto es que yo, Cori Summer Woller no soy gay, pero tampoco pretendo dejarte. Punto. Yo, Cori Summer Woller, prometo amarte y respetarte hasta que la muerte nos separe o tú quieras dejarme, cosa que no permitiré. Punto.—me dice haciendo énfasis en “no permitiré”—Y finalmente, Yo, Cori Summer Woller, prometo jamás hacerte sufrir ni llorar, prometo defenderte y dar mi vida por ti así sea que me cueste el trasero. Punto. Bueno, amo mi trasero, digamos que así sea me cueste un ojo.
—Bien, bien—le digo riendo—pero eso suena como si me estuviera casando o algo.
—Pues será algo así porque no pienso apartarme de ti. En fin, tengo que irme—advierte poniéndose de pie.
—¡Oye!—le exclamo con tono bromista—¿no que nunca te apartarías de mi?
—Es por eso que…—me dice con una frase cortada por un beso desprevenido en donde sus labios se juntan con los míos momentáneamente—…hago esto, para marcar mi territorio, para que nadie mas se acerque a ti y así sepan que eres material con derechos de autor. Además, con esto siempre tendrás algo para que me recuerdes—advierte con una sonrisa en su rostro—Bueno, me voy, hasta luego.
Cori sale apresurado del cuarto y quedo nuevamente solo en el silencio de la habitación. Realmente esto está sucediendo, Cori y yo estamos…saliendo. Pero aun no solvento la duda de ¿en que demonios nos convierte eso? ¿Novios? Tan solo la palabra me da casi escalofríos porque no me puedo meter la idea en la cabeza de quien sería la chica en este caso. Mejor lo dejaré así por el bien de mi conciencia.
—¡Alexander!—grita mi madre desde la cocina.
Es un poco extraño el hecho de poder escuchar el sonido de afuera en estas habitaciones pero desde afuera no se puede escuchar el sonido de la parte interior de estos cuartos, así que me asomo a la puerta.
—¿Qué sucede mamá?—le grito desde la entrada a mi dormitorio.
—Baja a desayunar cariño, se te hará tarde.
—Ahora voy—le digo metiéndome nuevamente a mi cuarto a alistarme para irme al instituto. Miro la hora en el reloj de mesa y ¡Madre mía! Solo 45 minutos para llegar al salón de clases.
Me meto a la ducha, tirando mi ropa a un lado de manera atolondrada, tanto que olvido girar la llave para el agua caliente y toda el agua fría cae sobre mi cabeza haciéndome gritar de lo helada que está. Luego de pelear con la ducha, sigo a cambiarme con la misma prisa y bajo corriendo a desayunar.
—Buenos días—Las palabras salen de mi boca de manera forzada. Es raro realmente tener que saludar por las mañanas cuando pasas la mayor parte de tu tiempo solo en casa.
—Buenos días corazón—contesta mi madre, besándome en la frente.
—Buenos días hijo—dice mi padre desde el otro extremo de la mesa—Summer también debería de bajar a desayunar—comenta mientras le hecha un vistazo al periódico—se le hará tarde.
—Él se ha ido hace un rato. Supongo que ya estará en…
Mi móvil timbra con el típico tono que me indica que he recibido un correo electrónico. Reviso mi bolsillo y lo saco para ver de qué se trata. Un mensaje en la bandeja de entrada, es de… ¿Cori?
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Bien, si Cori sigue así va a matarme de la vergüenza. Cada palabra que sale de su boca—o en este caso de sus dedos—provoca que me sonroje hasta el punto de verme tan rojo como un tomate. Puedo sentir ese hormigueo en mi rostro y esa sensación tan liviana en mi estomago que me hace recordar por qué me di cuenta de que me había enamorado de él. Esperen ¿Bollo? ¿Qué bollo?
Subo a mi habitación a revisar la bolsa de suéter que usé ayer, pero solo encuentro migajas, aunque…un segundo. ¡Una nota! Dice: “Es tan solo un bollo, pero Carol quería regalártelo. Espero y conserve su sabor. Darien” Así que de ese bollo hablaba Cori. ¡Esperen! ¡Esto es más interesante aún! ¡Darien siendo ciega puede escribir perfectamente! Esto me comprueba una vez más que el ser humano puede llegar también a ser sorprendente.
Miro la hora en mi móvil; las 7:45. ¡Maldición! Solo 15 minutos para irme. Desayuno todo apresurado, atragantándome una que otra vez y luego parto hacia el instituto, pero antes de poder cruzar la puerta escucho la voz de mi padre llamándome.
—¡Sasha!
—¿Qué sucede?—grito mientras abro la puerta.
—Puedes llevarte el auto si lo deseas—Bien, eso es extraño, pero me servirá de algo—Tu madre y yo iremos luego.
