Un cajón de sastre al azar

Un cajón de sastre al azar
Imagen de Anita Smith en Pixabay
English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

this widget by www.AllBlogTools.com

miércoles, marzo 28, 2012

Sasha: Prólogo

crimson Nature
Estoy en un lugar vacío en donde solo mis pensamientos retumban en la nada. No veo cosa más que mi propio cuerpo y la inmensa soledad que se extiende y parece perderse a lo lejos. Esto se está haciendo cada vez más repetitivo. Comienzo a caminar, con paso desconfiado pues no sé en que es lo que estoy parado. No recuerdo mucho de la última vez que estuve acá, estos sueños no son tan agradables que se diga y por eso es preferible que olvide cuanto se refiera a ellos. Veo algo. Un delgada línea enterrada en el suelo; se ve muy pequeña. ¿Qué será? Decido avanzar un poco más rápido e investigar de qué se trata. Siento que la línea se aleja cada vez más hasta que se pierde de mi vista. Un destello de luz a lo lejos entra por mis pupilas. Despierto.

El sonido del despertador aturde mi habitación a buena hora de la mañana. Quisiera seguir durmiendo pero las obligaciones del día me lo impiden y me ordenan ponerme de pie y prepararme para el instituto. Mis ojos aun un poco torpes del sueño tratan de visualizar la hora en mi reloj de mesa; las cinco y treinta de la mañana. Cómo desearía poder hacer que el tiempo se detuviera y continuar tumbado en mi cama bajo las gruesas cobijas, durmiendo y olvidando momentáneamente mis problemas. Sigo pensando que hubiera sido mejor ser un niño para toda la vida, sin ninguna preocupación, sin ninguna obligación, sin el latente deseo de querer ser tan igual pero muy distinto de los demás. La confusión al crecer no disminuye por que sepas más cosas, sino más bien aumenta por saber demasiado. Es entonces cuando te das cuenta que el mundo cada vez está peor y lo que hagas por mejorarlo termina siendo un guijarro más tirado y olvidado en el suelo. En conclusión, la adolescencia es una mierda. O eso creo hasta el momento.

Corro las cortinas de mi ventana y la abro lo más que puedo para dejar entrar la tenue luz del crepúsculo del amanecer y la fresca brisa de la madrugada. Mi único consuelo es poder tener la habitación que linde con una vasta llanura que la vista no alcanza a verle fin, cubierta por pasto verde y una soledad tranquilizadora. Los tonos anaranjados y purpuras contrastan con el verde haciéndome sentir un poco mejor. Sonrío, haciéndome creer que ese lugar tras mi habitación, abandonado y solitario, solo me pertenece a mí y me muestra su belleza solamente a mí. Creo que jamás me encontrare a alguien que pueda ver lo que mis ojos ven y contemplarlo como yo lo hago. La belleza tiene un sentido diferente para cada persona pero en algunos casos como el mío, esa belleza puede estar ligada a lo que pueda sentir al verla. Me considero un caso especial.

Siento algo extraño bajo mi ropa de dormir. No, esperen, no es nada extraño. Si bien dije que la adolescencia era una mierda, creo que no me equivocaba. Desde que entré a ella, todas las mañanas me encuentro con la sorpresa de tener mi sexo erecto, duro como un fierro, que bajo mi bóxer se mira como una protuberancia puntiaguda y peligrosa. No creo que sea capaz de sacarle un ojo a alguien con esto pero no digo que no sea posible. Uno nunca sabe. De todas maneras, espero en mi habitación hasta que el fenómeno pasa. Dicen que en los hombres las erecciones en la mañana son normales porque eso indica que el corazón está haciendo circular la sangre por ese lugar y no la deja estancada. Si es cierto, entonces eso indica que mi corazón la hace circular demasiado perfecto. Ya sabrán ustedes a qué me refiero.

Me dirijo al baño que esta al final del pasillo de mi habitación. Hay un silencio demasiado perturbador pero rápidamente recuerdo que mis padres están en viaje de negocios. Ellos son genetistas, trabajan en cosas relacionadas con esa ciencia o algo así. No me interesa mucho la verdad, siempre he pensado que es aburrido trabajar en un laboratorio rodeado de tubos de ensayo y probetas, mirando por un microscopio organismos que carecen de cerebro y que hacen movimientos extraños. Debido a su trabajo tienen que viajar constantemente al extranjero porque aquí en Colorado o mejor dicho en todo Estados Unidos carecen de lo necesario para llevar acabo sus investigaciones.

Si lo sé, han de pensar que soy un mocoso que viene de una familia adinerada y no sabe por qué quejarse. En buena parte están en lo correcto, mi familia si tiene dinero, pero no soy ningún mocoso que le encante disfrutar de ello. La realidad soy bastante negado para ese tipo de cosas, no soy de los que le encanta salir a despilfarrar dinero en tiendas y restaurantes caros. Prefiero la paz de mi casa a estar en la ciudad rodeado de toneladas de concreto y automóviles. Si algo me caracteriza es el poco aprecio que le tengo a los bienes materiales, además de ser lo poco en lo que coincido con mis padres. Ellos siempre me han dicho que el dinero no es lo más importante, y lo demuestra el lugar en donde vivimos, Longmont, una pequeña ciudad sobrepoblada en el estado de Colorado, alejados de la gran civilización pero con un poco de tecnología. Nuestra casa no es lujosa ni nada por el estilo, es simple, acogedora, cálida y familiar; suficiente para mi vida que se acelera o se hace más lenta por ratos. Si bien Longmont no es la octava maravilla del mundo ni la última, es una ciudad que tiene lo suyo, o al menos para mí es suficiente con sus ríos, planicies y bosques llenos de abundante vida vegetal y animal.

Tomo una ducha rápida y me preparo para ir al instituto. Cojo de la nevera leche, busco un tazón y en la alacena la caja de cereal medio vacía. Desayuno un poco apresurado porque el tiempo ha volado mientras contemplaba desde mi ventana el amanecer y no me di cuenta en qué momento se me había hecho tarde. ¡Oh! Mientras corro hacia la puerta me he dado cuenta de algo, perdonen mi mala educación, aun no me presento. Mi nombre es Sasha, soy un chico de 17 años y les confiaré la historia que jamás conté; mi vida.

Ending









fr4nk

Autor: Luis F. López Silva

Todos los derechos reservados ©

No hay comentarios:

Ratings and Recommendations by outbrain