—¿Estás seguro papá? Caminarían demasiado.
—No te preocupes, hace tiempos que no lo hacemos. Puedes llevártelo.
Con una enorme sonrisa en el rostro salgo corriendo para la cochera y en menos de un minuto estoy conduciendo camino hacia el instituto. Abro ambas ventanas y dejo entrar la fresca brisa de la mañana, se siente realmente bien esta sensación de paz tan acogedora que invade cada centímetro de mi ser. Definitivamente cuando no tienes preocupaciones toda la vida es más liviana que el aire pero a la vez tu pecho es más pesado, pues la felicidad lo llena hasta rebalsar. “Cosmic Love” de ”Florence And The Machine” comienza a sonar en la radio haciendo que el ambiente se vuelva mas especial, me encantan realmente la música de ellos. Unos metros mas adelante puedo divisar a alguien caminando; Khana.
Me detengo unos cuantos metros en frente de ella y le hago señales con la mano, asomando mi cabeza por la puerta y diciéndole que se apresure. Khana capta rápido y se apura a subirse al auto sentándose a mi lado.
—Buenos días—me saluda sonriente.
—Buenos días—esta vez las palabras no salieron tan forzadas de mi boca, saludarlos a ellos es mas de costumbre que saludar a mis padres—¿Lista para el festival?
—Eso creo—me dice dando un enorme bostezo.
Khana parece un poco desorientada y somnolienta. Seguramente se ha quedado hasta tarde planeando todo para ahora y preparando los últimos detalles. Me siento un poco mal, pude haberle ayudado un poco más. Tendré que recompensar esto.
—¿Sucede algo?—le pregunto con curiosidad.
—Solo es un poco de sueño—da un enorme bostezo y sacude su cabeza—Ayer no pude pegar los ojos.
—Lo siento, seguramente te has quedado hasta tarde haciendo cosas para el festival, debí haberte ayudado un poco más.
—¡No, no! No es eso—me dice acongojada—ha sido…otra cosa.
Noto como su semblante pasa de somnoliento a un poco desanimado. Ella levanta su mirada y nos observamos fijamente el uno al otro pero forzadamente desvía su rostro hacia el otro costado. Algo esta sucediendo.
—Khana ¿Qué pasa?
—No es…nada.—Su voz suena un poco mas apagada—Simplemente es nada…
Hace una pausa larga, con su mirada perdida en el paisaje que pasa rápido por la ventana, silencioso y perfecto. Normalmente ella es una persona animada y todo, pero ahora, parece tan distinta y me preocupa el hecho de su cambio repentino. Hasta ayer todo estaba normal, la misma Khana de siempre, y ahora, ¿Qué ha provocado esa actitud tan apagada?
—¿Es solo qué qué?—inquiero
—Es solo que creo que me enamoré…—me dice mirándome fijamente. El tono de su voz es un poco débil y sus palabras son casi un susurro.
—Enamorarse no es malo—le advierto. Las palabras de Khana son bastante repentinas. Hace unas horas desconocía muchas cosas acerca de la palabra “amor”. Una palabra tan simple pero tan compleja con significados tan cortos pero a la vez tan extensos; un sentimiento.
—Eso lo sé—musita—el problema no es ese. Dime Sasha, ¿te has enamorado alguna vez? ¿Qué se siente?
Enamorarme. Mi corazón se acelera y lo único que se me viene a la mente es Cori y me sonrojo rápidamente. A ver, ¿enamorarse? Ahora me pregunta si me he enamorado alguna vez y cuando antes solo tenía una idea vacía en mi cabeza ahora ese espacio ha sido llenado por Cori. Es estúpidamente…lindo. ¡Carajo!.
—Este…eh…—carraspeo—umm s…s…si. ¿Po…por qué la pregunta?—le digo nervioso.
—Es solo que no lo comprendo ¿Sabes? Algunas veces decepciona tanto.
—¿Quieres contarme al respecto?—le digo calmadamente. Estoy seguro de que hay una parte de ella que desea ser escuchada.
Se queda callada por unos momentos mientras me mira fijamente con ojos vidriosos y bastante melancólicos.
—Creo que me enamoré, Sasha. Creo que nunca debió suceder.
—Enamorarse no es algo que se valore como correcto o incorrecto. Es algo que se toma como un simple “Sucedió” y debes de vivir con ello.
—Posiblemente si lo intento de esa manera en este caso muera en la marcha—Ella hace otra pausa y el silencio cae entre nosotros como un balde de agua fría—Mejor…olvidemos esto ¿Si? Por favor no se lo comentes a nadie…simplemente quiero olvidarlo.
—Khana, yo…
—Solo no se lo digas a nadie ¿si? Prométemelo
—Esta…bien—le digo un poco apagado—Pero Khana, prométeme entonces tú a mi, que si eso lastima, me lo dirás. ¿Si? Somos amigos, y los amigos siempre somos antibiótico y gasa para todo lo que hiere y envenena.
Ella me dedica una enorme sonrisa mirándome fijamente mientras se fuerza por mantener la cordura. Sus ojos muestran pequeñas lágrimas atrapadas entre sus pestañas haciendo un esfuerzo por no rodar por su rostro, tratando de ocultar algo que le quita la paz en su interior. Estoy seguro de que Khana aún esta guardándose algo para si misma, algo que puede hacerle daño y provocarle sufrimiento. Solo espero y ese algo salga pronto de ella y no cause estragos…simplemente no quiero ver sufrir a nadie mas.
Avanzamos en silencio por todo el tramo, dirigiéndole miradas de reojo a Khana, tratando de ver si está bien, para sorpresa de mi alma, parece sobrellevarlo con calma. Conduzco hasta llegar al lugar donde suele esperar Karla por mí. Ahí está, como siempre, esperando por mí con ¿Cori? Parece que ambos se encuentran cargados con enormes cajas. Aparco a un lado y abro el baúl del auto, colocan las cajas dentro y se acomodan en el auto.
—Por fin—exhala Karla—esas cajas pesaban.
—Te dije que las pusieras en el suelo—le refunfuña Cori.
—Si claro, cómo si después hubiésemos podido levantarlas.
—Soy fuerte, ¿sabes?
—Fuerte mi trasero—se burla Karla, provocándonos carcajadas a todos.
—¿Qué es lo que traen en esas cajas?—pregunta Khana con curiosidad. Se le nota un poco mas animada con la presencia de los chicos. Me alegro por ello.
—Lo siento, Khana, corazón, es un secreto.
—¡Jo! Pero que malos son—dice haciendo un puchero.
Miro por el retrovisor a Karla reír y luego miro a Cori. ¡Mierda! Me está mirando. Me sonrojo, él se sonroja, luego me sonríe y me termina poniendo estúpido, así que por el bien de todos los que abordan este auto mejor dejo de verlo y mantengo firme mí vista en el camino.
—¿Por cierto Sasha?—pregunta Cori—¿Cómo siguió el ave?
—Esta mañana estaba mejor. Se le veía un poco mas animada.
—¿Ave?—inquieren Karla y Khana al mismo tiempo.
—Si, ayer me regalaron un pequeño canario.
—¿A sí? ¿Quién?—dice Karla con curiosidad.
—Una amiga, se llama Carol. Ella es un amor.
—¿Amor?—refunfuña Cori—¿Cómo que “es un amor”?—dice en tono celosamente burlón.
Miro por el retrovisor y puedo notar que se ha tornado graciosamente molesto. Su mirada perdida en la ventana y sus brazos cruzados me causan un poco de gracia. Esperen, ¡Mierda! Esto no debería de estarme causando gracia. Creo que hay un malentendido.
—Bueno ella es bien dulce. Por si no lo sabes, el bollo que cierta persona se comió ahora en la madrugada porque le rugía el estomago me lo regaló ella, pedazo de zopenco.
—Estaban deliciosos—me dice sonriendo. Pero luego, por el espejo, nuestras miradas se cruzan y por un momento nos quedamos embobados mirándonos hasta que repentinamente el reacciona y vuelve a poner esa cara graciosa. ¿Celos? Que…extraño. Un chico me esta…celando. Bien, siento escalofríos, esto es un poco raro.—Igual—continua—no me gustaron—refunfuña.
—¿Quién es Carol?—pregunta Khana.
—Una pequeña niña, vecina…si, se puede decir que vecina de mi patio trasero. Creo que tiene 9 años…más o menos. Uno de estos días les llevaré a conocerla.
Cori cambia su semblante rápidamente y ahora tiene una expresión más graciosa. Su rostro se ha puesto más rojo que de costumbre. No puedo evitar reírme.
—Sabes—masculla Cori—creo que esos bollos si estaban deliciosos.
Bien, eso rebalsó el vaso y no puedo evitar tirarme una carcajada. Así que Cori tuvo celos de una niña de 9 años. Esto puede llegar a ser incluso…tierno. Bien, bien, sin desviarse, nada de comportamientos extraños. Sigue siendo lindamente extraño.
Llegamos finalmente al instituto. A esta hora esta un poco vacío considerando que es un día festivo. Todo comenzará a partir de las diez pero igual nosotros debemos terminar de preparar las cosas en el salón. Sacamos las cajas del baúl del auto con Cori; Karla y Khana se adelantan a abrir el salón y a buscar papel para hacer unas cuantas guirnaldas en la entrada.
—Así que…¿el bollo estaba delicioso?—le digo a Cori con tono gracioso.
—Ya cállate. Deja de hacer eso ¿si? Si hubieses mencionado desde un principio que ella tenía 9 años…entonces mi reacción hubiese sido distinta—me dice sonrojado.
—Bien, bien, lo siento—le digo entre risas—no era mi intención.
Cierro la cajuela del auto y nos dirigimos al salón con las pesadas cajas. Puedo notar que Cori camina a mi lado sin despegarme la mirada ni un segundo. ¿Tendré algo en el rostro?
—¿Qué sucede?—le pregunto con curiosidad. Él me mira tan atentamente que comienzo a incomodarme, en el buen sentido.
—¿Sabes una cosa?—me dice volteando hacia el frente y dejando de mirarme por un segundo.
—¿El qué?
—Creo que Karla tiene razón. Eres…lindo, en varios sentidos. Cualquiera podría violarte en cualquier momento. Creo que no debo de despegarme de ti…puede ser muy peligroso. Creo que te pondré un colgante en el cuello que diga propiedad privada, si no, cualquiera podría ir por ti.
—Si claro—le digo sonrojado, volteando mi rostro hacia mi otro costado para que no note mi cara avergonzada—es por ti por quienes babean las chicas del instituto.
—Si tienes razón.
—¡Hijo de tu madre! ¿Y aun así lo confirmas?
—Venga, pero eso no es un peligro—me dice tratando de calmarme—Deberías de tener en cuenta que tu eres lo mas cercano a la perfección. Eres amable, cariñoso, dulce, cuerdo, valiente cuando es necesario, eres inteligente, benevolente y fiel defensor de lo justo. Sin mencionar que tu sentido de lo bueno es demasiado extremista, a tal punto de que siempre le encuentras el lado positivo a lo más malo. Además a veces eres un poco torpe y eso resulta…tierno. Eres prácticamente todo lo que alguien necesita para ser feliz.
—¿¡Y eso que tiene que ver!?—le digo sermoneándolo.
—Que por mi solo van las chicas. Por si no te has dado cuenta nunca, por ti van chicos y chicas. Por Dios, eres un peligro.
—¿¡¡Que!!? ¡Tienes que estar bromeando!—le digo bastante asustado.
—Estoy hablando en serio. Eres tan distraído que nunca notas que cuando hablan contigo siempre se sonrojan. Es un poco extraño, pero creo que eres demasiado amable con las personas.
—¡Pues que se jodan los chicos! ¡No pienso hacerle caso a ninguno! ¿Qué creen que soy? ¿¡Chica al caso!? ¡A la mierda todos ellos!
Cori me mura con cara de “¿Me estas jodiendo acaso?” a lo que repentinamente capto la simple expresión en su rostro. Creo que al comentario le falto…ser explicado un poco más.
—¡Ups! Lo siento—le advierto disculpándome—pero ya hablamos de esto y concluimos que tú eres tú. Así que ese comentario no va contigo. Además, ¿Cómo puedes estar tan seguro de que le gusto a los chicos? Creo que exageras.
—Bien, míralo como quieras—me comenta serio—pero no pienso dejar que nadie tenga de ti más de lo que debe. ¿Sabes qué mejor? Debería incluso llegar a tu casa todas las mañanas.
—¿Así?—inquiero extrañado—¿Para qué?
—Para que ningún Roba Sashas se te acerque. ¡Son bien peligrosos!
—Si claro—le digo riéndome—como si alguien anduviese por ahí queriéndome besar desprevenidamente como tú lo haces. ¡Tonto! Al menos deberías de darme una señal antes de…hacerlo.
—Si lo hiciera entonces tus besos dejarían de saber a lo que saben.
—¿A sí? ¿a que saben?—pregunto con curiosidad y un poco de vergüenza.
—Saben como…a nubes de vainilla. ¡Si!, como a nubes de vainilla.
Su comparación me da risa pero es curiosa su manera de describirlo.
—¿Y como se supone exactamente que se siente eso?
—¡Pues como a nubes de vainilla! Tus labios son suaves, y me recuerdan a las nubes, blancas y como el algodón. Además…saben a vainilla. Y acabo de recordar que me encanta la vainilla.
Sábado 10 de Julio de 2010.
Amigo confidente…tal parece que mis besos saben a Nubes de Vainilla. ¡Tonto Cori! ¿¡Por qué demonios tiene que ser tan tierno!? . El festival de deportes pronto dará comienzo. Aún hay algo que me intriga, ¿Qué le ha sucedido a Khana? Espero y también ese bastardo latido en su pecho encuentre su verdadero significado; amor.
Sasha
Ending:









Autor: Luis F. López Silva
Todos los derechos reservados ©


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